Del
Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
Primera edició;n 1968
PEKIN 1968
LUCHEMOS POR INCORPORAR A MILLONES DE INTEGRANTES DE | ||
El problema de la paz | ||
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7 de mayo de 1937
   
�Camaradas! Durante la discusión realizada en estos últimos días sobre mi informe "Las tareas del Partido Comunista de China en el período de la resistencia al Japón", todos han manifestado su acuerdo con él, salvo algunos camaradas que han expresado opiniones diferentes. Como estas opiniones son bastante importantes, las examinaré primero en estas conclusiones, antes de pasar a otros problemas.
   
Por espacio de casi dos años, nuestro Partido ha luchado por la paz en el país. Después de la III Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang, hemos dicho que la paz ha sido alcanzada, que ha pasado la etapa de "lucha por la paz", y que nuestra nueva tarea es la "consolidación de la paz". Hemos señalado, además, que esta nueva tarea está ligada con la "lucha por la democracia", es decir debernos consolidar la paz mediante la lucha por la democracia. Pero, según algunos camaradas, nuestro punto de vista carece de fundamento. Indudablemente sus conclusiones son opuestas a las nuestras, u oscilan entre dos posiciones, pues afirman: "El Japón está retrocediendo[1], Nankín se muestra más vacilante que nunca, y las contradicciones entre las dos naciones se atenúan mientras que las existentes en el interior del país se agravan." Naturalmente, de acuerdo con esta apreciación,
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la cuestión de una nueva etapa y de una nueva tarea no existe, y la situación ha vuelto a su etapa anterior o se ha deteriorado aún más. Considero incorrecta esta apreciación.
   
Cuando decimos que la paz ha sido alcanzada, no queremos decir que esté consolidada; por el contrario, decimos que no lo está. Establecer la paz es una cosa y consolidarla es otra. Es posible que la historia vuelva atrás temporalmente y que la paz experimente vicisitudes, debido a la existencia del imperialismo japonés, de los traidores a la patria y del grupo projaponés. Pero el hecho es que se ha logrado la paz interna después del Incidente de Sían; esta situación es producto de una serie de factores (política fundamental japonesa de agresión; actitud de la Unión Soviética y también de Inglaterra, los Estados Unidos y Francia en favor de la paz interna de China; presión ejercida por el pueblo chino; política de paz del Partido Comunista de China durante el Incidente de Sían y su política de poner fin al enfrentamiento del Poder rojo con el del Kuomintang; división de la burguesía y del Kuomintang, etc.), y Chiang Kai-shek es impotente para establecer o romper por sí solo la paz interna. Para romperla, tendría que luchar contra múltiples fuerzas y aproximarse a los imperialistas japoneses y al grupo projaponés. Indudablemente, el imperialismo japonés y el grupo projaponés tratan aún de hacer que continúe la guerra civil en China. Precisamente por eso la paz no está consolidada. En estas circunstancias, nuestra conclusión es que no debernos retroceder a las viejas consignas de "Poner fin a la guerra civil" y "Luchar por la paz", sino dar un paso adelante lanzando la nueva consigna de "Luchar por la democracia". Sólo así podremos consolidar la paz interna y hacer realidad la resistencia armada al Japón. ¿Por qué lanzamos la triple consigna de "Consolidar la paz", "Luchar por la democracia" y "Resistir al Japón"? Porque queremos, y la situación actual nos lo permite, impulsar hacia adelante la rueda de la revolución. Si se niega la existencia de una nueva etapa y de una nueva tarea, si se niega el hecho de que el Kuomintang "ha comenzado a cambiar" y, lógicamente, se niegan también los éxitos obtenidos por las distintas fuerzas que luchan desde hace año y medio por la paz interna, se permanecerá en el mismo sitio, sin avanzar un solo paso.
   
¿Por qué esos camaradas hacen una apreciación tan inadecuada? Porque, al examinar la actual situación, no parten de lo fundamental, sino de un cierto número de fenómenos parciales y transitorios (la diplomacia de Sato, el proceso de Suchou[2], la represión de huelgas, el traslado al Este del Ejército del Nordeste[3], la partida del general
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Yang Ju-cheng al extranjero[4], etc.), y de este modo forman un cuadro sombrío. Decimos que el Kuomintang ha comenzado a cambiar, pero al mismo tiempo afirmamos que aún no ha efectuado un cambio completo. Es inconcebible que la política reaccionaria seguida por el Kuomintang en los últimos diez años pueda cambiar radicalmente sin nuevos esfuerzos, sin más y mayores esfuerzos de nuestra parte y del pueblo. No pocas personas, que se proclaman hombres de "izquierda" que solían condenar violentamente al Kuomintang y en los momentos del Incidente de Sían abogaban por dar muerte a Chiang Kai-shek y por "forzar el paso de Tungkuan"[5], se asombran de que, apenas establecida la paz, se produzcan acontecimientos como el proceso de Suchou, y preguntan: "¿Por qué Chiang Kai-shek aún hace estas cosas?" Esas personas deben comprender que ni los comunistas, ni Chiang Kai-shek son seres sobrenaturales, ni individuos aislados, sino miembros de un partido y elementos de una clase. El Partido Comunista es capaz de hacer avanzar la revolución paso a paso, pero es impotente para barrer, de la noche a la mañana, todos los males que padece el país. Chiang Kai-shek y el Kuomintang han comenzado a cambiar; pero sin mayores esfuerzos de parte de todo el pueblo, no podrá limpiarse en un solo día la suciedad acumulada en los últimos diez años. Decimos que el desarrollo de los acontecimientos conduce hacia la paz, la democracia y la resistencia armada al Japón, pero esto no quiere decir que sin esforzarse sea posible suprimir definitivamente antiguos males como la guerra civil, la dictadura y la no resistencia. Sólo con lucha y esfuerzos, que han de hacerse durante largo tiempo, podremos terminar con esos males inveterados, con esa suciedad, superar las vicisitudes en el curso de la revolución e incluso prevenir el posible retroceso de la misma.
   
"Sólo piensan en destruirnos." Es verdad, ellos siempre buscan nuestra destrucción. Admito plenamente la justeza de esta apreciación, y no tener eso en cuenta sería como estar dormidos. Pero el problema consiste en si han cambiado los métodos con que quieren destruirnos. Pienso que sí. La política de guerra y matanza ha dejado lugar a la de reformas y engaños, la política dura a la blanda, y la táctica militar a la táctica política. ¿Por qué tales cambios? Frente al imperialismo japonés, la burguesía y el Kuomintang están obligados a buscar momentáneamente un aliado en el proletariado, así como nosotros lo buscamos en la burguesía. A1 examinar el problema, hay que partir de este punto. Y si, en el plano internacional, el Gobierno francés ha pasado de la hostilidad hacia la Unión Soviética a la alianza con ella[6],
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lo ha hecho por el mismo motivo. Nuestras tareas internas han pasado también del terreno militar al político. No necesitamos de complots ni intrigas; nuestro objetivo es vencer al imperialismo japonés mediante un esfuerzo común, uniéndonos con todos aquellos elementos de la burguesía y del Kuomintang que estén en favor de la resistencia al Japón.
   
"Insistir en la democracia es erróneo, hay que hacer hincapié únicamente en la resistencia al Japón; sin una acción directa contra el Japón, no puede haber movimiento por la democracia; la mayoría de la gente sólo exige la resistencia al Japón y no la democracia, y vendría bien otro Movimiento del g de Diciembre."
   
Permítanme ante todo hacer algunas preguntas: ¿Se puede decir que en la anterior etapa (del Movimiento del 9 de Diciembre de 1935 a la III Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang realizada en febrero de 1937) la mayoría exigía solamente la resistencia al Japón y no la paz interna? ¿Era erróneo poner el acento sobre esta paz? ¿Era acaso imposible que existiera un movimiento por la paz interna sin que hubiera acciones directas contra el Japón? (El Incidente de Sían y la III Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang tuvieron lugar precisamente después del término de la resistencia armada en Suiyuán y hoy no hay todavía nada semejante a dicha resistencia ni al Movimiento del 9 de Diciembre.) Todo el mundo sabe que para resistir al Japón hace falta la paz interna, que sin ella no puede haber resistencia al Japón, y que esta paz es una condición para la resistencia. En la etapa precedente, todas las actividades antijaponesas, directas o indirectas (del Movimiento del 9 de Diciembre a la III Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang), se realizaron en torno a la lucha por la paz interna, que en aquel tiempo era el eslabón central, el elemento esencial del movimiento antijaponés.
   
De la misma manera, en la nueva etapa, la democracia es esencial para resistir al Japón, y luchar por la democracia es luchar por la resistencia. La resistencia y la democracia se condicionan mutuamente, tal como la resistencia y la paz interna, o la democracia y la paz interna. La democracia es la garantía de la resistencia, y ésta puede crear condiciones favorables al desarrollo del movimiento por la democracia.
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Esperamos tener, e indudablemente tendremos, numerosas luchas directas e indirectas contra el Japón en esta nueva etapa; estas luchas impulsarán la resistencia armada al Japón y ayudarán considerablemente al movimiento por la democracia. Pero, en la tarea que nos asigna la historia, la lucha por la democracia es lo principal, lo esencial. ¿Es pues erróneo insistir en la democracia? Pienso que no.
   
"El Japón está retrocediendo, Inglaterra y el Japón tienden a un compromiso y Nankín se muestra más vacilante que nunca." Estas son inquietudes infundadas que provienen de la ignorancia de las leyes del desarrollo histórico. Si, a causa de una revolución en el Japón, éste se retirara realmente de nuestro país, eso ayudaría a la revolución china, respondería a lo que esperamos y marcaría el comienzo del derrumbe del frente mundial de la agresión. ¿Qué razón habría para inquietarse entonces? Pero, la verdad sea dicha, las cosas todavía no son así. Las gestiones diplomáticas de Sato son preparativos para una guerra de gran envergadura, y esa guerra está ahí, delante de nosotros. La vacilante política inglesa no conducirá a nada, pues el choque de intereses entre Inglaterra y el Japón así lo determina. Si Nankín continúa con sus vacilaciones durante mucho tiempo, se convertirá en enemigo de todo el pueblo; además, no se lo permitirán sus propios intereses. Un retroceso temporal no puede cambiar las leyes generales de la historia. Por lo tanto, no se puede negar la existencia de una nueva etapa, ni la necesidad de plantear como tarea la lucha por la democracia. Por otra parte, la consigna por la democracia es apropiada en todas las circunstancias, pues como todos saben, no es mucha sino demasiado poca la democracia de que goza el pueblo chino. Además, los hechos nos han mostrado que al definir la nueva etapa y formular la tarea de lucha por la democracia, damos un paso hacia la resistencia armada al Japón. Los acontecimientos están en marcha, �no los hagamos retroceder!
   
"¿Por qué insistir tanto en una asamblea nacional?" Porque ésta podrá influir sobre todos los aspectos de la vida del país, porque será el puente que permita pasar de la dictadura reaccionaria a la democracia, porque tendrá carácter de defensa nacional, porque será una institución legal. Nuestros camaradas tienen perfecta razón cuando proponen recobrar el Este de Jopei y el Norte de Chajar, combatir el contrabando[7], luchar contra la "colaboración económica"[8], etc., pero todo esto y la lucha por la democracia y por una asamblea nacional, lejos de entrar en contradicción, más bien se complementan. Lo esencial es, sin embargo, la asamblea nacional y las libertades para el pueblo.
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La lucha diaria contra el Japón y la lucha por el mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo deben estar ligadas al movimiento por la democracia; esto es totalmente justo y nadie lo discute. Sin embargo, en la etapa actual, la tarea central y esencial es la lucha por la democracia y la libertad.
   
Algunos camaradas han planteado este problema. Aquí sólo puedo responderles brevemente.
   
Cuando uno escribe un artículo, debe terminar la primera parte antes de comenzar la segunda. Dirigir resueltamente la revolución democrática es la condición para la victoria del socialismo. Luchamos por el socialismo, y esto es lo que nos distingue de los simples partidarios de los Tres Principios del Pueblo revolucionarios. Nuestros actuales esfuerzos se orientan hacia ese gran objetivo del porvenir; si lo perdemos de vista, dejaremos de ser comunistas. Pero también dejaremos de serlo si disminuimos nuestros esfuerzos de hoy.
   
Somos partidarios de la teoría de la transformación de la revolución[9], estamos por la transformación de la revolución democrática en revolución socialista. La revolución democrática pasará por varias etapas de desarrollo, todas bajo la consigna de una república democrática. El paso de la preponderancia de la burguesía a la del proletariado es un largo proceso de lucha, de lucha por la hegemonía, cuyo éxito dependerá de los esfuerzos del Partido Comunista por elevar el nivel de conciencia política y de organización tanto del proletariado como de los campesinos y la pequeña burguesía urbana.
   
Elfirme aliado del proletariado es el campesinado, y en segundo término, la pequeña burguesía urbana. Es la burguesía la que se enfrenta con nosotros por la hegemonía.
   
Para superar la vacilación y la inconsecuencia de la burguesía, debemos apoyarnos en la fuerza de las masas y en una política correcta; de lo contrario, la burguesía se impondrá al proletariado.
   
Esperamos que la transformación sea incruenta, y debemos esforzarnos por lograrlo, pero eso dependerá de la fuerza que posean las masas.
   
Somos partidarios de la teoría de la transformación de la revolución y no de la teoría trotskista de la "revolución permanente"[10]. Nos pro-
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nunciamos por llegar al socialismo pasando por todas las etapas necesarias del desarrollo de la república democrática. Nos oponemos al seguidismo, pero también al aventurerismo y a la precipitación.
   
Rechazar, con el pretexto de que sólo será temporal, la participación de la burguesía en la revolución, y calificar de capitulación la alianza con los sectores antijaponeses de la burguesía (en un país semicolonial) es un punto de vista trotskista, con el que no podemos estar de acuerdo. Actualmente, esta alianza constituye, en realidad, un puente que hay que atravesar en nuestra marcha hacia el socialismo.
   
Para dirigir una gran revolución, se requiere un gran partido y muchos y magníficos cuadros. En China, cuya población asciende a 450 millones, sería imposible llevar a cabo una gran revolución, una revolución sin precedentes en la historia, si sólo hubiera, para dirigirla, un estrecho y pequeño grupo de gente, o si en el Partido no hubiese más que dirigentes y cuadros incompetentes, miopes y con ideas mezquinas. El Partido Comunista de China es desde hace mucho tiempo un partido grande y lo sigue siendo a pesar de las pérdidas sufridas durante el período de la reacción; cuenta con muchos buenos dirigentes y cuadros, pero éstos aún no son suficientes. Nuestro Partido debe extender sus organizaciones a todo el país, formar conscientemente a decenas de miles de cuadros y disponer de centenares de excelentes dirigentes de masas. Deben ser cuadros y dirigentes versados en marxismo-leninismo, perspicaces en lo político, competentes en el trabajo, impregnados de espíritu de sacrificio, capaces de resolver independientemente los problemas, indoblegables ante las dificultades y fieles en su servicio a la nación, a la clase y al Partido. Apoyándose en estos cuadros y dirigentes, el Partido asegurará su ligazón con la militancia y con las masas, y apoyándose en la firme dirección de ellos sobre las masas, el Partido logrará vencer al enemigo. Ser ajenos al egoísmo, al heroísmo individualista y la ostentación, a la indolencia y la pasividad, al sectarismo altanero, y ser desinteresados héroes de la nación y de la clase: he aquí las cualidades y el estilo de trabajo que deben tener los militantes, cuadros y dirigentes de nuestro Partido. Esta es la herencia espiritual que nos han legado las decenas de miles
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de miembros del Partido, los millares de cuadros y las decenas de excelentes dirigentes que han dado su vida por nuestra causa. Sin lugar a duda; debemos adquirir esas cualidades, para formarnos mejor y elevarnos a un nivel revolucionario más alto. Pero esto no es suficiente; tenemos todavía otra tarea: descubrir un gran número de nuevos cuadros y dirigentes en el Partido y en el país. Nuestra revolución depende de los cuadros. Como dijo Stalin, "los cuadros lo deciden todo"[11].
   
Para alcanzar esos objetivos, es necesaria la democracia dentro del Partido. Si se desea que el Partido sea fuerte, hay que aplicar el centralismo democrático para desplegar la iniciativa de todos sus miembros. En el período de la reacción y de la guerra civil, el centralismo fue más pronunciado. En el nuevo período, debe estar estrechamente ligado a la democracia. Mediante la práctica de la democracia, desarrollaremos la iniciativa de toda la militancia. Mediante el desarrollo de esta iniciativa, formaremos una gran cantidad de nuevos cuadros, liquidaremos las supervivencias del sectarismo y daremos al Partido una unidad tan fuerte como el acero.
   
Después de dar algunas explicaciones, las diferencias de opinión que se manifestaron en el curso de la Conferencia sobre problemas políticos han dejado lugar a un acuerdo, y las divergencias que existieron entre la línea del Comité Central y la línea de retirada encabezada por ciertos camaradas, también han sido resueltas[12], lo cual demuestra que nuestro Partido está sólidamente unido. Esta unidad constituye la base más importante de la actual revolución nacional y democrática, porque solamente con la unidad del Partido Comunista se podrá alcanzar la unidad de toda la clase y de toda la nación; solamente con la unidad de toda la clase y de toda la nación se podrá vencer al enemigo y dar cima a la revolución nacional y democrática.
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INTEGRANTES DE LAS MASAS AL FRENTE
UNICO NACIONAL ANTIJAPONES[*]
   
* Conclusiones presentadas por el camarada Mao Tse-tung en la Conferencia Nacional del Partido Comunista de China celebrada en mayo de 1937.
DEL PARTIDO
From Marx |
Apuntos sobre |
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[1]
Después del Incidente de Sían, por un momento los imperialistas japoneses hicieron gestos conciliatorios para incitar a las autoridades del Kuomintang a que socavaran la paz interna que comenzaba a instaurarse en China, y a que rompieran el frente único nacional antijaponés que se estaba constituyendo. Indujeron al Gobierno Autónomo títere de Mongolia Interior a que enviara al gobierno del Kuomintang en Nankín dos mensajes manifestándole su lealtad, uno en diciembre de 1936 y otro en marzo de 1937. El propio ministro de Relaciones Exteriores del Japón, Sato, halagó públicamente a Chiang Kai-shek, declarando astutamente que el Japón deseaba mejorar sus relaciones con China y ayudarla en su unificación política y recuperación económica. Por otra parte, el Japón envió a China un llamado Grupo de Estudios Económicos dirigido por el magnate de las finanzas Kenji Kodama, para "ayudar" a China a "organizarse en un Estado moderno". Estas intrigas agresivas del Japón eran lo que se conocía como la "diplomacia de Sato" y que ciertas personas engañadas por las estratagemas de los imperialistas japoneses llamaban "retroceso del Japón".
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[2]
En noviembre de 1936, el gobierno del Kuomintang arrestó en Shanghai a siete dirigentes del movimiento por la resistencia al Japón y la salvación nacional, entre los que se encontraba Shen Ch�n-yu. En abril de 1937, la Alta Corte del Kuomintang en Suchou los sometió a proceso, inculpándolos de "atentado contra la República", acusación arbitraria que utilizaban habitualmente las autoridades reaccionarias del Kuomintang contra todo movimiento patriótico.
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[3]
Antes del Incidente de Sían, el Ejército del Nordeste estaba acantonado en los límites entre Shensí y Kansú, en contacto directo con el Ejército Rojo del Norte de Shensí. Grandemente influenciado por éste, realizó el Incidente de Sían. En marzo de 1937, los reaccionarios del Kuomintang, con el propósito de romper los lazos que lo unían con el Ejército Rojo y sembrar discordia en sus filas, lo obligaron a dirigirse hacia el Este para ir a Jonán y Anjui.
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[4]
El general Yang Ju-cheng, uno de los jefes militares del Noroeste, realizó junto con Chang S�e-liang el Incidente de Sían. Por ese motivo, se hicieron populares y eran llamados "Chang-Yang". Después que Chiang Kai-shek fue puesto en libertad, Chang S�e-liang lo acompañó a Nankín, donde fue detenido en seguida. En abril de 1937, Yang Ju-cheng Fue destituido por la pandilla reaccionaria del Kuomintang y obligado a expatriarse. Cuando comenzó la Guerra de Resistencia, Yang volvió a China, dispuesto a tomar parte en la lucha contra el Japón, pero fue detenido por Chiang Kai-shek y permaneció encarcelado hasta septiembre de 1949, fecha en que fue asesinado en un campo de concentración cuando el Ejército Popular de Liberación se aproximaba a Chungching.
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[5]
Importante paso estratégico en el punto de unión entre Shensí, Jonán y Shansí. Durante el Incidente de Sían, las tropas del Kuomintang estaban acantonadas principalmente al Este de dicho paso. Algunas personas que se proclamaban hombres de "izquierda", entre ellas Chang Kuo-tao, insistían en que el Ejército Rojo "forzara el paso de Tungkuan", es decir, que pasara a la ofensiva contra las tropas del Kuomintang. Esta propuesta iba contra la política del Comité Central del Partido que buscaba un arreglo pacífico del Incidente de Sían.
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[6]
Después de la Revolución de Octubre, el imperialismo francés mantuvo durante mucho tiempo una política hostil hacia la Unión Soviética. Desde 1918 hasta 1920, el Gobierno francés tomó parte activa en la intervención armada de catorce potencias contra la Unión Soviética y siguió su reaccionaria política de aislar a este país aun después del fracaso de la intervención. Solamente en mayo de 1935, gracias a la influencia entre el pueblo francés de la política exterior soviética de paz y debido también a la amenaza de la Alemania fascista, Francia concluyó con la Unión Soviética un pacto de asistencia recíproca. Pero el reaccionario Gobierno francés no cumplió fielmente dicho pacto.
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[7]
Se refiere al contrabando de mercancías japonesas en China.
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[8]
Consigna del imperialismo japonés tendiente al saqueo y la agresión económica contra China.
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[9]
Véanse C. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista, IV; V. I. Lenin, Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, 12 y 13; Compendio de Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, cap. III, 3.
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[10]
Véanse J. V. Stalin, "Los fundamentos del leninismo", III; "La Revolución de Octubre y la táctica de los comunistas rusos", II; "Cuestiones del leninismo", III.
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[11]
Véase el "Discurso pronunciado en el Palacio del Kremlin, ante la promoción de mandos salidos de las academias del Ejército Rojo" (mayo de 1935), en el que
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Stalin dijo: "[. . .] de todos los valiosos capitales que existen en el mundo, el capital más precioso y decisivo lo constituyen los hombres, los cuadros. Es necesario que se comprenda que, en nuestras actuales condiciones, 'los cuadros lo deciden todo'."
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[12]
Se hace referencia aquí a las divergencias existentes de 1935 a 1936 entre la línea del Comité Central del Partido y la línea de retirada de Chang Kuo-tao. Véase "Sobre la táctica de la lucha contra el imperialismo japonés", nota 23, en el presente tomo. Al decir que "las divergencias [. . .] han sido resueltas", el camarada Mao Tse-tung se refería a la reunión de las fuerzas del Ejército del IV Frente con el Ejército Rojo Central. En cuanto a la traición abierta de Chang Kuo-tao al Partido y su degeneración en contrarrevolucionario, hecho que se produjo posteriormente, ya no fue una cuestión de divergencias sobre la línea del Partido, sino un acto de traición individual.
[pág. 312]
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