Del
Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
Primera edició;n 1968
PEKIN 1968
pág. 159
27 de enero de 1934
    Hay dos cuestiones a las que los camaradas no han prestado seria atención en el curso de las discusiones y que, a mi juicio, merecen un examen especial.
    La primera cuestión se refiere a las condiciones de vida de las masas.
    Nuestra tarea central en estos momentos es movilizar a las grandes masas a participar en la guerra revolucionaria, derribar al imperialismo y al Kuomintang mediante esta guerra, extender la revolución a todo el país y expulsar de China al imperialismo. No es buen cuadro revolucionario el que no dé la debida importancia a esta tarea central. Si nuestros camaradas comprenden realmente esta tarea, si comprenden la necesidad de extender, cueste lo que cueste, la revolución a todo el país, de ninguna manera deberán descuidar ni menospreciar el problema de los intereses vitales de las grandes masas y de sus condiciones de vida. Pues la guerra revolucionaria es la guerra de las masas, y sólo puede realizarse movilizándolas y apoyándose en ellas.
   
¿Podremos vencer al enemigo si nos limitamos a movilizar al pueblo para la guerra y no hacemos ningún otro trabajo? Claro que no. Si queremos triunfar, debemos hacer mucho más. Debemos dirigir a los campesinos en su lucha por la tierra y distribuirla entre ellos, elevar su entusiasmo por el trabajo e incrementar la producción agrícola, defender los intereses de los obreros, establecer cooperativas, desarrollar el comercio con las regiones exteriores y resolver los problemas que
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enfrentan las masas: alimentación, vestido y vivienda, combustible, arroz, aceite y sal, así como los problemas relativos a la salud, la higiene y el matrimonio. En una palabra, todos los problemas concretos de la vida cotidiana de las masas requieren nuestra atención. Si nos preocupamos por estos problemas, si los resolvemos y satisfacemos las necesidades de las masas, nos convertiremos verdaderamente en organizadores de la vida de las masas, y éstas se agruparán realmente en torno nuestro y nos darán su cálido apoyo. Camaradas, ¿seremos entonces capaces de movilizar a las masas para que participen en la guerra revolucionaria? Sí, definitivamente sí.
   
Entre nuestros cuadros nos hemos encontrado con que algunos sólo hablan de engrosar el Ejército Rojo y las brigadas de transporte, de cobrar el impuesto territorial y de promover la suscripción de bonos del empréstito público, pero en cuanto a los demás asuntos, no los discuten ni atienden, e incluso no se ocupan para nada de ellos. Por ejemplo, hubo un tiempo en que el gobierno municipal de Tingchou se preocupaba únicamente de engrosar las filas del Ejército Rojo y de movilizar a la gente para las brigadas de transporte, sin interesarse en lo más mínimo por la vida de las masas. Mientras tanto, la población de Tingchou no tenía leña, no había sal en el mercado porque los capitalistas la tenían escondida, algunas gentes carecían de vivienda, y el arroz era escaso y se vendía caro. Estos eran los problemas concretos que se presentaban ante las masas populares de Tingchou, las que esperaban con ansiedad que las ayudáramos a resolverlos. Pero el gobierno municipal de Tingchou no examinó ninguna de estas cuestiones. Por eso, después de la elección del nuevo Consejo de Representantes Obreros y Campesinos de Tingchou, debido a que en sus sesiones sólo se examinaba el problema del engrosamiento del Ejército Rojo y de la movilización para las brigadas de transporte, sin prestar la menor atención a las condiciones de vida de las masas, más de cien representantes perdieron todo interés por las sesiones y el Consejo no pudo reunirse más. Por consiguiente, se lograron muy pocos resultados en el trabajo de ampliación de las filas del Ejército Rojo y en la movilización para las brigadas de transporte. Esta es la situación que se observa en algunos lugares.
   
Camaradas, ustedes probablemente han leído los folletos que se les han entregado y que conciernen a dos cantones modelo. Allí la situación es totalmente diferente. �Cuánta gente no se ha incorporado al Ejército Rojo en el cantón de Changkang[1], provincia de Chiangsí, y en el de Tsaisi[2], provincia de Fuchién! En el primero, un 80 por
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ciento de los jóvenes y de los hombres y mujeres de mediana edad se han incorporado al Ejército Rojo, y en el segundo, un 88 por ciento. Las suscripciones de bonos del empréstito público también son numerosas; en Changkang, con una población de sólo 1.500 habitantes, se han suscrito bonos por un valor de 4.500 yuanes. Grandes éxitos se han logrado asimismo en otros tipos de trabajo. ¿Cuál es la razón de todo ello? Unos pocos ejemplos lo aclararán. En Changkang, después que un incendio destruyó una habitación y la mitad de otra en la casa de un campesino pobre, el gobierno cantonal movilizó a las masas para que lo ayudasen económicamente. Cuando, en otra ocasión, tres campesinos se quedaron sin grano, el gobierno cantonal y la asociación de ayuda mutua se apresuraron a darles arroz. El verano pasado hubo escasez de grano, y para socorrer a las masas, el gobierno cantonal hizo traer arroz del distrito de Kungl�e[3], situado a más de 200 li de Changkang. En el cantón de Tsaisi también se ha realizado una excelente labor en estos terrenos. Estos son realmente gobiernos cantonales modelo. Sus métodos de dirección son totalmente diferentes de los métodos burocráticos del gobierno municipal de Tingchou. Debemos aprender de Changkang y Tsaisi, y oponernos a dirigentes burócratas como los de Tingchou.
   
Propongo seriamente a este Congreso que prestemos gran atención a los problemas relativos a la vida de las masas, desde los de la tierra y el trabajo basta los del combustible, el arroz, el aceite y la sal. Las mujeres quieren aprender a arar y a gradar la tierra. ¿A quiénes enviar para que les enseñen? Los niños quieren ir a la escuela. ¿Hemos abierto escuelas primarias? El puente de madera que tenemos enfrente es demasiado estrecho y la gente corre el riesgo de caer. ¿No debemos repararlo? Muchas personas padecen de furúnculos u otras dolencias. ¿Qué vamos a hacer para curarlas? Todos estos problemas relativos a la vida de las masas deben figurar en nuestro orden del día. Debemos discutirlos, adoptar decisiones y ponerlas en práctica, y verificar los resultados. Debemos ayudar a las masas a comprender que nosotros representamos sus intereses y que nuestro aliento se funde con el suyo. Debemos ayudarlas a que, partiendo de estas cosas, lleguen a comprender las tareas aún más elevadas que hemos planteado, las de la guerra revolucionaria, de manera que apoyen la revolución, la extiendan a todo el país, respondan a nuestros llamamientos políticos y luchen hasta el fin por la victoria de la revolución. Las masas del cantón de Changkang dicen: "�El Partido Comunista es bueno de veras! Ha pensado en todo para nosotros." Los cuadros de Changkang son un
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ejemplo para todos. �Son cuadros dignos de respeto! Se han ganado el auténtico afecto de las grandes masas, que apoyan su llamamiento a la movilización para la guerra. ¿Se quiere obtener el apoyo de las masas? ¿Se quiere que éstas dediquen toda su energía a la guerra? Entonces, hay que vivir con ellas, despertar su entusiasmo, preocuparse por sus necesidades, trabajar con toda sinceridad por sus intereses y resolver sus problemas de producción y de la vida diaria: los problemas de la sal, el arroz, la vivienda, el vestido, el parto, en una palabra, todos sus problemas. Si procedemos así, las grandes masas nos apoyarán sin duda alguna y considerarán la revolución como su propia vida, como su más gloriosa bandera. Y combatirán hasta la muerte si el Kuomintang ataca las zonas rojas. Esto no admite la menor duda. ¿No es un hecho evidente que hemos aplastado la primera, segunda, tercera y cuarta campañas de "cerco y aniquilamiento" del enemigo?
   
Actualmente el Kuomintang recurre a la táctica de blocaos[4]; construye gran cantidad de "caparazones de tortuga", considerándolos como murallas de hierro. Camaradas, ¿son realmente murallas de hierro? �De ninguna manera! Fíjense: ¿no eran muy sólidos con sus murallas y fosos los palacios de los emperadores feudales erigidos en el curso de milenios? Sin embargo, se derrumbaron uno tras otro en cuanto se levantaron las masas. El zar de Rusia fue uno de los gobernantes más feroces del mundo, pero, ¿qué quedó de él cuando el proletariado y los campesinos se alzaron en revolución? Nada. ¿Y qué pasó con sus murallas de hierro? Todas fueron derribadas. ¿Cuál es la verdadera muralla de hierro, camaradas? Son las masas, los millones y millones de hombres que apoyan con toda sinceridad a la revolución. Esta es la verdadera muralla de hierro, que ninguna fuerza podrá romper, que en absoluto podrá romper. La contrarrevolución no logrará destruirnos; por el contrario, nosotros la destruiremos a ella. Uniendo a los millones y millones de hombres del pueblo en torno al gobierno revolucionario y desarrollando nuestra guerra revolucionaria, podremos aniquilar a toda la contrarrevolución y tomar a toda China.
   
La segunda cuestión se refiere a los métodos de trabajo.
   
Somos los dirigentes y organizadores de la guerra revolucionaria y también los dirigentes y organizadores de la vida de las masas. Organizar la guerra revolucionaria y mejorar las condiciones de vida de las masas son nuestras dos grandes tareas. A este respecto, ante nosotros se presenta, con toda su gravedad, el problema de los métodos de trabajo. No basta con plantear tareas; hay que resolver, además,
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el problema de los métodos para cumplirlas. Si nuestra tarea es cruzar un río, no podremos hacerlo sin un puente o una embarcación. Mientras no se resuelva el problema del puente o la embarcación, será ocioso hablar de atravesar el río. Mientras la cuestión de los métodos no esté resuelta, será inútil hablar de las tareas. Si no cuidamos de dirigir el trabajo de engrosamiento del Ejército Rojo, si no dedicamos particular atención a los métodos para ese trabajo, jamás lograremos éxito aunque repitamos mil y una veces que es preciso engrosar el Ejército Rojo. No podremos cumplir ninguna de nuestras tareas en ningún otro trabajo, corno por ejemplo, en la verificación de la distribución de la tierra, en la construcción económica, en la cultura y la educación, y en el trabajo en las nuevas zonas rojas y en las zonas periféricas, si sólo planteamos las tareas sin prestar atención a los métodos para realizarlas, si no combatimos los métodos burocráticos de trabajo para adoptar los prácticos y concretos, y si no desechamos los métodos autoritarios para adoptar el de la persuasión paciente.
   
Los camaradas del distrito de Singkuo han realizado una labor de primera y merecen nuestro elogio como trabajadores modelo. Igualmente, los camaradas del Nordeste de Chiangsí han hecho un excelente trabajo creador y son también trabajadores modelo. Los camaradas de ambos lugares han ligado el problema de la vida de las masas al de la guerra revolucionaria y han resuelto simultáneamente la cuestión de los métodos revolucionarios de trabajo y la del cumplimiento de las tareas revolucionarias. Trabajan a conciencia, resuelven en forma cuidadosa los problemas y asumen verdaderamente sus responsabilidades ante la revolución; son buenos organizadores y dirigentes tanto de la guerra revolucionaria como de la vida de las masas. En otras zonas, nuestros camaradas también han hecho progresos en su trabajo e igualmente merecen nuestro elogio, como en algunos lugares de los distritos de Shangjang, Changting y Yungting, provincia de Fuchién; en Sichiang y otros puntos del Sur de la provincia de Chiangsí; en algunos sitios de los distritos de Chaling, Yungsin y Chían de la Región Fronteriza de Junán-Chiangsí; en algunas partes del distrito de Yangsin de la Región Fronteriza de Junán-Jupei-Chiangsí; en territorios y cantones de muchos otros distritos de Chiangsí; así como en Yuichín, distrito directamente subordinado al Gobierno Central.
   
No cabe duda de que en todos los lugares que se encuentran bajo nuestra dirección hay un gran número de cuadros activos, excelentes camaradas que han surgido de las masas. Estos camaradas tienen el
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deber de prestar ayuda allí donde nuestro trabajo es débil y de ayudar a los camaradas que todavía no saben trabajar. Nos hallamos en medio de una gran guerra revolucionaria; debemos aplastar las grandes campañas de "cerco y aniquilamiento" del enemigo y extender la revolución a todo el país. A todos los cuadros revolucionarios les incumbe una enorme responsabilidad. Después de clausurado este Congreso, debemos tomar medidas efectivas para mejorar nuestro trabajo; las zonas avanzadas deben avanzar aún más, y las atrasadas, alcanzar a las avanzadas. Debemos crear miles de cantones como el de Changkang y decenas de distritos como el de Singkuo. Esas serán nuestras sólidas posiciones. Teniendo estas posiciones, de allí saldremos para hacer pedazos las campañas enemigas de "cerco y aniquilamiento" y derribar la dominación del imperialismo y del Kuomintang en toda China.
   
* Parte de las conclusiones presentadas por el camarada Mao Tse-tung ante el II Congreso Nacional de Representantes Obreros y Campesinos, celebrado en enero de 1934 en Yuichín, provincia de Chiangsí.
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Apuntos sobre |
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[1]
Cantón del distrito de Singkuo, provincia de Chiangsí.
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[2]
Cantón del distrito de Shangjang, provincia de Fuchién.
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[3]
Uno de los distritos de las zonas rojas de Chiangsí, que tenía por centro el poblado de Tungku, al Sudeste del distrito de Chían. A ese distrito se le dio el nombre de Kung-l�e para honrar la memoria del camarada Juang Kung-l�e, comandante del 3.er Cuerpo de Ejército del Ejército Rojo, caído allí en octubre de 1931.
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[4]
En julio de 1933, en la conferencia militar realizada en Lushan, provincia de Chiangsí, Chiang Kai-shek decidió construir blocaos en torno de las zonas rojas como una nueva táctica militar para su quinta campaña de "cerco y aniquilamiento". Se estima que hasta fines de enero de 1934, se habían levantado en total 2.900 blocaos en Chiangsí. Esta táctica de Chiang Kai-shek fue empleada también por los invasores japoneses en sus combates contra el VIII Ejército y el Nuevo 4.� Cuerpo de Ejército. Los hechos históricos han confirmado a plenitud que, siguiendo la estrategia de guerra popular del camarada Mao Tse-tung, es completamente posible frustrar y vencer la táctica contrarrevolucionaria de blocaos.
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