Del
Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
Primera edició;n 1968
PEKIN 1968
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20 de agosto de 1933
   
El impetuoso desarrollo de la guerra revolucionaria nos exige movilizar a las masas para desplegar de inmediato una campaña en el frente económico y emprender todas las tareas necesarias y posibles en el terreno de la construcción económica. ¿Por qué? Porque en la actualidad todos nuestros esfuerzos deben estar destinados a conquistar la victoria en la guerra revolucionaria y, en primer lugar, a conquistar la victoria completa en la lucha por aplastar la quinta campaña enemiga de "cerco y aniquilamiento"[1]; deben estar dirigidos a crear las condiciones materiales que garanticen el abastecimiento de víveres y otros suministros al Ejército Rojo; a mejorar las condiciones de vida del pueblo y estimularlo así a participar aún más activamente en la guerra revolucionaria; a organizar a las grandes masas populares en el frente económico y educarlas para que aporten nuevas fuerzas a la guerra; y a consolidar la alianza obrero-campesina y la dictadura democrática de los obreros y campesinos y fortalecer la dirección del proletariado por medio de la construcción económica. Para alcanzar todos estos objetivos, es necesario emprender la construcción económica. Esto deben entenderlo claramente todos los que están dedicados al trabajo revolucionario. Algunos camaradas han estimado imposible destinar tiempo a la construcción económica, alegando que la guerra revolucionaria ya mantiene a la gente bastante ocupada, y han acusado de "desviacionista de derecha" a todo el que habla de la construcción económica. En su opinión, la construcción económica es imposible en las condiciones de una guerra revolucionaria y sólo será posible después de la victoria final, cuando haya paz y tranquilidad. Camaradas, estos puntos de vista son erróneos. Los que sostienen esas opiniones no se dan cuenta de que sin la construcción económica no
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se podrán asegurar las condiciones materiales para la guerra revolucionaria y el pueblo se sentirá exhausto en el curso de una guerra prolongada. �Reflexionen! El enemigo nos impone un bloqueo económico, los especuladores y los reaccionarios minan nuestras finanzas y nuestro comercio, y el intercambio comercial de nuestras zonas rojas con otras regiones tropieza con serios obstáculos. ¿No se verá gravemente afectada la guerra revolucionaria si no superamos estas dificultades? La sal es muy cara y a veces ni siquiera se consigue. El arroz es barato en otoño e invierno, pero terriblemente caro en primavera y verano. Todo esto afecta en forma directa a las condiciones de vida de los obreros y campesinos y hace imposible su mejoramiento. ¿No afectará esto a la alianza obrero-campesina, que es nuestra línea fundamental? Si las masas obreras y campesinas se sienten descontentas con sus condiciones de vida, ¿no afectará esto al aumento de efectivos de nuestro Ejército Rojo y a la movilización de las masas para la guerra revolucionaria? Por eso, es extremadamente errónea la idea de que no se debe emprender la construcción económica durante la guerra revolucionaria. Los que así piensan dicen también con frecuencia que todo debe estar subordinado a la guerra, pero no comprenden que renunciar a la construcción económica no significa subordinarlo todo a la guerra, sino debilitar el esfuerzo bélico. Sólo desplegando nuestro trabajo en el frente económico y desarrollando la economía de las zonas rojas, podremos crear una base material adecuada para la guerra revolucionaria, desenvolver con éxito nuestras ofensivas militares y asestar enérgicos golpes a las campañas enemigas de "cerco y aniquilamiento"; sólo así podremos contar con los recursos necesarios para engrosar las filas del Ejército Rojo y extender nuestro frente de combate a regiones situadas a miles de li de distancia, de modo que nuestro Ejército Rojo pueda, cuando las circunstancias sean favorables, atacar Nanchang y Chiuchiang sin preocupación alguna y que, aliviada la tarea de aprovisionarse por sí mismo, pueda concentrar toda su atención en la lucha contra el enemigo; y sólo así podremos satisfacer en cierta medida las necesidades materiales de las grandes masas, de modo que éstas se incorporen al Ejército Rojo o realicen otras tareas revolucionarias con mayor entusiasmo. Esto es justamente lo que significa subordinarlo todo a la guerra. Entre los que están dedicados al trabajo revolucionario en diferentes lugares, hay muchos que todavía no entienden la importancia de la construcción económica para la guerra revolucionaria, y muchos órganos locales de Poder no han examinado seriamente los
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problemas de esta construcción. Los departamentos económicos de los gobiernos locales no están aún bien organizados; algunos de ellos ni siquiera tienen directores, en tanto que en otros se ha nombrado a gente incompetente con el solo objeto de llenar vacantes. La formación de las cooperativas se encuentra todavía en su etapa inicial, y el trabajo de regulación del abastecimiento de víveres ha comenzado sólo en algunos lugares. No se ha realizado entre las grandes masas ninguna propaganda acerca de la tarea de la construcción económica (aunque esta propaganda es muy urgente), ni se ha creado entre ellas un ambiente de entusiasmo por esta tarea. Todo esto se debe a que no se aprecia la importancia de la construcción económica. A través de las discusiones que ustedes sostengan en esta conferencia y de los informes que presenten al regresar a sus puestos, tenemos que crear un ambiente de entusiasmo por la construcción económica entre todo el personal del gobierno y entre las grandes masas de obreros y campesinos. Es preciso hacer comprender a todo el mundo la importancia que tiene la construcción económica para la guerra revolucionaria, a fin de que todos se esfuercen por promover la suscripción de bonos del Empréstito Público para la Construcción Económica, desarrollen el movimiento cooperativo y establezcan en todas partes graneros públicos y depósitos de víveres en prevención del hambre. Cada distrito debe instalar un subdepartamento de regulación del abastecimiento de víveres, con sucursales en territorios y mercados de importancia. Por una parte, dentro de las zonas rojas debemos trasladar el grano de los lugares que tengan excedentes a aquellos donde haya escasez, para evitar que se acumule en algunos sitios mientras no se pueda adquirir en otros y que su precio sea demasiado bajo en unos lugares y demasiado alto en otros. Por otra parte, debemos exportar de manera planificada (y no en cantidades ilimitadas) excedentes de grano, evitando así la explotación por parte de intermediarios inescrupulosos, y comprar artículos de primera necesidad en las zonas blancas. Todos debemos esforzarnos por desarrollar la agricultura y la industria artesana, fabricar más aperos agrícolas y producir mayor cantidad de cal, a fin de asegurar una mejor cosecha para el próximo año; y debemos restablecer el antiguo nivel de la producción de tungsteno, madera, alcanfor, papel, tabaco, telas de lino, hongos secos, esencia de menta y otros productos locales, y venderlos en grandes cantidades en las zonas blancas.
   
A juzgar por su volumen, los cereales ocupan el primer lugar entre nuestros principales artículos de exportación. Todos los años se
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exportan unos tres millones de dan de arroz sin descascarillar -- un promedio de un dan por persona en una población de tres millones de habitantes -- a cambio de artículos de primera necesidad. Con seguridad, la cifra real no puede ser inferior a la señalada. Pero, ¿quién se ocupa de este negocio? Unicamente los comerciantes, que explotan cruelmente al pueblo en estas transacciones. El año pasado los campesinos de los distritos de Wanan y Taije vendieron a los comerciantes arroz sin descascarillar a cincuenta fenes el dan, y éstos lo enviaron a Kanchou donde lo revendieron a cuatro yuanes el dan, ganando siete veces más de lo que les había costado. Tomemos otro ejemplo. Cada año nuestros tres millones de habitantes consumen sal por valor de unos nueve millones de yuanes y necesitan telas por un valor aproximado de seis millones. Sobra decir que este negocio de la sal y las telas, cuyo monto total asciende a quince millones de yuanes, ha estado enteramente en manos de los comerciantes y que nosotros nunca nos hemos ocupado de ello. La explotación por parte de estos intermediarios ha sido realmente enorme. Por ejemplo, compran sal en Meisien a razón de siete jin por un yuan y la venden en nuestras zonas a doce liang [2] por un yuan. ¿No es ésta una terrible explotación? No podemos seguir desatendiendo este estado de cosas y en adelante debemos ocuparnos nosotros mismos de este comercio. Nuestro Departamento de Comercio Exterior tiene que hacer grandes esfuerzos en ese sentido.
   
¿Cómo utilizar los tres millones de yuanes provenientes del Empréstito Público para la Construcción Económica? Pensamos emplearlos así: un millón será destinado a los gastos militares del Ejército Rojo, y dos millones serán prestados como capital a las cooperativas, al Departamento de Regulación del Abastecimiento de Víveres y al Departamento de Comercio Exterior. De esta última cantidad, una gran parte se utilizará para desarrollar nuestro comercio con las regiones exteriores, y el resto, para fomentar la producción. Nuestro objetivo consiste no sólo en desarrollar la producción, sino también en vender nuestros productos a precios justos en las zonas blancas y comprar allí sal y telas a precios bajos para su distribución entre las masas populares, rompiendo de esta manera el bloqueo del enemigo y contrarrestando la explotación de los comerciantes. Debemos desarrollar cada día más la economía del pueblo, mejorar en gran medida las condiciones de vida de las masas e incrementar en forma sustancial la renta pública, echando así una sólida base material para la guerra revolucionaria y la construcción económica.
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Esta es una gran tarea, una gran lucha de clases. Pero debemos preguntarnos: ¿Puede cumplirse esta tarea en medio de una enconada guerra? Creo que sí. No hablamos de tender una línea ferroviaria a Lungyen ni, por el momento, de construir una carretera a Kanchou. No decimos que se deba hacer de la venta del grano un monopolio absoluto, ni que el comercio de la sal y las telas, evaluado en quince millones de yuanes, deba ser manejado enteramente por el gobierno, con exclusión de los comerciantes. No es eso lo que decimos ni lo que tratamos de hacer. Lo que decimos y tratamos de hacer es desarrollar la agricultura y la industria artesana, exportar grano y tungsteno e importar sal y telas, comenzando por el momento con un fondo de dos millones de yuanes más el dinero invertido por las masas. ¿Es ésta una obra que no debamos emprender, que no podamos emprender ni realizar? Ya hemos comenzado ese trabajo y logrado algunos éxitos. La cosecha de otoño de este año ha sido de un 20 a un 25 por ciento mayor que la del año pasado, superando el aumento previsto de un 20 por ciento. En el terreno de la industria artesana, la producción de aperos agrícolas y de cal está en proceso de recuperación, y la de tungsteno ha comenzado a rehacerse. La producción de tabaco, papel y madera también empieza a reanimarse ligeramente. En la regulación del abastecimiento de víveres se han logrado muchos éxitos este año. Se ha iniciado cierto trabajo en la importación de sal. En estos logros basamos nuestra firme convicción de que podemos hacer mayores progresos en el futuro. ¿No es evidentemente erróneo decir que la construcción económica es imposible ahora y que sólo será posible después del término de la guerra?
   
Por tanto resulta claro que; en la etapa actual, la construcción económica debe girar en torno a nuestra tarea central: la guerra revolucionaria. Actualmente, la guerra revolucionaria es nuestra tarea central, y la construcción económica sirve a esta tarea, gira en torno suyo y está subordinada a ella. Es igualmente erróneo considerar la construcción económica como el centro de todas nuestras tareas actuales y descuidar por ello la guerra revolucionaria, o realizar la construcción económica desvinculándola de la guerra revolucionaria. Sólo cuando la guerra civil haya terminado, se podrá y deberá considerar la construcción económica como el centro de todas nuestras tareas. Es pura ilusión intentar realizar, en el curso de la guerra civil, una construcción económica propia de tiempos de paz, necesaria y posible sólo en el futuro y no en el presente. Las tareas actuales son
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las que la guerra exige con urgencia. Cada una de ellas debe servir a la guerra y ninguna es empresa de tiempos de paz separada de la guerra. Si algún camarada abriga la idea de realizar la construcción económica desvinculándola de la guerra, debe corregir en seguida este punto de vista erróneo.
   
Sin un estilo de dirección correcto y métodos de trabajo correctos será imposible desarrollar con rapidez la campaña en el frente económico. Este es también un problema importante que hay que resolver en esta conferencia. Porque los camaradas aquí presentes no sólo tendrán mucho trabajo que realizar tan pronto como regresen, sino que además deberán dirigir a un gran número de personas con quienes trabajarán. Esto concierne en particular a los camaradas que trabajan a niveles de cantón y municipio, así como a los que trabajan en cooperativas, en departamentos de víveres y de comercio y en oficinas de compras; tanto unos como otros se dedican personalmente al trabajo práctico de movilizar a las masas para que organicen cooperativas, de regular el abastecimiento de víveres y transportarlos y de administrar nuestro comercio con las regiones exteriores. Si su estilo de dirección es erróneo y si no adoptan métodos de trabajo correctos y eficaces, su trabajo se verá inmediatamente afectado, y no podremos obtener el apoyo de las grandes masas para nuestras distintas tareas, ni cumplir por completo, en el otoño e invierno de este año y en la primavera y verano del que viene, el plan del Gobierno Central para la construcción económica. Por lo tanto, quisiera llamar la atención de nuestros camaradas sobre los siguientes puntos :
   
Primero. Movilizar a las masas a través de los distintos medios organizativos. En primer lugar, los camaradas de las presidencias y de los departamentos económicos y financieros de los gobiernos a todos los niveles deben poner sistemáticamente en su orden del día y examinar, supervisar y verificar el trabajo relativo a la colocación de bonos del empréstito público, a la formación de cooperativas, a la regulación del abastecimiento de víveres y al fomento de la producción y del comercio. En segundo lugar, es preciso poner en movimiento a las organizaciones de masas, principalmente a los sindicatos y a las ligas de campesinos pobres. Los sindicatos deben movilizar a todos sus afiliados para que se incorporen a la lucha en el frente económico. Las ligas de campesinos pobres constituyen una poderosa base para movilizar a las masas en la creación de cooperativas y en la suscripción de bonos del empréstito público; los gobiernos territoriales y cantonales deben dirigir vigorosamente a las ligas. Además,
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tenemos que hacer propaganda en favor de la construcción económica por medio de reuniones que se celebren en aldeas o en casas, exponiendo con claridad la relación que existe entre la guerra revolucionaria y la construcción económica y explicando en términos muy concretos cómo mejorar las condiciones de vida de las masas y aumentar nuestra capacidad de combate. Es preciso llamar a las masas a suscribir bonos del empréstito público, desarrollar las cooperativas, regular el abastecimiento de víveres, consolidar las finanzas y fomentar el comercio; es preciso llamarlas a luchar por estas consignas y elevar su entusiasmo. No podremos alcanzar nuestros objetivos si no movilizamos a las masas ni hacemos propaganda entre ellas por los medios organizativos arriba mencionados, es decir, si las presidencias y los departamentos económicos y financieros de los gobiernos a todos los niveles no se preocupan seriamente de examinar y verificar el trabajo de construcción económica, si no ponen en movimiento a las organizaciones de masas ni celebran mítines de masas para hacer propaganda.
   
Segundo. Los métodos de movilización de las masas no deben ser burocráticos. La dirección burocrática es inadmisible en la construcción económica, lo mismo que en cualquier otra labor revolucionaria. Es preciso arrojar al basurero el burocratismo, ese gran mal que todo camarada detesta. Los métodos que todos los camaradas deben preferir son los que interesan a las masas, es decir, aquellos que son aceptados gustosamente por los obreros y campesinos. Una de las manifestaciones del burocratismo es el relajamiento en el trabajo debido a la indiferencia o a la negligencia. Debemos sostener una severa lucha contra este fenómeno. Otra manifestación es el autoritarismo. Aparentemente, los que practican el autoritarismo no muestran ningún relajamiento en su trabajo, y dan la impresión de que trabajan con entusiasmo. Pero, en realidad, es imposible desarrollar con éxito las cooperativas mediante métodos autoritarios, y aunque éstas parezcan haberse desarrollado momentáneamente, no podrán consolidarse. En consecuencia, quedarán desacreditadas y su desarrollo se verá obstaculizado. Promover la suscripción de bonos del empréstito público en forma autoritaria e imponer las cuotas de manera arbitraria sin preocuparse de si las masas comprenden para qué es el empréstito, ni de cuántos bonos pueden suscribir, traerá como resultado su descontento y hará imposible una buena suscripción de bonos. Debemos rechazar el autoritarismo; lo que necesitamos es hacer una vigorosa propaganda para convencer a las masas y, teniendo
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en cuenta las circunstancias concretas y los reales y manifiestos deseos de las masas, desarrollar las cooperativas, promover la suscripción de bonos del empréstito público y realizar todo el trabajo de movilización en el terreno económico.
   
Tercero. Se requiere un gran número de cuadros para desplegar la campaña de construcción económica. No se trata de algunas decenas o centenares, sino de miles y decenas de miles de personas a quienes hay que organizar, adiestrar y destinar al frente de la construcción económica. Ellos serán los mandos en el frente económico y las grandes masas populares, los combatientes. La gente se queja a menudo de la escasez de cuadros. Pero, ¿existe realmente escasez de cuadros, camaradas? De las masas que se han templado en las luchas agrarias y económicas y en la guerra revolucionaria, han surgido innumerables cuadros. ¿Cómo podemos decir que existe escasez de cuadros? Abandonen ese punto de vista erróneo y encontrarán cuadros a su alrededor.
   
Cuarto. En la actualidad, la construcción económica es inseparable no sólo de la tarea general, la guerra, sino también de las demás tareas. Sólo desarrollando en profundidad la campaña de verificación de la distribución de la tierra[3], será posible eliminar por completo la propiedad feudal y semifeudal de la misma, elevar el entusiasmo de los campesinos por la producción e incorporar rápidamente a las grandes masas campesinas al frente de la construcción económica. Sólo aplicando resueltamente la Ley del Trabajo, será posible mejorar las condiciones de vida de los obreros y hacerlos participar en forma activa y rápida en la construcción económica, reforzando así su dirección sobre los campesinos. Sólo dirigiendo en forma correcta las elecciones y la campaña de denuncia[4], la que se desarrolla simultáneamente con la campaña de verificación de la distribución de la tierra, será posible fortalecer nuestros organismos gubernamentales, de modo que nuestro Gobierno pueda dirigir con mayor vigor la guerra revolucionaria y todo nuestro trabajo, incluido el trabajo económico. La elevación del nivel político y cultural de las masas por medio del trabajo cultural y educacional es asimismo de suma importancia para el desarrollo de la economía. Sobra decir que el engrosamiento de las filas del Ejército Rojo no debe ser descuidado ni un solo día. Está claro para todos que sin las victorias del Ejército Rojo sería aún más estrecho el bloqueo económico del enemigo. Por otra parte, el desarrollo de la economía y el mejoramiento de las condiciones de vida de las masas constituirán, sin duda alguna, una gran ayuda para
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el crecimiento del Ejército Rojo y animarán a las grandes masas populares a marchar con entusiasmo al frente. En una palabra, si cumplimos todas las tareas arriba mencionadas, incluyendo la nueva e importantísima tarea de la construcción económica, y si las ponemos todas al servicio de la guerra revolucionaria, ésta se verá coronada indudablemente con nuestra victoria.
   
* Discurso pronunciado por el camarada Mao Tse-tung en agosto de 1933 en la conferencia de diecisiete distritos del Sur de Chiangsí sobre la construcción económica.
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Apuntos sobre |
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[1]
De 1930 a 1934, las tropas de Chiang Kai-shek lanzaron cinco ofensivas de grandes proporciones, llamadas campañas de "cerco y aniquilamiento", contra las zonas rojas cuyo centro era la ciudad de Yuichín, provincia de Chiangsí. La quinta de esas campañas se inició en octubre de 1933, pero Chiang Kai-shek la había venido preparando activamente desde el verano de ese mismo año.
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[2]
16 liang = 1 jin = 1/2 kilo.
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[3]
Esta campaña se llevó a cabo en las zonas rojas después de la reforma agraria para comprobar si la tierra había sido distribuida en forma justa.
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[4]
Fue una campaña democrática en la que se estimuló a las grandes masas populares a denunciar las acciones reprobables de funcionarios del gobierno democrático.
[pág. 146]
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