Del
Obras Escogidas de Mao Tsetung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
Primera edición 1977
PEKIN
pág. 80
4 de agosto de 1952
De un año a esta fecha hemos venido haciendo la guerra, sosteniendo negociaciones y procurando la estabilidad al mismo tiempo.
    La situación de la guerra en Corea quedó definida en julio del año pasado, pero en ese momento aún no estábamos seguros de lograr la estabilidad financiera y económica del país. En el pasado, nos limitábamos a decir: "Los precios están básicamente estabilizados y los ingresos y egresos han llegado a un equilibrio aproximado", queriendo expresar con ello que aún no se había logrado la estabilidad de los precios ni el equilibrio de los ingresos y egresos. Los ingresos estaban por debajo de los egresos, lo que constituía un problema. Por eso en una reunión convocada en septiembre del año pasado por el CC del PCCh, se planteó la tarea de aumentar la producción y practicar un riguroso régimen de economías. En octubre, yo planteé lo mismo en la III Sesión del I Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política. Durante la campaña por aumentar la producción y practicar economías, se descubrieron casos bastante graves de corrupción administrativa, despilfarro y burocratismo. En diciembre se desplegó la campaña contra los "tres males" y, en seguida, la campaña contra los "cinco males". Hoy, estas dos campañas han salido triunfantes, la situación ha quedado completamente clara y reina una gran estabilidad en el país.
   
El año pasado, los gastos de la Guerra de Resistencia a la Agresión Norteamericana y en Ayuda a Corea y los de la construcción nacional fueron más o menos equivalentes, en una proporción de mitad y mitad.
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Este año, en cambio, los gastos de la guerra, según se calcula, serán solamente la mitad de los del año pasado. En la actualidad, el número de nuestros efectivos ha sido reducido, pero sus equipos han sido reforzados. Durante veintitantos años de guerra nunca tuvimos aviación, y siempre fue el enemigo el que nos bombardeó. Ahora disponemos de aviación, así como de cañones antiaéreos, cañones de otros tipos y tanques. La Guerra de Resistencia a la Agresión Norteamericana y en Ayuda a Corea es una inmensa escuela, y en ella realizamos maniobras de gran envergadura que nos proporcionan una enseñanza superior a la de las academias militares. Si la guerra se prolonga un año más, todas nuestras fuerzas de tierra podrán ir por turnos a recibir entrenamiento en ella.
   
Respecto de esta guerra, se nos presentaron, en un principio, tres problemas: primero, el de si seríamos capaces de combatir; segundo, el de si podríamos aguantar en la defensa, y tercero, el de si tendríamos de qué alimentarnos.
   
El problema de si seríamos capaces de combatir quedó resuelto a los dos o tres meses. El enemigo tiene más cañones que nosotros, pero su moral es baja; tiene mucho hierro, pero le falta moral.
   
El año pasado se resolvió también el problema de si podríamos aguantar en la defensa. La solución reside en meterse dentro de túneles. Hemos construido defensas en dos niveles. Cuando el enemigo llega en un asalto, entramos en los túneles. Sucede a veces que el enemigo ocupa la superficie, pero el subsuelo continúa siendo nuestro. Cuando el enemigo entra en las posiciones de la superficie, lanzamos contraataques infligiéndole enormes bajas. Es gracias a este método autóctono como capturamos armas de fuego modernas. El enemigo queda sin saber qué hacer con nosotros.
   
El problema de alimentarse, o sea, el de garantizar el avituallamiento, permaneció sin solución durante mucho tiempo. En aquel entonces ignorábamos que se podía abrir túneles para guardar cereales. Ahora ya lo sabemos. Cada división cuenta con víveres para tres meses, depósitos e incluso salas de reuniones, y la gente vive en condiciones bastante buenas dentro de los túneles.
   
Ahora ya tenemos una orientación clara, posiciones sólidas y un suministro garantizado, y cada combatiente comprende que debe perseverar hasta el fin.
   
En última instancia, ¿hasta cuándo combatiremos y hasta cuándo negociaremos? Yo diría que debemos seguir negociando y combatiendo y que, después de todo, hemos de llegar a la paz.
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¿Por qué, después de todo, se ha de llegar a la paz? La guerra no puede durar treinta o cien años, pues su prolongación indefinida sería muy desfavorable para los Estados Unidos.
   
Primero, porque así tendrían más muertos. Ya han perdido más de treinta mil hombres luchando por mantener en sus manos a unos diez mil prisioneros. De todos modos, ellos tienen mucha menos gente que nosotros.
   
Segundo, porque así tendrían que gastar más dinero. Ellos gastan más de 10.000 millones de dólares por año. Nosotros gastamos mucho menos que ellos y, además, este año nuestros gastos se reducirán a la mitad respecto al año pasado. La revisión de cuentas en las campañas contra los "tres males" y contra los "cinco males" nos ha dejado un saldo suficiente para sostener la guerra por un año y medio más. De este modo, podemos dedicar a la construcción nacional todo el dinero obtenido con el aumento de la producción y la práctica de economías.
   
Tercero, ellos se ven acosados por contradicciones tanto externas como internas, difíciles de superar.
   
Cuarto, hay otro problema, de orden estratégico. El punto clave de la estrategia norteamericana es Europa. Cuando enviaron tropas a invadir Corea, no se imaginaron que mandaríamos tropas de auxilio de ese país.
   
Nuestros asuntos son relativamente fáciles de manejar. Somos dueños absolutos de nuestros asuntos internos. Pero, el cargo de jefe del Estado Mayor de los EE.UU. no lo desempeñamos nosotros, sino uno de los suyos. Por lo tanto, el que continúe o no la guerra de Corea, depende sólo en un 50 por ciento de los coreanos y nosotros. En resumen, para los EE.UU. la tendencia general se ha hecha irreversible: no hacer la paz los desfavorece.
   
El parloteo de que pronto estallará una tercera guerra mundial es puro bluf. Debemos hacer esfuerzos por asegurarnos un lapso de diez años para construir la industria y echar cimientos sólidos. Debemos unirnos estrechamente y deslindar campos con el enemigo. Si hoy somos poderosos, eso se debe a la unión del pueblo de todo el país y a la cooperación de todos los que estamos aquí presentes y de los diversos partidos democráticos y organizaciones populares. Es sumamente importante unirnos y trazar una clara línea de demarcación entre nosotros y el enemigo. El Dr. Sun Yat-sen fue un hombre honesto, pero, ¿por qué fracasó la Revolución de 1911, por él dirigida? He aquí las razones: Primero, no repartió las tierras;
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segundo, no se dio cuenta de la necesidad de reprimir a la contrarrevolución, y tercero, no libró una lucha aguda contra el imperialismo. Además de la línea divisoria entre nosotros y el enemigo, hay que trazar, dentro de nuestras propias filas, la línea de distinción entre lo correcto y lo erróneo. Esta última ocupa un puesto secundario respecto de aquélla. Por ejemplo, para el caso de la gran mayoría de los culpables de corrupción administrativa, de lo que se trata es de distinguir lo correcto de lo erróneo; ellos son reeducables y se diferencian de los contrarrevolucionarios.
   
Hay que realizar una labor de educación en los diversos partidos democráticos y los círculos religiosos para que no caigan en la trampa del imperialismo y no se coloquen del lado del enemigo. Tomando el budismo como ejemplo, éste tiene pocos vínculos con el imperialismo, y su ligazón es, en lo fundamental, con el feudalismo. A causa del problema de la tierra, la lucha contra el feudalismo afectó a los monjes, y los que recibieron el golpe fueron gentes como los abades y padres superiores. Con el derribamiento de esa minoría, los Lu Chi-shen[1] fueron liberados. Yo no creo en el budismo, pero tampoco me opongo a que los budistas se organicen en una asociación para unirse y deslindar campos con el enemigo. ¿Habrá que suprimir algún día el frente único? Yo no abogo por su supresión. Estamos dispuestos a unirnos con todos aquellos que realmente deslinden campos con el enemigo y sirvan al pueblo.
   
Nuestra nación tiene futuro, su perspectiva es amplia. En un principio, nos preguntábamos si podríamos restaurar la economía nacional en tres años. Pero resulta que lo hemos conseguido en dos años y medio de arduos esfuerzos y, lo que es más, hemos iniciado la construcción planificada. Todos debemos unirnos y trazar una clara línea de demarcación entre nosotros y el enemigo, de modo que nuestra nación avance con paso seguro.
   
* Puntos esenciales del discurso pronunciado por el camarada Mao Tsetung en la 38.� Sesión del Comité Permanente del I Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino.
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[1]
Personaje de la novela clásica china A la orilla del agua. Era un monje humilde antes de sumarse al ejército de campesinos rebeldes de la montaña Liangshan.
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