Del
Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
Primera edición 1968
PEKIN 1976
(3a impresión 1976)
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1.� de febrero de 1940
    Esta concentración de masas contra Wang Ching-wei, realizada hoy 1.� de febrero en Yenán, con justa indignación y unánimemente resuelve denunciar la traición y capitulación de Wang Ching-wei y apoyar la resistencia hasta el fin contra el Japón. Con miras a superar la presente crisis y conseguir la victoria de la Guerra de Resistencia, nos permitimos presentar aquí diez importantes puntos para la salvación del país, con la esperanza de que el Gobierno Nacional, todos los partidos y grupos políticos, todos los oficiales y soldados que participan en la Guerra de Resistencia y todos nuestros compatriotas, los acepten y pongan en práctica.
   
1. Que todo el país denuncie a los Wang Ching-wei. Ya que el traidor Wang Ching-wei ha congregado a sus paniaguados, ya que ha traicionado a la patria, se ha pasado al enemigo y ha firmado secretamente con él un pacto entreguista, actuando como cómplice del tigre, todos los compatriotas piden su muerte. Sin embargo, con lo anterior nos hemos referido a los Wang Ching-wei declarados y aún no a los encubiertos. Estos últimos se apoderan astutamente de los puestos clave y se pavonean ufanos por las calles, o trabajan en la sombra, infiltrándose en todas las esferas de la vida. En realidad, los funcionarios corruptos forman parte de la pandilla de Wang Ching-wei, y todos los especialistas en crear "roces" son sus subordinados. A menos que se despliegue una campaña nacional para denunciar a los Wang Ching-wei, una campaña en el campo y en la ciudad, de arriba abajo, en la que sean movilizados todos los partidos, personal de gobierno, fuerzas armadas, población civil, círculos periodísticos e intelectuales, la pandilla de Wang Ching-wei nunca será erradicada, sino que proseguirá sus siniestras actividades, abriendo
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la puerta al enemigo exterior y provocando la subversión en el país, lo cual causará incalculables daños. El gobierno debe promulgar un decreto llamando a todo el pueblo a repudiar a los Wang Ching-wei. Dondequiera que el decreto no se aplique, habrá que responsabilizar a los funcionarios. La pandilla de Wang Ching-wei debe ser extirpada y arrojada para que sirva de alimento al tigre y al chacal. Este es el primer punto que les pedimos aceptar y poner en práctica.
   
2. Fortalecer la unidad. Actualmente hay quienes no hablan de unidad sino de unificación, y para ellos la unificación no significa otra cosa que suprimir el Partido Comunista, el VIII Ejército, el Nuevo 4.� Cuerpo de Ejército, la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia y las fuerzas antijaponesas locales. Esa gente pasa por alto el hecho de que el Partido Comunista, el VIII Ejército, el Nuevo 4.� Cuerpo de Ejército y la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia son los más firmes defensores de la unificación en toda China. ¿No fueron ellos los que recomendaron el arreglo pacífico del Incidente de Sían? ¿No son ellos quienes han iniciado el frente único nacional antijaponés, propuesto una república democrática unificada y trabajado con verdadera energía para realizar estos dos objetivos? ¿No son ellos los que se mantienen erguidos en la primera línea de la defensa de la nación, resistiendo a diecisiete divisiones enemigas, los que protegen las Planicies Centrales y el Noroeste, defienden el Norte de China y las regiones al Sur del bajo Yangtsé y aplican resueltamente los Tres Principios del Pueblo y el Programa de Resistencia Armada y Reconstrucción Nacional? Sin embargo, desde que Wang Ching-wei se declaró anticomunista y projaponés, monstruos como Chang Ch�n-mai y Ye Ching le han hecho eco con su pluma, y los anticomunistas y recalcitrantes se han unido a él suscitando "roces". Se practica la autocracia so pretexto de la unificación. Se ha desechado el principio de la unidad y se ha introducido la cuña de la ruptura. Mas, "las intenciones de Sima Chao son claras para cualquier hombre de la calle"[1]. El Partido Comunista, el VIII Ejército, el Nuevo 4.� Cuerpo de Ejército y la Región Fronteriza están firmemente por la unificación verdadera y contra la falsa, por la racional y contra la irracional, por la real y contra la formal. Abogan por la unificación que se basa en la resistencia y no en la capitulación, en la unidad y no en la ruptura, en el progreso y no en el retroceso. Una unificación basada en estas tres condiciones -- resistencia, unidad y progreso -- es la unificación verdadera, racional y real. Buscar la unificación sobre cualquier otra base, recurriendo a no importa qué intrigas o engaños, es como
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"tratar de dirigirse al Sur con el carruaje orientado al Norte"; nos permitimos estar en desacuerdo con esto. En cuanto a las fuerzas antijaponesas locales, hay que cuidar de ellas por igual, sin favorecer a unas en detrimento de otras; es necesario confiar en todas, abastecerlas, apoyarlas y estimularlas con recompensas. En el trato con la gente, hay que proceder con sinceridad, sin ninguna hipocresía, hay que actuar con generosidad y desterrar toda mezquindad. Si las cosas se hacen realmente de este modo, todos, excepto quienes tienen motivos ocultos, se unirán y tomarán la senda de la unificación nacional. Es una verdad irrefutable que la unificación debe estar basada en la unidad y ésta, a su vez, en el progreso, y que sólo el progreso puede conducir a la unidad y sólo la unidad, a la unificación. Este es el segundo punto que les pedimos aceptar y poner en práctica.
   
3. Instaurar un régimen constitucional. Los largos años del "régimen de tutela" no han dado ningún resultado. Una cosa llevada al extremo se convierte en su contrario; de ahí que la instauración de un régimen constitucional esté ahora en el orden del día. Pero no hay todavía libertad de palabra, no se ha levantado la proscripción de los partidos políticos y por todas partes siguen imperando las actividades anticonstitucionalistas. Una constitución redactada en estas condiciones no será más que un pedazo de papel, y el régimen constitucional que se instaure no se distinguirá en nada de la dictadura de un solo partido. Ahora, cuando se presenta una profunda crisis nacional, cuando los japoneses y los Wang Ching-wei nos hostigan desde fuera y los traidores intentan dividirnos desde dentro, nuestra existencia como nación y como pueblo correrá grave peligro, a menos que haya un cambio de política. El gobierno debe levantar inmediatamente la proscripción de los partidos políticos y estimular la libertad de palabra, para demostrar que desea sinceramente llevar a efecto el régimen constitucional. Nada es más urgente para ganar la plena confianza del pueblo y forjar un nuevo destino para la nación. Este es el tercer punto que les pedimos aceptar y poner en práctica.
   
4. Poner fin a los " roces" . Desde que, en marzo del año pasado, se introdujeron las "Medidas para restringir las actividades de los partidos ajenos", ha resonado en todo el país un griterío por restringir, diluir y combatir al Partido Comunista, se han producido, uno tras otro, incidentes trágicos, y la sangre ha corrido a raudales. Como si esto fuera poco, en octubre del año pasado se adoptaron las "Medidas para solucionar el problema de los partidos ajenos". Vino, además, el "Proyecto para solucionar el problema de los partidos aje-
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nos" en el Noroeste, Norte y Centro de China. La gente dice, no sin fundamento, que de la "restricción política" del Partido Comunista ya se ha pasado a la "restricción militar". Restringir al Partido Comunista equivale de hecho al anticomunismo, que constituye una astuta y pérfida política de los japoneses y los Wang Ching-wei para subyugar a China. He aquí por qué las masas se encuentran alarmadas y perplejas y se comunican las noticias creyendo que va a repetirse la tragedia de hace un decenio. Las cosas han ido ya bastante lejos con las Matanzas de Pingchiang en Junán y de Ch�eshan en Jonán; el ataque al VIII Ejército perpetrado por Chang Yin-wu en Jopei; la liquidación de unidades guerrilleras por Chin Chi-yung en Shantung; la despiadada matanza de quinientos a seiscientos comunistas cometida por Cheng Yu-juai en el Este de Jupei; los asaltos en gran escala contra las fuerzas de guarnición del VIII Ejército desatados por el Ejército Central en el Este de Kansú y, más recientemente, la tragedia ocurrida en Shansí, donde el viejo ejército atacó al nuevo y de paso invadió posiciones mantenidas por el VIII Ejército. Si no se pone término inmediatamente a tales incidentes, ambas partes estarán condenadas al desastre, y ¿que esperanza habrá entonces de obtener la victoria sobre el Japón? En interés de la unidad para la Guerra de Resistencia, el gobierno debe ordenar el castigo de todos los culpables de estas masacres y anunciar a todo el país que no se permitirá que ocurran de nuevo incidentes parecidos. Este es el cuarto punto que les pedimos aceptar y poner en práctica.
   
5. Proteger a la juventud. Recientemente se han establecido cerca de Sían campos de concentración, adonde han sido arrojados más de setecientos jóvenes progresistas de las provincias del Noroeste y de las Planicies Centrales; allí han sido sometidos a tortura mental y física y tratados como delincuentes. Su situación es tan trágica que la gente se horroriza al conocerla. ¿Qué crimen han cometido para merecer tanta crueldad? La juventud es la flor y nata de la nación y la juventud progresista, en particular, constituye nuestro tesoro más preciado en la Guerra de Resistencia. Todos deben gozar de libertad de convicción; las ideas no pueden ser suprimidas por la fuerza bruta. Son conocidos de todo el mundo los crímenes cometidos durante los diez años de "campañas de cerco y aniquilamiento en el terreno cultural", ¿por qué entonces querer repetirlos hoy? El gobierno debe dictar inmediatamente una orden para todo el país de protección a la juventud, supresión de los campos de concentración cercanos a Sían y estricta prohibición de los desafueros contra la juventud en
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todos los lugares. Este es el quinto punto que les pedimos aceptar y poner en práctica.
   
6. Apoyar al frente. Las tropas que están combatiendo en la primera línea el frente y que han hecho grandes méritos en la Guerra de Resistencia, tales como el VIII Ejército, el Nuevo 4. Cuerpo de Ejército y algunas otras unidades, son las que reciben el peor trato; están mal vestidas, escasamente alimentadas y reciben insuficientes municiones y medicinas. No obstante, bribones inescrupulosos las denigran a sus anchas. Incontables y absurdas calumnias contra ellas nos taladran los oídos. No se premian los méritos ni se citan los servicios distinguidos, y en cambio, cada vez con más descaro, se hacen falsas acusaciones y se urden pérfidas intrigas. Es absolutamente intolerable este peregrino estado de cosas, que apaga el ardor de nuestros oficiales y soldados y se gana el aplauso sólo del enemigo. Para estimular a las tropas, en interés de la guerra, el gobierno debe aprovisionar en forma adecuada a aquellas que se distinguen en el frente por sus relevantes servicios y, al mismo tiempo, prohibir rigurosamente las calumnias y acusaciones de los bribones contra ellas. Este es el sexto punto que les pedimos aceptar y poner en práctica.
   
7. Suprimir el servicio secreto. Son tales los desmanes y actos de violencia cometidos por los agentes el servicio secreto, que la gente los compara con Chou Sing y Lai Ch�n-chen[2], de la dinastía Tang y con Wei Chung-sien y Liu Chin[3], de la dinastía Ming. En lugar de ocuparse el enemigo, ellos se ensañan en nuestros propios compatriotas, cometen asesinatos sin cuento y su avidez de soborno no conoce límites; realmente, el servicio secreto es el cuartel general de los traficantes de rumores y un caldo de cultivo de la traición y el mal. Nadie infunde al pueblo tanto terror y odio como esos feroces agentes. Para preservar su propio prestigio, el gobierno debe proscribir en el acto estas actividades del servicio secreto y reorganizarlo, estableciendo como su única misión la lucha contra el enemigo y los colaboracionistas, de modo que se restablezca la confianza del pueblo y se afiancen los cimientos del Estado. Este es el séptimo punto que les pedimos aceptar y poner en práctica.
   
8. Destituir a los funcionarios corruptos. Desde el comienzo de la Guerra de Resistencia se han dado casos de funcionarios que han desfalcado hasta cien millones de yuanes a costa de los sufrimientos de la nación y que han tomado hasta ocho o nueve concubinas[4]. El reclutamiento, los bonos de empréstito público, los controles económicos, la asistencia a las víctimas de calamidades naturales y a los
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refugiados de guerra, todo, sin excepción, se ha convertido en oportunidades de hacer dinero para los funcionarios corruptos. Con tal manada de lobos sueltos por todo el país, no hay que asombrarse de que los asuntos del Estado se hallen en una situación caótica. El pueblo está que bulle de descontento y de ira, pero nadie se atreve a denunciar la crueldad de estos funcionarios. A fin de salvar al país el colapso, deben adoptarse inmediatamente medidas enérgicas y eficaces para barrer a todos los funcionarios corruptos. Este es el octavo punto que les pedimos aceptar y poner en práctica.
   
9. Poner en efecto el Testamento del Dr. Sun Yat-sen. El Testamento dice:
   
"Durante cuarenta años me he dedicado a la causa de la revolución nacional con el fin de alcanzar la libertad y la igualdad para China. Mi experiencia de estos cuarenta años me ha convencido profundamente de que, para lograr este objetivo, debemos despertar a las masas populares (. . .)"
¡Cuán valiosas son estas palabras! Los 450 millones de chinos las conocemos muy bien. Pero, este Testamento es con mayor frecuencia recitado que puesto en práctica. Quienes lo traicionan son premiados, mientras aquellos que lo traducen en hechos son castigados. ¿Puede haber algo más absurdo? El gobierno debe decretar que quienquiera ose infringir el Testamento y atropelle a las masas populares en vez de despertarlas, sea castigado por profanar la memoria del Dr. Sun Yat-sen. Este es el noveno punto que les pedimos aceptar y poner en práctica.
   
10. Aplicar los Tres Principios del Pueblo. Los Tres Principios del Pueblo constituyen la doctrina del Kuomintang. Sin embargo, mucha gente, tomando el anticomunismo como su primera tarea, renuncia a esforzarse en favor de la Guerra de Resistencia y hace todo lo posible por reprimir y contener al pueblo cuando éste se levanta para resistir al Japón, lo que equivale a abandonar el Principio del Nacionalismo; los funcionarios privan al pueblo de todos los derechos democráticos, lo que equivale a abandonar el Principio de la Democracia; hacen la vista gorda ante los sufrimientos del pueblo, lo que equivale a abandonar el Principio de la Vida del Pueblo. Tales personas toman los Tres Principios del Pueblo sólo como un estribillo y ridiculizan a aquellos que aplican seriamente estos Principios llamándolos entremetidos, o los castigan con rudeza. De este modo, han surgido toda clase de fenómenos absurdos y el prestigio de los Tres
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Principios ha sido arrastrado por el suelo. Debe darse inmediatamente una orden inequívoca para su estricta aplicación en todo el país. Hay que castigar con rigor a quienes infrinjan la orden y premiar generosamente a quienes la apliquen. Sólo de esta manera pueden llevarse a la práctica los Tres Principios del Pueblo y sentarse los cimientos para la victoria de la Guerra de Resistencia. Este es el décimo punto que les pedimos aceptar y poner en práctica.
   
Estos diez puntos constituyen medidas esenciales para salvar la nación y ganar la Guerra. Ahora, cuando el enemigo está intensificando su agresión contra China y que el traidor Wang Ching-wei anda suelto, no osamos callarnos nuestras profundas inquietudes sobre problemas que, sabemos, son cruciales. Si se aceptan y se ponen en práctica estas proposiciones, habrá grandes esperanzas para la Guerra de Resistencia y la causa de la liberación nacional. Conscientes de la urgencia de estos problemas, les hemos expresado nuestros puntos de vista, quedando a la espera de sus apreciables opiniones.
   
* Telegrama abierto redactado por el camarada Mao Tse-tung en nombre de la concentración de masas celebrada en Yenán para denunciar a Wang Ching-wei.
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Apuntos sobre |
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[1]
Sima Chao fue primer ministro el reino de Wei (220-265), que abrigaba la secreta ambición de ascender al trono. El soberano dijo una vez: "Las intenciones de Sima Chao son claras para cualquier hombre de la calle."
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[2]
Funcionarios terriblemente crueles de la dinastía Tang. Organizaron una vasta red de agentes secretos que arrestaban a su antojo a todo aquel que no era de su agrado y lo sometían a distintas clases de torturas.
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[3]
Liu Chin y Wei Chung sien fueron eunucos de la dinastía Ming. El primero fue favorito del emperador Wutsung (siglo XVI) y el segundo, del emperador Sitsung (siglo XVII). Ambos se valían de un amplio aparato de espionaje para perseguir y asesinar a quienes se les oponían.
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[4]
Se alude a Chiang Ting-wen, comandante de las tropas reaccionarias del Kuomintang en Sían.
[pág. 417]
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