Del
Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
Primera edición 1968
PEKIN 1976
(3a impresión 1976)
pág. 439
11 de marzo de 1940
    1. La actual situación política es la siguiente:
   
1) Duramente golpeado por la Guerra de Resistencia de China, el imperialismo japonés se encuentra ya impotente para lanzar nuevas ofensivas militares de gran amplitud y, por consiguiente, la relación de fuerzas entre el enemigo y nosotros ha entrado en la etapa de equilibrio estratégico; sin embargo, el enemigo aún persiste en su política fundamental de subyugar a China, y la pone en práctica saboteando el frente único antijaponés, intensificando las operaciones de "limpieza" en su retaguardia y acelerando su agresión económica.
2) La posición de Inglaterra y Francia en Oriente ha sido debilitada por la guerra en Europa, mientras que los Estados Unidos continúan su política de "contemplar la pelea de los tigres desde la cumbre"; de este modo, por el momento es imposible convocar un Munich del Oriente.
3) La Unión Soviética ha obtenido nuevos éxitos en su política exterior y prosigue su política de ayuda activa a la Guerra de Resistencia de China.
4) Desde hace tiempo, el sector projaponés de la gran burguesía ha capitulado definitivamente ante el Japón y se apresta a formar un gobierno títere. El sector proeuropeo y pronorteamericano aún puede continuar resistiendo al Japón, pero su tendencia al compromiso es todavía muy seria. Adopta una política doble: por un lado, aún desea mantener la unidad con las diversas fuerzas que no son del Kuomintang para hacer frente al Japón, y por el
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    Tal es la presente situación política de China. En estas circunstancias, aún existe la posibilidad de detener el actual deterioro de la situación y obtener un cambio favorable en ella; la decisión del Comité Central del 1.� de febrero es enteramente correcta.
    2. La condición básica para nuestra victoria en la Guerra de Resistencia es la ampliación y consolidación del frente único antijaponés. Para alcanzar este objetivo, tenemos que adoptar la táctica de desarrollar las fuerzas progresistas, ganarnos a las intermedias y oponernos a las recalcitrantes; éstos son tres eslabones inseparables, y el medio para alcanzar la unidad de todas las fuerzas antijaponesas es la lucha. En el período del frente único antijaponés, la lucha es el medio para conseguir la unidad, y la unidad, el objetivo de la lucha. Si la unidad se logra por medio de la lucha, vivirá; si se logra al precio de concesiones, morirá. Esta verdad está siendo poco a poco comprendida por camaradas de nuestro Partido. Sin embargo, todavía hay muchos que no la comprenden. Unos piensan que la lucha romperá el frente único, y otros, que puede ser empleada sin limitación; adoptan tácticas incorrectas con relación a las fuerzas intermedias o tienen una
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noción errónea de las fuerzas recalcitrantes. Todo esto debe ser corregido.
    3. Desarrollar las fuerzas progresistas significa: expandir las fuerzas del proletariado, el campesinado y la pequeña burguesía urbana; engrosar audazmente las filas del VIII Ejército y del Nuevo g. Cuerpo de Ejército; establecer en amplia escala bases de apoyo democráticas antijaponesas; extender a todo el país las organizaciones del Partido Comunista; desarrollar en escala nacional los movimientos de masas de los obreros, campesinos, jóvenes, mujeres y niños; ganarse a los intelectuales en todo el país, y desplegar entre las grandes masas populares el movimiento por un régimen constitucional como una lucha por la democracia. Sólo desarrollando gradualmente las fuerzas progresistas, se podrá impedir el empeoramiento de la situación, la capitulación y la ruptura, y echar así las bases indestructibles para la victoria de la Guerra de Resistencia. Pero el desenvolvimiento de las fuerzas progresistas implica un serio proceso de lucha, en el cual hay que mantener una contienda implacable no sólo contra los imperialistas japoneses y los colaboracionistas chinos, sino también contra los recalcitrantes. Pues estos últimos se oponen al desarrollo de las fuerzas progresistas, mientras los elementos intermedios se muestran escépticos. A menos que luchemos firmemente contra los recalcitrantes y obtengamos resultados tangibles, no podremos resistir su presión ni disipar las dudas de los elementos intermedios, y entonces, no habrá manera de desarrollar las fuerzas progresistas.
    4. Ganarse a las fuerzas intermedias significa ganarse a la burguesía media, a los shenshi sensatos y a los grupos con fuerzas locales. Ellos pertenecen a tres categorías distintas, pero en las condiciones actuales, todos forman parte del sector intermedio. Por burguesía media se entiende la burguesía nacional, distinta de la burguesía compradora, o gran burguesía. Tiene contradicciones de clase con los obreros y no consiente la independencia de la clase obrera; sin embargo, debido a que sufre la opresión del imperialismo japonés en las zonas ocupadas, y está sometida a las restricciones de los grandes terratenientes y la gran burguesía en las regiones dominadas por el Kuomintang, todavía quiere resistir al Japón y además pretende conseguir su cuota de Poder. En cuanto a la resistencia al Japón, está en favor de la unidad para la resistencia y, con respecto a la lucha por el poder político, apoya el movimiento por un régimen constitucional e intenta alcanzar sus propios fines explotando las contradicciones entre los progresistas y los recalcitrantes. Este es un estrato
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social al que es necesario ganarnos. Los shenshi sensatos constituyen el ala izquierda de la clase terrateniente, es decir, son aquellos terratenientes con cierto tinte burgués, y su actitud política es más o menos la misma de la burguesía media. Aunque tienen contradicciones de clase con los campesinos, también se encuentran en contradicción con los grandes terratenientes y la gran burguesía. No apoyan a los recalcitrantes, y de igual modo intentan aprovecharse de nuestras contradicciones con éstos para lograr sus propios fines políticos. De ninguna manera debemos pasar por alto a estos elementos; debemos adoptar la política de ganárnoslos. Los grupos con fuerzas locales son de dos tipos: los que dominan permanentemente ciertas zonas, y aquellos que poseen tropas "heterogéneas" pero no dominan ninguna zona. Si bien estos grupos están en contradicción con las fuerzas progresistas, a su vez lo están con la política seguida por el actual Gobierno Central del Kuomintang de beneficiarse a expensas de los demás; igualmente buscan explotar nuestras contradicciones con los recalcitrantes para alcanzar sus propios fines políticos. Sus jefes pertenecen, en su mayoría, a la clase de los grandes terratenientes y a la gran burguesía y, por eso, aunque estos grupos a veces se manifiestan progresistas en la Guerra de Resistencia, no tardan en volver a su posición reaccionaria; empero, a causa de sus contradicciones con las autoridades centrales del Kuomintang, pueden tomar una actitud neutral en nuestra lucha contra los recalcitrantes, siempre que adoptemos hacia ellos una política acertada. Nuestra política con respecto a estas tres categorías de fuerzas intermedias es ganarlas para nuestro lado. Sin embargo, esta política no sólo es diferente de la de ganarnos al campesinado y a la pequeña burguesía urbana, sino que también varía para cada categoría de esas fuerzas. Mientras el campesinado y la pequeña burguesía urbana deben ser ganados como aliados fundamentales, las fuerzas intermedias deben serlo como aliados contra el imperialismo. Entre estas fuerzas intermedias, la burguesía media y los shenshi sensatos pueden unirse a nosotros en la resistencia al Japón y asimismo en el establecimiento del Poder democrático antijapones, pero tienen miedo a la revolución agraria. En la lucha contra los recalcitrantes, algunos de ellos pueden participar hasta cierto punto, otros pueden observar una neutralidad benévola, y los demás, mantener una neutralidad forzosa. En cambio, los grupos con fuerzas locales, a pesar de unirse a nosotros en la resistencia al Japón, no pueden sino observar una neutralidad temporal en aquella lucha y no están dispuestos a establecer junto con nosotros el Poder democrático,
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ya que ellos mismos pertenecen a la clase de los grandes terratenientes y a la gran burguesía. Las fuerzas intermedias tienden a la vacilación terminarán por diferenciarse inevitablemente; teniendo en cuenta su actitud vacilante, debemos persuadirlas y criticarlas en forma adecuada.
    Ganarnos a las fuerzas intermedias es una tarea de extremada importancia en el período del frente único antijaponés, pero, sólo dadas ciertas condiciones, podrá ser llevada a Feliz término. Ellas son: 1) que poseamos fuerza suficiente; 2) que respetemos sus intereses, y 3) que realicemos una lucha resuelta contra los recalcitrantes y obtengamos una victoria tras otra. Sin estas condiciones, las fuerzas intermedias vacilarán, o incluso se convertirán en aliadas de los recalcitrantes en sus ataques contra nosotros, ya que éstos también hacen todo lo posible por ganárselas con el propósito de aislarnos. En China, las fuerzas intermedias tienen un peso considerable y pueden ser con frecuencia el factor decisivo en el desenlace de nuestra lucha contra los recalcitrantes. Por eso, debemos ser muy prudentes al tratarlas.
    5. Las fuerzas recalcitrantes están integradas actualmente por los grandes terratenientes y la gran burguesía. Divididas por el momento ea dos grupos -- el que ha capitulado ante el Japón y el que está por la resistencia --, estas clases se irán diferenciando más aún. En el seno de la gran burguesía, el grupo partidario de la resistencia al Japón difiere actualmente del que ha capitulado. El primero adopta una doble política: sigue pronunciándose en favor de la unidad para la resistencia y, al mismo tiempo, aplica la archirreaccionaria política de reprimir las fuerzas progresistas como un paso preparatorio para su futura capitulación. Ya que aún está dispuesto a la unidad para la resistencia, existe la posibilidad de lograr mantenerlo en el frente único antijaponés, y cuanto más tiempo, mejor. Es un error descuidar la política de ganarnos a este grupo y de cooperar con el, y considerarlo como si ya hubiera capitulado y estuviera pronto a iniciar una guerra anticomunista. Mas, este grupo aplica en todo el país la reaccionaria política de represión de las fuerzas progresistas, se niega a poner en práctica el programa común de los Tres Principios del Pueblo revolucionarios, se opone porfiadamente a que nosotros lo llevemos a efecto y a que vayamos más allá de los límites que nos ha fijado, en otras palabras, sólo nos permite una resistencia pasiva como la que él practica, e intenta asimilarnos, y al fracasar en todo esto, ejerce sobre nosotros una presión ideológica, política y militar; por ello, al mismo tiempo es necesario adoptar tácticas de lucha contra su política
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reaccionaria y mantener una batalla decidida contra él en los terrenos ideológico, político y militar. Esta es la doble política revolucionaria que oponemos a la doble política de los recalcitrantes; ésta es nuestra política de la unidad por medio de la lucha. Si, en el frente ideológico, podemos formular una teoría revolucionaria justa y asestar duros golpes a su teoría contrarrevolucionaria; si, en el terreno político, adoptamos medidas tácticas que respondan a las exigencias del momento y propinamos golpes demoledores a su política anticomunista y enemiga del progreso; si, en lo militar, adoptamos medidas adecuadas y respondemos enérgicamente a sus ataques, entonces podremos limitar el alcance de su política reaccionaria y obligarlos a reconocer a las fuerzas progresistas; estaremos así en condiciones de desarrollar las fuerzas progresistas, ganarnos a las intermedias y aislar a las recalcitrantes. Además, podremos hacer que aquellos recalcitrantes que aún quieren resistir al Japón permanezcan por más tiempo en el frente único antijaponés, y evitar de este modo una guerra civil en gran escala, similar a la del pasado. Por consiguiente, en el período del frente único antijaponés, el propósito de nuestra lucha contra los recalcitrantes consiste no sólo en rechazar sus ataques, de manera que las fuerzas progresistas eviten pérdidas y continúen creciendo, sino también en prolongar la resistencia al Japón de los recalcitrantes y mantener nuestra cooperación con ellos, precaviéndonos así contra una guerra civil de gran envergadura. Sin esta lucha, las fuerzas progresistas serían exterminadas por las recalcitrantes, el frente único no podría subsistir, no habría nada que impidiera a los recalcitrantes capitular y estallaría la guerra civil. Por eso, la lucha contra éstos es un medio indispensable para unir a todas las fuerzas antijaponesas, conseguir un cambio favorable en la situación y evitar una guerra civil en vasta escala. Esta es una verdad confirmada por toda nuestra experiencia.
    Pero, en nuestra lucha contra los recalcitrantes durante el período del frente único antijaponés, es necesario prestar atención a los siguientes principios: primero, el principio de la autodefensa. No atacaremos a menos que seamos atacados; si somos atacados, contraatacaremos. Es decir, nunca debemos atacar a otros sin motivo, pero una vez recibido el golpe, no debemos dejar de devolverlo. En lo anterior reside el carácter defensivo de nuestra lucha. Tenemos que desbaratar los ataques armados de los recalcitrantes, resuelta, definitiva, cabal y totalmente. Segundo, el principio de la victoria. No combatiremos a menos que estemos seguros de la victoria; nunca
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debemos combatir sin plan ni preparación y sin estar seguros del éxito. Debemos saber cómo sacar ventaja de las contradicciones entre los recalcitrantes, nunca golpear a muchos a la vez, sino a los más reaccionarios en primer término. En lo anterior reside el carácter limitado de la lucha. Tercero, el principio de la tregua. Después de haber rechazado uno de sus ataques y antes de que lancen otro, debemos saber detenernos en el momento conveniente y dar por terminada esta lucha. A continuación, vendrá la tregua entre las dos partes. En ese momento, debemos tornar la iniciativa en busca de la unidad con los recalcitrantes y, si aceptan, concertar con ellos un acuerdo de paz. En modo alguno debemos luchar sin cesar, día tras día y hora tras hora, ni perder la cabeza con los éxitos. En esto reside el carácter temporal de cada lucha. Sólo cuando lancen un nuevo ataque, les responderemos con una nueva lucha. Dicho de otra manera, estos tres principios se expresan en uno: luchar "con razón, con ventaja y sin sobrepasarse". Si persistimos en luchar de acuerdo con este principio, podremos desarrollar las fuerzas progresistas, ganarnos a las intermedias y aislar a las recalcitrantes, y hacer que estas últimas tengan que pensarlo dos veces antes de atacarnos, de entrar en compromiso con el enemigo o desencadenar una guerra civil de gran envergadura. De esta manera será posible lograr un cambio favorable en la situación.
    6. El Kuomintang es un partido de composición muy heterogénea, que comprende recalcitrantes, elementos intermedios y también progresistas; tomado en su conjunto, el Kuomintang no debe ser equiparado con los recalcitrantes. Como el Comité Ejecutivo Central del Kuomintang ha dictado decretos contrarrevolucionarios causantes de "roces", tales como las "Medidas para restringir las actividades de los partidos ajenos", y ha movilizado todas sus fuerzas a fin de suscitar en todo el país "roces" contrarrevolucionarios en los terrenos ideológico, político y militar, algunos han llegado a creer que el Kuomintang está compuesto por entero de recalcitrantes; este punto de: vista es erróneo. Actualmente, tales elementos aún ocupan dentro del Kuomintang una posición que les permite dictar la política de este partido, pero únicamente constituyen una minoría; la gran mayoría de sus miembros (muchos lo son sólo de nombre) no son forzosamente recalcitrantes. Tenemos que comprender este punto con claridad, a fin de poder sacar provecho de las contradicciones existentes en el seno del Kuomintang, adoptar una política de trato distinto para con cada uno de sus diferentes sectores, y hacer los mayores esfuerzos para unirnos con sus elementos intermedios y progresistas.
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    7. En cuanto al problema del Poder en las bases de apoyo antijaponesas, es necesario precisar que éste debe ser el Poder de frente único nacional antijaponés. En las regiones dominadas por el Kuomintang, tal Poder no existe hasta la fecha. Este es el Poder de todos aquellos que están por la resistencia y la democracia, es la dictadura democrática conjunta de las diversas clases revolucionarias sobre los colaboracionistas y reaccionarios. Difiere de la dictadura de la clase terrateniente y la burguesía, y tiene también cierta diferencia con la dictadura democrática obrero-campesina en su estricto sentido. La distribución de puestos en los órganos de Poder debe ser la siguiente: un tercio para los comunistas, que representan al proletariado y a los campesinos pobres; un tercio para los progresistas de izquierda, que representan a la pequeña burguesía, y un tercio para los elementos intermedios y otros, que representan a la burguesía media y a los shenshi sensatos. Los colaboracionistas y los anticomunistas son los únicos que no tienen derecho a participar en esos órganos de Poder. Es indispensable establecer esta norma general para la distribución de puestos, pues, de lo contrario, no será posible mantener el principio del Poder de frente único nacional antijaponés. Tal distribución de puestos representa una genuina política de nuestro Partido, que debe ser aplicada a conciencia y en cuya ejecución de ningún modo podemos ser negligentes. Es una norma general que debe ser aplicada adecuadamente, teniendo en cuenta las circunstancias concretas y sin sujetarse en forma mecánica a dichas proporciones. Puede sufrir ciertas modificaciones en los órganos de Poder del nivel más bajo, a fin de impedir que los déspotas locales, shenshi malvados y terratenientes controlen el Poder; pero no debe violarse su espíritu fundamental. En cuanto a los no comunistas que trabajan en los órganos del Poder de frente único antijaponés, no debe importarnos si pertenecen a un partido, ni de qué partido se trata. En aquellas regiones bajo el Poder de frente único antijaponés, hay que permitir la existencia legal de todos los partidos, sea el Kuomintang o cualquier otro, a condición de que no se opongan al Partido Comunista y cooperen con él. Con relación a la política electoral del Poder de frente único antijaponés, todo chino mayor de dieciocho años que esté en favor de la resistencia y la democracia gozará del derecho a elegir y ser elegido, sin distinción de clase, nacionalidad, afiliación política, sexo, creencia o nivel de instrucción. Los órganos del Poder de frente único antijaponés deben ser elegidos por el pueblo y solicitar luego al Gobierno Nacional la confirmación de los nombramientos. Su forma de organización ha de
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basarse en el centralismo democrático. El punto de partida fundamental para sus principales medidas políticas debe ser la lucha contra el imperialismo japonés, la lucha contra los colaboracionistas comprobados y los reaccionarios, la protección del pueblo que resiste al Japón, el reajuste de los intereses de todas las capas sociales antijaponesas y el mejoramiento de las condiciones de vida de los obreros y campesinos. El establecimiento de tal Poder de frente único antijaponés ejercerá una enorme influencia en todo el país y servirá de modelo para un Poder de frente único antijaponés en todo el país; por lo tanto, todos los camaradas del Partido deben comprender a fondo esta política y aplicarla con decisión.
    8. En nuestra lucha por desarrollar las fuerzas progresistas, ganarnos a las intermedias y aislar a las recalcitrantes, no debemos descuidar el papel de los intelectuales, a quienes los recalcitrantes están haciendo todo lo posible por ganarse; por consiguiente, es una política necesaria e importante ganarnos a todos los intelectuales progresistas y colocarlos bajo la influencia de nuestro Partido.
    9. Nuestra propaganda debe hacerse conforme al siguiente programa:
   
1) Hacer realidad el Testamento del Dr. Sun Yat-sen, despertando a las masas populares para la resistencia común al Japón;
2) Poner en práctica el Principio del Nacionalismo, resistiendo firmemente al imperialismo japonés y luchando por la completa liberación de la nación china y la igualdad de derechos para todas las nacionalidades del país;
3) Llevar a efecto el Principio de la Democracia, asegurando al pueblo toda la libertad necesaria para resistir al Japón y salvar a la nación, permitiendo que el pueblo elija los organismos gubernamentales a todos los niveles y estableciendo el Poder democrático revolucionario de frente único nacional antijaponés;
4) Poner en práctica el Principio de la Vida del Pueblo, por medio de la abolición de los impuestos y contribuciones exorbitantes, reducción de los arriendos y los intereses, implantación de la jornada de ocho horas, desarrollo de la agricultura, la industria y el comercio, y mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo, y
5) Llevar a efecto la declaración de Chiang Kai-shek de que "cada uno, sea del Norte o del Sur, sea joven o viejo, tendrá el deber de resistir al Japón y defender la patria".
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Estos son los puntos programáticos dados a conocer por el propio Kuomintang y constituyen el programa común del Kuomintang y el Partido Comunista. Pero, excepto la resistencia al Japón, el Kuomintang no puede, en el presente, aplicar ningún punto de este programa; sólo el Partido Comunista y las demás fuerzas progresistas pueden hacerlo. Este es un programa muy simple y ampliamente conocido por el pueblo; sin embargo, muchos comunistas no saben aún utilizarlo como arma para movilizar a las masas populares y aislar a los recalcitrantes. En lo sucesivo, debemos tener presentes en todo momento los cinco puntos de este programa y divulgarlos por medio de proclamas, manifiestos, octavillas, artículos, discursos, declaraciones, etc. En las regiones dominadas por el Kuomintang, éste no es sino un programa de propaganda; en cambio, allí donde se encuentran el VIII Ejército y el Nuevo 4.� Cuerpo de Ejército, es ya un programa de acción. Trabajando en conformidad con este programa, actuamos de manera legal, y son los recalcitrantes los que proceden de manera ilegal cuando se oponen a que lo cumplamos. Para la etapa de la revolución democrático-burguesa, este programa del Kuomintang es, en lo fundamental, igual al nuestro; sin embargo, la ideología del Kuomintang es completamente distinta de la del Partido Comunista. Es este programa común de la revolución democrática lo que debemos llevar a efecto, y nunca podemos aceptar la ideología del Kuomintang.
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