Del
Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
Primera edición 1968
PEKIN 1972
(2a impresión 1972)
pág. 179
11 de octubre de 1944
   
Uno de los rasgos que distinguen el discurso de Chiang Kai-shek con motivo de la Fiesta del Doble Diez[1] es que carece de todo contenido y no responde a ninguna de las cuestiones que preocupan profundamente al pueblo. Chiang Kai-shek declara que no hay que temer al enemigo, porque aún quedan vastos territorios en la Gran Retaguardia. Hasta ahora, los jefes del Kuomintang, que ejercen la dictadura oligárquica, no han mostrado el deseo ni la capacidad de introducir reformas políticas ni de detener al enemigo, y el territorio es el único "capital" de que pueden echar mano para resistir. Pero está claro para todo el mundo que este capital no es suficiente por sí solo, y que, de no haber una política correcta y esfuerzos humanos, el territorio que resta se hallará constantemente amenazado por el imperialismo japonés. Tal vez Chiang Kai-shek ha llegado a sentir intensamente esta amenaza, reflejo de lo cual es su insistencia en asegurar al pueblo que no existe tal peligro, afirmando incluso: "En los veinte años transcurridos desde que fundé el ejército en la Academia Militar de Juangpu, la situación revolucionaria nunca ha sido tan estable como hoy." También su estribillo: "No debemos perder la confianza en nosotros mismos", revela precisamente que mucha gente en las filas del Kuomintang y muchas personalidades públicas en las regiones dominadas por ese partido han perdido la confianza. Chiang Kai-shek está buscando medios para restablecerla; pero, en vez de proceder, con este propósito, a un examen de su política y de su trabajo en los terrenos político, militar, económico y cultural, rechaza las críticas y encubre sus errores. Afirma que "los observadores extranjeros" "ignoran el
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fondo del problema" y que "la babel de críticas de los extranjeros sobre nuestros asuntos militares y políticos" se debe totalmente a la cándida aceptación de "los rumores y ardides de los invasores y los colaboracionistas chinos". Empero, es curioso que extranjeros como a Franklin D. Roosevelt, a la par que miembros del Kuomintang como Soong Ching Ling y muchos miembros del Consejo Político Nacional así como todos los chinos honestos, desconfíen de los bellos alegatos de Chiang Kai-shek y sus íntimos secuaces, y estén levantando "la babel de críticas sobre nuestros asuntos militares y políticos". Muy contrariado, Chiang Kai-shek venía buscando desde hacía mucho un argumento que a su juicio fuese contundente, y es en la Fiesta del Doble Diez de este año cuando por fin lo ha encontrado: esta gente da crédito a "los rumores y ardides de los invasores y los colaboracionistas chinos". De esta manera, en largos pasajes de su discurso, se desata en improperios contra esos llamados "rumores y ardides". Se imagina que con sus insultos tapará la boca a todos los chinos y extranjeros. ¡Quien vuelva a levantar "la babel de críticas" sobre sus asuntos militares y políticos habrá dado crédito a "los rumores y ardides de los invasores y los colaboracionistas chinos"! Consideramos totalmente ridícula esta acusación de Chiang Kai-shek, pues los invasores y los colaboracionistas chinos nunca han criticado, sino al contrario, han aplaudido calurosamente al Kuomintang por su dictadura oligárquica, su inercia en la Guerra de Resistencia, su corrupción e incompetencia, y por sus órdenes gubernamentales fascistas y órdenes militares derrotistas. El destino de China, libro de Chiang Kai-shek que ha provocado el descontento general, se ha ganado las repetidas y francas alabanzas de los imperialistas japoneses. Los invasores y los colaboracionistas chinos nunca han dicho ni media palabra sobre la reorganización del Gobierno Nacional y su Alto Mando, porque su deseo es precisamente que se mantengan este Gobierno y este Alto Mando, que todos los días oprimen al pueblo, pero que en la guerra sufren derrota tras derrota. ¿No es un hecho que Chiang Kai-shek y su grupo han sido siempre objeto de incitaciones a la capitulación por parte de los imperialistas japoneses? ¿No es igualmente un hecho que de las dos consignas lanzadas por los imperialistas japoneses: "Combatir al Partido Comunista" y "Liquidar al Kuomintang", esta última ha sido abandonada hace mucho tiempo, mientras la primera continúa en vigor? Hasta el momento,
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los imperialistas japoneses no han declarado la guerra al gobierno del Kuomintang y ¡aún no existe, dicen ellos, un estado de guerra entre el Japón y el gobierno del Kuomintang! En la región de Shanghai-Nankín-Ningpo, los bienes de las altas personalidades del Kuomintang siempre han sido cuidadosamente protegidos por los invasores y los colaboracionistas chinos. Uno de los cabecillas enemigos, Shunroku Hata, ha enviado a sus representantes a Fengjua para hacer ofrendas ante las tumbas de los antepasados de Chiang Kai-shek. En Shanghai y otros lugares, los emisarios enviados bajo cuerda por los íntimos secuaces de Chiang Kai-shek mantienen un contacto casi ininterrumpido con los invasores japoneses y sostienen negociaciones secretas con ellos. Estos contactos y negociaciones se hacen más frecuentes cuando los japoneses intensifican sus ofensivas. ¿No son verdades todo esto? ¿Realmente "ignoran el fondo del problema" o, al contrario, lo conocen demasiado bien aquellos que crean "la babel de críticas" sobre los asuntos militares y políticos de Chiang Kai-shek y su grupo? Después de todo, ¿dónde se encuentra "el fondo del problema"? ¿En "los rumores y ardides de los invasores y los colaboracionistas chinos" o en el propio Chiang Kai-shek y su grupo?
   
En otro pasaje de su discurso, Chiang Kai-shek niega la posibilidad de una guerra civil en China. Pero, agrega: "Nadie más osará traicionar a la República y sabotear la Resistencia, como lo han hecho Wang Ching-wei y sus compinches." Aquí Chiang Kai-shek buscaba un pretexto para la guerra civil, y lo encontró. Ningún chino que tenga memoria podrá olvidar que en 1941, precisamente cuando los traidores a la patria ordenaban la disolución del Nuevo 4.� Cuerpo de Ejército y el pueblo chino se levantaba para conjurar el peligro de guerra civil, Chiang Kai-shek afirmaba en uno de sus discursos que nunca habría ninguna guerra de "exterminio de los comunistas" y que, de haber guerra, sería solamente una expedición punitiva contra los rebeldes. Quienes hayan leído El destino de China recordarán igualmente la afirmación de Chiang Kai-shek en el sentido de que, en 1927, durante el período del gobierno de Wuján, el Partido Comunista de China estaba "en colusión" con Wang Ching-wei. En las resoluciones de la XI Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang, realizada en 1943, se le puso al Partido Comunista de China una etiqueta de ocho caracteres: "Sabotea la Resistencia y pone en peligro a la nación." Y ahora, después de leer el discurso de Chiang Kai-shek, pág. 182
se siente que el peligro de guerra civil no sólo existe sino que está aumentando. Desde hoy, el pueblo chino debe tener seriamente en cuenta que un buen día Chiang Kai-shek ordenará una expedición punitiva contra los llamados rebeldes, a quienes acusará de "traicionar a la República", de "sabotear la Resistencia" y de hacer lo que "han hecho Wang Ching-wei y sus compinches". Chiang Kai-shek es maestro en este juego; no sirve para declarar rebeldes a sujetos de la calaña de Pang Ping-sün, Sun Liang-cheng y Chen Siao-chiang[2] ni para lanzar expediciones punitivas contra ellos; pero es muy experto en denunciar como "rebeldes" al Nuevo 4.� Cuerpo de Ejército, que se encuentra en el Centro de China, y al Cuerpo de Desafío a la Muerte de Shansí[3] y, particularmente, en lanzar expediciones punitivas contra ellos. El pueblo chino no debe olvidar nunca que, mientras Chiang Kai-shek declara que no iniciará la guerra civil, ya ha enviado 775.000 hombres con la única misión, que ahora están cumpliendo, de cercar o atacar al VIII Ejército, al Nuevo 4.� Cuerpo de Ejército y a las guerrillas populares del Sur de China.
   
El discurso de Chiang Kai-shek no contiene nada desde el punto de vista de lo positivo, ni ha respondido en absoluto al ardiente deseo del pueblo chino de reforzar el frente antijaponés. Desde el punto de vista de lo negativo, el discurso está plagado de peligros. La actitud de Chiang Kai-shek se torna cada vez más anómala, como lo testimonian su oposición obstinada a la exigencia del pueblo de reformas políticas, su enconado odio al Partido Comunista de China y el pretexto insinuado por él para la guerra civil anticomunista que está preparando. Sin embargo, no se saldrá con la suya en ninguna de sus tentativas. Si se niega a cambiar su manera de actuar, no hará otra cosa que levantar una piedra sólo para dejarla caer sobre sus propios pies. Esperamos sinceramente que cambie, pues su actual forma de proceder no lo llevará a ninguna parte. Puesto que ha proclamado que "se concederá una mayor amplitud a la expresión de opiniones"[4], no debe amenazar ni hacer callar a los que levantan "la babel de críticas", acusándolos calumniosamente de haber aceptado "los rumores y ardides de los invasores y los colaboracionistas chinos". Dado que ha proclamado que "se reducirá el período del régimen de tutela", no debe rechazar la exigencia de reorganización del Gobierno y del Alto Mando. Ya que ha proclamado que "el problema del Partido Comunista se resolverá por medios políticos", no debe buscar pretextos para justificar la guerra civil que está preparando.
   
* Comentario escrito por el camarada Mao Tse-tung para la Agencia de Noticias Sinjua.
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pág. 183
[1]
Doble Diez quiere decir lo de octubre, aniversario del levantamiento armado de Wuchang, que marcó el comienzo de la Revolución de 1911.
[pág. 179]
[2]
Generales del Kuomintang que en diferentes momentos se pasaron abiertamente a los invasores japoneses.
[pág. 182]
[3]
Fuerza armada antijaponesa de la población de Shansí que se desarrolló bajo la influencia y dirección del Partido Comunista desde los primeros días de la Guerra de Resistencia contra el Japón. Véase "Unir a todas las fuerzas antijaponesas y combatir a los recalcitrantes anticomunistas", nota 3, Obras Escogidas de Mao Tse-tung, t. II.
[pág. 182]
[4]
Desde comienzos de 1944, las exigencias de liquidar la dictadura del Kuomintang, establecer la democracia y garantizar la libertad de palabra, eran clamor general de la población de las regiones dominadas por el Kuomintang. Con el fin de evadir estas apremiantes reivindicaciones del pueblo, el Kuomintang anunció, en abril de 1944, que "se concederá una mayor amplitud a la expresión de opiniones". En mayo, la XII Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang volvió a declarar que "se asegurará la libertad de palabra". Pero el Kuomintang nunca cumplió ninguna de estas declaraciones, hechas contra su voluntad, y por el contrario, con el ascenso del movimiento popular por la democracia, multiplicó las medidas de represión de la opinión popular.
[pág. 182]
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