Del
Obras Escogidas de Mao Tsetung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
Primera edición 1977
PEKIN
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9 de octubre de 1957
Esta reunión ha sido un éxito: Una sesión plenaria ampliada del Comité Central como ésta, con la participación de camaradas de los comités provinciales y prefecturales, constituye en realidad una conferencia de cuadros de tres niveles, y es útil para clarificar orientaciones, intercambiar experiencias y aunar voluntades.
   
En adelante, quizá sea necesario celebrar una vez al año este tipo de reuniones, pues en un país tan grande como el nuestro el trabajo es muy complicado. El año pasado, por no haber efectuado una reunión así, pagamos el pato con la aparición de una desviación de derecha. El año antepasado se registró un ascenso, pero al siguiente sobrevino un relajamiento de los esfuerzos. Desde luego, habiendo realizado el año pasado el VIII Congreso, no nos quedó tiempo para más. Cuando celebremos otras reuniones como la presente, podríamos hacer que se sumaran a ellas unos cuantos secretarios de comités distritales y de comités de distritos urbanos de algunas grandes ciudades, elevando la cifra de participantes, digamos, en unos cien. Propongo que cada provincia reúna, a su vez, una conferencia provincial de cuadros de tres o cuatro niveles que incluya a cierto número de cuadros de cooperativas, para discutir y dejar en claro los problemas. Este es el primer punto.
   
Segundo. Algunas palabras sobre la rectificación. Hay que abrir campo a las opiniones audazmente, radicalmente, decididamente, y proceder a las reformas de igual manera. Debemos tomar tal determinación. Ahora bien, ¿será necesaria, además de esto, otra campaña contra los derechistas, una vigorosa campaña en este sentido? No, pues la lucha contra los derechistas está bien encarrilada y en algunos lugares ha finalizado ya. Actualmente, debe ponerse el acento en la
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apertura de opiniones y la introducción de reformas en la base, o sea, en los tres niveles de distrito, territorio y cantón. En cuanto a los niveles central y provincial (municipal), aunque en algunos departamentos sigue siendo necesaria la apertura de opiniones, hay que poner el énfasis en las reformas.
   
Este año, las masas han creado una forma revolucionaria, una forma de lucha de masas que consiste en la gran competencia de ideas, la gran apertura de opiniones, el gran debate y el empleo del dazibao. La revolución actual ha encontrado una forma que se ajusta muy bien a su contenido. Esta no podía haber surgido en el pasado. Como en ese tiempo nos dedicábamos a la guerra, a los cinco grandes movimientos[1] y a las tres grandes transformaciones[2], era imposible que apareciera esta forma de debate no apurado. Entonces habría sido inadmisible dedicar todo un año a un debate no apurado, a la presentación de hechos y la exposición de argumentos. Pero ahora se lo puede hacer. Hemos encontrado esta forma, que se ajusta al contenido de la actual lucha de masas, al contenido de la actual lucha de clases y al tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo. Si aprehendemos esta forma, en adelante será mucho más fácil manejar las cosas. Tanto los problemas importantes relativos a lo correcto y lo erróneo como los de segundo orden, tanto los problemas de la revolución como los de la construcción, podrán ser resueltos empleando esta forma de competencia, apertura y debate; además, su solución será así más rápida. La izquierda entra en la competencia de ideas y en el debate no sólo con el centro, sino también, y de manera completamente abierta, con la derecha y, en el campo, con los terratenientes y los campesinos ricos. Ya que no tenemos miedo al "desprestigio", hemos publicado en la prensa absurdos tales como "el Partido Comunista lo monopoliza todo", "el Partido Comunista debe abdicar" y "debe bajarse del palanquín". Acabamos de "subir al palanquín", y ya los derechistas exigen que "nos bajemos". Esta forma de gran competencia, gran apertura, gran debate y dazibao es la que más favorece el despliegue de la iniciativa de las masas y la elevación de su sentido de responsabilidad.
   
Nuestro Partido posee una tradición democrática. Sin ella, le sería imposible aceptar esta forma de gran competencia, gran apertura, gran debate y dazibao. Cuando la campaña de rectificación en Yenán, todos tomaban notas, hacían autocríticas y se ayudaban mutuamente; esto se hizo en grupos de siete u ocho y duró varios meses. Todos aquellos con quienes he tenido contacto están agradecidos a esa campaña de
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rectificación y dicen que fue entonces cuando empezaron a corregir el subjetivismo. Luego, en el curso de la reforma agraria, al surgir problemas, hablábamos con las masas a fin de esclarecer ideas. En nuestro ejército, los jefes de compañía se preocupaban de abrigar a los soldados mal cobijados en sus horas de sueño y conversaban con ellos amistosamente y de igual a igual. Toda una variedad de formas de democracia se pueden hallar en la campaña de rectificación en Yenán, en la reforma agraria, en la vida democrática del ejército, en las "tres verificaciones y tres rectificaciones"[3], así como en las posteriores campañas contra los "tres males" y contra los "cinco males" en el proceso de transformación ideológica de los intelectuales. Pero sólo en el presente momento ha podido surgir esta forma de gran competencia de ideas, gran apertura de opiniones, gran discusión y gran debate, seguida de consultas y de educación inductiva, que se efectúan con la suavidad de una brisa. El hallazgo de esta forma traerá muchos beneficios a nuestra causa, pues ella facilitará la superación del subjetivismo, el burocratismo y el autoritarismo (lo que entendemos por autoritarismo es el hábito de recurrir a los golpes, los insultos y la coacción), así como la fusión de los cuadros de dirección con las masas.
   
En el presente año, nuestra tradición democrática ha cobrado gran desarrollo; debemos transmitir a las futuras generaciones esta forma de gran competencia de ideas, gran apertura de opiniones, gran debate y dazibao. Ella ha permitido activar plenamente la democracia socialista, que sólo puede existir en los países socialistas, no en los capitalistas. Sobre la base de una democracia como ésta, el centralismo no se debilita, sino que se fortalece, y la dictadura del proletariado se afianza, pues para ejercerla, el proletariado tiene que apoyarse en la gran masa de sus aliados, no se basta por sí solo. El proletariado chino es numéricamente pequeño, ya que sólo lo integran algo más de diez millones de personas. Sólo podrá ejercer la dictadura apoyándose en los cientos de millones de campesinos pobres, campesinos medios inferiores, pobres de la ciudad, artesanos necesitados e intelectuales revolucionarios; de otro modo, le será imposible hacerlo. Ahora, cuando hemos puesto en marcha la iniciativa de todos ellos, la dictadura del proletariado se está consolidando.
   
Tercero. La agricultura. El Programa Nacional para el Desarrollo Agrícola, de cuarenta artículos, ya ha sido modificado y pronto será dado a conocer. Solicito a ustedes que, en el campo, organicen bien un debate, una discusión, al respecto. Yo pregunté a algunos camaradas si era necesario que las prefecturas elaboraran planes agrícolas, y
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me contestaron que sí. ¿Y los territorios?, les pregunté otra vez. También lo afirmaron. ¿Y en cuanto a los cantones? Respondieron de nuevo afirmativamente. Las cooperativas, a su vez, deberían hacer lo mismo. Esto significa que deben hacerlo los seis niveles: provincia, prefectura, distrito, territorio, cantón y cooperativa. Por favor, presten ustedes gran atención a la planificación agrícola. Planificación y plan son una y la misma cosa, pero, como ya nos hemos acostumbrado al término "planificación", no está mal usarlo. Es imperativo perseverar en la planificación global, el fortalecimiento de la dirección y la práctica de que el secretario del Partido ponga manos a la obra y todos los militantes se ocupen del manejo de las cooperativas. Al parecer, en la segunda mitad del año pasado, ya no todos los militantes se ocupaban del manejo de las cooperativas, ni los secretarios del Partido ponían manos a la obra con mucha frecuencia. Este año, debemos persistir en la práctica arriba mencionada.
   
¿Cuándo podrá, en fin de cuentas, terminar la elaboración de los planes? He preguntado esto a algunos camaradas y por ellos me he enterado de que en algunos lugares ya están listos, mientras que en otros no han sido del todo terminados. Ahora, el énfasis debe ponerse en las instancias provincial, prefectural y distrital, a ver si pueden concluir sus planes para este invierno o la próxima primavera. Si no alcanzan a hacerlo, de todas maneras tendrán que darles remate el año entrante; esto es válido también para el resto de los seis niveles. Es que contamos con una experiencia de varios años y los cuarenta artículos del Programa Nacional para el Desarrollo Agrícola están ya prácticamente elaborados. Tanto éstos como los planes de provincias y de los restantes niveles deben llevarse al campo para su discusión. Sin embargo, discutir siete planes a la vez sería demasiado, y por eso es preferible entregarlos por partidas a las masas para que se dé curso a las opiniones sobre ellos y se los debata. Aquí nos referimos a la planificación a largo plazo. ¿Qué hacer si más tarde los planes elaborados resultan inadecuados? Será necesario modificarlos con base en las experiencias que se adquieran en unos años más. Los cuarenta artículos, por ejemplo, tendrán que sufrir enmiendas al cabo de varios años. Y no puede ser de otra manera. Según veo, probablemente se necesitará una pequeña revisión cada tres años y una grande cada cinco. Más vale tener un plan que no tenerlo. Habiendo transcurrido ya dos años de los doce que cubre el Programa, sólo nos quedan diez; si no los aprehendemos firmemente, correrán el riesgo de quedarse en el aire las metas de 400, 500 y 800 jin de cereales por mu establecidas
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en los cuarenta artículos para las tres grandes zonas. Pero si los agarramos con firmeza, es posible alcanzar esas metas.
   
A mi modo de ver, para alimentarse, China depende del cultivo intensivo. Llegará el día en que sea el primer país del mundo en rendimiento de cereales. Ahora, en algunos distritos, el rendimiento por mu ya asciende a los mil jin. ¿No podrá éste alcanzar, dentro de medio siglo, los dos mil? ¿Será posible o no que en el futuro el rendimiento por mu llegue a ochocientos jin al Norte del río Amarillo, a mil al Norte del río Juai y a dos mil al Sur del mismo? Para alcanzar estas metas a comienzos del siglo XXI, nos quedan todavía varios decenios y quizá no se necesite tanto tiempo. Para comer dependemos del cultivo intensivo, y con esta manera de cultivar tendremos de qué alimentarnos aunque nuestra población llegue a ser algo mayor. Pienso que el promedio de tres mu de tierra por persona es demasiado y que en el futuro unos decimos de mu bastarán para alimentar a un individuo. Desde luego, sigue siendo necesario el control de la natalidad, y en modo alguno estoy estimulando aquí la proliferación.
   
Deseo que los camaradas presentes tomen el pulso al consumo de cereales por parte de los campesinos. Con miras a acumular reservas, hay que promover el espíritu de laboriosidad y economía en el manejo del hogar, así como el ahorro de cereales. Si el Estado guarda reservas y lo mismo hacen cada cooperativa y cada familia, tendremos tres tipos de reservas y podremos vivir holgadamente. Si, por el contrario, nos comemos todos los cereales, ¿a qué holgura podremos aspirar?
   
Este año, en la totalidad de aquellos lugares que han obtenido cosecha abundante o no han sufrido calamidades naturales, se debe incrementar un poco la acumulación. Es del todo indispensable compensar las malas cosechas con las buenas. En las cooperativas de algunas provincias, los gastos de producción -- sin mencionar los fondos de acumulación colectiva (5 por ciento), los fondos de bienestar público (5 por ciento) y los gastos de administración -- representan un 20 por ciento del valor global de la producción y, de éstos, los dedicados a la construcción básica ocupan, a su vez, un 20 por ciento. Consulté esta cuestión con camaradas de otras provincias y ellos me dijeron que los gastos de la construcción básica son tal vez un poco altos. Todo cuanto hoy les he dicho no puede tomarse sino como sugerencias. Si resulta aplicable, aplíquenlo, y si no, descártenlo. Además, no se debe imponer el mismo molde a todas las provincias y distritos. Estudien ustedes todo esto. En algunos lugares los gastos de administración de las cooperativas han ocupado un porcentaje demasiado elevado y es
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necesario reducirlos al 1 por ciento. Los gastos de administración los componen las compensaciones remunerativas para los cuadros de las cooperativas y los gastos de oficina. Es preciso disminuir los gastos de administración y aumentar los de la construcción básica en el campo.
   
Los chinos debemos tener altas aspiraciones. Debemos educar a cada persona de las ciudades y de las zonas rurales para que tenga objetivos y aspiraciones de largo alcance. Comer y beber opíparamente, comerse y beberse todo cuanto se tenga, ¿puede considerarse como una alta aspiración? De ninguna manera. Es menester manejar el hogar con laboriosidad y economía y hacer planes a largo plazo. Cuando la gente se viste de color o de blanco con motivo de un matrimonio o una defunción, es de todo punto innecesario ofrecer banquetes ostentosos. Hay que hacer economías en estos aspectos y no malgastar los recursos, lo que implica el cambio de las viejas costumbres. Para cambiarlas será necesario recurrir a la gran competencia de ideas y la gran apertura de opiniones, o tal vez baste con una competencia y una apertura en pequeño. Existe también el problema de los juegos de azar. En el pasado no había manera de prohibirlos. Su eliminación sólo es posible a través de la gran competencia de ideas, la gran apertura de opiniones y el debate. Pienso que la reforma de las viejas costumbres también debe ser incluida en nuestros planes.
   
Otra cuestión es la del exterminio de las cuatro plagas y la promoción de la higiene. A mí me interesa mucho este problema del exterminio de los ratones, gorriones, moscas y mosquitos. Como nos quedan sólo diez años, ¿no podríamos hacer este año algunos preparativos y realizar una movilización entre las masas para acometer la labor en la próxima primavera? En esta estación es cuando salen las moscas. Pienso que es preciso acabar con dichas plagas y conseguir que todo el país preste mucha atención a la higiene. Esto forma parte de la cultura, una cultura que se debe elevar en gran medida. Es indispensable desplegar una emulación destinada a eliminar, sea como fuere, estas especies y a lograr que todo el mundo se preocupe de la higiene. Los progresos que se hagan podrán ser desiguales en diferentes provincias y también en diferentes distritos, pero, al final, veremos quiénes son los paladines. China debe convertirse en un país libre de estas cuatro plagas: ratones, gorriones, moscas y mosquitos.
   
También es menester trazar un programa de diez años para la planificación de la natalidad. Pero, ésta no debe ser promovida en las zonas de minorías nacionales ni en los lugares de escasa población. Aun en las regiones densamente pobladas, primero hay que aplicarla
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de modo experimental en lugares escogidos y luego extenderla poco a poco hasta convertirla en una práctica generalizada. La planificación de la natalidad requiere una educación abierta, una educación que no supone otra cosa que la gran competencia de ideas, la gran apertura de opiniones y el gran debate. En lo que respecta a la natalidad, el género humano se halla en una situación de completa anarquía, ha sido incapaz de controlarse a sí mismo. Sin el peso de la sociedad en su conjunto, vale decir, sin el consenso general ni los esfuerzos mancomunados de todos, será imposible llegar en el futuro a una completa planificación de la natalidad.
   
Hay todavía otro problema, el plan integral. Acabo de referirme al plan para la agricultura, pero debe haber también planes para la industria, el comercio, la cultura y la educación. Es totalmente imprescindible hacer un plan integral, un plan que comprenda todas las ramas arriba mencionadas para establecer una coordinación entre ellas.
   
El cultivo de parcelas experimentales es una experiencia que vale la pena popularizar. Todos los cuadros dirigentes de distritos, territorios, cantones y cooperativas deben cultivar pequeñas parcelas para ver si se puede obtener un alto rendimiento y a través de qué métodos.
   
Debemos conocer el fondo general de la técnica agrícola. No es posible realizar bien el trabajo del frente agrícola cuando se carece de conocimientos técnicos. La política y la actividad profesional conforman una unidad de contrarios. La política es lo principal, ocupa el primer lugar. Debemos luchar contra la tendencia al apoliticismo; sin embargo, tampoco está bien dedicarse exclusivamente a la política y no preocuparse por adquirir conocimientos técnicos y profesionales. Todos nuestros camaradas, sea que se ocupen de la industria, la agricultura, el comercio o el trabajo cultural-educacional, deben adquirir algunos conocimientos técnicos y profesionales pertinentes. En mi opinión, sobre este asunto también hay que elaborar un plan decenal. Los cuadros en todos nuestros frentes de trabajo deben esforzarse por dominar la técnica y los conocimientos profesionales para convertirse en expertos; deben ser rojos y a la vez calificados. Eso de hacerse primero calificado y después rojo, lo que equivaldría a hacerse primero blanco y luego rojo, es erróneo, porque, quienes así hablan, lo que realmente desean es hacerse blancos para siempre y, en cuanto a lo de hacerse rojos después, no son más que palabras huecas. Actualmente hay cuadros que han dejado de ser rojos y lo que albergan son ideas de campesino rico. Hay quienes se distinguen por el color blanco, como es el caso de los derechistas de dentro del Partido, que son
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blancos en lo político y, además, no calificados en lo técnico. Hay algunos que llevan el color gris y otros, el rosado. Los que de verdad tienen un rojo subido como el de nuestra bandera de cinco estrellas, constituyen la izquierda. Sin embargo, no basta con ser rojo solamente, sino que es preciso poseer también conocimientos profesionales y técnicos. Al presente, muchos de nuestros cuadros son sólo rojos y no calificados, no poseen conocimientos profesionales y técnicos. Los derechistas dicen que nosotros no tenemos capacidad para ejercer la dirección, que "los profanos no pueden dirigir a los expertos". Nosotros los refutamos diciéndoles que sí somos capaces de dirigir. Cuando afirmamos que somos capaces, nos referimos a lo político. En lo que respecta a la técnica, todavía somos ignorantes en muchos aspectos, pero la técnica es algo que se puede aprender.
   
El proletariado no puede construir el socialismo a menos que cuente con un inmenso contingente técnico y teórico propio. Tenemos que formar un contingente de intelectuales proletarios en estos diez años (el programa para el desarrollo de la ciencia también cubre doce años y ahora sólo quedan diez). Tanto nuestros militantes como los activistas de fuera del Partido deben esforzarse por llegar a ser intelectuales del proletariado. La dirección del Partido a los distintos niveles, particularmente de provincia, prefectura y distrito, debe planificar la formación de intelectuales del proletariado; de lo contrario, pasará el tiempo sin que ésta se haga realidad. Hay un viejo proverbio chino que reza: "Diez años para ver erguido un árbol, cien para formar un hombre." A esos cien años para formar un hombre se les deben restar noventa, quedando así la cifra en diez. Levantar un árbol en diez años es una aseveración errónea, pues eso requiere veinticinco años en el Sur de nuestro país, y más todavía en el Norte. A un hombre, en cambio, sí es posible formarlo en diez años. Ya han pasado ocho años desde la Liberación, que harán dieciocho con los diez que vamos a agregarles; calculamos que al cabo de este lapso habremos formado, en lo fundamental, un contingente de especialistas de la clase obrera con ideología marxista. Pasados diez años, la tarea será ampliar ese contingente y elevar su nivel.
   
En cuanto a la relación entre la agricultura y la industria, el centro de atención debe estar, por supuesto, en la industria pesada, a cuyo desarrollo le corresponde el lugar prioritario. Esto está fuera de toda cuestión y no debe haber ningún titubeo al respecto. Sin embargo, garantizada esta condición, debe desarrollarse simultáneamente la industria y la agricultura para establecer, paso a paso, una industria y
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una agricultura modernas. Antes solíamos hablar de hacer de China un país industrial, lo que implica, de hecho, la modernización de la agricultura. Ahora hay que poner el énfasis en la propaganda sobre la agricultura. El camarada Teng Siao-ping ya habló de este problema.
   
Cuarto. Dos métodos diferentes. Para hacer cualquier trabajo existen, por lo menos, dos métodos: Uno conduce a la meta relativamente despacio y con resultados no muy buenos, mientras que el otro lo hace más rápido y mejor. Aquí se trata tanto del ritmo como de la calidad. No se debe tomar en consideración una solución única, siempre hay que tener en cuenta, por lo menos, dos. Por ejemplo, en la construcción ferroviaria, es indispensable presentar varios proyectos del recorrido de una vía, de tal modo que haya posibilidad de elegir. Teniendo varios métodos, dos como mínimo, podemos establecer comparaciones. Veamos: ¿Desplegar en gran escala la competencia de ideas y la apertura de opiniones o hacerlo en pequeño? ¿Permitir el empleo del dazibao o descartarlo? ¿Cuál de estos dos métodos es el mejor? Son muchísimos los problemas que se pueden plantear de tal manera, pero lo que ocurre ahora es que no se quiere dar curso a la apertura. Ninguno de los treinta y cuatro centros de enseñanza superior de Pekín permitió la apertura, y, si alguno lo hizo, fue con reparos y vacilaciones. ¡Pues esto habría equivalido a prenderse fuego a sí mismo! Para conseguir que la gente dé curso a la apertura, es preciso hacer un trabajo suficiente de persuasión e incluso ejercer considerable presión, esto es, hacer un llamamiento público y celebrar numerosas reuniones poniéndola en jaque y obligándola a "subir a la montaña Liangshan"[4]. En nuestra revolución de los años pasados, se presentaron dentro del Partido numerosas opiniones diferentes sobre tal o cual método y tal o cual política; pero, al final, nosotros escogimos la política que mejor se adecuaba a la situación y fue así como, durante los períodos de la Guerra de Resistencia contra el Japón y de la Guerra de Liberación, hicimos mayores progresos que en los períodos anteriores. En cuanto a la orientación para la construcción, también es posible que se presente una diversidad de pareceres, pero nosotros debemos adoptar la que más se ajuste a nuestras condiciones.
   
Las experiencias de la Unión Soviética en la construcción son relativamente completas, y al decir completas incluimos los errores. Ninguna experiencia que excluya los errores cometidos puede ser considerada completa. Aprender de la Unión Soviética no implica trasladarlo todo en forma mecánica, que es justamente lo que hacen los dogmáticos. Fue sólo después de haber criticado el dogmatismo cuando llamamos a
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aprender de la Unión Soviética, razón por la cual no hubo en esto peligro alguno. El haber subrayado la necesidad de aprender de la Unión Soviética después de la rectificación en Yenán y del VII Congreso, no nos ha traído daños sino beneficios. Tenemos experiencia en cuanto a la revolución se refiere. Pero, en lo tocante a la construcción, acabamos de empezar, sólo llevamos ocho años en ella. Los éxitos que hemos obtenido en la construcción constituyen su aspecto principal, mas esto no quiere decir que estemos exentos de errores. En el futuro, todavía cometeremos errores, pero esperamos que sean menos. Nuestro aprendizaje de la Unión Soviética debe incluir el estudio de sus errores. Una vez hecho tal estudio, podremos ahorrarnos algunas vueltas y revueltas. ¿Conseguiremos o no evitar los recodos transitados por la Unión Soviética y llevar adelante nuestra construcción de manera más rápida y mejor que ella? Es preciso esforzarnos por conseguirlo. Veamos: Respecto a la producción de acero, ¿podremos o no llegar a producir 20 millones de toneladas al cabo de tres planes quinquenales o algo más? Alcanzaremos esta meta si nos esforzamos. Para ello es necesario construir un mayor número de pequeñas acerías. A mi juicio, debemos construir más acerías del tipo de las que producen anualmente de 30 a 50 mil toneladas o de 70 a 80 mil toneladas, pues estas plantas son muy útiles. Por otra parte, hay que construir acerías medianas cuya producción anual sea del orden de las 300 a 400 mil toneladas.
   
Quinto. El año pasado se barrió con una serie de cosas. Una de ellas es la consigna de cantidad, rapidez, calidad y economía. Se renunció a la cantidad y la rapidez y, de paso, se barrió también con la calidad y la economía. Pienso que nadie se opone a estas dos últimas, pero sí hay gente a la que no le gustan la cantidad y la rapidez, que algunos camaradas tildan de "avance temerario". De por sí, calidad y economía restringen a cantidad y rapidez. "Calidad" significa que las cosas deben tener buena factura; "economía", gastar menos dinero; "cantidad hacer más cosas, y "rapidez", igualmente hacer más cosas. La consigna se restringe a sí misma, porque al exigir calidad y economía, es decir, buena factura al tiempo que menos gasto, hace imposibles una cantidad y una rapidez que no concuerden con la realidad. Me alegro de que en la presente sesión alguno que otro camarada haya hablado de este problema. Además, he leído en la prensa un artículo que se refiere a él. De lo que nosotros hablamos es de una cantidad, una rapidez, una calidad y una economía realistas, ajustadas a las circunstancias, y no subjetivistas. En todo caso, debemos empeñar nuestros esfuerzos en hacer una mayor cantidad de cosas y con más rapidez, y a lo que nos oponemos
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es a una cantidad y rapidez subjetivistas. En la segunda mitad del año pasado, una ráfaga de viento barrió con esa consigna, y yo quisiera revalidarla. ¿Es esto posible o no? Estúdienlo ustedes, por favor.
   
Se barrió también con los cuarenta artículos del Programa Nacional para el Desarrollo Agrícola. Estos fueron considerados como pasados de moda a partir del año pasado. Ahora los "rehabilitamos".
   
Además, se barrió con los "comités de promoción del avance". Yo pregunté alguna vez: El Comité Central del Partido Comunista, los comités del Partido a todos los niveles y el Consejo de Estado, así como los comités populares de todas las instancias -- en una palabra, una multitud de "comités" con los del Partido en lugar principal --, ¿son todos ellos, por su naturaleza, comités de promoción del avance o comités de promoción del retroceso? Deben ser lo primero. En mi opinión, el Kuomintang es un comité de promoción del retroceso, mientras que el Partido Comunista lo es del avance. ¿Se pueden o no restablecer ahora los comités de promoción del avance, que fueron barridos por aquella ráfaga de viento del año pasado? Si todos ustedes se pronunciaran en contra, insistiendo en organizar comités de promoción del retroceso, yo no tendría otro remedio, pues ¡tanta gente estaría por promover el retroceso! Pero, a juzgar por el desarrollo de esta sesión, todos desean promover el avance y en ningún discurso se ha manifestado el deseo de promover el retroceso. Quien pretende hacernos retroceder es la alianza derechista de Chang Po-chün y Luo Lung-chi. Respecto de algunas cosas que de veras están marchando demasiado rápido, a un ritmo realmente inadecuado, se puede, temporal y parcialmente, promover el retroceso, lo que quiere decir dar un paso atrás o aflojar un paso. Sin embargo, nuestra orientación general es siempre la de promover el avance.
   
Sexto. La contradicción entre el proletariado y la burguesía, entre el camino socialista y el capitalista, es sin duda alguna la contradicción principal en nuestra sociedad actual. La tarea que enfrentamos hoy es diferente a la del pasado. Antes, la principal tarea del proletariado era dirigir a las amplias masas populares en la lucha contra el imperialismo y el feudalismo, tarea que ya fue cumplida. ¿Cuál es entonces la contradicción principal de hoy? Actualmente, cuando hacemos la revolución socialista, una revolución enfilada contra la burguesía y, al mismo tiempo, destinada a transformar el sistema de la pequeña producción, es decir, a llevar a cabo la cooperativización, la contradicción principal es la que existe entre el socialismo y el capitalismo, entre el colectivismo y el individualismo, en resumen, la contradicción entre el camino socialista
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y el capitalista. La resolución del VIII Congreso no mencionó este problema. En ella hay un párrafo según el cual la contradicción principal es la existente entre el avanzado sistema socialista y las atrasadas fuerzas productivas de la sociedad. Esa Formulación es errónea. En la II Sesión Plenaria del VII Comité Central, nosotros dejamos ya señalado que, después de la conquista de la victoria en todo el país, la contradicción principal en el plano interno sería la existente entre la clase obrera y la burguesía y, en el plano externo, la contradicción entre China y el imperialismo. Desde que tuvo lugar dicha sesión, si bien no hemos hecho público este punto de vista, en la práctica hemos venido actuando de acuerdo con él. La revolución ha pasado a ser socialista y lo que estamos realizando es una revolución socialista. Las tres grandes transformaciones, concluidas ya en lo fundamental, formaron parte de ella y constituyeron una revolución socialista hecha principalmente sobre la propiedad de los medios de producción. Implicaron una aguda lucha de clases.
   
En la segunda mitad del año pasado se produjo una distensión de la lucha de clases, distensión que nosotros propiciamos de intento. Pero tan pronto como la distendimos, la burguesía, los intelectuales burgueses, los terratenientes, los campesinos ricos y parte de los campesinos medios acomodados emprendieron un ataque contra nosotros, tal como ocurrió este año. No bien nosotros morigeramos la lucha, ellos lanzaron el ataque; eso no estuvo mal, pues nos permitió ganar la iniciativa. Como dice un editorial de Diario del Pueblo, "el árbol preferiría la calma, pero el viento no cesa"[5]. ¡Ellos se empeñan en levantar un viento, un tifón de gran intensidad! Así las cosas, nosotros erigimos, por nuestra parte, una "franja forestal protectora": la lucha contra los derechistas, la campaña de rectificación.
   
La campaña de rectificación tiene dos tareas: Una es la lucha contra los derechistas, incluida la lucha contra la ideología burguesa, y la otra, las rectificaciones y reformas, que implican también una lucha entre las dos líneas. El subjetivismo, el burocratismo y el sectarismo son cosas de la burguesía, y su existencia en el seno del Partido es una cuenta que hay que cargar a ésta. ¿Podrá seguírsele cargando transcurridos cien o doscientos años? Tal vez sea difícil. ¿Subsistirán para ese entonces el burocratismo y el subjetivismo? Sin duda alguna, pero ya correrán por cuenta del atraso. En la sociedad siempre existirán la izquierda, el centro y la derecha, siempre existirán lo avanzado, lo intermedio y lo atrasado. Quien incurra, para ese entonces, en burocratismo o subjetivismo, será un elemento atrasado.
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La campaña de rectificación se prolongará hasta el 1.� de mayo del próximo año, y así es bastante el tiempo que nos queda. Vencida esa fecha, ¿será necesario o no que distendamos otra vez la lucha? Me parece que sí. ¿Se puede llamar desviación de derecha a esta distensión? Pienso que no. Tomemos como ejemplo el hecho de reunirse: Si una reunión se prolongara indefinidamente, día y noche, y así sin parar durante medio año, supongo que mucha gente desaparecería de la vista. Por consiguiente, debemos hacer el trabajo conforme a las circunstancias, tensando unas veces las energías y otras distendiéndolas. El año pasado obtuvimos una victoria tan grande que los capitalistas, para mostrar su docilidad, desfilaron tocando gongs y tambores; en esas circunstancias, habría sido difícil negarnos a morigerar la lucha, pues habríamos carecido de razones de peso para ello. Hemos dicho que el problema de la propiedad se ha resuelto en lo fundamental, pero no que se haya resuelto por completo. La lucha de clases no se ha extinguido. Por eso, no se trata aquí de una concesión de principio, sino de una distensión exigida por las circunstancias.
   
Mi opinión es que la campaña de rectificación se prolongue hasta el 1.� de mayo del año entrante y no se haga más en lo que resta del año. El problema de si, en la segunda mitad del próximo, es necesario o no emprender otra campaña de rectificación y librar otro debate en las zonas rurales, lo veremos el año que viene. Pero, de todos modos, al año subsiguiente habrá que abrir otra campaña. Si nos abstenemos de hacerlo entonces e incluso durante varios años consecutivos, los viejos y nuevos derechistas y los que ahora están emergiendo se sentirán tentados de entrar en acción, siendo posible, además, que cambien de posición algunos elementos de centro-derecha, de centro y hasta de izquierda. En el mundo hay personas tan extrañas que basta que aflojemos los esfuerzos, que los aflojemos durante cierto tiempo, para que manifiesten un estado de ánimo tendente a la derecha y para que se pongan a hacer comentarios malévolos y pronunciamientos derechistas. En nuestro Ejército es necesario llevar a cabo una constante educación en el espíritu de las Tres Reglas Cardinales de Disciplina y las Ocho Advertencias, pues con sólo suspender esa educación por algunos meses aparece allí un ambiente de relajamiento. Hay que insuflar este espíritu varias veces al año. Es preciso realizar una labor de educación entre los reclutas. Incluso entre los soldados y cuadros veteranos se presentarán cambios ideológicos si no hacemos campañas de rectificación.
   
Hablaré aquí de paso sobre los puntos en que diferimos de la Unión Soviética. En primer lugar, sobre el problema de Stalin tenemos contra-
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dicciones con Jruschov. El ha desfigurado terriblemente a Stalin, y nosotros no estamos de acuerdo. ¡Es que lo ha afeado tanto! Esto ya no es asunto exclusivo de su país, sino un asunto de todos los países. Mantenemos el retrato de Stalin en la Plaza Tienanmen, lo cual responde al deseo del pueblo trabajador de todo el mundo y expresa nuestra divergencia fundamental con Jruschov. ¡De Stalin, de su persona, tú deberías hacer una apreciación de 7 a 3! Consideramos que los méritos de Stalin suman un 70 por ciento y sus errores, un 30 por ciento. Es probable que esta apreciación no sea muy exacta, pues a lo mejor él sólo tuvo un 20 ó 10 por ciento de errores, o un poco más de un 30 por ciento. Sea como fuere, los méritos de Stalin constituyen su aspecto principal y sus defectos y errores, el secundario. Sobre este punto tenemos opiniones diferentes a las de Jruschov.
   
Sobre el problema de la transición pacífica, también divergirnos de Jruschov y sus semejantes. Consideramos que el partido político proletario de no importa qué país debe tomar en consideración dos puntos: El primero es la paz y el segundo, la guerra. En cuanto al primero se refiere, el Partido Comunista exige a las clases dominantes un tránsito pacífico, siguiendo la consigna planteada por Lenin en el período que va de la Revolución de Febrero a la Revolución de Octubre. Nosotros, por nuestra parte, también propusimos en el pasado a Chiang Kai-shek negociar la paz. Esta es una consigna de carácter defensivo frente a la burguesía, frente a los enemigos, y sirve para demostrar que nosotros queremos la paz y no la guerra, lo que nos ayuda a ganar a las masas. Es una consigna dirigida a lograr la iniciativa, una consigna de carácter táctico. Sin embargo, la burguesía nunca entregará el Poder por su propia voluntad, sino que, invariablemente, recurrirá a la violencia. Para eso tenemos entonces el segundo punto: Si la burguesía quiere pelea, si dispara el primer tiro, nos veremos obligados a pelear. Tomar el Poder por la fuerza de las armas es la consigna estratégica. Si tú insistes en la transición pacífica, no te diferenciarás en nada de los socialistas. Así es justamente el Partido Socialista Japonés, que sólo tiene en sus manos un punto, esto es, no recurrir nunca a la violencia. Y lo mismo ocurre con los demás partidos socialistas del mundo. Como regla general, un partido político proletario debe atenerse a dos puntos: primero, acudir a las palabras y no a los puños, como es propio del caballero; segundo, recurrir a los puños cuando así lo hace el hombre mediocre. Esta Formulación está exenta de fallas, pues contempla todos los casos posibles. De otra manera, la cosa no funciona. Actualmente, los Partidos Comunistas de algunos países, como el Partido Comunista de Inglate-
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rra, solamente levantan la consigna de la transición pacífica. Nosotros hablamos con un dirigente de este Partido, pero no llegamos a nada con él. Los de ese Partido, por supuesto, se sienten orgullosos de que su dirigente haya reclamado: ¿Cómo es eso de que Jruschov fue el que planteó la transición pacífica? ¡Hace ya mucho que yo la planteé!
   
Por otra parte, los camaradas soviéticos no comprenden nuestra política de "Que se abran cien flores y que compitan cien escuelas". Esta a la que nos referimos es una política que sólo se aplica dentro del marco del socialismo y en el seno del pueblo y que no se extiende a los contrarrevolucionarios. Desde luego, pueden ocurrir realineamientos en el seno del pueblo, convirtiéndose una parte de sus componentes en enemigos. Por ejemplo, los que hoy son derechistas pertenecían antes al pueblo, mas ahora, según pienso, son del pueblo en un tercio de sí mismos, y de la contrarrevolución en los dos tercios restantes. ¿Hay que privarlos o no de derechos electorales? En general, es mejor no quitarles tales derechos, excepto a unos cuantos a quienes es necesario castigar con el rigor de la ley u obligar a remodelarse mediante el trabajo físico, privándolos de esos derechos. Algunos pueden permanecer como miembros del Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política, ya que no hay ningún inconveniente en que la Conferencia se componga de unas mil personas. Los derechistas, aunque desde un punto de vista formal todavía están dentro del pueblo, en realidad son enemigos. Declaramos abiertamente que lo son, que la contradicción que nos enfrenta a ellos es una contradicción entre nosotros y el enemigo, pues se oponen al socialismo, a la dirección del Partido Comunista y a la dictadura del proletariado. En una palabra, ¡van en contra de los seis criterios establecidos[6]! Son hierbas venenosas. En todos los tiempos, es inevitable que en el seno del pueblo aparezcan unas cuantas hierbas venenosas.
   
Por último, tenemos que dar un sacudón a nuestro espíritu y hacer tenaces esfuerzos en el estudio. Fíjense en estas tres palabras: "hacer", "tenaces" y "esfuerzos". Dar un sacudón a nuestro espíritu y hacer tenaces esfuerzos es nuestro deber. Ahora hay muchos camaradas que no hacen tenaces esfuerzos y algunos de ellos dedican las energías que les quedan luego del trabajo principalmente a diversiones como el juego de cartas, el juego de mah-jong y el baile, lo cual me parece no está bien. Hay que dedicar las energías sobrantes particularmente al estudio y cultivar el hábito de estudiar. ¿estudiar que cosas? Una, el marxismo-leninismo; otra, la tecnología, y otra, las ciencias naturales. Además, la literatura, sobre todo la teoría del arte y la literatura, de la que los cuadros de dirección deben tener algún conocimiento. También deben
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conocer algo de periodismo, de pedagogía, etc. En una palabra, son muchas las ramas del saber de las que debemos tener una idea general, ya que estamos llamados a ejercer la dirección sobre estos asuntos. ¿Expertos en que podemos denominarnos nosotros? Expertos en política. ¿Cómo podemos arreglárnoslas si no entendemos de estas cosas ni las dirigimos? Cada provincia tiene sus periódicos, de los cuales no nos ocupamos en el pasado, y tiene también revistas y organizaciones artístico-literarias, así como trabajo de frente único, trabajo con los partidos democráticos y labor de educación, materias todas ellas que no supimos asir en otros años. No hincamos nuestros esfuerzos en ninguna de éstas y, como consecuencia de ello, se produjo la rebelión precisamente en tales dominios. Sin embargo, bastó que las aprehendiéramos para que la situación cambiara en cuestión de meses. Luo Lung-chi dijo una vez: ¿Cómo pueden los pequeños intelectuales proletarios dirigir a los grandes intelectuales pequeñoburgueses? Se equivocó al decir esto. El afirma ser de la pequeña burguesía, pero, en realidad, pertenece a la burguesía. Los "pequeños intelectuales" del proletariado son justamente los que deben dirigir a los grandes intelectuales de la burguesía. El proletariado cuenta con un contingente de intelectuales a su servicio; a la cabeza de ellos figura Marx, y luego vienen Engels, Lenin y Stalin, así como nosotros mismos y muchos más. El proletariado es la clase más avanzada y a él le incumbe dirigir la revolución en el mundo entero.
   
* Discurso pronunciado por el camarada Mao Tsetung en la III Sesión Plenaria Ampliada del VIII Comité Central del Partido Comunista de China.
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[1]
Se refiere a la reforma agraria, el movimiento de resistencia a la agresión norteamericana y en ayuda a Corea, la eliminación de los contrarrevolucionarios, las campañas contra los "tres males" y contra los "cinco males" y la remodelación ideológica.
[pág. 528]
[2]
Se trata de las transformaciones socialistas de la agricultura, de la artesanía y de la industria y comercio capitalistas.
[pág. 528]
[3]
Véase "El movimiento democrático en el ejército", nota 1, Obras Escogidas de Mao Tsetung, t. IV.
[pág. 529]
[4]
La montaña Liangshan, en la provincia de Shantung, Fue una base rebelde campesina durante la dinastía Sung. La mayoría de los dirigentes rebeldes, según la novela clásica A la orilla del agua, fueron obligados a sumarse a las fuerzas allí existentes a causa de la opresión de las autoridades o de los terratenientes despóticos. La expresión "subir a la montaña Liangshan" ha adquirido desde entonces el sentido de tener que hacer algo obligado por las circunstancias.
[pág. 535]
[5]
Citado de Jan Ying (de la dinastía Jan del Oeste): Exégesis del Libro de Odas, cap. IX.
[pág. 538]
[6]
Véase la pág. 449 en el presente tomo. [Véase "Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo". -- DJR]
[pág. 541]
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