V. I. LENINQUIENES SON LOS
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Preparado © por la Internet a David J. Romagnolo, [email protected] (Juno de 1999) |
NOTA DEL EDITOR
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(RESPUESTA A LOS ARTICULOS DE RUSSKOIE BOGATSTVO
CONTRA LOS MARXISTAS)
[ parte III ]
Escrito en la primavera y el |
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    Para concluir trabemos conocimiento con otro "amigo del pueblo", el señor Krivenko, quien también interviene en la guerra abierta contra los socialdemócratas.
    Sin embargo, no analizaremos sus artículos (Los francotiradores de la cultura, en el núm. 12 de 1893, y Cartas desde el camino, en el núm. 1 de 1894) como lo hicimos con los de los señores Mijailovski y Iuzhakov. El examen íntegro de los artículos de estos últimos era completamente necesario para tener una idea clara, en el primer caso, del contenido de sus objeciones contra el materialismo y el marxismo en general, y en el segundo, de sus teorías político-económicas. Ahora, para formarse una idea cabal de los "amigos del pueblo", tenemos que conocer su táctica, sus proposiciones prácticas, su programa político. Este programa no ha sido expuesto por ellos en ninguna parte, de manera directa, con la misma coherencia y plenitud que sus concepciones teóricas. Por eso me veo obligado a extraerlo de diferentes artículos de una revista, cuyos colaboradores son lo bastante solidarios como para no contradecirse entre sí. Me atendré a los artículos del señor Krivenko arriba citados con preferencia a otros, porque facilitan una mayor cantidad de material, y porque su autor es tan típicamente el hombre práctico y político de la revista como el señor Mijailovski el sociólogo y el señor Iuzhakov el economista.
    Sin embargo, antes de pasar al examen de su programa, es absolutamente necesario detenerse todavía en un punto teórico. Antes vimos cómo el señor Iuzhakov sale del paso con frases hueras acerca del arriendo de tierras por el pueblo,
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que sirve de apoyo a la economía popular, etc., cubriendo con ellas su incomprensión de la economía de nuestros campesinos. No se ocupa de las industrias artesanales, y se limita a datos sobre el crecimiento de la gran industria fabril. Ahora el señor Krivenko repite frases muy similares sobre la artesanía de los kustares. 0pone de manera directa "nuestra industria popular", es decir, la industria de los kustares, a la industria capitalista (núm. 12, págs. 180-181). "La producción popular [sic!] -- dice -- surge en la mayoría de los casos de un modo natural", y la industria capitalista "se crea generalmente de un modo artificial". En otro lugar opone la "pequeña industria popular" a la "gran industria, a la industria capitalista". Si alguien se pregunta en qué consiste la particularidad de la primera, sólo se enterará de que es "pequeña"* y que los instrumentos de trabajo van unidos al productor (tomo esta última definición del antes citado artículo del señor Mijailovski). Pero esto no determina aún, ni mucho menos, su organización económica, y además es completamente falso. El señor Krivenko dice, por ejemplo, que "la pequeña industria popular da todavía hoy una suma mucho mayor de producción global y ocupa mayor número de brazos que la gran industria capitalista" El autor tiene en cuenta, evidentemente, los datos sobre el número de kustares, que llega a 4 millones, y según otro cálculo a 7 millones. ¿Pero quién no sabe que la forma predominante de la economía de nuestras industrias de kustares es el sistema de gran producción basado en el trabajo a domicilio, que la masa de kustares ocupa en la producción una situación en manera alguna inde-
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pendiente, sino completamente dependiente, subordinada; que trabaja, no con su propio material, sino con el del mercader, quien sólo paga al kustar un salario? Los datos sobre el predominio de esta forma han aparecido hasta en las publicaciones legales. Me refiero, por ejemplo, al excelente trabajo del conocido estadístico S. Jarizoménov en el Iuridíscheski Viéstnik [32] (año 1883, núms. 11 y 12). Resumiendo los datos publicados acerca de nuestras industrias de kustares radicadas en las provincias centrales, en las que están más desarrolladas, Jarizoménov llega a la conclusión del indiscutible predominio del sistema de gran producción basado en el trabajo a domicilio, es decir, de la forma indudablemente capitalista de industria. "Al determinar el papel económico de la pequeña industria independiente -- dice --, llegamos a estas conclusiones: en la provincia de Moscú, el 86,5 por ciento del giro anual de las industrias de los kustares lo da el sistema de gran producción basado en el trabajo a domicilio, y sólo el 13,5 por ciento pertenece a la pequeña industria independiente. En los distritos de Alexándrov y Pokrov, de la provincia de Vladímir, el 96 por ciento de la actividad anual de las industrias de kustares recae sobre el sistema de gran producción de manufactura basado en el trabajo a domicilio y sólo el 4 por ciento lo da la pequeña industria independiente."
   
Por cuanto se sabe, nadie ha intentado refutar estos datos, y no es posible refutarlos. ¿Pues cómo se puede pasar por alto y silenciar estos hechos, llamar "popular" a esta industria en oposición a la industria capitalista, y hablar de la posibilidad de que llegue a convertirse en una verdadera industria?
   
Sólo puede haber una explicación para este manifiesto desconocimiento de los hechos: la tendencia general de los "amigos del pueblo", como de todos los liberales de Rusia, a diluir el antagonismo de clases, y la explotación del trabajador en
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Rusia, y a presentar todo esto sólo en forma de simples "defectos". Y puede ser, también, que la causa resida por añadidura en un conocimiento tan profundo de la materia como el que manifiesta, por ejemplo, el señor Krivenko al llamar a la "producción cuchillera de Pavlovsk" "producción de carácter semiartesanal". ¡Es asombroso el grado de tergiversación a que llegan los "amigos del pueblo"! ¿Cómo se puede aqui hablar de carácter artesanal, cuando los cuchilleros de Pavlovsk trabajan para el mercado y no por encargo? ¿Acaso considera el señor Krivenko como artesanía un sistema según el cual un comerciante encarga artículos al kustar para enviarlos a la feria de Nizhni-Nóvgorod? Esto es demasiado ridículo, pero por lo visto así es. En realidad, la producción de cuchillos es (en comparación con las otras producciones de Pavlovsk) la que menos ha conservado la forma de pequeña industria de los kustares con la (aparente) independencia de los productores: "La producción de cuchillos de mesa y de trabajo* -- dice N. Annenski -- se acerca ya en grado considerable a la fabril, o mejor dicho a la manufactura."[33] De los 396 kustares ocupados en la producción de cuchillos de mesa en la provincia de Nizhni-Nóvgorod, sólo 62 (el 16 por ciento) trabajan para el mercado, 273 (el 69 por ciento) para un patrono** y 61 (el 15 por ciento) como obreros asalariados. Por consiguiente, sólo 1/6 de los kustares no está sometido directamente a un empresario. Por lo que se refiere a otra rama de la producción de cuchillos, la de navajas (cortaplumas), según palabras del mismo autor, "ocupa un lugar intermedio entre
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Ios cuchillos de mesa y la cerrajeria: la mayor parte de los kustares en esta rama trabajan para un patrono, pero al lado de ellos hay todavía bastantes kustares independientes que trabajan para el mercado".
   
En total, en la provincia de Nizhni-Nóvgorod, hay 2.552 kustares que producen este tipo de cuchillos, de los cuales el 48 por ciento (1.236) trabajan para el mercado, el 42 por ciento (1.058) para un patrono, y como obreros asalariados el lo por ciento (258). Por consiguiente, también aquí los kustares independientes (?) constituyen una minoría. Y sólo en apariencia son independientes, naturalmente, los que trabajan para el mercado, pues en realidad no están menos sometidos por el capital de los mayoristas. Si tomamos los datos acerca de las industrias artesanales de todo el distrito de Gorbátov, provincia de Nizhni-Nóvgorod, donde están ocupados en dichas industrias 21.983 trabajadores, es decir, el 84,5 por ciento de todos los trabajadores existentes *, tendremos lo siguiente (en cuanto a la organización económica de las industrias artesanales, sólo poseemos datos exactos referentes a 0.808 trabajadores ocupados en las siguientes industrias: de metales, del cuero, talabartería, fieltro y tejidos de cáñamo): el 35,6 por ciento de los kustares trabajan para el mercado, el 46,7 para un patrono y el 17,7 por ciento son asalariados. Así, pues, también aquí vemos el predominio del sistema de gran producción basado en el trabajo a domicilio, el predominio de relaciones en las cuales el trabajo está esclavizado por el capital.
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Si los "amigos del pueblo" eluden con tanta libertad semejantes hechos, ello ocurre, además, porque su comprensión del capitalismo no ha pasado de las ideas corrientes y vulgares -- capitalista = empresario rico e instruido, que explota un gran establecimiento mecanizado -- y no quieren conocer el contenido científico de este concepto. En el capítulo anterior vimos cómo el señor Iuzhakov hace partir directamente el capitalismo de la industria mecanizada, pasando por alto la cooperación simple y la manufactura. Este es un error muy difundido, que conduce entre otras cosas a desconocer la organización capitalista de nuestras industrias de kustares.
   
Por supuesto, el sistema de gran producción basado en el trabajo a domicilio es una forma capitalista de industria; tenemos aquí todos sus rasgos: economía mercantil en un alto grado de desarrollo, concentración de los medios de producción en manos de determinados individuos, expropiación de la masa de obreros, que no poseen sus propios medios de producción y, por lo mismo, trabajan con los medios de producción de otros, y no para sí, sino para el capitalista. Evidentemente, por su organización, la industria artesanal es capitalismo puro; se diferencia de la gran industria mecanizada en que técnicamente está atrasada (lo que se explica ante todo por el nivel escandalosamente bajo de los salarios) y en que los trabajadores conservan minúsculas haciendas. Esta última circunstancia confunde particularmente a los "amigos del pueblo", acostumbrados a pensar, como corresponde a verdaderos metafísicos, con contradicciones directas y desnudas: "sí, es sí; no, es no y lo demás, es cosa del diablo".
   
Si los obreros no poseen tierra, eso es capitalismo; sí la poseen no es capitalismo; y ellos se limitan a esta filosofía tranquilizadora, perdiendo de vista toda la organización social de la economía, olvidando el hecho tan conocido de que la
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posesión de tierra no elimina ni un ápice la miseria espantosa de estos propietarios de tierra, sometidos a la más desvergonzada rapiña por parte de otros propietarios de tierras, "campesinos" como ellos.
   
Por lo visto, tampoco saben que el capitalismo no estaba en condiciones en parte alguna -- ya que se hallaba comparativamente en un bajo nivel de desarrollo -- de separar por completo al obrero de la tierra. En relación con Europa occidental, Marx estableció la ley de que sólo la gran industria mecanizada expropia definitivamente al obrero. Se comprende, por eso, que el argumento corriente de que no existe capitalismo en nuestro país, puesto que "el pueblo posee tierra", carece de todo sentido, porque el capitalismo de la cooperación simple y de la manufactura nunca y en parte alguna estuvo vinculado al completo desarraigo del trabajador respecto de la tierra, sin dejar por eso, naturalmente, de ser capitalismo.
   
Por lo que se refiere a la gran industria mecanizada en Rusia -- y esta forma es adquirida con rapidez por las ramas más grandes e importantes de nuestra industria --, pese a todos los rasgos específicos de nuestro país, tiene la misma propiedad que en el resto del Occidente capitalista, es decir, no tolera ya en absoluto que el obrero conserve ligazón con la tierra. Este hecho lo demostró, por lo demás, Deméntiev[34] con datos estadísticos precisos, de los cuales (independientemente por completo de Marx) extrajo la conclusión de que la producción mecanizada va ligada indisolublemente al completo desarraigo del trabajador de la tierra. Esta investigación demostró una vez más que Rusia es un país capitalista, que en él los lazos del trabajador con la tierra son tan débiles e ilusorios, y el poderío del propietario (dueño del dinero, mayorista, campesino rico, manufacturero, etc.) tan firme ya,
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que basta con que la técnica dé un paso más para que el; "campesino" (??que vive desde hace mucho tiempo de la venta de su fuerza de trabajo) se convierta en obrero puro[*]. La incomprensión de los "amigos del pueblo" en lo referente a la organización económica de las industrias de los kustares no se limita, ni mucho menos, sin embargo, a esto. El concepto que tienen inclusive de industrias en las que no se trabaja "para un patrono", es tan superficiaI como su concepto del agricultor (cosa que ya vimos más arriba). Esto, por lo demás, es completamente natural cuando se ponen a juzgar y sentenciar acerca de cuestiones político-económicas señores que, por lo visto, sólo saben que existe en el mundo algo llamado medios de producción que "pueden" ir unidos al trabajador, y eso está muy bien, pero que también "pueden" estar separados de él, y eso está muy mal. Así no se llega muy lejos.
   
Hablando de las industrias artesanales que se convierten en capitalistas y de las que no sufren ese proceso (en las que "puede existir libremente la producción en pequeña escala"), el señor Krivenko señala, entre otras cosas, que en algunas ramas "los gastos fundamentales de producción" son muy insignificantes, por lo que es posible en ellas la pequeña producción. Como ejemplo presenta la industria ladrillera, en la que el costo de producción puede ser, según él, 15 veces menor que el giro anual de las fábricas.
   
Como ésta es, puede decirse, la única indicación documentada del autor (éste es, lo repito, el rasgo más característico de la sociología subjetiva: el temor a caracterizar y analizar directa y exactamente la realidad, y remontarse con preferen-
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cia a la región de los "ideales" . . . de la pequeña burguesía), la tomaremos para demostrar hasta qué punto son falsas las ideas de los "amigos del pueblo" sobre la realidad.
   
Tenemos una descripción de la industria ladrillera (fabricación de ladrillos de arcilla blanca) en la estadistica económica del zemstvo de Moscú (Recopilación, t. VII, fasc. I, parte 2, etc.). Dicha industria está concentrada principalmente en tres subdistritos del distrito de Bogorodsk, donde hay 233 establecimientos con 1.402 obreros (567 obreros familiares[*] = 41 por ciento; 835 contratados = 59 por ciento), y con una producción anual de 357.000 rublos. La industria surgió hace mucho tiempo, pero se desarrolló en especial en los últimos 15 años, gracias a la construcción de un ferrocarril, que facilitó considerablemente la venta en el mercado. Antes de existir el ferrocarril, predominaba la forma de producción familiar, que ahora cede el puesto a la explotación del trabajo asalariado. Esta industria tampoco se halla libre de la dependencia de los pequeños industriales con respecto a los grandes en cuanto a la venta en el mercado: como consecuencia de la "escasez de medios pecuniarios", los primeros venden a los últimos el ladrillo en la localidad (a veces en "bruto", no cocido) a precios terriblemente reducidos.
   
Sin embargo, tenemos la posibilidad de conocer también la organización de la industria, no sólo por esta dependencia, sino además por el censo de kustares adjunto al estudio, donde aparecen indicados el número de obreros y la suma de la producción anual de cada establecimiento.
   
Para averiguar si es aplicable a esta pequeña industria la ley según la cual la economía mercantil es una economía ca-
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pitalista, es decir, se trasforma inevitablemente en tal al llegar a determinado grado de desarrollo, debemos comparar el tamaño de los establecimientos: la cuestión consiste precisamente en la relación entre los pequeños y grandes establecimientos según su papel en la producción y según la explotación del trabajo asalariado. Tomando como base el número de obreros, dividiremos los establecimientos de los kustares en tres grupos: I) los establecimientos que tienen de 1 a 5 obreros (se incluyen los familiares y los contratados); II) establecimientos que emplean de 6 a 10 obreros y III) establecimientos con más de 10 obreros.
   
Examinadas las proporciones de los establecimientos, el personal obrero y la suma de producción en cada grupo, obtenemos los siguientes datos: [Véase el cuadro en la pág. 111 (N. de la Red.)]
   
Obsérvese este cuadro y se advertirá la organización burguesa o, lo que es lo mismo, la organización capitalista de la industria: a medida que los establecimientos se hacen mayores se eleva la productividad del trabajo* (el grupo medio representa una excepción), al intensificarse la explotación del trabajo asalariado**, aumenta la concentración de la producción***.
   
El tercer grupo, que basa casi por entero su economía en el trabajo asalariado, tiene en sus manos -- con un 10 por ciento.
   
* La más importante de todas produce por valor de 900.000 rublos, mientras la suma total de artículos de Pavlovsk es de 2.750.000 rublos.
   
** Es decir, para el comerciante que proporciona material al kustar le abona por el trabajo un salario corriente.
   
* Los economistas excepcionalistas rusos, que miden el capitalismo ruso por el número de obreros fabriles [sic!], incluyen sin reparo a estos trabajadores y a infinidad de otros semejantes, en la población ocupada en la agricultura y que sufre, no del yugo del capital sino de presiones artificiales ejercidas sobre el "régimen popular" (??!!).
   
* El sistems de gran producción basado en el trabajo a domicilio no sólo es un sistema capitalista, sino, además, el peor, ya que en él la explotación más intensa del trabajador se combina con la menor posibilidad, para los obreros, de librar la lucha por su emancipación.
   
* Por obreros "familiares". en oposición a los contratados, se entiende los trabajadores miembros de la familia de los patronos.
   
* Un obrero produce al año, en el grupo I, 251 rublos; en el II, 249; en el III, 260.
   
** La proporcion de establecimientos que emplean trabajo asalariado en el grupo I es del 25 por ciento, en el II del 90 y en el III del 100 por ciento; la proporción de obreros asalariados es del 19 por ciento, del 58 y del 91 por ciento respectivamente.
   
*** En el grupo I al 72 por ciento de establecimientos corresponde el 34 por ciento de la producción; en el II, al 18, el 22, y en el III, al 10, por ciento, el 44.
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Grupos de
Prom- en %
Pro- Distribución Cifras absolutas
Esta-
Obre-
Esta- Obre-
Pro- Número de Número de Produc- I.
Que tienen II.
Que tienen III.
Que tienen Total . . . .
6 45 59 254 100 100 100 233/105 1.402/835 357.000 pág. 112
del número total de establecimientos -- el 44 por ciento de la suma global de producción.
   
Esta concentración de los medios de producción en manos de la minoría, concentración ligada a la expropiación de la mayoría (los obreros asalariados), explica precisamente tanto la dependencia de los pequeños productores respecto de los mayoristas (los grandes industriales son en realidad mayoristas), como la opresión del trabajo en esta industria. Vemos, por consiguiente, que la causa de la expropiación del trabajador y de su explotación reside en las propias relaciones de producción.
   
Los socialistas populistas rusos, como es sabido, se atenían a la opinión contraria, y veían la causa de la opresión del trabajo en las industrias de los kustares, no en las relaciones de producción (a las que se consideraba edificadas sobre un principio tal que excluye la explotación), sino fuera de ellas, en la política, precisamente en la política agraria, tributaria, etc. Cabe preguntar: ¿en qué se basaba y se basa la persistencia de esta opinión, que ahora casi ha adquirido ya la solidez de un prejuicio? ¿No será en el hecho de que predominaba otra idea acerca de las relaciones de producción en las industrias de los kustares? Nada de eso. Esa opinion persiste sólo gracias a la ausencia de todo intento de caracterizar exacta y definidamente los datos, las formas verdaderas de la organización económica ; persiste sólo gracias a que no se especifican las relaciones de producción y no se las somete a un análisis particular. En una palabra, persiste sólo porque no se comprende el único método científico de las ciencias sociales, a saber, el método materialista. Ahora se comprenderá, también, el giro de los razonamientos de nuestros viejos socialistas. En cuanto a las industrias de los kustares, atribuyen la causa de la explotación a fenómenos que se encuentran
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fuera de las relaciones de producción; en cuanto al gran capitalismo, al capitalismo fabril, no podían dejar de ver que allí la causa de la explotación reside precisamente en las relaciones de producción. El resultado era una contradicción inconciliable, una incongruencia, resultaba incomprensible de dónde había podido brotar este gran capitalismo, cuando en las relaciones de producción (¡que además no eran analiza das!) de las industrias de kustares no había nada que fuera de naturaleza capitalista. La conclusión surge naturalmente: como no entienden los vínculos que unen la industria de los kustares y la industria capitalista, oponen la primera a la última como la "popular" a la "artificial". Aparece la idea de la contradicción entre el capitalismo y nuestro "régimen popular", idea que ha adquirido una difusión muy amplia y que hace poco todavía le era brindada al público ruso por el señor Nik.-on en una edición corregida y aumentada. Esta idea persiste sólo por inercia, a pesar de toda su monumental falta de lógica: se juzga el capitalismo fabril por lo que éste es en realidad, y la industria de los kustares por lo que ésta "puede ser"; se juzga al primero, por el análisis de las relaciones de producción, y a la segunda, sin intentar examinar por separado las relaciones de producción y llevando directamente el asunto a la esfera de la política. Bastará hacer el análisis de estas relaciones de producción y veremos que el "régimen popular" representa esas mismas relaciones de producción capitalistas, aunque en estado no desarrollado, embrionario; veremos que si se renuncia al ingenuo prejuicio de considerar a todos los kustares iguales entre sí y se expresa con exactitud las diferencias que hay en su seno, resultará que la diferencia entre el "capitalista" de la fábrica y el "kustar" es a veces menor que la que existe entre un "kustar" y otro; veremos que el capitalismo representa, no la antítesis del
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"régimen popular ", sino su continuación directa, más próxima e inmediata, y su desarrollo.
   
Puede ser, por lo demás, que no se encuentre apropiado este ejemplo. Se dirá que en el caso dado es demasiado grande[*] el porcentaje de obreros asalariados. Pero el caso es que aquí son importantes, no las cifras absolutas, ni mucho menos, sino las relaciones que se manifiestan en ellas, relaciones que por su esencia son burguesas y que no dejan de ser tales, ya sea que su carácter burgués se exprese con fuerza o con debilidad.
   
Si se quiere, tomaré otro ejemplo -- intencionadamente, con un débil carácter burgués -- ; tomaré (del libro del señor Isáiev sobre las industrias artesanales de la provincia de Moscú) la alfarería, "una industria puramente doméstica", según las palabras del señor profesor. Esta industria, por supuesto, puede servir de prototipo de las pequeñas industrias campesinas: su técnica es la más simple, sus instrumentos los más insignificantes, y produce utensilios de uso universal y necesario. Pues bien, gracias al censo de alfareros que muestra las mismas peculiaridades que el ejemplo precedente, tenemos la posibilidad de estudiar también la organización económica de esta industria artesanal, sin duda completamente típica para la enorme cantidad de pequeñas industrias "populares" rusas. Dividimos a los kustares en grupos: I) los que tienen de 1 a 3 obreros (se incluyen los familiares y los contratados); II) los que tienen de 4 a 5 obreros; III) los que tienen más de 5 obreros, y hacemos el mismo cálculo:
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Grupos de
Prom- porcentaje
Pro-
Distribución Cifras absolutas
Esta-
Obre-
Esta- Obre-
Total Número de Número de
Total I.
Que tienen II.
Que tienen III.
Que tienen Total . . . .
3,7 49 33 497 100 100 100 121/60 452/149 224.800 pág. 116
   
Es evidente que también en esta pequeña industria -- y ejemplos tales podríamos aducir cuantos se quisieran -- las relaciones son burguesas: vemos la misma diferenciación que surge de la economía mercantil, y además es una diferenciación específicamente capitalista, que lleva a la explotación del trabajo asalariado, explotación que desempeña ya el papel principal en el grupo superior, el cual ha concentrado, con 1/8 de todos los establecimientos y con un 30 por ciento de los obreros, casi 1/3 de toda la producción, con una productividad del trabajo considerablemente superior en comparación con la productividad media. Estas relaciones de producción, ya por sí solas, explican la aparición y el poder de los mayaristas. Vemos cómo en manos de una minoría que posee los establecimientos más importantes y más rentables, y que recibe del trabajo ajeno un ingreso "neto" (en el grupo superior de alfareros, a un establecimiento corresponden 5,5 obreros asalariados) se acumulan "ahorros", mientras que la mayoría se arruina, e inclusive los pequeños patronos (sin hablar ya de los obreros asalariados) no tienen lo indispensable para vivir. Lógica e inevitablemente, los últimos serán avasallados por los primeros, y lo serán de un modo inevitable, como consecuencia precisamente del carácter capitalista de las relaciones de producción existentes. Estas relaciones consisten en que el producto del trabajo social, organizado por la economia mercantil, pasa a manos de particulares y en ellas sirve de instrumento de opresión y esclavización del trabajador, sirve de medio de enriquecimiento personal a expensas de la explotación de la masa. Y no se piense que esta explotación, esta opresión, se expresan más débilmente porque el carácter capitalista de las relaciones está todavía débilmente desarrollado y porque es insignificante la acumulación de capital que acompaña a la ruina de los productores. Todo lo contrario.
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Esto conduce únicamente a formas de explotación más brutales, propias del régimen de servidumbre; conduce a que el capital, como no está todavía en condiciones de subordinar directamente al obrero con la simple compra de su fuerza de trabajo por el valor de ésta, enreda al trabajador en toda una red de exacciones usurarias, lo sujeta a su dominio con procedimientos de kulak, y como resultado lo despoja, no sólo de la plusvalía, sino también de una enorme parte del salario, y además lo desmoraliza privándolo de la posibilidad de cambiar de "patrono", lo ultraja obligándolo a considerar como un favor el hecho de que le "da" (sic!) trabajo. Se comprende que ni un solo obrero consentiría jamás en cambiar su situación por la del kustar "independiente" ruso en la industria "auténtica", "popular". Se comprende también que todas las medidas preferidas por los radicales rusos, o no tocan en absoluto la explotación del trabajador y su esclavización por el capital, resultando ser experimentos aislados (arteles), o empeoran la situación de los trabajadores (inalienabilidad del nadiel*) o, finalmente, depuran, desarrollan y consolidan dichas relaciones capitalistas (mejoramiento de la técnica, el crédito, etc.).
   
Por lo demás, los "amigos del pueblo" nunca podrán concebir que en la pequeña industria campesina, con toda su miseria, con las proporciones relativamente insignificantes de los establecimientos y con la bajísima productividad del trabajo, con la técnica primitiva v el pequeño número de obreros asalariados, haya capitalismo. Ellos no están en modo alguno en condiciones de concebir que el capital es una relación determinada entre los hombres, que sigue siendo tal con un grado mayor o menor de desarrollo de las categorías
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comparadas. Los economistas burgueses nunca han podido comprender esto: siempre impugnaron esta definición del capital. Recuerdo que en Rússkaia Misl uno de ellos, hablando del libro de Zíber (sobre la teoría de Marx), reprodujo esta definición (del capital como relación), puso signos de exclamación y se indignó profundamente.
   
Este es el rasgo más característico de los filósofos burgueses: tomar las categorías del régimen burgués como eternas y naturales. Por eso, también para el capital emplean tales definiciones, por ejemplo, la de que es trabajo acumulado, que sirve para la producción posterior. Es decir, lo definen como una categoría eterna para la sociedad y escamotean de este modo la formación económica especial, históricamente determinada, en la que este "trabajo acumulado", organiza do por la economía mercantil, cae en manos de quien no ha trabajado y sirve para la explotación del trabajo ajeno. Por eso vemos en ellos, en lugar de un análisis y estudio de determinado sistema de relaciones de producción, una serie de trivialidades aplicables a todos los regímenes, mezcladas con dulzonerías sentimentales de moral pequeñoburguesa.
   
Ahora veamos por qué los "amigos del pueblo" llaman "popular" a esta industria, por qué la oponen a la industria capitalista. Sólo porque estos señores son ideólogos de la pequeña burguesía y no están en condiciones de hacerse siquiera a la idea de que estos pequeños productores viven y actúan bajo el sistema de la economía mercantil (razón por la cual yo los llamo pequeños burgueses), y que sus relaciones para con el mercado los escinden necesaria e inevitablemente en burguesía y proletariado. Si intentaran estudiar la organización real de nuestras pequeñas industrias "populares", en lugar de hacer frases sobre lo que "puede" salir de ellas, entonces veríamos si lograrían encontrar en Rusia una rama, por
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poco desarrollada que fuese, de la industria de kustares que no estuviese organizada de una manera capitalista.
   
Y si no éstán de acuerdo en que los caracteres necesarios y adecuados para este concepto son que una minoría monopoliza los medios de producción, despoja de ellos a la mayoría y explota el trabajo asalariado (hablando en términos generales, la apropiación por individuos particulares del producto del trabajo social organizado por la economía mercantil: he aquí en qué consiste la esencia del capitalismo), entonces tómense la molestia de dar "su" definición del capitalismo y "su" historia.
   
En rigor, la organización de nuestras industrias "populares" de los kustares ofrece una magnífica ilustración para la historia general del desarrollo del capitalismo. Esta organización nos demuestra con claridad su aparición, sus embriones, por ejemplo en forma de cooperación simple (grupo superior en la alfarería); nos demuestra además cómo los "ahorros" acumulados en manos de particulares -- merced a la economía mercantil -- se convierten en capital, monopolizando al principio la venta ("mayoristas" y comerciantes) como consecuencia de que sólo los dueños de estos "ahorros" tienen los fondos necesarios para la venta al por mayor, que les permiten esperar hasta que las mercancías son vendidas en los mercados distantes; cómo luego este capital comercial somete a su dominio a la masa de productores y organiza la manufactura capitalista, el sistema capitalista de gran producción basado en el trabajo a domicilio; cómo, por fin, la ampliación del mercado y el aumento de la competencia conducen a la elevación de la técnica, cómo este capital comercial se convierte en industrial y organiza la gran producción maquinizada. Y cuando este capital, después de fortalecerse y de avasallar a millones de trabajadores y a regiones enteras,
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comienza directamente y con toda desenvoltura a presionar sobre el gobierno, convirtiéndolo en lacayo suyo, ¡entonces nuestros ingeniosos "amigos del pueblo" alzan sus clamores hablando de "implantación del capitalismo", de su "creación artificial"!
   
¡Por cierto que se han dado cuenta un poco tarde!
   
Así, pues, el señor Krivenko, con sus frases sobre la industria popular, auténtica, justa, etc., ha intentado lisa y llanamente ocultar el hecho de que nuestras industrias de kustares no son más que capitalismo en diferentes grados de su desarrollo. Con estos procedimientos nos hemos familiarizado ya bastante al leer al señor Iuzhakov, quien en vez de estudiar la reforma campesina empleó frases vacías sobre la finalidad fundamental del famoso manifiesto, etc., en vez de estudiar el sistema de arrendamiento lo llamó popular, en vez de analizar cómo se forma el mercado interior del capitalismo se dedicó a filosofar sobre su ruina indefectible por falta de mercados, y así por el estilo.
   
Para demostrar hasta qué grado deforman los hechos los señores "amigos del pueblo", me detendré aún en otro ejemplo*. Nuestros filósofos subjetivistas nos obsequian tan raramente con referencias exactas de hechos, que sería injusto pasar por alto una de ellas, una de las más exactas que encontramos en ellos, precisamente la referencia que el señor Krivenko (núm. I de 1894) hace de los presupuestos campesinos de la provincia de Vorónezh. Aquí podemos convencer
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nos con claridad con el ejemplo de los datos por ellos elegidos, quiénes tienen una visión más correcta de la realidad, los radicales y "amigos del pueblo" rusos o los socialdemócratas rusos.
   
El estadístico del zemstvo de Vorónezh, señor Scherbina, da como apéndice de su descripción de la explotación agrícola del distrito de Ostrogozhsk 24 presupuestos de familias campesinas típicas, y los analiza en el texto[*].
   
El señor Krivenko reproduce este análisis, sin ver, o mejor dicho, sin querer ver que los métodos seguidos en él son completamente inadecuados para formarse una idea acerca de la economía de nuestros agricultores. El hecho es que estos 24 presupuestos describen familias completamente diferentes -- prósperas, medias y pobres --, cosa que también señala el propio señor Krivenko (pág. 159), pero éste, como el señor Scherbina, opera simplemente con cifras promedio, que agrupan en un mismo montón muy diferentes tipos de familias y de este modo encubre por completo su diferenciación. Y la diferenciación de nuestro pequeño productor es un hecho general y tan importante (hacia el cual desde hace ya mucho tiempo los socialdemócratas llaman la atención de los socialistas rusos. Ver las obras de Plejánov), que aparece con absoluta clariclad inclusive en un número tan reducido de datos como el que ha elegido el señor Krivenko. Al hablar de la actividad agrícola de los campesinos, en lugar de dividir a éstos en categorías según las dimensiones de sus haciendas y
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el tipo de explotación, los divide, como lo hace el señor Scherbina, en categorías jurídicas de campesinos ex siervos de la gleba en tierras del Estado y de los señores feudales, y dirige toda su atención a la mayor prosperidad de los primeros en comparación con los últimos, y pasa por alto que las diferencias que existen entre los campesinos dentro de una misma categoría son mucho mayores que las diferencias entre las categorías[*]. Para demostrar esto divido los 24 presupuestos en 3 grupos: a) coloco aparte a 6 campesinos acomodados; después b) 11 campesinos medios (números 7-10, 16-22 de Scherbina) y c) 7 pobres (números 11-15, 23-24 de los presupuestos en el cuadro de Scherbina). El señor Krivenko dice por ejemplo, que los gastos en una hacienda de campesinos que fueron siervos en tierras del Estado suman 541,3 rublos, y en una de campesinos que fueron siervos de terratenientes suman 417,7 rublos. Pierde aquí de vista que estos gastos no son ni remotamente iguales para los distintos campesinos de una y la misma categoría: entre los antiguos siervos en tierras del Estado hay por ejemplo, campesinos que gastan 84,7 rublos y otros que gastan diez veces más : 887,4 rublos (aun si dejamos a un lado al colono alemán que gasta 1.456,2 rublos). ¿Qué sentido puede tener un promedio obtenido de la suma de tales magnitudes? Si tomamos la división por categorías hecha por mí, tenemos que entre los campesinos acomodados los gastos por cada hacienda equivalen, tér-
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mino medio, a 855,86 rublos, entre los campesinos medios a 471,61 y entre los campesinos pobres a 223,78 rublos[*].
   
La proporción es, aproximadamente: 4:2:1.
   
Prosigamos. El señor Krivenko, siguiendo a Scherbina, da el monto de los gastos para las necesidades personales en las diferentes categorías jurídicas de campesinos: entre los antiguos siervos en tierras del Estado, por ejemplo, los gastos en alimentación vegetal suman al año 13,4 rublos por persona, y entre los antiguos siervos de terratenientes, 12,2. En tanto que según las categorías económicas las cifras dan: a) 17,7; b) 14,5 y c) 13,1. Los gastos por consumo de carne y leche suman -- entre los antiguos siervos de terratenientes -- 5,2 rublos per capita, y entre los antiguos siervos en tierras del Estado, 7,7 rublos. Según las categorías: 11,7; 5,8; 3,6. Es evidente que el cálculo por categorías jurídicas sólo encubre las enormes diferencias existentes, y nada más. Es evidente, por eso mismo, que no sirve para nada. Los ingresos de los campesinos antiguos siervos en tierras del Estado son superiores a los de los antiguos siervos de terratenientes en un 53,7 por ciento -- dice el señor Krivenko --: promedio general, 539 rublos (de 24 presupuestos), y para las dos categorías más de 600 rublos y cerca de 400 rublos respectivamente. Pero si se los clasifica según su situación económica los ingresos son: a) 1.053,2 rublos; b) 473,8 rublos; c) 202,4 rublos; es decir, las oscilaciones son, no de 3:2, sino de 10:2.
   
"El valor de los bienes de las haciendas de los campesinos antiguos siervos en tierras del Estado es de 1.060 rublos, y el de las haciendas de los antiguos siervos de terratenientes es
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de 635 rublos", dice el señor Krivenko. Y por categorías[*]: a) 1.737,91 rublos; b) 786,42 y c) 363,38 rublos; de nuevo las oscilaciones son, no de 3:2, sino de 10:2. Con su división de los "campesinos" en categorías jurídicas, al autor le resultó imposible formarse una idea acertada en cuanto a la economía de estos "campesinos".
   
Si consideramos las haciendas de los diferentes tipos de campesinos por su grado de prosperidad, veremos que las familias acomodadas tienen, término medio, 1.053,2 rublos de ingresos y 855,86 de gastos, es decir, un ingreso neto de 197,34 rublos. Una familia media tiene 473,8 rublos de ingresos y 471,61 de gastos, es decir, un ingreso neto de 2,19 rublos por hacienda (esto sin considerar aún el crédito y los atrasos en el pago de impuestos); evidentemente, apenas si posee lo justo para vivir: de 11 haciendas 5 tienen déficit. El grupo inferior, de campesinos pobres, administra su hacienda sencillamente con pérdidas: con ingresos de 202,4 rublos, los gastos son de 223,78, es decir, un déficit de 21,38 rublos**. Es evidente que si agrupamos estas haciendas y tomamos el promedio general (ingreso neto de 44,11), desfiguramos por completo la realidad. Dejaremos a un lado en ese caso (como lo hizo el señor Krivenko) el hecho de que los 6 campesinos prósperos que obtienen un ingreso neto emplean peones (8 personas), hecho que revela el tipo de su actividad agrícola
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(están en vías de convertirse en agricultores capitalistas), que les produce un ingreso neto y los libra casi por completo de la necesidad de recurrir a "industrias artesanales". Estos propietarios (todos en conjunto) cubren con ayuda,de esas industrias tan sólo el 6,5 por ciento de su presupuesto (412 rublos de 6.319,5); además, esas industrias son -- según una indicación del señor Scherbina -- tales como el "acarreo" o aun el "comercio de ovejas", es decir, que no sólo no atestiguan dependencia, sino que, por el contrario, presuponen la explotación de otros (precisamente en el último de los casos citados, la acumulación de "ahorros" se convierte en capital comercial). Estos campesinos poseen 4 establecimientos industriales, que les producen 320 rublos (5 por ciento) de ingreso*.
   
Otro es el tipo de economía de los campesinos medios: éstos, como hemos visto, apenas si tienen lo justo para vivir. La agricultura no cubre sus necesidades, y el 19 por ciento de sus ingresos los obtienen de las llamadas industrias artesanales. Por el artículo del señor Scherbina sabemos qué clase de industrias son éstas. Se señalan las de 7 campesinos: sólo 2 de ellos ejercen oficios independientes (sastre, y carbonero), los 5 restantes venden su fuerza de trabajo ("se fue de segador", "trabaja en una destilería", "trabaja como jornalero durante la cosecha", "es pastor", "trabajó en la finca local"). Estos ya son mitad campesinos, mitad obreros. Los empleos auxiliares los hacen descuidar su trabajo agrícola, con lo que arrastran su hacienda definitivamente a la ruina.
   
Por lo que se refiere a los campesinos pobres, realizan la agricultura sencillamente con pérdidas; aumenta todavía más la importancia de las "industrias artesanales" en su presupues-
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to (producen el 24 por ciento de los ingresos), y estas industrias (excepto en el caso de un campesino) se reducen casi por completo a la venta de la fuerza de trabajo. En el caso de dos de ellos predominan esas "industrias" (trabajo de peones, que les proporciona los 2/3 de sus ingresos).
   
De aquí resulta claro que estamos en presencia de pequeños productores en proceso de completa diferenciación, cuyos grupos superiores pasan a la burguesía y los inferiores, al proletariado. Se comprende que si tomamos los promedios generales, no veremos nada de esto y no tendremos idea alguna de la economía del campo.
   
Sólo el hecho de operar con estos promedios ficticios ha permitido al autor semejante procedimiento. Para determinar la ubicación de estas haciendas típicas dentro del tipo general de la explotación agrícola de dicho distrito, el señor Scherbina agrupa a los campesinos según el tamaño de sus nadiel, y resulta que el grado de prosperidad (término medio) de las 24 haciendas escogidas, es superior aproximadamente en 1/3 a la hacienda tipo del distrito. Este cálculo no puede ser aceptado como satisfactorio, tanto porque entre las 24 haciendas se observan enormes diferencias, como porque el agrupamiento según la superficie de sus tierras de nadiel encubre la diferenciación de los campesinos: la tesis del autor, de que "las tierras de nadiel constituyen la causa fundamental de la prosperidad" del campesino, es completamer�te errónea. Todos saben que la distribución "igualitaria" de la tierra dentro de la comunidad no impide en absoluto a los miembros de ella que carecen de caballos abandc nar la tierra, entregarla en arriendo, irse a otros lugares en busca de trabajo y convertirse en proletarios, y a otros que tienen muchos caballos obtener en arriendo grandes cantidades de tierra y hacerse de una gran hacienda, una hacienda rentable. Si
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tomamos, por ejemplo, nuestros 24 presupuestos, veremos que un campesino rico, que posee 6 desiatinas de tierra de nadiel obtiene ingresos por un total de 758,5 rublos; un campesino medio, con 7,1 desiatinas, 391,5 rublos, y uno pobre, con 6,9 desiatinas, 109,5 rublos. En general, hemos visto que la proporción de los ingresos en los diferentes grupos equivale a 4:2:1, mientras que la proporción de tierra de nadiel es: 22,1:9,2:8,5 = 2,6:1,08:1. Esto es perfectamente comprensible, porque vemos, por ejemplo, que los campesinos acomodados, que poseen término medio 22,I desiatinas de tierra de nadiel por familia, toman aun en arriendo 8,8 desiatinas cada uno, mientras que los campesinos medios, que tienen menos tierra de nadiel (9,2 desiatinas), toman en arriendo menos tierra -- 7,7 desiatinas -- y los campesinos pobres, con menos tierra de nadiel (8,5 desiatinas), toman en arriendo no más de 2,8 desiatinas*. Por eso cuando el señor Krivenko afirma: "Desgraciadamente, los datos aportados por el señor Scherbina no pueden servir de medida exacta del estado general de cosas, no sólo en la provincia, sino inclusive en el distrito", lo único que cabe replicar es que no pueden servir de medida sólo cuando se recurre al falso método de calcular con promedios generales (método al que no debió recurrir el señor Krivenko), pero hablando en general, los datos del señor Scherbina son tan amplios y valiosos, que dan la posibilidad de extraer conclusiones justas, y si el señor Krivenko no ha procedido así, de nada hay que culpar al señor Scherbina.
   
Este último, por ejemplo, en la pág. 197, agrupa a los campesinos, no según la tierra de nadiel, sino según los animales
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de labor, es decir, un agrupamiento de acuerdo con el índice económico y no con el índice jurídico, y esto nos permite afir mar que las relaciones entre las diferentes categorías de las 24 haciendas típicas son completamente idénticas a las rela ciones de los diferentes grupos económicos para todo el distrito.
   
Este agrupamiento es el siguiente[*]: [Véase el cuadro en la pág. 129. (N. de la Red.)]
   
No cabe duda alguna de que los promedios generales de las 24 haciendas típicas están por encima del tipo de economía campesina común al distrito. Pero si en lugar de estos promedios ficticios tomamos las categorías económicas, tendremos posibilidad de establecer una comparación.
   
Vemos que los peones de las haciendas típicas están en condiciones un tanto inferiores a las de los campesinos sin animales de labor, pero se asemejan mucho a ellos. Los campesinos pobres se asemejan mucho a los que tienen un animal de laboreo (si tienen 0,2 menos de ganado: los campesinos pobres tienen 2,8 y los campesinos con un solo caballo 3; en cambio, tienen algo más de tierra, contando toda, la de nadiel y la arrendada: 12,6 desiatinas contra 10,7). Los campesinos medios se encuentran en condiciones apenas superiores a los campesinos con 2 ó 3 animales de laboreo (tienen algo más de ganado y algo menos de tierra), y los campesinos acomodados se asemejan a los que tienen 4 y más bestias de laboreo siendo sus condiciones algo inferiores a las de ellos. Tenemos por lo tanto derecho a extraer la conclusión de que en total en el distrito no menos de 0,1 de los campesinos realizan
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Grupos de Numero Por familia
Fami- Porcentaje de familias Campesi- Por- Cabe- Tierra Con Con Sin
Sin
Que no Sin De Arren- I. Sin animales II. Con 1 animal III. Con 2 ó 3 IV. Con 4 ó más Total . . . . . . .
33.581 100,0 4,4 11,2 2,5 6,7 5,7 10,0 3,0 6,3 11,9 23,4 | campesinos 2,8 8,7 3,9 5,6 < campesinos 8,1 9,2 7,7 8,3 | campesinos 13,5 22,1 8,8 7,8 Total . . . . . . 7,2 12,2 6,6 7,3**
* Se ha excluido del groupo de los campesinos pobres dos peones rural números 14 y 15 de los presu- pág. 130
una explotación agrícola regular y rentable, y no necesitan buscar trabajos auxiliares. (Es importante señalar que estos ingresos se traducen en dinero y, por consiguiente, presuponen una agricultura de carácter mercantil.) La explolación agrícola la realizan, en grado considerable, con la ayuda de trabajadores asalariados: no menos de 1/4 de estas familias tienen peones permanentes, y se desconoce el número de las que además emplean trabajadores temporarios Además, en el distrito más de la mitad de los campesinos son pobres
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(hasta 0,6 no tienen caballo o tienen uno solo, 26% + 31,3% = 57,3%), que trabajan la tierra con pérdidas y, por consiguiente, se arruinan, viéndose sometidos a una expropiación constante e inexorable. Se ven precisados a vender su fuerza de trabajo, y cerca de 1/4 de los campesinos vive ya en mucho mayor proporción del trabajo asalariado que de la agricultura. El resto son campesinos medios, que de una u otra forma trabajan la tierra con déficit constante, tienen que buscar ingresos complementarios y por consiguiente no tienen ningún tipo de estabilidad económica.
pág. 132
   
Me he detenido deliberadamente, con tanto detalle, en estos datos para demostrar hasta qué punto tergiversa la realidad el señor Krivenko. Sin pensarlo mucho, toma promedios generales y opera con ellos: lógicamente, el resultado no es siquiera una ficción, sino una falsedad incuestionable. Hemos visto, por ejemplo, que los ingresos netos (+197,34) de un campesino acomodado (de los presupuestos típicos) cubren los déficit de nueve familias de campesinos pobres (-21,38 x 9 = -192,42), de modo que el 10 por ciento de los campesinos ricos en el distrito no sólo cubrirían los déficits del 57 por ciento de los campesinos pobres, sino que da-
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rían cierto excedente. Y el señor Krivenko, que obtiene del presupuesto promedio de 24 haciendas un excedente de 44,14 rublos (y sin crédito y atrasos, 15,97 rublos), habla sólo por eso de la "declinación" de los campesinos medios y de los que viven en peores condiciones que éstos. Pero en realidad tal vez se pueda hablar de declinación, sólo en relación con el campesino medio[*], pues en lo que se refiere a la masa de campesinos pobres observamos ya una expropiación directa, acompañada además por la concentración de los medios de producción en manos de una minoría que posee haciendas relativamente grandes y sólidas.
   
El desconocimiento de esta última circunstancia ha impedido al autor advertir otro rasgo, muy interesante, de los citados presupuestos: éstos demuestran igualmente que la diferenciación de los campesinos crea el mercado interior. Por una parte, al pasar del grupo superior al inferior aumenta la importancia de los ingresos provenientes de las industrias artesanales (6,5, 18,8, 23,6 por ciento del total del presupuesto entre los campesinos acomodados, medios y pobres respectivamente), es decir, principalmente de la venta de fuerza de trabajo. Por otra parte, al pasar de los grupos inferiores a los superiores aumenta el carácter mercantil (más aún: burgués, como hemos visto) de la agricultura, aumenta la proporción de cereal que va al mercado: ingresos de la agricultura por categorías de todos los campesinos:
a)
3.861,7 ; b)
3.163,8 ; c)
689,9 . El denominador indica 1.774,4 899,9 175,25 pág. 134
la parte monetaria de los ingresos*, que constituye el 45,9, el 28,3, el 25,4 por ciento de la categoría superior a la inferior.
   
Una vez más vemos aquí con toda evidencia cómo los medios de producción, de los cuales son privados los campesinos expropiados, se convierten en capital.
   
Se comprende que el señor Krivenko no podía extraer conclusiones acertadas del material así utilizado, o, por mejor decir, mutilado. Después de describir, de acuerdo con lo que informó un campesino de Nizhni-Nóvgorod, compañero suyo de viaje en el vagón del ferrocarril, el carácter monetario de la economía campesina de aquellos lugares, se ve obligado a llegar a la justa conclusión de que precisamente esa circunstancia, la de la economía mercantil, "prepara" "aptitudes especiales", engendra una preocupación: "segarlo (al heno) lo más barato posible", "venderlo lo más caro posible" (pág. 156)**. Esto sirve de "escuela" "que despierta
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[¡es cierto!] y perfecciona la capacidad comercial". "Se descubren talentos de los que salen los Kolupáiev, Derúnov y otras sanguijuelas[*], y los tontos e ingenuos quedan atrás, se empobrecen, se arruinan y se convierten en peones rurales" (pág. 156).
   
Los datos referentes a una provincia agrícola (la de Vorónezh), que se encuentra en condiciones completamente distintas, conducen a las mismas conclusiones. Se diría que la cosa es bastante clara: aparece ante nosotros con nitidez el sistema de la economía mercantil, como fondo principal de la del país en general y de los "campesinos" "de las comunidades" en particular; aparece también el hecho de que la economía mercantil, y precisamente ella, divide al "pueblo" y a los "campesinos" en proletariado (se arruinan, se convierten en peones rurales) y burguesía (sanguijuelas), es decir, se con vierte en economía capitalista. ¡Pero los "amigos del pueblo" nunca se deciden a mirar la realidad cara a cara y llamar a las cosas por su nómbre (seria demasiado "cruel")! El señor Krivenko razona:
   
"Algunos encuentran este orden de cosas muy natural [habria que añadir: consecuencia muy natural del carácter capitalista de las relaciones de producción. Esa sería entonces una descripción exacta de las opiniones de "algunas personas", y no habría sido posible para él deshacerse de esas opiniones con frases vacías y se habría obligado a tratar el asunto a fondo. Cuando el autor no se planteó como objetivo
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especial la lucha contra esas "algunas personas", él mismo debió reconocer que la economía monetaria es precisamente la "escuela" de la que salen sanguijuelas "de talento" y peones "simplotes"] y ven en él la misión ineludible del capitalismo. [¡Es claro! Considerar que es preciso sostener la lucha precisamente contra esa "escuela" y contra las "sanguijuelas" que mandan en ella junto con sus lacayos administrativos e intelectuales, significa considerar al capitalismo como ineludible. En cambio, dejar intacta la "escuela" capitalista con las sanguijuelas y querer eliminar sus efectos capitalistas con medidas liberales que se quedan a mitad de camino, ¡significa ser un verdadero "amigo del pueblo"!] Nosotros estimamos esto en forma un tanto distinta. Es indudable que el capitalismo desempeña aquí un papel importante, cosa que señalamos más arriba [se trata precisamente de la alusión a la escuela de sanguijuelas y peones]; pero no se puede decir que su papel sea tan universal y decisivo, que en los cambios que se operan en la economía nacional no haya otros factores y que en el futuro no exista otra salida" (pág. 160).
   
¡Obsérvese! En lugar de una caracterización exacta y directa del régimen actual, en lugar de una respuesta precisa a la pregunta de por qué los campesinos se dividen en sanguijuelas y peones, el señor Krivenko sale del paso con frases que nada dicen. "No se puede decir que el papel del capitalismo sea decisivo". Ese es precisamente el problema: el de si se puede decir o no tal cosa.
   
Para defender su opinión, habría debido señalar qué otras causas "deciden" el asunto, qué otra "salida" puede haber además de la que indican los socialdemócratas: la lucha de
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clases del proletariado contra las sanguijuelas[*]. Sin embargo, no se hace indicación alguna. Por lo demás, ¿tal vez el autor toma como una indicación lo que va a renglón seguido? Por divertido que sea, de los "amigos del pueblo" se puede esperar cualquier cosa.
   
"Decaen, como hemos visto, ante todo las haciendas débiles con poca tierra": por ejemplo, con menos de 5 desiatinas de tierra de nadiel. "Pero las haciendas típicas de campesinos que fueron siervos en dominios del Estado, con 15,7 desiatinas de tierra de nadiel, se distinguen por su estabilidad [. . .] Por cierto que para obtener semejante ingreso (en limpio, 80 rublos), toman todavía en arriendo hasta 5 desiatinas, pero esto sólo demuestra cuánto necesitan."
   
¿A qué se reduce, pues, esta "enmienda", que vincula al capitalismo con la famosa "escasez de tierras"? Se reduce a que al que Liene poco se lo priva de ese poco, y los que tienen mucho (15,7 desiatinas cada uno) adquieren todavía más**. ¡¡Esto es una simple paráfrasis de la tesis según la cual unos se arruinan y otros se enriquecen!! Hora es de abandonar esas frases vacias sobre la escasez de tierras, que nada explican (ya que a los campesinos no se les da gratis las tierras de nadiel, sino que se les vende), y sólo describen el proceso, y además con inexactitud, puesto que hay que hablar, no sólo
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de la tierra sino de los medios de producción en general, y no de que los campesinos tienen "pocos" medios de producción, sino de que son despojados de ellos, son expropiados por el capitalismo en ascenso. "No queremos decir de ninguna manera -- afirma como conclusión de su filosófica exposición el señor Krivenko -- que la agricultura debe y puede, en todas las condiciones, seguir siendo 'natural' y estar aislada de la industria de trasformación [¡Otra vez frases! ¿Pero no se ha visto obligado hace un momento a reconocer la existencia actual de la escuela de la economía monetaria, que presupone el intercambio, y, por consiguiente, la separación de la agricultura de la industria de trasformación? ¿Para qué venir de nuevo con ese galimatías de lo posible y lo debido?], sino que sólo decimos que crear una industria artificialmente aislada es algo irracional [es interesante saber si están "aisladas" las industrias de Kimri y Pávlovo y quién, cómo y cuándo las ha "creado artificialmente"] y que el hecho de que el trabajador se vea privado de la tierra y de los instrumentos de producción sucede bajo la influencia, no sólo del capitalismo, sino también de otros factores, que lo han precedido y que contribuyeron a su acción."
   
Aquí, por lo visto, estamos de nuevo ante el profundo pensamiento de que si el trabajador es privado de la tierra, que pasa a manos de las sanguijuelas, ello ocurre porque el primero tiene "poca" tierra y el segundo "mucha".
   
¡Y semejante filosofía acusa a los socialdemócratas de "estrechez" porque ven la causa decisiva en el capitalismo! . . . Me he detenido una vez más con tanto detalle en la diferenciación de los campesinos y los kustares, precisamente porque era necesario aclarar de manera diáfana cómo ven la cuestión los socialdemócratas y cómo la explican. Era necesario demostrar que los mismos hechos que para el sociólogo sub-
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jetivista significan que los campesinos "se han empobrecido" y los "cazadores" y "sanguijuelas" "se han apropiado las ganancias en su beneficio", desde el punto de vista del materialista significan la diferenciación burguesa de los productores de mercancías, que surge inevitablemente de la propia economía mercantil. Era necesario demostrar en qué hechos se basa la tesis (que aparece más arriba, en la primera parte[*]) según la cual la lucha entre los poseedores y los desposeídos se desarrolla en Rusia en todas partes, no sólo en fábricas y talleres, sino también en la aldehuela más recóndita y en to das partes es la lucha de la burguesía y el proletariado, burguesía y proletariado que se forman sobre la base de la economía mercantil. La diferenciación, el proceso por el cual nuestros campesinos y kustares dejan de ser tales, que se puede describir con exactitud gracias a un material tan excelente como la estadística de los zemstvos, aporta la prueba efectiva de la exactitud de la interpretación socialdemócrata de la realidad rusa, según la cual el campesino y el kustar son pequeños productores en el sentido "categórico" de esta palabra, es decir, pequeños burgueses. Esta tesis puede ser considerada el punto central de la teoría del SOCIALISMO OBRERO con relación al viejo socialismo campesino, que no comprendía ni el estado de economía mercantil en que vive este pequeño productor, ni su diferenciación capitalista debida a dicho estado. Por eso, el que quiera criticar con seriedad el socialdemocratismo deberá concentrar su argumentación precisamente en esto, demostrar que Rusia, desde el punto de vista de la economía política, no representa un sistema de economía mercantil, que la diferenciación de los campesinos no se produce sobre esta base, que la expropiación de la masa
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de la población y la explotación del trabajador puede ser explicada por otra razón cualquiera y no por la organización burguesa, capitalista de nuestra economía social (incluida la economía campesina).
   
¡Inténtenlo, señores!
   
Hay, además, otra razón por la cual para ilustrar la teoría socialdemócrata, preferí precisamente los datos de la economía campesina y de los kustares. Me apartaría del método materialista si al criticar los puntos de vista de los "amigos del pueblo", me limitase a comparar sus ideas con las marxistas. Es necesario explicar además las ideas "populistas", demostrar su base MATERIAL en nuestras actuales relaciones económicosociales. Los cuadros estadísticos y los ejemplos de la economía de nuestros campesinos y kustares demuestran qué es este "campesino", del cual los "amigos del pueblo" quieren ser los ideólogos. Esos datos y ejemplos demuestran el carácter burgués de nuestra economía rural y confirman así hasta qué punto es justo clasificar a los "amigos del pueblo" entre los ideólogos de la pequeña burguesía. Más aún: demuestran que entre las ideas y los programas de nuestros radicales y los intereses de la pequeña burguesía existe la ligazón más estrecha. Esta ligazón, que se hará aún más clara después de examinar sus programas en detalle, es la que nos explica la difusión tan amplia que han logrado en nuestra "sociedad" esas ideas radicales; explica también, perfectamente, el servilismo político de los "amigos del pueblo" y su predisposición a la conciliación.
   
Existía, por último, otra razón para que nos detuviéramos con tanto detalle precisamente en aquellos aspectos de la economía de nuestra vida social en los cuales el capitalismo está menos desarrollado y de donde por lo común extraen los populistas el material para sus teorías. Con el estudio y
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la descripción de esos aspectos económicos era más fácil contestar a fondo a una de las objeciones más difundidas contra la socialdemocracia, que circu!an entre nuestro público. A partir de la idea corriente sobre la contradicción entre el capitalismo y el "régimen popular", y viendo que los socialdemócratas consideran el gran capitalismo como un fenómeno progresista, y que quieren precisamente apoyarse en él para la lucha contra el rapaz régimen moderno, nuestros radicales, sin más reflexiones, acusan a los socialdemócratas de desconocer los intereses de las masas de la población campesina, de querer "cocinar a todos los mujiks en la olla de la fábrica", etc.
   
Todos estos razonamientos se basan en el método, tremendamente ilógico y extraño, de juzgar al capitalismo por lo que es en realidad, pero al campo por lo que "podría ser". Se comprende que la mejor respuesta es mostrarles el campo real, su economía real.
   
Todo el que examine imparcial, científicamente esta economía, deberá reconocer que la Rusia rural es un sistema de mercados pequeños y dispersos (o de pequeñas secciones de un mercado central), que rige la vida económicosocial de diferentes y pequeñas zonas. Y en cada una de estas zonas vemos todos los fenómenos que, en general, son propios de la organización económicosocial cuyo regulador es el mercado: la diferenciación de los, productores directos -- otrora iguales, patriarcales -- en ricos y pobres; el surgimiento del capital, especialmente del capital comercial, que envuelve en sus redes al trabajador, chupándole la sangre. Cuando se compara la descripción que nuestros radicales hacen de la economía de los campesinos con datos exactos, de primera fuente, acerca de la vida económica del campo, asombra que el sistema de concepciones que criticamos no mencione la masa de peque-
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ños mercaderes que pululan en cada uno de estos mercados, la masa de todos esos mercachifles y buhoneros, o como los llamen los campesinos en las diferentes localidades, toda esa masa de pequeños explotadores que dominan los mercados y oprimen sin piedad al trabajador. De ordinario se los deja sencillamente a un lado: "éstos -- se dice -- no son ya campesinos, sino mercaderes". Sí, tienen ustedes completa razón: éstos "no son ya campesinos". Pero intenten separar en un grupo especial a todos estos "mercaderes", es decir, hablando con el lenguaje preciso de la economía política, a todos los que explotan una empresa comercial y que, aunque sólo sea en parte, se apropian de trabajo ajeno; traten de expresar con cifras exactas la fuerza económica de este grupo y su papel en toda la economía de la zona; traten después de considerar como un grupo opuesto a todos aquellos que "tampoco son ya campesinos" porque llevan al mercado su fuerza de trabajo, porque trabajan, no para sí, sino para otro, procuren llenar todas estas exigencias elementales de un estudio imparcial y serio, y obtendrán un cuadro tan claro de La diferenciación burguesa, que sólo quedará el recuerdo del mito sobre el "régimen popular". Esta masa de pequeños explotadores rurales es una fuerza temible, en especial porque oprime al trabajador que se encuentra solo y aislado, porque lo amarra a su yugo y lo priva de toda esperanza de liberación; temible porque esta explotación, dada la barbarie de la vida rural, debida a la baja productividad del trabajo, característica del régimen descrito, y a la falta de comunicaciones, representa no sólo robo de trabajo sino además el ultraje asiático de la dignidad humana, que constantemente observamos en el campo. Si se compara esta aldea real con nuestro capitalismo, se comprenderá por qué los socialdemócratas consideran progresista el papel de nuestro capitalismo, cuando éste concentra esos
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pequeños mercados dispersos en un mercado que abarca a toda Rusia, cuando crea en lugar de la infinidad de pequeñas sanguijuelas bien intencionadas, un puñado de grandes "pilares de la patria"; cuando socializa el trabajo y eleva su productividad, cuando rompe esta subordinación del trabajador a los chupasangres locales y lo subordina al gran capital. Esta subordinación es progresista en comparación con aquélla -- a pesar de todos los horrores de la opresión del trabajo, de la agonía lenta, del embrutecimiento, de la mutilación de las mujeres y los niños, etc. -- porque DESPIERTA EL PENSAMIENTO DEL OBRERO, convierte el descontento sordo y vago en protesta conciente, convierte el motín aislado, pequeño, ciego, en una lucha organizada de clases por la liberación de todo el pueblo trabajador, lucha que extrae su fuerza de las propias condiciones de existencia de este gran capitalismo y por ello puede contar indudablemente con un EXITO SEGURO.
   
En respuesta a la acusación de ignorar a las masas campesinas, los socialdemócratas pueden con pleno derecho trascribir las palabras de Carlos Marx:
   
"La crítica ha arrancado de las cadenas las flores imaginarias que las adornaban, no para que la humanidad siga llevando esas cadenas despojadas de toda ilusión y alegría, sino para que arroje las cadenas y se apodere de la flor viva."[38]
   
Los socialdemócratas rusos arrancan de nuestro campo las flores imaginarias que lo adornan, luchan contra las idealizaciones y las fantasías, realizan la labor destructiva por la cual tanto los odian los "amigos del pueblo", y hacen esto, no para que la masa de los campesinos permanezca en el estado de opresión actual, de agonía lenta y esclavización, sino para que el proletariado comprenda cuáles son las cadenas
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que aherrojan por todas partes al trabajador, para que comprenda cómo se forjan estas cadenas y sepa alzarse contra ellas, a fin de arrojarlas y poder alcanzar la verdadera flor.
   
Cuando llevan esta idea a aquellos representantes de la clase trabajadora que por su situacion son los únicos capaces de adquirir conciencia de clase e iniciar la lucha de clases, los acusan del deseo de cocinar al mujik en la olla de la fábrica.
   
¿Y quién acusa?
   
¡Gente que cifra sus esperanzas respecto de la ]iberación del trabajador en el "gobierno" y en la "sociedad", es decir, en los órganos de esa misma burguesía que ha aherrojado por todas partes a los trabajadores!
   
¡Y semejantes gusanos se atreven a habtar de la falta de ideales de los socialdemócratas!
   
Pasemos al programa político de los "amigos del pueblo", de cuyas concepciones teóricas nos parece que ya nos hemos ocupado demasiado. ¿Con qué medidas quieren "apagar el incendio"? ¿Dónde ven ellos la salida, qae, a su decir, ha sido indicada erróneamente por los socialdemócratas?
   
"Reorganización del Banco campesino -- dice el señor Iuzhakov en el artículo El ministerio de Agricultura (núm. 10 de Rússkoie Bogatstvo ) --, fundación de un departamento de colonización, reglamentación del régimen de arrendamiento de las tierras del Estado en interés de la economía del pueblo [. . .] estudio y regularización del problema de los arrendamientos: tal es el programa de restauración de la economía del pueblo y de su preservación contra la violencia [sic!] económica por parte de la naciente plutocracia." Y en el artículo Problemas del desarrollo económico este programa
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de "restauración de la economía del pueblo" se completa con los siguientes "pasos primeros, pero necesarios": "eliminación de los obstáculos de toda clase que actualmente traban la comunidad rural; liberación de ésta del régimen de tutela, paso al laboreo en común de la tierra (socialización de la agricultura) y desarrollo de la elaboración por la comunidad de la materia prima obtenida de la tierra". Y los señores Krivenko y Kárischev añaden: "crédito barato, forma de artel de la explotación agrícola, mercado seguro, posibilidad de prescindir del beneficio de empresario [sobre esto se habla de manera especial más adelante], invención de motores más baratos y de otras mejoras técnicas"; finalmente, "museos, almacenes, agencias de comisionistas".
   
Examínese este programa y se verá que estos señores se ubican plena y enteramente en el terreno de la sociedad moderna (es decir, en el sistema capitalista, sin darse cuenta) y quieren salir del paso con remiendos y zurcidos, sin comprender que todos sus progresos -- crédito barato, mejoras de la técnica, bancos, etc. -- sólo servirán para fortalecer y desarrollar la burguesía.
   
Nik.-on tiene completa razón, por supuesto -- y ésta es una de sus tesis más valiosas, contra la cual no podían dejar de protestar los "amigos del pueblo" --, al decir que de nada sirve ninguna reforma hecha sobre la base del régimen actual, que el crédito y la colonización y las reformas tributarias y el páso de toda la tierra a manos de los campesinos no modificarán nada de modo esencial, sino que, por el contrario, fortalecerán y desarrollarán la economía capitalista, que en la actualidad está constreñida por una "tutela" excesiva, por la supervivencia del régimen de servidumbre, por la sujeción de los campesinos a la tierra, etc. Los economistas que desean
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un extensivo desarrollo del crédito -- dice --, como el príncipe Vasílchikov (por sus ideas un indudable "amigo del pueblo"), quieren lo mismo que los economistas "liberales", es decir, burgueses, "tienden al desarrollo y afianzamiento de las relaciones capitalistas". No comprenden el carácter antagónico de nuestras relaciones de producción (en el "campesinado" lo mismo que en los otros estamentos), y en lugar de procurar que este antagonismo salga a la luz, en lugar de adherir francamente a los que son esclavizados en virtud de este antagonismo y tratar de ayudarlos a alzarse a la lucha, sueñan con frenar la lucha a través de medidas satisfactorias para todos, medidas que se proponen la conciliación y la unificación. Se comprende cuál puede ser el resultado de todas estas medidas: basta recordar los ejemplos de diferenciación arriba citados, para persuadirse de que todos estos créditos*, mejoras, bancos y demás "progresos" sólo podrán ser aprovechados por quien tiene determinados "ahorros" porque tienen una hacienda bien organizada y sólida, es decir, el representante de una insignificante minoría, de la pequeña burguesía. Y por mucho que se reorganice el Banco campesino y otras instituciones semejantes, no se modificará en nada el hecho básico y fundamental de que la masa de la población ha sido y continúa siendo expropiada, sin tener medios ni siquiera para alimentarse, y mucho menos para llevar una hacienda bien organizada.
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Lo mismo hay que decir del "artel", del "laboreo en común de la tierra". El señor Iuzhakov llama a este último "socialización de la agricultura". Por cierto que no deja de ser curioso, porque la socialización requiere la organización de la producción en una escala más amplia que la de una aldehuela cualquiera, y porque para ello es necesario expropiar a las "sanguijuelas" que han monopolizado los medios de producción y dirigen la actual economía social rusa. Y esto requiere lucha, lucha y lucha, y no una mezquina moral filistea.
   
Y por eso semejantes medidas se convierten en sus manos en timoratas semimedidas, de tipo liberal, que sólo subsisten gracias a la generosidad de los burgueses filantrópicos y que, por apartar a los explotados de la lucha, traen mucho más daño que ventaja de ese posible mejoramiento de la situación de unos pocos, mejoramiento que sólo puede ser insignificante e inestable sobre la base general de las relaciones capitalistas. La siguiente afirmación del señor Krivenko muestra hasta qué grado monstruoso llega en estos señores el escamoteo del antagonismo existente en la vida rusa, escamoteo hecho, es claro, con las mejores intenciones para hacer cesar la lucha actual, es decir, con el tipo de intenciones con que está empedrado el camino del infierno:
   
"La intelectualidad dirige las empresas de los fabricantes y puede dirigir la industria popular."
   
Toda su filosofía se reduce a una quejosa cantinela en torno del tema de que hay lucha y explotación, pero "podría" también no haberla, si . . . , si no hubiese explotadores. En efecto, ¿qué ha querido decir el autor con su absurda frase? ¿Se puede acaso negar que las universidades rusas y otros centros de enseñanza dan cada año una "intelectualidad"(??) que busca únicamente quien le dé el pan de cada día? ¿Se puede acaso negar que sólo la minoría burguesa posee en la actua-
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lidad, en Rusia, los medios necesarios para el mantenimiento de esta "intelectualidad"? ¿Puede acaso desaparecer la intelectualidad burguesa en Rusia porque los "amigos del pueblo" digan que "podría" servir a otro dueño que no fuese la burguesía? Sí, "podría", si no fuese una intelectualidad burguesa. ¡"Podría" no ser burguesa "si" no hubiese en Rusia burguesía y capitalismo! ¡Y hay gente que se pasa la vida repitiendo nada más que estos "si"! Por lo demás, estos señores no sólo se niegan a dar una importancia decisiva al capitalismo sino que en general no quieren ver nada malo en él. Si se eliminaran ciertos "defectos", entonces tal vez se acomodarían no tan mal dentro del capitalismo. Véase si no esta declaración del señor Krivenko:
   
"La producción capitalista y la capitalización de las pequeñas industrias artesanales no son en modo alguno puertas a través de las cuales la industria manufacturera puede tan sólo alejarse del pueblo. Naturalmente, puede alejarse de él, pero también puede entrar en la vida popular y acercarse a la agricultura y a la industria extractiva. Para ello son posibles unas cuantas combinaciones, y pueden servir a este fin tanto otras como estas mismas puertas" (161). El señor Krivenko reúne ciertas cualidades muy buenas, en comparación con el señor Mijailovski. Por ejemplo, franqueza y rectitud. Donde el señor Mijailovski habría escrito páginas enteras de frases pulidas y vivaces, dando vueltas alrededor del tema, sin tocarloj el positivo y práctico señor Krivenko no se anda con rodeos, y sin escrúpulos de conciencia vuelca ante el lector todos los absurdos de sus puntos de vista, sin dejar uno. Resulta pues, que "el capitalismo puede entrar en la vida popular". ¡Es decir, el capitalismo es posible sin separar al trabajador de los medios de producción! Ciertamente, esto
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es admirable; ahora, por lo menos, tenemos una idea clarísima de lo que quieren los "amigos del pueblo". Quieren economía mercantil sin capitalismo, capitalismo sin expropiación y sin explotación, con sólo pequeña burguesía que vegete pacíficamente bajo la protección de terratenientes humanitarios y administradores liberales. Y con aire serio de funcionarios de departamento que tienen la intención de colmar de beneficios a Rusia, se ponen a inventar sistemas bajo los cuales los lobos se hartarán y las ovejas permanecerán incólumes. Para hacernos una idea del carácter de estos sistemas debemos remitirnos al artículo de este mismo autor publicado en el núm. 12 (Los francotiradores de la cultura ): "La forma de artel y estatal de industria -- razona el señor Krivenko, imaginándose por lo visto que ya lo "han llamado" "a resolver los problemas económicos prácticos" -- no representa en modo alguno todas las posibilidades que caben en este caso. Es posible, por ejemplo, el siguiente sistema." Y refiere a renglón seguido cómo llegó a la Redacción de Rússkoie Bogatstvo un perito con un proyecto para la explotación técnica de la región del Don por una sociedad anónima de pequeñas acciones (no mayores de 100 rublos). Al autor del proyecto se le propuso modificarlo, más o menos así: "las acciones debían pertenecer, no a particulares, sino a las comunidades rurales; además, la parte de la población que entrase a trabajar en las empresas recibiría el salario corriente y las comunidades rurales le asegurarían la ligazón con la tierra".
   
¡Qué genio administrativo! ¿No es cierto? ¡Con qué conmovedora sencillez y facilidad se introduce el capitalismo en la vida popular y se eliminan todos sus perniciosos atributos! Lo único que hace falta es ordenar las cosas de manera que por intermedio de la comunidad los ricachos rurales
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compren acciones* y obtengan dividendos de la empresa en la que trabajaría "parte de la población" a la cual se le asegura la ligazón con la tierra, una "ligazón" tal, que no ofrece la posibilidad de vivir de esta tierra (si no, ¿quién iría a trabajar por "el salario corriente"?) pero que es suficiente para sujetar al hombre a su localidad, esclavizarlo precisamente en la empresa capitalista local y privarlo de la posibilidad de cambiar de patrono. Hablo de patrono, de capitalista, con pleno derecho, porque quien paga al trabajador el salario no puede ser llamado de otro modo.
   
Es posible que el lector se queje ya de mí por detenerme tanto en un dislate semejante, que sin duda no merece atención. Pero permítaseme decir que aunque estos sea un disparate, es sin embargo un disparate cuyo estudio resulta útil y necesario porque refleja las relaciones económicosociales que existen en realidad en Rusia, y debido a ello es una de las ideas sociales difundidísimas en nuestro país
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que los socialdemócratas todavía deberán tener en cuenta durante mucho tiempo. La cuestión está en que el paso del régimen de servidumbre, el paso del modo feudal de producción al modo capitalista en Rusia creó y en parte crea todavía, una situación tal del trabajador que el campesino, al no estar en condiciones de vivir de la tierra y sostener con los productos obtenidos de ella las cargas a que lo somete el terrateniente (y sobre el campesino aún hoy pesan estas cargas ), se vio obligado a buscar "ingresos adicionales", que al principio, en los buenos tiempos viejos tenían la forma de una ocupación independiente (por ejemplo, de acarreo), o de un trabajo no independiente, pero más o menos bien pagado, debido al desarrollo extraordinariamente débil de este tipo de trabajos. Este estado de cosas aseguró, en comparación con el actual, cierto bienestar a los campesinos, el bienestar del siervo de la gleba, que vegetaba pacíficamente bajo el patrocinio de cien mil nobles jefes de policía y de los nuevos unificadores y acaparadores de la tierra rusa: los burgueses.
   
Y he aquí que los "amigos del pueblo" idealizan este régimen, dejan a un lado lisa y llanamente sus aspectos oscuros, y sueñan con él, "sueñan" porque hace mucho tiempo que ya no existe, hace mucho tiempo que fue destruido por el capitalismo, que dio origen a la expropiación en masa de los campesinos que trabajaban la tiérra y convirtió las antiguas "ocupaciones auxiliares" en la explotación más desenfrenada de una excesiva oferta de "brazos".
   
Nuestros paladines de la pequeña burguesía quieren precisamente que se conserve la "ligazón" del campesino con la tierra, pero no quieren la servidumbre, que era lo único que garantizaba esta ligazón y que fue desterrada por la economía mercantil y por el capitalismo, que hizo imposible
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esta ligazón. Quieren ocupaciones auxiliares que no aparten al campesino de la tierra, que -- al mismo tiempo que trabaja para el mercado -- no engendren la competencia, no creen capital y no sometan a él a la masa de la población. Fieles al método subjetivo en sociología, quieren "tomar" lo bueno de aquí y de allí, pero en rigor, como es natural, este deseo infantil lleva únicamente a sueños reaccionarios que desconocen la realidad, lleva a la incapacidad de comprender y utilizar los aspectos realmente progresistas y revolucionarios del nuevo sistema, y a simpatizar con medidas que eternizan el búeno y viejo régimen del trabajo semiservil, semilibre, que reunía todos los horrores de la explotación y de la opresión, y que no ofrecía posibilidades de salida.
   
Para demostrar la exactitud de esta declaración que in cluye a los "amigos del pueblo" entre los reaccionarios, me basaré en dos ejemplos.
   
En la estadística del zemstvo de Moscú podemos leer la descripción de la hacienda de cierta señora K. (en el distrito de Podolsk), que causó la admiración (la hacienda y no la descripción) tanto de los estadísticos de Moscú como del señor V. V., si la memoria no m engaña (dicho señor dijo algo sobre esto, según recucrdo, en un artículo de la revista).
   
Esta famosa hacienda de la señora K. Ie sirve al señor V. Orlov como "una convincente confirmación práctica" de su tesis favorita, según la cual "donde la labor agrícola de los campesinos se realiza en buenas condiciones, las haciendas de propiedad privada son también mejor explotadas". De la descripción que el señor Orlov hace de la finca de dicha señora se ve que ésta explota su hacienda mediante el trabajo de campesinos locales, que le trabajan la tierra a cambio de harina, etc., que reciben en préstamo durante el invierno; y que la dueña se preocupa mucho por los campesinos, los
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ayuda, de modo que ahora son los que mejor viven en el distrito, tienen suficiente cereal "casi hasta la nueva cosecha (antes no les alcanzaba ni hasta la fiesta de San Nicolás)".
   
Cabe preguntar: ¿elimina "semejante arreglo el antagonismo de intereses entre el campesino y el propietario de la tierra", como piensan los señores N. Kablukov (t. V, pág. 175) y V. Orlov (t. II, págs. 55-59 y otras)?[39] Es evidente que no, pues la señora K. vive del trabajo de sus campesinos. Por consiguiente, la explotación en manera alguna ha sido eliminada. No ver la explotación debido a las buenas relaciones con los explotados, es perdonable para la señora K., pero no para un economista estadístico, que, admirado por este caso, resulta ser igual a los Menschenfreunde * de Occidente, que admiran las buenas relaciones del capitalista con el obrero y hablan con arrobamiento de los casos en que el fabricante se preocupa por los obreros, organiza para ellos proveedurías, construye viviendas, etc. Extraer de la existencia (y, consiguientemente, de la "posibilidad") de semejantes "hechos", la conclusión de que no existen intereses antagónicos, significa no ver el bosque a causa de los árboles. Esto en primer lugar.
   
En segundo término, por el relato del señor Orlov vemos que los campcsinos de la señora K., "gracias a las excelentes cosechas [la terrateniente les dio buena semilla], pudieron adquirir ganado" y tienen haciendas "florecientes". Supongamos que estos "campesinos prósperos" se han convertido en campesinos, no "casi", sino completamente acomodados: que no sólo la "mayoría", sino todos ellos tienen suficiente cereal, y no "casi" hasta la nueva cosecha, sino justamente hasta la cosecha. Supongamos que poseen bastante tierra,
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que tienen "establos y pastizales", de los cuales ahora carecen (¡linda prosperidad!), que reciben en arriendo de la señora K. y pagan con su trabajo. ¿Acaso el señor Orlov piensa que entonces -- es decir, si la actividad agrícola de los campesinos fuese realmente floreciente -- estos campesinos "harían todos los trabajos en la finca de la señora K. cuidadosa, oportuna y rápidamente", como lo hacen ahora? ¿O tal vez la gratitud hacia la buena señora que tan maternalmente les extrae hasta la última gota de sangre a estos campesinos prósperos será un incentivo no menos fuerte que la presente situación desesperada de los campesinos, a quienes, después de todo, les es imprescindible tener establos y pastizales?
   
Evidentemente, tales son, en esencia, las ideas de los "amigos del pueblo": como auténticos ideólogos de la pequeña burguesía, no quieren destruir la explotación, sino suavizarla; no quieren la lucha, sino la conciliación. Sus amplios ideales, desde el punto de vista de los cuales atacan con tanto tesón a los socialdemócratas por su estrechez de miras, no van más allá de los campesinos "acomodados", que cumplen con las "obligaciones" que les imponen los terratenientes y los capitalistas con tal de que los traten con justicia.
   
Otro ejemplo. El señor. Iuzhakov, en su bien conocido artículo, titulado "Normas de la propiedad agraria popular en Rusia" (Rússkaia Misl, 1885, núm. 9), expone sus puntos de vista acerca de las proporciones que debe alcanzar la propiedad agraria "popular", es decir, según la terminología de nuestros liberales, una propiedad agraria que excluye el capitalismo y la explotación. Ahora -- después de este magnífico esclarecimiento del asunto por el señor Krivenko -- sabemos que él consideró también el caso desde el punto de vista de la "introducción del capitalismo en la vida del pueblo". Como mínimo de propiedad agraria "popular" to-
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mó unos nadiel que bastarían para cubrir "el aprovisionamiento de cereales y los pagos"[*], y lo restante, según él, se puede sacar "de las ocupaciones adicionales". . . En otras palabras, él realmente se conformaba con un sistema en el cual el campesino, conservando la ligazón con la tierra, era sometido a una doble explotación, en parte por el terrateniente -- en cuanto al "lote" --, en parte por el capitalista -- en cuanto a "las ocupaciones adicionales" --. Esta situación de los pequeños productores, sometidos a una doble explotación y reducidos además a condiciones de vida tales que necesariamente engendran el atraso y el embrutecimiento, privados de toda esperanza, no sólo en la victoria, sino también en la lucha de las clases oprimidas, esta situación semimedieval es el nec plus ultra de las perspectivas y los ideales de los "amigos del pueblo". Y he aquí que cuando el capitalismo, desarrollándose con enorme rapidez en el curso de la historia de Rusia posterior a la Reforma, comenzó a arrancar de cuajo este pilar de la vieja Rusia -- el campesinado patriarcal y semisiervo --, a arrancarlo de la situación medieval, semifeudal, en que vivía y a ubicarlo en un medio moderno, puramente capitalista, obligándolo a dejar sus sitios habituales y peregrinar por toda Rusia en busca de trabajo, rompiendo su esclavitud con respecto al "patrono" local y mostrándole las bases de la explotación en general, de una explotación de clase, y no del pillaje de una víbora determinada; cuando
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el capitalismo comenzó a lanzar en masa al resto de la población campesina, embrutecida y teducida a la condición de ganado, al torbellino de la vida político-social, cada vez más compleja, entonces nuestros paladines comienzan a bramar y gemir, y hablan del hundimiento y destrucción de los pilares de la sociedad. Y ahora continúan también bramando y gimiendo acerca de esos buenos tiempos viejos, aunque parece que en la actualidad hay que ser ciego para no ver el lado revolucionario de este nuevo género de vida, para no ver cómo el capitalismo crea una nueva fuerza social que en nada está ligada al viejo régimen de explotación y que está en condiciones de luchar contra él.
   
Sin embargo, en los "amigos del pueblo" no se ve ni rastro de deseo de un cambio radical del actual régimen. Se conforman plenamente con medidas liberales en ese terreno, y el señor Krivenko demuestra, en cuanto a la invención de medidas de esta índole, una verdadera capacidad administrativa digna de un Pompadour nativo.
   
"En general, esa cuestión -- dice, razonando acerca de la necesidad de "un estudio detallado y una trasformación radical" "de nuestra industria popular" -- exige un examen especial y una división de la producción en grupos: la que es aplicable a la vida popular [sic!!] y aquella cuya aplicación encuentra dificultades serias de cualquier especie."
   
Un modelo de semejante división en grupos nos lo da eí mismo señor Krivenko, quien divide las industrias artesanales en industrias que no se capitalizan, industrias que ya se han capitalizado, e industrias que pueden "discutir con la gran industria su derecho a la existencia".
   
"En el primer caso -- decide el administrador --, la pequeña producción puede existir libremente": ¿y estar libre del mercado, cuyas oscilaciones originan la diferenciación de
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los pequeños productores en burguesía y proletariado? ¿Estar libre de la expansión de los mercados locales y de su concentración en un gran mercado? ¿Estar libre del progreso de la técnica? ¿O tal vez este progreso de la técnica -- en la economía mercantil -- puede también ser no capitalista? En el último caso, el autor exige "la organización de la producción también en gran escala": "Es claro -- dice -- que aquí es necesaria la organización de la producción también en gran escala, el capital básico y el circulante, máquinas, etc., o el equilibrio de estas condiciones con otra cosa cualquiera: crédito barato, eliminación de los intermediarios superfluos, forma cooperativa de la agricultura y posibilidad de prescindir del beneficio de empresario, asegurar la venta, in vención de motores más baratos y otros perfeccionamientos técnicos, o, por último, cierta rebaja del salario, si es compensada por otros beneficios".
   
Un razonamiento ultratípico para caracterizar a los "amigos del pueblo", con sus amplios ideales de palabra y su trivial liberalismo en los hechos. Comienza nuestro filósofo, como se ve, ni más ni menos que con la posibilidad de prescindir del beneficio de empresario y con la organización de la gran explotación agrícola. Magnífico: esto es precisamente LO QUE quieren también los socialdemócratas. ¿Pero cómo quieren conseguirlo los "amigos del pueblo"? Pues para organizar la gran producción sin empresarios hace falta en primer lugar eliminar la organización mercantil de la economía social y suplantarla por la organización colectiva, comunista, en la que el regulador de la producción no sea el mercado, como ahora, sino los productores mismos, la sociedad misma de obreros, en la que los medios de producción no pertenezcan a individuos particulares, sino a toda la sociedad. Esta sustitución de la forma privada de apropiación
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por la forma colectiva exige, evidentemente, una trasformación previa de la forma de producción, exige la fusión de los procesos dispersos, pequeños y aislados de produccion de los pequeños productores en un solo proceso sociel de producción ; exige, en una palabra, precisamente las condiciones materiales que crea el capitalismo. Pero es que los "amigos del pueblo" no tienen la menor intención de apoyarse en el capitalismo. ¿Cómo, pues, se proponen actuar? No se sabe. Ni siquiera mencionan la supresión de la ezonomía mercantil: es evidente que sus amplios ideales no pueden salir de ninguna manera de los marcos de este sistema de producción social. Además, para la abolición del beneficio de empresario habrá que expropiar a los empresarios, cuyos "beneficios" provienen precisamente del hecho de que han monopolizado los medios de producción. Para esta expropiación de los pilares de nuestra patria es preciso un movimiento popular revolucionario contra el régimen burgués, movimiento del que sólo es capaz el proletariado obrero, que en nada está ligado a este régimen. Pero a los "amigos del pueblo" ni siquiera les pasa por la mente la idea de lucha alguna, ni sospechan que sea posible y necesaria la existencia de cualesquiera otros hombres públicos que no sean los dirigentes de los organismos administrativos de esos mismos empresarios. Es claro que no tienen la menor intención de tomar ninguna medida seria contra el "beneficio de empresario": el señor Krivenko simplemente ha hablado por hablar. Y en seguida se corrige: se puede, dice, "equilibrar" una cosa como la "posibilidad de prescindir del beneficio de empresario" "con otra cosa cualquiera", por ejemplo con el crédito, la organización de la venta, los perfeccionamientos de la técnica. O sea, que todo ha sido arreglado de la mejor manera: en lugar de una cosa tan ofensiva para los señores empresarios como la
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abolición de sus sagrados derechos al "beneficio", surgen inofensivas medidas liberales que no hacen más que poner en manos del capitalismo mejores armas para la lucha, que no hacen más que fortalecer, reforzar y desarrollar nuestra pequeña burguesía "popular". Y pata que no queden dudas de que los "amigos del pueblo" defienden sólo los intereses de esta pequeña burguesía, el señor Krivenko añade la siguiente magnífica aclaración. Resulta que la supresión del beneficio de empresario se puede "equilibrar" . . . ¡¡¡"con la rebaja del salario"!!! A primera vista esto parece ser un simple galimatías. Pero no. Es la aplicación coherente de las ideas de la pequeña burguesía. El autor observa un hecho: la lucha del gran capital contra el pequeño, y como verdadero "amigo del pueblo" se coloca, naturalmente, al lado del pequeño . . . capital. Por cierto, oyó decir que uno de los más poderosos medios de lucha de los pequeños capitalistas es la disminución del salario, hecho observado y comprobado con plena exactitud en gran número de industrias también en Rusia, paralelo a la prolongación de la jornada de trabajo. Y he aquí que él quiere salvar a toda costa a los pequeños . . . capitalistas, y propone ¡"cierta rebaja del salario, siempte que ello sea compensado por otros beneficios"! Los señores empresarios, acerca de cuyas "ganancias" parecía se habían dicho al principio cosas algo extrañas pueden estar completamente tranquilos. Yo creo que inclusive nombrarían con gusto ministro de Hacienda a este genial administrador, que proyecta contra los emplesarios la disminución del salario.
   
Se puede aducir aún otro ejemplo de cómo de los administradores humanitarios y liberales de R. Bogatstvo sale un burgués de pura sangre, en cuanto se trata de asuntos prácticos de cualquier especie. La "Crónica de la vida del inte-
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rior", en el núm. 12, de R. Bogatstvo, trata el tema del monopolio.
   
"El monopolio y el sindicato -- dice el autor --: tales son los ideales de una industria desarrollada." Y más adelante se extraña de que estas instituciones surjan también en nuestro país, aunque en él no hay "una fuerte competencia de capitales". "Ni la industria del azucar ni la del petróleo han alcanzado todavía, en modo alguno, un desarrollo de particular consideración. El consumo tanto de azúcar como de kerosén es, en nuestro país, casi embrionario, si juzgamos por el insignificante consumo por persona de estos productos, en comparación con el de otros países. Al parecer, el campo para el desarrollo de estas ramas de la industria es todavía muy vasto y puede absorber aún gran cantidad de capitales."
   
Es característico que aquí precisamente -- en un problema práctico -- el autor haya olvidado la idea preferida de R. Bogatstvo sobre la reducción del mercado interno. Se ve obligado a reconocer que este mercado tiene todavía ante sí la perspectiva de un inmenso desarrollo y no de una reducción. Llega a esta conclusión estableciendo la comparación con Occidente, donde el consumo es mayor. ¿Por qué? Porque el nivel cultural es superior. ¿Pero cuál es la base material de esta cultura, sino el desarrollo de la técnica capitalista, en el crecimiento de la economía mercantil y del intercambio, que llevan a los hombres a un contacto recíproco más frecuente y destruyen el aislamiento medieval de las diferentes localidades? ¿No existía en Francia, por ejemplo, un nivel cultural no superior al nuestro antes de la Gran Revolución, cuando aún no se había realizado la división de su campesinado semimedieval en burguesía rural y proletariado? Y si el autor hubiese examinado con mayor atención la vida rusa, no habría podido menos que observar, por
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ejemplo, el hecho de que en las localidades con un capitalismo desarrollado las necesidades de la población campesina son considerablemente superiores a las de las localidades puramente agrícolas. Esto lo señalan por unanimidad todos los investigadores de nuestras industrias de kustares en todos los casos en que estas industrias alcanzan un desarrollo tal que imponen su sello industrial a toda la vida de la población[*].
   
Los "amigos del pueblo" no prestan atención a semejantes "pequeñeces" porque para ellos el asunto se explica en este caso "sencillamente" por la cultura, o por la vida en general, que va alcanzando una mayor complejidad; además ni siquiera se plantean el problema de la base material de esta cultura y de esa mayor complejidad. Pero si dirigiesen sus miradas aunque sólo fuese a la economía de nuestro campo, deberían reconocer que precisamente la diferenciación de los campesinos en burguesía y proletariado crea el mercado interior.
   
Piensan, por lo visto, que el crecimiento del mercado de ningún modo significa todavía el crecimiento de la burguesía. "El monopolio -- continúa el citado cronista de asuntos del interior -- en nuestro país, dado el débil desarrollo de la producción en general, dada la falta de espíritu emprendedor y de iniciativa, será un nuevo freno para el desarrollo de las fuerzas del país." Hablando del monopolio del tabaco, el autor calcula que "pondrá fuera de la circulación popular 154 millones de rublos". Aquí se pasa directamente por alto el
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hecho de que la base de nuestro régimen económico es la economía mercantil, que en nuestro país, como en todas partes, es dirigida por la burguesía. Y en lugar de decir que el monopolio estorba a la burguesía, el autor habla del "país"; en lugar de hablar de la circulación mercantil, burguesa, habla de la circulación "popular"[*]. El burgués nunca está en condiciones de captar la diferencia entre estos conceptos, por inmensa que sea. Para mostrar hasta qué punto, en realidad, ella es evidente, me referiré a una revista que tiene autoridad a los ojos de los "amigos del pueblo": a Otiéchestviennie Zapiski. En el núm. 2 de 1872, en el artículo La plutocracia y sus bases, leemos:
   
"Según la caracterización hecha por Marlo, el rasgo esencial de la plutocracia es el amor a la forma liberal de Estado, o por lo menos al principio de la libertad de adquisición. Si tomamos este signo y recordamos cuál era la situación unos 8 ó 10 años atrás, veremos que en cuanto a liberalismo hemos hecho progresos inmensos [. . .] Cualquiera que sea el periódico o revista que se tome, todos ellos, sin duda, representan más o menos principios democráticos, todos abogan por los intereses del pueblo. Pero junto a las concepciones democráticas e inclusive bajo su cubierta [obsérvese esto], a cada paso, intencionadamente o no, se dan las tendencias plutocráticas."
   
El autor aduce como ejemplo eí memorial de los comerciantes de San Petersburgo y de Moscú al ministro de Hacienda expresándole la gratitud de ese honorabilísimo sector de la burguesía rusa por el hecho de que "ha basado la situación
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financiera de Rusia sobre la máxima ampliación de la actividad privada, que es la única fecunda". Y el autor del artículo concluye: "Es indudable que los elementos y las tendencias plutocráticas existen en nuestra sociedad, y en cantidad considerable."
   
Como usted ve, sus predecesores, en tiempos lejanos, cuando todavía estaban vivas y frescas las impresiones de la gran reforma liberadora (que debía, según el descubrimiento del señor Iuzhakov, abrir vías pacíficas apropiadas para el desarrollo de Ia producción "popular", pero que en realidad sólo abrió las vías de desarrollo de la plutocracia), no pudieron dejar de reconocer el carácter plutocratico, es decir burgués, de la empresa privada en Rusia.
   
¿Por qué, pues, olvidó usted esto? ¿Por qué al hablar de la circulación "popular" y del desarrollo "de las fuerzas del país" merced al desarrollo "del espíritu emprendedor y de la iniciativa", no menciona el carácter antagónico de ese desarrollo, el carácter explotador de ese espíritu emprendedor y de esa iniciativa? Cabe y hay que pronunciarse, naturalmente, contra los monopolios e instituciones semejantes, ya que es indudable que empeoran la situación del trabajador; pero no se debe olvidar que, además de todas estas trabas medievales, el trabajador está encadenado por otras todavía más fuertes y novísimas, por las trabas burguesas. Indudablemente, la abolición de los monopolios será útil a todo el "pueblo", porque cuando la economía burguesa pasa a ser la base de la economía del país, estos restos del orden medieval sólo añaden a las calamidades capitalistas otras peores aún: las medievales. Sin duda alguna, es ineludible acabar con ellas -- y cuanto antes, cuanto más radicalmente, tanto mejor --, a fin de desatar las manos a la clase obrera, facilitarle la lucha contra la burguesía, mediante la elimina-
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ción, en la sociedad, burguesa, de las trabas semifeudales heredadas por ella.
   
Así es como hay que hablar, llamando a las cosas por su nombre: la abolición de los monopolios y de toda otra restricción medieval (que abundan en Rusia) es imprescindible para la clase obrera a fin de facilitarle la lucha contra el orden burgués. Eso es todo. Olvidar, por la coincidencia de los intereses de todo el "pueblo" contra las instituciones medievaíes, feudales, el profundo e inconciliable antagonismo de la burguesía y del proletariado en el seno de este "pueblo", sólo pueden hacerlo los burgueses.
   
Sí; por lo demás, sería absurdo pensar en avergonzar con ello a los "amigos del pueblo", cuando a propósito de lo que hace falta al campo dicen, por ejemplo, cosas como éstas:
   
"Cuando hace unos cuantos años -- cuenta el señor Krivenko -- ciertos periódicos examinaban qué profesiones y qué tipo de intelectuales eran necesarios en el campo, la enumeración resultó muy grande y variada, y abarcaba casi todos los órdenes de la vida: tras los médicos (hombres y mujeres) iban los enfermeros, tras ellos los abogados, tras los abogados los maestros, los bibliotecarios y libreros, los agrónomos, los peritos forestales y agrícolas en general, los técnicos de las especialidades más diversas (el terreno es muy extenso y todavía está casi virgen), organizadores y directores de instituciones de crédito, de depósitos de mercancías, etc."
   
Detengámonos aunque sólo sea en los "intelectuales" (??) cuya actividad concierne directamente al dominio económico, a estos peritos forestales, agrícolas, técnicos, etc. ¡En efecto, cuán necesarios son estos hombres en el campol ¿Pero en Q U E campo? Naturalmente, en el campo de los terratenientes, en el de los mujiks emprendedores, que tienen "ahorros"
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y pueden pagar por sus servicios a todos estos profesionales a quienes el señor Krivenko tiene a bien llamar "intelectuales". Este campo espera, en efecto, desde hace mucho tiempo, técnicos, crédito, depósitos de mercancías: lo atestigua toda la literatura económica. Pero hay también otro campo, mucho más numeroso, que no estaría de más que recordasen con mayor frecuencia los "amigos del pueblo": es el de los campesinos arruinados y harapientos, despojados hasta de la última hilacha, que no sólo no tienen "ahorros" para pagar el trabajo de los "intelectuales", sino ni siquiera pan en cantidad suficiente para no morir de hambre. ¡¡Y a este campo quieren ayudarlo con depósitos de mercancías!! ¿Qué guardarán en estos depósitos nuestros campesinos que sólo tienen un caballo, y a veces ninguno? ¿Su ropa? Ya la empeñaron en el año 1891 a los kulaks rurales y urbanos, que, cumpliendo la receta humanitaria y liberal que proponen ustedes, organizaron entonces verdaderos "depósitos de mercancías" en sus casas, tabernas y tiendas. Sólo les quedaron sus "brazos"; pero ni siquiera los funcionarios rusos han ideado hasta ahora "depósitos" para este tipo de mercancía.
   
Es difícil concebir una demostración más evidente de la extrema trivialidad de estos "demócratas" que este enternecimiento por los progresos técnicos en el "campesinado" y ese cerrar los ojos a la expropiación en masa de este mismo "campesinado". El señor Kárishev, por ejemplo, en el núm. 2 de R. Bogatstvo (Esbozos, § XII), con el deleite de un cretino liberal, cuenta los casos de "perfeccionamientos y mejoras" en la agricultura, los casos de "difusión en las haciendas campesinas de variedades seleccionadas de semillas": avena norteamericana, centeno Vasa, avena de Clydesdale, etc. "En algunos lugares los campesinos reservan para semilla peque-
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ños lotes especiales en los que después de un cuidadoso laboreo siembran a mano granos seleccionados." "Muchas y muy variadas innovaciones" se observan "en el terreno de los aperos y máquinas perfeccionados"[*]: aporcadoras, arados ligeros, trilladoras, aventadoras, seleccionadoras. Se comprueba "el aumento de la diversidad de abonos": fosfatos, polvo de hueso, excremento de palomas, etc. "Los corresponsales insisten en la necesidad de organizar en las aldeas almacenes locales de los zemstvos para la venta de fosfatos", y el señor Kárishev, citando la obra del señor V. V. titulada Tendencias progresistas en la explotación agrícola (a ella hace referencia también el señor Krivenko), se extasia ante todos estos conmovedores progresos:
   
"Estos informes que hemos podido exponer sólo en forma abreviada producen una impresión alentadora y a la vez triste [. . .] Alentadora porque este pueblo, empobrecido, cargado de deudas, en buena parte sin caballos, que trabaja sin descanso, no se entrega a la desesperación, no cambia de ocupación sino que permanece fiel a la tierra comprendiendo quc en ella, en la buena atención de ella, está su futuro, su fuerza, su riqueza. [¡Sí, naturalmente! ¡De suyo se comprende que precisamente este mujik empobrecido y sin caballos compra fosfatos, semillas seleccionadas, trilladoras, semillas de avena de Clydesdale! O, sancta simplicitas! ¡¡Y escribe esto, no una colegiala, sino un profesor, un doctor en economía política; dígase lo que se quiera, la mera santa simplicidad no puede explicar esto !!] Febrilmente, busca procedimientos
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para esta buena atención, busca nuevas vías, sistemas de cultivo, semillas, aperos, abonos, todo lo que ayude a fecundar su madre tierra que tarde o temprano le recompensará por esto con creces[*] [. . .] Producen una impresión triste los informes arriba insertos porque [¿tal vez se piensa que este "amigo del pueblo" recordará aquí aunque sólo sea la expropiación en masa de los campesinos que acompaña y origina la concentración de la tierra en manos de los mujiks emprendedores, la trasformación de ésta en capital, sobre la base de una agricultura mejorada, esa expropiación que precisamente arroja al mercado "brazos" "libres" y "baratos", que facirltan los éxitos del "espíritu emprendedor" nacional sobre la base de todas esas trilladoras, seleccionadoras, aventadoras? Nada de eso], porque [. . .] somos nosotros mismos quienes debemos despertarnos. ¿Dónde está nuestra ayuda al mujik que lucha por mejorar su sistema de cultivo? Nosotros tenemos acceso a la ciencia, la literatura, los museos, almacenes, oficinas de comisionistas. [Palabra de honor, señores, así está escrito: "ciencia" al lado de "oficinas de comisionistas". . . Hay que estudiar a los "amigos del pueblo", no cuando combaten contra los socialdemócratas,
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porque para este caso se cubren con un manto hecho de andrajos de "ideales de nuestros antepasados", sino en su ropaje habitual, cuando examinan en detalle las cuestiones de la vida cotidiana. Y entonces se puede apreciar todo el sabor y el color de estos ideólogos de la pequeña burguesía.] ¿Hay algo semejante a disposición del mujik? Hay, naturalmente, embriones, pero no se sabe por qué se desarrollan con dificultad. El mujik quiere ejemplos: ¿dónde están nuestros campos de experimentación, nucstras haciendas modelo? El mujik busca la palabra impresa: ¿dónde están nuestras publicaciones agronómicas populares? [. . .] El mujik busca abonos, aperos, semillas: ¿dónde están en nuestro país los almacenes de los zemstvos con todo eso, el aprovisionamiento al por mayor, las facilidades de adquisición y distribución? ¿Dónde están ustedes, hombres de acción, los particulares y los de los zemstvos? Vayan y trabajen, hace tiempo que ha sonado la hora y
N. Kárishev (R. B., núm. 2, pág. 19).
   
¡Helos aquí a estos amigos de los pequeños burgueses "populares", deleitados por sus progresos pequeñoburgueses!
   
Se diría que, aun al margen del análisis de nuestra economía rural, es suficiente observar este hecho sobresaliente de nuestra historia económica moderna -- los progresos comprobados por todos, en la agricultura, paralelos a una gigantesca expropiación del "campesinado" -- para persuadirse del absurdo de la idea sobre el "campesinado" ¡como un todo armónico y homogéneo, para persuadirse del carácter burgués de todos estos progresos! Pero los "amigos del
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pueblo" permanecen sordos a todo esto. Después de abandonar los lados buenos del viejo populismo socialrevolucionario ruso, se han aferrado con fuerza a uno de sus grandes errores: la incomprensión del antagonismo de clases en el seno del campesinado.
   
"El populista de la década del 70 -- dice con gran acierto Gúrvich -- no tenía idea alguna sobre el antagonismo de clase existente en el seno del campesinado, y limitaba este antagonismo exclusivamente a las relaciones entre el 'explotador' -- kulak o usurero -- y su víctima, el campesino, imbuido de espíritu comunista[*]. Gleb Uspenski estaba solo en su escepticismo, respondía con sonrisa irónica a la ilusión general. Con su excelente conocimiento de los campesinos y con su inmenso talento artístico, que penetraba hasta la esencia misma de los fenómenos, no podía dejar de ver que el individualismo se había convertido en la base de las relaciones económicas, no sólo entre el usurero y el deudor, sino entre los campesinos en general. Véase su artículo 'Cortados por el mismo patrón', en Rússkaia Misl, año 1882, núm. 1" (obra cit., página 106).
   
Pero si era permitido e inclusive natural caer en esta ilusión en las décadas del 60 y del 70 -- cuando todavía había tan pocos datos relativamente exactos sobre la economía rural, cuando no era aún tan marcada la diferenciación del campesinado --, ahora hay que cerrar premeditadamente los ojos para no ver esta diferenciación. Es en extremo característico que precisamente en los últimos tiempos, cuando la ruina de los campesinos alcanzó, al parecer, su apogeo, se
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oiga por todas partes hablar de corrientes progresistas en la agricultura. El señor V. V. (también un indiscutible "amigo del pueblo") ha escrito sobre este tema todo un libro. Y no se le podrá reprochar inexactitud en los hechos aducidos. Por el contrario, hay un hecho que no puede suscitar dudas: el hecho del progreso técnico, agrícola de los campesinos; pero es igualmente indudable el hecho de la expropiación en masa de los campesinos. Y he aquí que los "amigos del pueblo" concentran toda su atención en que el "mujik" busca febrilmente nuevos sistemas de cultivo, que le ayuden a fecundar la madre tierra, perdiendo dc vista el reverso de la medaíla, la febril separación del "mujik" de la tierra. Ocultan la cabeza como avestruces para no mirar cara a cara la realidad, para no ver que asisten precisamente al proceso de trasformación en capital de esa tierra de la que son separados los campesinos, al proceso de creación de un mercado interior*. ¡Traten de refutar la existencia en nuestra comunidad campesina de estos dos procesos diametralmente opuestos, traten de explicarlo de otro modo que por el carácter burgués de nuestra sociedad! ¡Ni pensarlo! Cantar aleluyas y deshacerse en frases humanitarias y bienintencionadas: he aquí el alfa y omega de toda su "ciencia", de toda su "actividad" política.
   
E inclusive elevan estos tímidos remiendos liberales del actual orden de cosas al rango de una filosofía. "Una actividad pequeña, genuina -- razona con gran profundidad el se-
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ñor Krivenko -- es mucho mejor que una gran inactividad." Nuevo e ingenioso. Y además -- continúa --, "una actividad pequeña no es de ningún modo sinónimo de una pequeña finalidad". Como ejemplo de esta "ampliación de la actividad", cuando una acción pequeña se convierte en "justa y buena", menciona la labor de una señora dedicada a la organización de escuelas; después, la actividad de los abogados entre los campesinos, encaminada a desalojar a los picapleitos; el propósito de los abogados de trasladar a provincias las sesiones de los tribunales regionales, para poder defender así a los procesados en el lugar; por último, la organización, ya conocida por nosotros, de los almacenes de los kustares: la ampliación de la actividad (hasta alcanzar las proporciones de gran finalidad) debe consistir aquí en la organización de almacenes "a través de los esfuerzos combinados de los zemstvos en los centros más animados".
   
Todas éstas son, naturalmente, obras muy elevadas, humanitarias y liberales: "liberales" porque depurarán el sistema económico burgués de todas sus restricciones medievales facilitando así que el obrero luche contra dicho sistema, que, se comprende, no sólo quedará intacto, sino, por el contrario, fortalecido con semejantes medidas, y todo esto hace ya mucho tiempo que lo venimos leyendo en todas las publicaciones liberales rusas. No valdría la pena salir al paso de esto si no nos obligaran a ellos los señores de R. B., quienes se han puesto a destacar estos "tímidos brotes de liberalismo" C O N T R A los socialdemócratas y como ejemplo para éstos, reprochándoles además el abjurar de los "ideales de nuestros antepasados". Lo menos que podemos decir es que esto tiene gracia: refutar a los socialdemócratas proponiendo y señalando una actividad liberal (esto es, al servicio de la burguesía) tan moderada y correcta. Y a pro-
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pósito de los antepasados y de sus ideales hay que observar que, por erróneas y utópicas que fuesen las viejas teorías de los populistas rusos, en todo caso mantenían una actitud INCONDICIONALMENTE negativa frente a semejantes "tímidos brotes de liberalismo". Tomo esta última expresión de un artículo del señor N. Mijailovski: "A propósito de la edición rusa del libro de C. Marx" (Otiéchestviennie Zapiski, 1872, núm. 4), escrito con un estilo vivaz, ágil y fresco (en comparación con sus escritos actuales), y que es una impetuosa protesta contra el propósito de no ofender a nuestros jóvenes liberales.
   
Pero esto sucedió hace mucho tiempo, tanto, que los "amigos del pueblo" lo han olvidado por completo y han mostrado en forma patente, con su táctica, que cuando falta la crítica materialista de las instituciones políticas, cuando no se comprende el carácter de clase del Estado moderno, no hay más que un paso del radicalismo político al oportunismo político.
   
Veamos algunos ejemplos de este oportunismo:
   
"La trasformación del ministerio de Bienes del Estado en ministerio de Agricultura -- declara el señor Iuzhakov -- puede ejercer una profunda influencia en el curso de nuestro desarrollo económico, pero puede también resultar tan sólo un cambio de funcionarios" (núm. 10 de R. B.).
   
Todo depende, por lo tanto, de a quién "se llame": a los amigos del pueblo o a los representantes de los intereses de los terratenientes y capitalistas. Los intereses en sí pueden no ser tocados.
   
"Proteger al económicamente débil del económicamente fuerte es la primera tarea natural de la intervención del Estado", continúa en el mismo artículo el señor Iuzhakov, y es apoyado con iguales expresiones por el cronista de asuntos del interior en el núm. 2 de R. B. Y para no dejar dudas de
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que interpreta este absurdo filantrópico[*] exactamente como sus dignos colegas, los ideólogos liberales y radicales de la pequeña burguesía en Europa occidental, añade a continuación:
   
"Los Land Bills de Gladstone[41], los seguros obreros de Bismarck[42], la inspección fabril, la idea de nuestro Banco campesino, la organizáción de las migraciones, las medidas contra los kulaks, todos éstos son intentos de aplicación de este principio de la intervención del Estado, con el fin de proteger al económicamente debil."
   
Esto está bien, porque es franco. El autor afirma abiertamente que es partidario de las relaciones sociales existentes, tal como los señores Gladstone y Bismarck; igual que ellos quiere zurcir y remendar la sociedad moderna (burguesa, cosa que él no comprende, como tampoco lo comprenden los partidarios de Gladstone y Bismarck en Europa occidental), y no luchar contra ella. En completa armonía con ésta su concepción teórica fundamental, está la circunstancia de que ven un instrumento de las reformas en un órgano cimentado en esta sociedad moderna y que defiende los intereses de sus clases dominantes: el Estado Lo consideran abiertamente todopoderoso y situado por encima de todas las clases, y esperan de él, no sólo el "apoyo" al trabajador, sino también la creación de un orden de cosas verdadero y justo (como lo hemos escuchado del señor Krivenko). Se comprende, por lo demás, que de ellos, ideólogos acérrimos de la pequeña burguesía, no se puede esperar otra cosa. Pues uno de los rasgos fundamentales y característicos de la pequeña bur-
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guesía, rasgo que, por lo demás, la convierte en una clase reaccionaria, consiste en que el pequeño productor, disperso y aislado por ías condiciones mismas de la producción, sujeto a determinado lugar y a determinado expíotador, no está en condiciones de comprender el carácter de clase de esta explotación y de esta opresión, de ías que sufre a veces no menos que el proletario, no está en condiciones de comprender que tampoco el Estado en la sociedad burguesa puede dejar de ser un Estado de clase*.
   
¿Por qué, pues, sin embargo, honorabilísimos señores "amigos del pueblo", hasta ahora -- y con particular energía desde la Reforma liberadora --, nuestro gobierno "ha apoyado, defendido y fomentado" sólo a la burguesía y aí capitalismo? ¿Por qué esta actividad nociva de este gobierno absoluto, supuestamente situado por encima de las clases, ha coincidido precisamente con un período histórico que se caracteriza en la vida interna del país por el desarrollo de la economía mercantil, del comercio y de la industria? ¿Por qué piensan ustedes que estos últimos cambios en la vida interna del país son el efecto, y la política del gobierno la causa, a pesar de que estos cambios eran tan profundos en la sociedad que el gobierno ni siquiera los advirtió y les puso infinidad de
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obstáculos, y a pesar de que ese mismo gobierno "absoluto", en otras condiciones de la vida interna del país, "apoyó", "defendió" y "fomentó" a otra clase?
   
¡Oh, los "amigos del pueblo" nunca se plantean semejantes interrogantes! Todo eso es materialismo y dialéctica, "hegelianismo", "mística y metafísica". Piensan sencillamente que si se le pide con suficiente dulzura y humildad, este gobierno pondrá todo en orden. Y por lo que se refiere a la humildad, hay que hacer justicia a R. Bogatstvo : por cierto que, aún entre la prensa liberal rusa, se destaca por la incapacidad de conducirse con alguna independencia. Juzguen ustedes mismos:
   
"La abolición del impuesto a la sal, la abolición de la capitación y la reducción de los pagos de rescate de la tierra" constituyen, en opinión del señor Iuzhakov, "un considerable alivio para la economia nacional". ¡Naturalmente! ¿Pero no fue acompañada la abolición del impuesto a la sal por la creación de numerosos nuevos impuestos indirectos y por el aumento de los antiguos? ¿No fue acompañada la abolición de la capitación por un aumento de los pagos de los campesinos antiguos siervos del Estado, so pretexto de incluirlos en el sistema del rescate? ¿No queda aún ahora, después de la famosa disminución de los pagos de rescate (con la que el Estado no devolvió a los campesinos ni siquiera la ganancia que recibió de las operaciones de rescate) una falta de correspondencia entre los pagos y los ingresos obtenidos de la tierra, es decir una supervivencia directa de los censos para librarse de los tributos feudales? ¡No importa! ¡Lo importante aquí es sólo el "primer paso", el "principio", y luego . . . , luego se podrá pedir más!
   
Pero esto son sólo las flores. Veamos ahora los frutos:
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"La década del 80 aligeró las cargas que pesaban sobre el pueblo [con las medidas señaladas] y lo salvó así de la ruina total."
   
Esta es también una frase clásica por su desvergonzado servilismo, que sólo se puede colocar al lado de la declaración arriba citada del señor Mijailovski, de que aún necesitamos crear el proletariado. No se puede por menos que recordar a este propósito la incisiva descripción hecha por Schedrín, de la evolución del liberal ruso[43]. Comienza este liberal pidiendo a las autoridades el "máximo de reformas posible"; continúa luego mendigando "aunque s~lo sea algo" y termina adoptando la eterna e inconmovible posición de "amoldarse a la bajeza". ¡¡Qué se puede decir de los "amigos del pueblo" sino que han tomado esta posición eterna e inconmovible, cuando ellos, bajo la impresión fresca del hambre sufrida por millones de seres, ante la cual el gobierno se comportó primero con una avaricia de mercachifle y luego con una cobardía también propia de un mercachifle, dicen en letras de molde que el gobierno salvó al pueblo de la ruina total!! Pasarán unos cuantos años más señalados por una expropiación aún más rápida de los campesinos, el gobierno añadirá a la creación del ministerio de Agricultura la abolición de uno o dos impuestos directos y el establecimiento de unos cuantos nuevos impuestos indirectos, después el hambre alcanzará a 40 millones de personas, y estos señores escribirán exactamente lo mismo: ¡ya ven! ¡Pasan hambre 40 y no 50 millones; esto, porque el gobierno aligeró las cargas que pesaban sobre el pueblo y lo salvó de la ruina total; esto, porque el gobierno escuchó a los "amigos del pueblo" y creó el ministerio de Agricultura!
   
Otro ejemplo:
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El cronista de asuntos del interior, en el núm. 2 de R. B., hablando de que Rusia ¡¡"por fortuna" (sic!) es un país atrasado, "que conserva elementos que le permiten basar su régimen económico en el principio de la solidaridad"[*], dice que por eso está en condiciones de intervenir "en los asuntos internacionales como exponente de la solidaridad económica" y que su indiscutible "poderío político" aumenta las probabilidades que tiene para ello!!
   
¡Este gendarme de Europa, baluarte permanente e inconmovible de toda reacción, y que ha llevado al pueblo ruso a una humillación tal que, viviendo subyugado en su propio país, ha servido de instrumento para subyugar a los pueblos de Occidente, este gendarme es elevado a la categoría de exponente de la solidaridad económica!
   
¡Esto supera ya toda medida! Los señores "amigos del pueblo" dejan atrás a los liberales. No sólo ruegan al gobierno, sino que le rezan, haciendo genuflexiones hasta el suelo con tal fervor que hasta da miedo de que cruja su frente de fieles vasallos al golpear en el piso.
   
¿Recuerdan ustedes la definición alemana del filisteo?
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Esta definición no es del todo adecuada para nuestros asuntos. Dios. . . Dios ocupa entre nosotros un lugar secundario. En cuanto a las autoridades, eso ya es otra cosa. Y si en esta definición sustituimos la palabra "Dios" por la palabra "autoridades", tendremos la más exacta expresión del campo ideológico, del nivel moral y del valor cívico de los "amigos del pueblo" rusos humanitarios y liberales.
   
A esta tan absurda concepción del gobierno los "amigos del pueblo" añaden la correspondiente actitud hacia la llamada "intelectualidad". El señor Krivenko escribe: "La literatura" . . debe "valorar los fenómenos según su sentido social y estimular cada intento activo de lograr el bien. Ha insistido y continúa insistiendo en la insuficiencia de maestros, médicos, técnicos, en que el pueblo sufre enfermedades, se empobrece [¡hay pocos técnicos!], es analfabeto, etc., y cuando aparecen hombres que aburridos de pasar las horas junto al tapete verde, de intervenir en los espectáculos de aficionados y comer pasteles de esturión en las recepciones organizadas por los mariscales de la nobleza en provincias, se ponen al trabajo con una abnegación singular [¡no es para menos: sacrificaron el tapete verde, los espectáculos y los pasteles!], venciendo numerosos obstáculos, la literatura debe felicitarlos".
   
Dos páginas más adelante, con la seriedad práctica de un funcionario experimentado, reprende a quienes "han vacilado ante la cuestión de aceptar o no los puestos de superintendentes de los zemstvos, alcaldes urbanos, presidentes y concejales de los zemstvos, designados con arreglo a los nuevos estatutos En una sociedad con una elevada conciencia de las necesidades y deberes cívicos [¡escuchen, señores: ciertamente, esto vale tanto como los discursos de los famosos Pom-
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padour rusos, de unos Baránov o Kosich cualesquiera!] serían inconcebibles semejantes vacilaciones y actitudes tales ante el problema, porque esta sociedad asimilaría a su manera cada reforma que contuviera facetas vitales, es decir, desarrollaría los aspectos útiles y convertiría en letra muerta los inútiles; en cuanto a las reformas carentes por completo de vitalidad, seguirían siendo un cuerpo extraño".
   
¡El diablo sabe qué es esto! ¡Qué oportunismo barato, y qué indulgencia en la autoadmiración! La tarea de la literatura consiste en reunir chismes de salón sobre los malvados marxistas, hacer reverencias al gobierno por haber salvado al pueblo de la ruina total, felicitar a los hombres que se aburrían de pasar las horas junto al tapete verde, enseñar al "público" a no renunciar a puestos como el de superintendente de los zemstvos. . . ¿Pero qué es lo que estoy leyendo? ¿Nedielia [44] o Nóvoie Vremia? No, es Rússkoie Bogatstvo, órgano de los demócratas rusos avanzados. . .
   
Y semejantes señores hablan de los "ideales de nuestros antepasados", pretenden que ellos, precisamente ellos, conservan las tradiciones de los tiempos en que Francia difundía por toda Europa las ideas del socialismo y en que la asimilación de estas ideas produjo en Rusia las teorías y las doctrinas de Herzen y de Chernishevski. Esto ya es del todo escandaloso, y sería profundamente indignante y ofensivo si Rússkoie Bogatstvo no fuese tan ridícula, si semejantes declaraciones en las páginas de tal revista no provocasen una risa homérica. ¡Sí, ustedes mancillan estos ideales! ¿En qué consistían en realidad estos ideales de los primeros socialistas rusos, de los socialistas de aquella época que con tanto acierto caracterizó Kautsky con estas palabras:
   
-- "Cuando cada socialista era un poeta, y cada poeta, un socialista."
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-- La fe en un orden social especial, en el sistema comunal de la vida rusa ; de ahí la fe en la posibilidad de una revolución socialista campesina : he aquí lo que los animaba, lo que alzaba a decenas y centenares de hombres a la lucha heroica contra el gobierno. Y no se podrá reprochar a los socialdemócratas no haber sabido valorar el inmenso mérito histórico de estos hombres, los mejores de su tiempo, no haber sabido respetar profundamente su memoria. Pero yo pregunto: ¿dónde está ahora esta fe? No existe; hasta tal punto no existe, que cuando el señor V. V. intentó demostrar el año pasado que la comunidad rural educa al pueblo en la actividad solidaria, y es un centro de sentimientos altruistas, etc., hasta el señor Mijailovski se sintió avergonzado y replicó púdicamente al señor V. V. que "ningún estudio ha demostrado la ligazón de nuestra comunidad rural con el altruismo". En efecto, tal estudio no existe. Y lo que son las cosas: hubo un tiempo en que sin necesidad de investigación alguna los hombres creían, y creían sin reservas.
   
¿Cómo? ¿Por qué? ¿Sobre qué fundamento? . . .
   
-- "cada socialista era un poeta, y cada poeta, un socialista".
   
Y además -- añade el mismo señor Mijailovski -- todos los investigadores escrupulosos están de acuerdo en que el campo se está dividiendo, dando lugar a que surja, por una parte la masa del proletariado y por la otra un puñado de "kulaks" que tienen bajo su bota al resto de la población; y de nuevo tiene razón: el campo realmente se está dividiendo. Es más, hace ya mucho tiempo que se ha dividido por completo. Junto con él se ha dividido también el viejo socialismo campesino ruso, y cedió su lugar, por una parte al socialismo obrero, y por la otra degeneró en un vulgar radicalismo pequeñoburgués. No se puede llamar a esta trasformación de
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otro modo que degeneración. De la doctrina que sostenía que la vida campesina constituye un orden social especial y que nuestro país ha emprendido una vía excepcional de desarrollo, nacio un eclecticismo diluido, que no puede ya negar que la economía mercantil ha pasado a ser la base del desarrollo económico, que se ha trasformado en capitalismo, pero que no quiere ver el carácter burgués de todas las relaciones de producción, no quiere ver la necesidad de la lucha de clases bajo este régimen. Del programa político que pretendía alzar a los campesinos a la revolución socialista contra los fundamentos de la sociedad moderna [*] ha surgido un programa que pretende hacer remiendos, "mejorar" la situación de los campesinos, manteniendo los fundamentos de la sociedad actual.
   
Hablando estrictamente, todo lo anterior ha podido dar una idea de la "crítica" que se puede esperar de estos señores de Rússkoie Bogatstvo, cuando emprenden la tarea de "fulminar" a los socialdemócratas. No hay ni siquiera intentos de exponer de una manera franca y honesta la interpretación socialdemócrata de la realidad rusa (podrían muy bien hacerlo, y eludir la censura, si pusieran el acento en el aspecto económico, si emplearan las mismas expresiones un tanto alegóricas que utilizaron en toda su "polémica") y de objetar la esencia de esta interpretación, objetar la exactitud de sus conclusiones prácticas. En lugar de ello prefieren salir del paso con frases sin el menor contenido acerca de esquemas
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abstractos y de la fe en ellos, acerca del convencimiento de la necesidad de que cada país recorra la fase. . . y otras tonterías por el estilo, que hemos tenido suficiente ocasión de ver en el señor Mijailovski. Además, hay tetgiversaciones descaradas. El señor Krivenko, por ejemplo, declara que Marx "reconocía que a nuestro país le era posible, si lo deseaba [¡¿¿Así, pues, según Marx, la evolución de las relaciones económicosociales depende de la voluntad y de la conciencia de los hombres??! ¡¿Qué es esto: ignorancia ilimitada o desverguenza sin igual?!] y actuaba de conformidad, evitar las vicisitudes del capitalismo y recorrer otro camino, más conveniente [sic!!!] ".
   
Nuestro paladín pudo decir este absurdo recurriendo a una superchería descarada. Al citar un pasaje de la conocida Carta de Carlos Marx (Iuríd. Viest., 1888, núm. 10) -- donde Marx habla de su alta estima por Chernishcvski, quien consideraba posible para Rusia "no sufrir los tormentos del régimen capitalista" --, el señor Krivenko cierra las comillas, es decir, da por terminada la reproducción exacta de las palabras de Marx (que terminan así: "él [Chernishevski] se pronuncia por esta última solución") y añade: "Y yo, dice Marx, comparto [la cursiva es del señor Krivenko] estas opiniones" (pág. 186, núm. 12).
   
Pero Marx en realidad dijo: "Y mi honorable crítico tendría por lo menos tanta razón para inferir de mi estima a este 'gran crítico y erudito ruso' que comparto sus opiniones sobre el tema, como para deducir de mi polémica con el 'escritor'[45] y paneslavista ruso que las rechazo." (Iuríd. Viest., 1888, núm. 10, pag. 271.)
   
Así Marx dice que el señor Mijailovski no tenía derecho a ver en él un adversario de la idea sobre el desarrollo especial de Rusia, porque respetaba también a quienes sostenían esta
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idea, pero el señor Krivenko lo interpreta falsamente al decir que Marx "reconocía" este desarrollo especial. Es una tergiversación manifiesta. La afirmación de Marx que hemos citado demuestra con absoluta claridad que rehúye dar una respuesta que vaya al fondo de la cuestión: "el señor Mijailovski habría podido tomar como fundamento una cualquiera de las dos observaciones contradictorias, es decir, no tenía razón para basarse ni en la una ni en la otra al extraer sus conclusiones acerca de mi punto de vista sobre los asuntos rusos en general". Y a fin de que estas observaciones no dieran motivos para falsas interpretaciones, Marx, en esa misma "carta", da respuesta directa a la pregunta sobre la aplicación que puede tener su teoría en Rusia. Dichares puesta demuestra con singular nitidez que Marx rehúye dar una contestación que vaya al fondo del asunto, rehúye el análisis de los datos rusos, que son los únicos que pueden resolver la cuestión: "Si Rusia -- respondía él -- aspira a convertirse en una nación capitalista según el modelo de los países de Europa occidental -- y en este aspecto se ha perjudicado mucho en el curso de los últimos años --, no lo conseguirá sin haber trasformado previamente una buena parte de sus campesinos en proletarios."
   
Me parece que está muy claro: la cuestión consistía precisamente en si Rusia tendía a convertirse en una nación capitalista, en si la ruina de sus campesinos era un proceso de creación del régimen capitalista, del proletariado capitalista; y Marx dice que "si" Rusia tiende a ello, será necesario convertir una buena parte de los campesinos en proletarios. En otras palabras, la teoría de Marx consiste en investigar y explicar la evolución del sistema económico de determinados países, y su "aplicación" a Rusia puede consistir sólo en INVESTIGAR las relaciones rusas de producción y su evolu-
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ción[*] UTILIZANDO los procedimientos elaborados por el método MATERIALISTA y por la economía política TEORICA.
   
La elaboración de la nueva teoría metodológica y político-económica significó un progreso tan gigantesco de la ciencia social, un avance tan colosal para el socialismo, que casi inmediatamente después de la aparición de El capital el principal problema teórico para los socialistas rusos pasó a ser el del "destino del capitallsmo en Rusia"; era el centro de las discusiones más acaloradas, y de acuerdo con él se decidían las tesis programáticas más importantes. Y es notable que cuando (diez años atrás) apareció un grupo particular de socialistas que respondió en forma afirmativa a la pregunta de si la evolución de Rusia era capitalista y basó esta respuesta en los datos de la realidad económica rusa, no halló una crítica directa y definida en cuanto al fondo del asunto, una crítica que tomase esos mismos fundamentos generales metodológicos y teóricos, y explicase de manera distinta los datos correspondientes.
   
Los "amigos del pueblo", que han emprendido una verdadera cruzada contra los marxistas, no defienden sus posiciones con un análisis objetivo de los hechos. Salen del paso con frases, como vimos en la primera parte. Además, el señor Mijailovski no pierde ocasión de ejercitar su ingenio diciendo que entre los marxistas no hay unanimidad, que no se han puesto de acuerdo entre sí. Y "nuestro conocido" N. Mijailovski ríe con sumo júbilo de su agudeza acerca de los marxistas "auténticos" y "no auténticos". Es verdad que entre
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los marxistas no hay completa unanimidad. Pero, en primer lugar, este hecho ha sido tergiversado por el señor Mijailovski, y en segundo lugar demuestra, no la debilidad, sino precisamente la fuerza y la vitalidad de la socialdemocracia rusa. Uno de los rasgos característicos de los últimos tiempos es que los socialistas llegan a abrazar las concepciones socialdemócratas siguiendo diferentes caminos, razón por la cual, aunque están indiscutiblemente de acuerdo en la tesis fundamental y principal de que Rusia es una sociedad burguesa que ha surgido del régimen de servidumbre, que su forma política es un Estado de clase y que el único camino para abolir la explotación del trabajador consiste en la lucha de clases del proletariado, en muchos aspectos particulares discrepan, tanto en la argumentación como en la interpretación detallada de tales o cuales fenómenos de la vida rusa. Por eso puedo alegrar de antemano al señor Mijailovski declarando que también en los problemas que, por ejemplo, han sido tocados en estas rápidas notas -- sobre la Reforma campesina, sobre la situación económica de la agricultura y de las industrias de kustares, sobre los arrendamientos rurales, etc. --, existen diferentes opiniones, dentro de los límites de las premisas fundamentales que acabamos de mencionar, compartidas por todos los socialdemócratas. La unanimidad de quienes se contentan con la aceptación unánime de "elevadas verdades" como aquellas que dicen que la Reforma campesina podría abrir a Rusia caminos pacíficos para un desarrollo justo, que el Estado podría apelar, no a los representantes de los intereses del capitalismo, sino a los "amigos del pueblo", que la comunidad rural podría socializar la agricultura junto con la industria manufacturera, a la que el kustar podría convertir en gran producción, que el arrendamiento popular era el punto de apoyo de la agricultura popular ; esta enter-
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necedora y emocionante unanimidad ha sido sustituida por la discrepancia entre quienes buscan la explicación de la organización económica real, presente, de Rusia como un sistema de determinadas relaciones de producción, la explicación de su evolución económica efectiva, de sus superestructuras políticas y de toda otra índole.
   
Y si semejante trabajo, que lleva desde diferentes puntos de vista al reconocimiento de la tesis general que indiscutiblemente determina también la actividad política solidaria, y por eso da derecho y obliga a todos los que la aceptan a considerarse y llamarse "SOCIALDEMOCRATAS ", deja todavía un amplio margen de diferéncias de opinión sobre una gran cantidad de problemas particulares resueltos en diferentes sentidos, esto, naturalmente, sólo demuestra la fuerza y la vitalidad de la socialdemocracia rusa*.
   
Por lo demás, las condiciones de este trabajo son tan malas, que es difícil imaginar algo peor: no hay ni puede haber un organismo que una los diferentes aspectos del trabajo; en las condiciones de nuestro régimen policíaco, las relaciones privadas son en extremo difíciles. Se comprende que los socialdemócratas no puedan ponerse de acuerdo como es debido y
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convenir en los detalles, se comprende que discrepen entre sí. . .
   
¿Verdad que es gracioso?
   
En la "polémica" del señor Krivenko con los socialdemócratas puede despertar perplejidad la circunstancia de que él habla de ciertos "neomarxistas". Algún lector pensará que entre los socialdemócratas ha ocurrido algo parecido a una escisión, que los "neomarxistas" se han separado de los viejos socialdemócratas. Nada de eso. Nadie, en parte alguna nunca ha presentado públicamente una crítica de las teorías y del programa de los socialdemócratas rusos, en nombre del marxismo y en defensa de un marxismo diferente. La cuestión está en que los señores Krivenko y Mijailovski se han hecho eco de las diversas murmuraciones de salón acerca de los marxistas, han prestado oídos a los diferentes liberales que ocultan bajo el escudo del marxismo su esterilidad liberal y con el ingenio y el tacto que les son propios, provistos de semejante equipo, han emprendido la "crítica" de los marxistas. No es extraño que esta "crítica" constituya una cadena continua de absurdos y sucios exabruptos.
   
"Para ser consecuentes -- razona el señor Krivenko -- hay que dar a esto una respuesta afirmativa" [a la pregunta: "¿no conviene esforzarse en el desarrollo de la industria capitalista?"] y "no estremecerse ante el acaparamiento de la tierra de los campesinos o ante la apertura de tiendas y tabernas", hay que "alegrarse del éxito de los numerosos taberneros que hay en la Duma, ayudar a los todavía más numerosos acopiadores del trigo campesino."
   
En verdad, es divertidísimo. Traten de decir a este "amigo del pueblo" que la explotación del trabajador en Rusia es, por su esencia, en todas partes capitalista, que los mujiks emprendedores y los acopiadores deben ser contados entre
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los representantes del capitalismo por tales y cuales rasgos político-económicos que demuestran el carácter burgués de la diferenciación campesina, y proferirá alaridos, llamará a esto increíble herejía, comenzará a gritar diciendo que se toman a ciegas fórmulas y esquemas abstractos de Europa occidental (pasando por alto sin embargo, cuidadosamente, el significado real de la "herética" argumentación). Y cuando hay que cargar de colores los "horrores" que traen consigo esos malvados marxistas, entonces ya se puede dejar a un lado la alta ciencia y los puros ideales, entonces se puede inclusive reconocer que los que acaparan el trigo de los campesinos y la tierra de los campesinos son realmente representantes del capitalismo, y no sólo "cazadores" de bienes ajenos.
   
Traten de demostrar a este "amigo del pueblo" que la burguesía rusa no sólo se apropia ya ahora, en todas partes, del trabajo del pueblo, debido a que ella sola concentra en sus manos los medios de producción, sino que también presiona sobre el gobierno, engendrando, imponiendo y determinando el carácter burgués de su política; se pondrá completamente frenético, comenzará a hablar a gritos de la omnipotencia de nuestro gobierno, de que éste, sólo por una fatal incomprensión y desdichada casualidad, "apela" exclusivamente a los representantes de los intereses del capitalismo y no a los "amigos del pueblo", que dicho gobierno implanta en forma artificial el capitalismo. . . Y en este barullo ellos mismos deben reconocer, precisamente como representantes del capitalismo, a los taberneros que están en la Duma, es decir, uno de los elementos de este mismo gobierno que, según ellos, está situado por encima de las clases. ¿Pero señores, acaso los intereses del capitalismo están representados en nuestro país, en Rusia, tan sólo en la "duma" y tan sólo por los "taberneros"? . . .
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Por lo que se refiere a sucios exabruptos, los hemos visto en cantidad más que suficiente en el señor Mijailovski y los volvemos a encontrar en el señor Krivenko, quien, por ejemplo, en su deseo de pulverizar a la odiada socialdemocracia, cuenta que "algunos van a las fábricas (cuando se les ofrecen buenos puestos como técnicos y oficinistas)j sosteniendo que su único propósito es acelerar el proceso capitalista". Por supuesto, no hay necesidad de responder a semejantes afirmaciones absolutamente indecentes. Aquí no cabe más que poner punto final.
   
¡Continúen, señores, en este mismo espíritu, continúen audazmente! El gobierno imperial -- el mismo que, como acaban ustedes de decirlo, ha tomado ya medidas (aunque imperfectas) para salvar al pueblo de la ruina total -- tomará medidas, esta vez perfectas, para salvar a ustedes de la acusación de trivialidad e ignorancia. La "sociedad culta" seguirá como hasta ahora, con agrado, en los intervalos entre los pasteles de esturión y el tapete verde, hablando del hermano menor y trazando proyectos humanitarios para "mejorar" su situación; sus representantes se enterarán con satisfacción, de boca de ustedes que ocupando puestos de superintendentes de los zemstvos o de cualesquiera otros guardianes del bolsillo del campesino, manifiestan una alta conciencia de las necesidades y obligaciones cívicas. ¡Continúen! Pueden estar seguros de que no sólo los dejarán en paz, sino que con tarán también con la aprobación y las alabanzas. . . de los señores Burenin.
   
Como conclusión no estará de más, me parece, contestar a una pregunta que quizás habrá acudido ya a la mente de más de un lector. ¿Valía la pena dialogar tan largamente con
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semejantes señores? ¿Valía la pena contestar a fondo a este torrente de lodo liberal y protegido por la censura, que a ellos se les antoja llamar polémica?
   
Me parece que valía la pena, no por ellos, es claro, y no por el público "culto", sino por la provechosa enseñanza que pueden y deben obtener de este furioso ataque los socialistas rusos. Es la demostración más clara y convincente de que el período del desarrollo social de Rusia en el que la democracia y el socialismo se fundían en un todo inseparable, indisoluble (como ocurrió, por ejemplo, en la época de Chernishevski), ha pasado para no volver más. Ahora no hay ya, decididamente, base alguna para la idea -- que hasta hoy persiste aquí y allá entre los socialistas rusos, reflejándose, con daño extraordinario, tanto en sus teorías como en su actividad práctica -- según la cual no existe en Rusia una diferencia profunda y cualitativa entre las ideas de los demócratas y las de los socialistas.
   
Todo lo contrario: entre esas ideas hay un profundo abismo, y es ya tiempo de que los socialistas rusos comprendan esto, comprendan que la RUPTURA COMPLETA y DEFINITIVA con las ideas de los demócratas es INEVITABLE e IMPERATIVA.
   
Veamos qué era en realidad ese demócrata ruso en los tiempos que dieron origen a la citada idea, y qué es hoy. Los "amigos del pueblo" nos brindan suficiente material para trazar este paralelo.
   
Resulta muy interesante, en ese sentido, el ataque del señor Krivenko contra el señor Struve, quien en una publicación alemana se pronunció contra el utopismo del señor Nik.-on (su artículo -- En torno del desarrollo capitalista de Rusia, Zur Beurtheilung der kapitalistischen Entwicklung Russlands -- apareció en Sozialpolitische Centralblatt [46] III, núm. 1, del
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2 de octubre de 1893). El señor Krivenko arremete contra el señor Struve porque éste, según él, considera a las ideas de quienes "están a favor de la comunidad rural y del reparto de las tierras de nadiel" como "socialismo nacional" (que, según dice, "es de naturaleza puramente utópica"). Esta terrible acusación de supuesto socialismo pone al honorabilísimo autor fuera de sí:
   
"¿No hubo nadie más -- exclama -- (fuera de Herzen, Chernishevski y los populistas) que estuviese en favor de la comunidad rural y del reparto de las tierras de nadiel? Y los autores de la ley orgánica sobre los campesinos, para quienes la comunidad y la actividad económica independiente de los campesinos fue la base de la Reforma, y los investigadores de nuestra historia y de la vida contemporánea, que apoyan estos principios, y casi toda nuestra prensa seria y decente, que también los apoya, ¿acaso todos ellos son víctimas de ese engaño llamado 'socialismo nacional'?"
   
¡Tranquilícese, honorabilísimo señor "amigo del pueblo"! Se ha asustado usted tanto de esta terrible acusación de socialismo, que ni siquiera se tomó la molestia de leer con atención el "pequeño articulejo" del señor Struve. En efecto, ¡qué enorme injusticia sería acusar de socialismo a los que están "a favor de la comunidad rural y del reparto de las tierras de nadiel"! Por favor, ¿qué hay de socialismo en esto? Pues socialismo se llama a la protesta y la lucha contra la explotación del trabajador, a la lucha orientada a abolir esa explotación; y "estar a favor del reparto de tierras de nadiel" significa ser partidario del rescate, por parte de los campesinos, de toda la tierra de que disponían. Inclusive si no se está en favor del rescate, sino de que se deje gratuitamente a los campesinos toda la tierra que se encontraba en posesión de ellos antes de la Reforma, aun así, eso nada tiene
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de socialista, porque precisamente esta propiedad campesina sobre la tierra (que se fue formando durante el período feudal) fue también por doquier, en Occidente, como aquí en Rusia[*], la base de la sociedad burguesa. "Estar a favor de la comunidad rural", es decir, protestar contra la intervención policíaca en los métodos habituales de distribución de la tierra: ¿qué hay en ello de socialista, cuando todo el mundo sabe que la explotación del trabajador puede muy bien existir dentro de esta comunidad y se engendra en su seno? Esto significa ya extender hasta lo imposible la palabra "socialismo": por lo que se ve, habrá que incluir también entre los socialistas al señor Pobiedonóstsev[47].
   
El señor Struve no cometé en manera alguna una injusticia tan terrible. Habla del "carácter utópico del socialismo nacional" de los populistas, y por el hecho de que llame a "Nuestras discrepancias" de Plejánov polémica con los populistas, se ve a quiénes incluye entre los populistas. Plejánov, indudablemente, polemizaba con socialistas, con personas que no tienen nada en común con la prensa rusa "seria y decente". Y por eso el señor Krivenko no tenía derecho a adjudicarse lo que se refiere a los populistas. Y si quería conocer la opinión del señor Struve acerca de la corriente a la cual él mismo adhiere, entonces me extraña que no haya prestado atención al siguiente pasaje del artículo del señor Struve y no lo haya traducido para " Rússkoie Bogatstvo ":
   
"A medida que avanza el desarrollo capitalista -- dice el autor -- la concepción del mundo que acabamos de describir [la populista] ha de perder terreno. O degenerará [wird herabsinken ] en una corriente reformista bastante incolora,
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proclive a los compromisos y a buscar compromisos[*], gérmenes promisorios de lo cual se observan desde hace tiempo, o reconocerá el desarrollo real como inevitable y hará las deducciones teóricas y prácticas que necesariamente se desprenden de aquí; dicho en otras palabras dejará de ser utópico."
   
Si el señor Krivenko no adivina dónde existen en nuestro país gérmenes de esta tendencia, sólo capaz de aceptar compromisos, yo le aconsejaría echar una mirada a Rússkoie Bogatstvo, a las concepciones teóricas de esta revista, que constituyen un lamentable intento de compaginar fragmentos sueltos de la doctrina populista con el reconocimiento del desarrollo capitalista de Rusia, al programa político de la revista dirigido a mejorar y restaurar la economía de los pequeños productores sobre la base del orden capitalista existente**
   
Uno de los fenómenos más característicos y notables de nuestra vida social en los últimos tiempos es, hablando en
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términos generales, la degeneración del populismo en oportunismo pequeñoburgués.
   
En efecto, si nos atenemos a la esencia del programa de R. B. -- todas esas regularizaciones de las migraciones y de los arrendamientos, todos esos créditos baratos, museos, almacenes, perfeccionamientos técnicos, arteles y laboreo en común -- , veremos que en realidad dicho programa goza de una enorme difusión en toda la "prensa seria y decente", es decir, en toda la prensa liberal que no es órgano de los terratenientes feudales o que no forma parte de la prensa reptil[48]. La idea de la necesidad, de la utilidad, de la urgencia, del "carácter inofensivo" de todas estas medidas ha echado profundas raíces en toda la intelectualidad y alcanzado una difusión extraordinaria: se la encontrará tanto en los boletines y periódicos de provincias como en todas las investigaciones, recopilaciones y descripciones, etc., etc., de los zemstvos. Indudablemente que si se toma esto como populismo, el éxito es inmenso e indiscutible.
   
Pero esto no es en modo alguno populismo (en el viejo y habitual sentido de la palabra), y su éxito y enorme difusión han
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sido conseguidos a costa de la vulgarización del populismo, a costa de la conversión del populismo socialrevolucionario, que era radicalmente opuesto a nuestro liberalismo, en un oportunismo culturalista que se funde con este liberalismo y que expresa únicamente los intereses de la pequeña burguesía.
   
Para persuadirse de esto último, vale la pena dirigir la atención a los cuadros arriba trascritos, sobre la diferenciación de los campesinos y los kustares, y estos cuadros no pintan en manera alguna hechos aislados o nuevos, sino que representan sencillamente un intento de expresar en términos de economía política esa "escuela" de "sanguijuelas" y "peones rurales", cuya existencia en nuestro campo no es negada ni siquiera por nuestros adversarios. Se comprende que las medidas "populistas" sólo pueden reforzar a la pequeña burguesía; o (los arteles y el cultivo de la tierra en común) representarán míseros paliativos, se reducirán a tímidos experimentos por el estilo de los que con tanta ternura cultiva la burguesía liberal por todas partes en Europa, por la sencilla razón de que no afectan en nada la "escuela". Por esta misma razón los señores Ermólov y Witte[49] nada tienen contra estos progresos. Todo lo contrario. ¡Por favor, señores! Inclusive les darán a ustedes dinero "para los experimentos", con tal de apartar a la "intelectualidad" de la labor revolucionaria (subrayar el antagonismo, explicarlo al proletariado, intentar encauzar este antagonismo por la senda de la lucha política abierta) y hacerla caer en esos remiendos del antagonismo, en la conciliación y la unificación. ¡Por favor, señores!
   
Detengámonos un poco en ese proceso que ha conducido a tal degeneración del populismo. En su nacimiento mismo, en su aspecto inicial, esta teoría poseía suficiente unidad interna -- partiendo de la idea de un modo específico de vida del pueblo, creía en los instintos comunistas del campesino "de
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la comunidad", y por eso veía en los campesinos a los combatientes naturales por el socialismo --, pero le faltaba elaboración teórica, le faltaba ser confirmada en los hechos de la vida rusa, por una parte, y por otra, la experiencia en la aplicación de un programa político que estuviese basado en esas supuestas cualidades del campesino.
   
El desarrollo de la teoría siguió precisamente esas dos direcciones: la teórica y la práctica. La labor teórica fue dirigida de un modo principal al estudio de la forma de posesión de la tierra, en la que querían ver embriones de comunismo; y esta labor aportó los datos más variados y ricos. Pero este material, que se refiere preferentemente a las formas de posesión de la tierra, hizo que los investigadores ignoraran por completo la economía del campo. Ello ocurrió de la manera más natural por cuanto, en primer lugar, los investigadores carecían de una teoría firme sobre el método en la ciencia social, una teoría que explicara la necesidad de destacar y estudiar de un modo especial las relaciones de producción; y, en segundo lugar, porque el material reunido proporcionaba indicaciones directas e inmediatas sobre las necesidades más urgentes de los campesinos, sobre las calamidades más inmediatas, que actúan como un duro yugo sobre la economía campesina. Y toda la atención de los investigadores se concentró en el estudio de estas calamidades de la escasez de tierras, de los pagos exorbitantes, de la privación de derechos, de la situación de aplastamiento y atropello de los campesinos. Todo eso fue descrito, estudiado y explicado con tal riqueza de materiales, con tal minuciosidad en los detalles, que, naturalmente, si no fuera el nuestro un Estado de clase, si su política fuese dirigida, no por los intereses de las clases gobernantes, sino por el análisis imparcíal de las "necesidades populares", habría debido convencerse
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una y mil veces de la necesidad de eliminar esas calamidades. Los ingenuos investigadores, que creían en la posibilidad de "convencer" a la sociedad y al Estado, se hundieron por completo en los detalles de los hechos reunidos por ellos y perdieron de vista una cosa: la estructura político-económica del campo, perdieron de vista el fundamento básico de la economía, realmente comprimida por esas calamidades directas e inmediatas. El resultado fue, por supuesto, que la defensa de los intereses de la economía comprimida por la escasez de tierras, etc., resultó ser la defensa de los intereses de la clase que mantenía en sus manos dicha economía, de la única clase que podía mantenerse y desarrol!arse en las relaciones económico-sociales existentes en el seno de la comunidad, en el sistema económico existente en el país.
   
La labor teórica encaminada al estudio de la institución que debería servir de fundamento y baluarte para eliminar la explotación, condujo a la elaboración de un programa que expresa los intereses de la pequeña burguesía, ¡es decir, precisamente de la clase sobre la que descansa este régimen de explotación!
   
Al mismo tiempo, la labor práctica revolucionaria se desarrollaba también en una dirección completamente inesperada. La fe en los instintos comunistas del mujik, como es natural, exigía de los socialistas que dejaran a un lado la política y "fuesen al pueblo". A la realización de este programa se entregó una multitud de hombres de gran energía y talento, que debieron convencerse en la práctica de cuán ingenua era la idea acerca de los instintos comunistas del mujik. Se decidió, por lo demás, que la cuestión no residía en el mujik, sino en el gobierno, y toda la labor fue dirigida a la lucha contra el gobierno, lucha que entonces sostenían los intelectuales solos y los obreros que a veces se unían a
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ellos. Al principio, esa lucha se libró en nombre del socialismo, basándose en la teoría según la cual el pueblo está preparado para el socialismo y que con la simple toma del poder se podrá llevar a término, no sólo la revolución política, sino también la revolución social. En los últimos tiempos esta teoría, por lo visto, se está desacreditando por completo, y la lucha de los populistas de "Naródnaia Volia" contra el gobierno se convierte en la de los radicales por la libertad política.
   
Y por otra parte, por consiguiente, la labor condujo a resultados diamettalmente opuestos a su punto de partida; y resultó un programa que expresa sólo los intereses de la democracia radical burguesa. Propiamente hablando, este proceso todavía no ha acabado, pero a mi parecer se ha difundido ya con toda claridad semejante desarrollo del populismo ha sido totalmente natural e inevitable, ya que la doctrina se basaba en una idea puramente mítica sobre el régimen especial (comunal) de la economía campesina: al chocar con la realidad, el mito se disipó, y el socialismo campesino se trasformó en una representación democráticorradical del campesino pequeñoburgués.
   
Veamos unos ejemplos de la evolución del demócrata:
   
"Hay que preocuparse -- dice el señor Krivenko -- de que en lugar de un hombre cabal no resulte un tipo universal ruso falto de carácter, saturado únicamente de un confuso fermento de buenos sentimientos, pero incapaz de verdadera abnegación y de hacer algo perdurable en la vida." El sermón es excelente; veamos cuál es su aplicación. "Respecto de lo último -- continúa el señor Krivenko -- yo conozco este enojoso hecho": vivía en el sur de Rusia una juventud "animada de las mejores intenciones y de amor al hermano menor; mostraban hacia el mujik la mayor atención y respeto;
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lo trataban como a un huésped de honor, comían con él de un mismo plato, lo convidaban con dulces y pasteles; por todo le pagaban más caro que otros, le daban dinero en calidad de préstamo, de propinas o porque sí, le hablaban de las instituciones europeas y de las asociaciones obreras, etc. En esa misma localidad vivía también un joven alemán, Schmidt, mayordomo de una hacienda, o mejor dicho, sencillamente jardinero, hombre sin ninguna clase de ideas humanitarias, un auténtico, estrecho y formal espíritu alemán (sic??!!)", etc. Y después de haber vivido tres o cuatro años en la localidad, esos jóvenes se marcharon. Pasaron cerca de 20 años y el autor, al visitar aquella comarca, supo que el "señor Schmidt" (como recompensa de sus útiles servicios ya no era llamado el jardinero Schmidt, ahora era el señor Schmidt) enseñó a los campesinos a cultivar la vid, que les da ahora "cierto ingreso" de 75 a 100 rublos por año, como resultado de lo cual conservan de él "un buen recuerdo", y "de los señores que sólo abrigaban buenos sentimientos hacia el mujik y que no hicieron para él nada esencial [!], ni siquiera el recuerdo se conserva".
   
Si hacemos el cálculo, resultará que los acontecimientos descritos se refieren a los años 1869-1870, es decir, más o menos a la época en que los socialistas populistas[50] rusos intentaban introducir en Rusia la más avanzada e importante "institución europea": la Internacional.
   
Es claro que la impresión que se recibe del relato del señor Krivenko es demasiado fuerte, por lo que se apresura a hacer estas reservas:
   
"Yo no digo con esto, naturalmente -- aclara --, que Schmidt fuera mejor que esos señores, pero digo por qué, a pesar de todos sus otros defectos, dejó, sin embargo, una huella más profunda en la localidad y entre la población.
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[No digo que es mejor, pero digo que dejó una huella más profunda: ¡¿qué tontería es ésta?!] Tampoco digo que hiciera algo importante, sino que, por el contrario, cito lo que él hizo como un ejemplo del más insignificante hecho incidental, que nada le costó, pero que fue para todos algo indudablemente vital."
   
La reserva, como se ve, es muy ambigua, pero el asunto aquí no consiste en su ambiguedad, sino en que el autor contrapone la esterilidad de una actuación al éxito de la otra, y ni siquiera sospecha, evidentemente, la diferencia radical en la orientación de estas dos clases de actividades. Ese es el quid de la cuestión, que hace a este relato tan característico para definir la fisonomía del demócrata actual.
   
Esta juventud, al hablar al mujik del "régimen europeo y de las asociaciones obreras", quería evidentemente estimular en él el deseo de modificar las formas de vida social (tal vez esta conclusión mía en el caso presente sea errónea, pero todo el mundo estará de acuerdo, pienso yo, en que es justa, ya que inevitablemente se desprende del citado relato del señor Krivenko), quería inducirlo a la revolución social contra la sociedad actual, que origina una tan escandalosa explotación y opresión del trabajador, a la vez que un entusiasmo general con motivo de toda clase de progresos liberales. Pero "el señor Schmidt", como buen hacendado, sólo quería ayudar a los otros propietarios a organizar sus asuntos económicos, y nada más. ¿Cómo, pues, se puede comparar, confrontar estas dos actividades de fines diametralmente opuestos? ¡Es como si alguien se pusiera a comparar el fracaso de una persona que tratase de destruir un edificio determinado con el éxito de otra persona que quisiera apuntalarlo! Para establecer una comparación que tenga cierto sentido, habría que ver por qué resultó tan desafortunado el intento de esta juventud
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que iba al pueblo a inducir a los campesinos a la revolución: ¿no será porque dicha juventud partía de una idea equivocada según la cual precisamente el "campesinado" es el representante de la población trabajadora y explotada, cuando en realidad los campesinos no constituyen una clase particular (ilusión que se explica, tal vez, sólo por la influencia manifiesta de la época de decadencia del régimen de servidumbre, cuando los campesinos intervenían realmente como clase, pero sólo como clase de la sociedad feudal), ya que en su mismo seno se forman la clase de la burguesía, y la del proletariado; en una palabra, era necesario analizar las viejas teorías socialistas y su crítica por los socialdemócratas. En cambio, el señor Krivenko hace todos los esfuerzos imaginables para demostrar que la "del señor Schmidt" es "una obra indudablemente vital". ¿Pero por qué, honorabilísimo señor "amigo del pueblo", querer golpear a una puerta abierta? ¿Quién duda de esto? ¿Qué obra puede ser más indudablemente vital que la de introducir el cultivo de la vid y recibir de él 75 ó 100 rublos de ingresos?*
   
Y el autor pasa a explicar que si un campesino introduce en sus campos el cultivo de la vid, la suya será una actividad aislada, pero si lo hacen unos cuantos, entonces será una actividad colectiva y amplia, que convierte una pequeña obra en una obra verdadera, correcta, como, por ejemplo, la realizada por A. N. Engelhardt[51], quien no sólo empleó los fosfatos en sus tierras, sino que introdujo su uso en las tierras de ótros.
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¿No es cierto que se trata de un magnífico demócrata?
   
Tomemos otro ejemplo, el de las opiniones sobre la Reforma campesina. ¿Cuál fue la actitud hacia ella de Chernishevski, un demócrata de la citada época en que la democracia y el socialismo estaban indisolublemente unidos? Como no estaba en condiciones de manifestar abiertamente sus opiniones, guardó silencio, y recurriendo a circunloquios caracterizó de este modo la reforma que se preparaba:
   
"Supongamos que yo estuviese interesado en la adopción de medidas para conservar las provisiones que constituyen el alimento de ustedes. De suyo se entiende que si hiciese esto guiado sólo por una buena disposición hacia ustedes, mi celo se basaría en el supuesto de que las provisiones les pertenecen y que la comida preparada con ellas les resulta saludable y ventajosa. Figúrense ustedes cuáles serían mis sentimientos si me enterase de que las provisiones de ningún modo les pertenecen y que por cada comida preparada con ellas les cobran un precio que n o s ó l o e x c e d e e l c o s t o d e l a c o m i d a [esto fue escrito antes de la Reforma. ¡¡Y los señores Iuzhakov aseguran ahora que el principio fundamental de ella era dar seguridad a los campesinos!!], s i n o q u e n o p u e d e n e n g e n e r a l p a g a r s i n c a e r e n u n e s t a d o d e e x t r e m a p e n u r i a. ¿Qué pensamientos acudirían a mi mente ante tan extraños descubrimientos? [. . .] ¡Qué necio fui al afanarme por una obra para cuya utilidad no estaban aseguradas las debidas condiciones! ¿Quién sino un necio puede preocuparse por la conserveción de la propiedad en determinadas manos, sin asegurarse previamente de que la propiedad irá a parar a dichas manos, en condiciones ventajosas? [. . .] ¡Es mejor que se pierdan todas estas provisiones que s ó l o c a u s a n
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d a ñ o a la persona querida por mí! ¡M e j o r e s q u e f r a c a s e l a o b r a q u e s ó l o l e s t r a e l a r u i n a! "
   
Destaco los pasajes que muestran con mayor elocuencia la profunda y magnífica comprensión que Chernishevski tenía de la realidad que lo rodeaba, la comprensión de lo que eran los pagos de los campesinos, la comprensión del carácter antagónico de las clases sociales rusas. Es importante señalar también que semejantes ideas puramente revoluc;onarias las supo exponer en una prensa sometida a la censura. En sus obras ilegales escribía eso mismo, pero sin ambages. En el Prólogo al prólogo, Volguin (por labios del cual Chernishevski expone sus propios pensamientos) dice:
   
"Que la obra de la emancipación de los campesinos sea puesta en manos del partido terrateniente. La diferencia no será grande "*, y a la observación de su interlocutor, de que, por lo contrario, la diferencia sería colosal, ya que el partido de los terratenientes estaba contra el reparto de tierra entre los campesinos, contesta resueltamente:
   
"No, la diferencia no será colosal, sino insignificante. Sería colosal si los campesinos recibiesen la tierra sin rescate. Hay diferencia entre tomar a una persona una cosa o dejársela, pero da lo mismo si se toma a esa persona el pago de la cosa. El plan del partido de los terratenientes se diferencia del de los progresistas sólo en que es más sencillo y más breve. Por eso es aún mejor. Menos trámites burocráticos, probablemente, y menos cargas para los campesinos. L o s c a m p e s i n o s q u e t e n g a n d i n e r o, c o m p r a r á n t i e r r a. A l o s q u e n o l o t e n g a n, n o h a y p o r q u é o b l i g a r l o s a c o m p r a r l a. L o ú n i c o
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q u e e s t o h a r í a s e r í a a r r u i n a r l o s. E l r e s c a t e e q u i v a l e a l a c o m p r a. "
   
Hacía falta el genio de un Chernishevski para comprender con tal claridad, cuando la reforma campesina sólo se iniciaba (cuando todavía no había sido lo bastante esclarecida, ni siquiera en Occidente), su carácter fundamentalmente burgués, para comprender que ya entonces la "sociedad" y el "Estado" ruso estaban gobernados y dirigidos por clases sociales incuestionablemente hostiles al trabajador y que incuestionablemente predeterminaban la ruina y la expropiación del campesinado. Y Chernishevski comprendía además que la existencia de un gobierno que encubría nuestras relaciones sociales antagónicas es un mal terrible que empeora mucho más la situación de los trabajadores.
   
"A decir verdad -- continúa Volguin --, mejor será eman ciparlos sin tierra. " (Es decir, si tan fuertes son en nuestro país los terratenientes feudales, mejor será que intervengan franca y directamente, y hablen con entera claridad, en vez de encubrir sus intereses feudales tras los compromisos de un gobierno hipócrita y absolutista.)
   
"La cuestión se plantea de manera que yo no encuentro motivos para inquietarme ni siquiera por el hecho de que los campesinos sean emancipados o no ; mucho menos por quién los emancipará, si los liberales o los terratenientes. A mi juicio es igual. Inclusive es mejor que sean los terratenientes. "
   
Y en una de las Cartas sin destinatario : "Se dice : emancipar a los campesinos [. . .] ¿Dónde están las fuerzas para hacerlo? Todavía no existen. No se puede emprender un asunto cuando no hay fuerzas para realizarlo. Y puede verse cómo están las cosas : van a comenzar a emancipar. ¿Pero qué resultará de ello? Juzguen ustedes mismos qué resulta,
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cuando se emprende una tarea que está por encima de nuestras fuerzas. Se estropea y el resultado será algo abominable. "
   
Chernishevski comprendía que el Estado feudal y burocrático ruso no estaba en condiciones de emancipar a los campesinos, es decir, de derrocar a los feudales, y que sólo podía realizar "algo abominable", llegar a un mezquino compromiso entre los intereses de los liberales (rescate y compra son una misma cosa) y de los terratenientes, compromiso que engaña a los campesinos con el espejismo del bienestar y de la libertad, pero que en realidad los arruina y los pone a merced de los terratenientes. Y protestaba, maldecía la Reforma, deseaba su fracaso, deseaba que el gobierno se embrollase en sus acrobacias entre los liberales y los terratenientes, y sobreviniese una bancarrota que condujera a Rusia al camino de la lucha abierta de clases.
   
Pero nuestros "demócratas" contemporáneos ahora -- cuando las geniales predicciones de Chernishevski se han convertido en un hecho, cuando treinta años de historia han echado por tierra, despiadadamente, toda clase de ilusiones económicas y políticas -- cantan loas a la Reforma, ven en ella la sanción de la producción "popular", se las ingenian para extraer de ella pruebas de la posibilidad de seguir no se sabe qué camino que eluda la existencia de clases sociales hostiles al trabajador. Repito, la actitud hacia la Reforma campesina es la prueba más evidente de cuán profundamente se han aburguesado nuestros demócratas. Estos señores no han aprendido nada y han olvidado mucho, mucho.
   
A fin de establecer un paralelo tomaré Otiéchestviennie Zapiski de 1872. Ya trascribí más arriba fragmentos del artículo "La plutocracia y sus bases" a propósito de los progresos en cuanto al liberalismo (que encubría los intereses plutocráticos), hechos por la sociedad rusa en el primer decenio después de la "gran Reforma emancipadora".
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Si antes era frecuente encontrar personas -- escribía ese mismo autor en el mismo artículo -- que se lamentaban de las reformas y lloraban los viejos tiempos, ahora ya no. "A todos les gusta el nuevo orden de cosas, todo el mundo se siente alegre y tranquilo", y el autor señala más adelante cómo también la propia literatura "se va convirtiendo en un 6rgano de la plutocracia", que sostiene los intereses y apetitos plutocráticos "bajo la cubierta de la democracia". Examínese con más atención este ra~onamiento El autor se muestra disconforme porque "todos" están conformes con el nuevo orden de cosas creado por la Reforma, porque "todos" (los representantes de la "sociedad" y de la "intelectualidad", naturalmente, y no los trabajadores) están alegres y tranquilos, a pesar de los evidentes rasgos antagónicos, burgueses, de este nuevo orden de cosas: el público no advierte que el liberalismo no hace más que encubrir "la libertad de adquisición", y, como es natural, de adquisición a costa de la masa de trabajadores y en perjuicio de ella. Y protesta. Precisamente esta protesta, característica de un socialista, es lo que hay de valioso en su razonamiento. Obsérvese que esta protesta contra la plutocracia encubierta por la democracia contradice la teoría general de la revista: pues niegan toda clase de factores, elementos e intereses burgueses en la Reforma campesina, niegan el carácter de clase de la intelectualidad rusa y del Estado ruso, niegan la existencia de terreno propicio para el capitalismo en Rusia, y sin embargo no pueden de jar de percibir, de palpar el capitalismo y el carácter burgués. Y como Otiéchestviennie Zapiski percibió el carácter antagónico de la sociedad rusa y combatió el liberalismo y la democracia burguesa, la revista hizo causa común con todos nuestros primeros socialistas, que aunque no supieron comprender ese antagonismo, tuvieron conciencia de él y quisieron luchar
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contra la organización de la sociedad que lo engendraba; por eso la revista Otiéchestviennie Zapiski fue progresista (naturalmente, desde el punto de vista del proletariado). Los "amigos del pueblo" han olvidado este carácter antagónico, han perdido toda sensibilidad y no ven cómo "bajo el manto de democracia" también en nuestro país, en la santa Rusia, se ocultan burgueses de pura sangre; y por eso mismo ahora son reaccionarios (respecto del proletariado), pues ocultan el antagonismo, no hablan de la lucha, sino de una actividad cultural conciliadora.
   
¿Pero señores, ha dejado acaso el liberal ruso de rostro sereno, el representante democrático de la plutocracia en la década del 60 de ser el ideólogo de la burguesía en la del 90 sólo porque su rostro se nubló con el velo del dolor ciudadano?
   
¿Acaso la "libertad de adquisición" en gran escala, la libertad de adquisición de grandes créditos, de grandes capitales, de grandes mejoras técnicas, deja de ser liberal, es decir, burguesa, sin cambiar las relaciones económicosociales existentes, sólo porque es sustituida por la libertad de adquisición de pequeños créditos, de pequeños capitales, de pequeñas mejoras técnicas?
   
Repito que no han cambiado de opinión bajo la influencia de un cambio radical de puntos de vista o de una radical modificación de nuestro orden de cosas. No, simplemente han olvidado.
   
Perdido ese único rasgo que en otros tiempos hacía que sus predecesores fuesen progresistas, a pesar de toda la inconsis tencia de sus teorías, a pesar de la concepción ingenuamente utópica que tenían de la realidad, los "amigos del pueblo" no aprendieron absolutamente nada en todo este lapso. Y sin embargo, aun con independencia del análisis político-
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económico de la realidad rusa, la sola historia política de Rusia en estos treinta años habría debido enseñarles muchascosas.
   
En ese entonces, en la "década del 60", el poder de los señores feudales fue minado: sufrieron una derrota, no definitiva, es cierto, pero tan fuerte que debieron desaparecer de la escena. Los liberales, por el contrario, levantaron cabeza. Abundaban las frases liberales sobre el progreso, la ciencia, el bien, sobre la lucha contra la injusticia, sobre los intereses populares, la conciencia popular, las fuerzas populares, etc., etc., esas mismas frases que también ahora en momentos de singular depresión, vomitan nuestros quejumbrosos radicales en sus salones, nuestros fraseólogos liberales en sus banquetes de aniversario, en las páginas de sus revistas y periódicos. Los liberales resultaron ser tan fuertes, que han trasformado "el nuevo orden de cosas" a su modo, no por completo, ni mucho menos, como es natural, pero en medida considerable. Aunque tampoco entonces brillaba en Rusia "la clara luz de una lucha abierta de clases", había sin embargo, más luz que ahora, de modo que inclusive los ideólogos de la clase trabajadora, que no tenían idea de esta lucha de clases, que preferían soñar con un futuro mejor antes que explicar el presente abominable, inclusive ellos no podían dejar de ver que tras el liberalismo se ocultata la plutocracia, que este nuevo orden de cosas era un orden burgués. Fue precisamente la desaparición de los señores feudales de la escena, que ya no desviaban la atención hacia problemas aún más candentes, que ya no impedían examinar el nuevo orden de cosas en su aspecto puro (en términos relativos), lo que permitió que esto se viera. Pero aunque nuestros demócratas de entonces sabían condenar el liberalismo plutocrático, no supieron, sin embargo, comprenderlo y explicarlo científicamente, no supieron comprender que era inevitable debido a la
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organización capitalista de nuestra economia social, no supieron entender el carácter progresista de ese nuevo régimen de vida en comparación con el antiguo régimen de servidumbre, no supieron comprender el papel revolucionario del proletariado engendrado por él, y se limitaron a "gruñir" contra cse régimen de "libertad" y de "humanismo", consideraron su carácter burgués como algo casual, esperaban que en el "régimen popular" debían manifestarse todavía otras relaciones sociales, no se sabe cuáles.
   
Y he aquí que la historia les ha mostrado esas otras relaciones sociales. Los señores feudales, no del todo liquidados por la reforma, tan monstruosamente mutilada en beneficio de sus intereses, han revivido (de momento) y mostrado de modo palpable cuáles son, además de las burguesas, esas otras relaciones sociales nuestras, y lo han mostrado bajo la forma de una reaccion tan desenfrenada, tan increíblemente absurda y feroz, que nuestros demócratas se acobardaron, se replegaron en lugar de avanzar y trasformar su ingenua democracia, que fue capaz de percibir el carácter burgués pero no supo comprenderlo, en socialdemocracia; retrocedieron, fueron hacia los liberales, y ahora se enorgullecen de que su lloriqueo . . . , quise decir sus teorías y sus programas sean compartidos por "toda la prensa seria y decente". Se diría que la lección ha sido muy sugestiva: se ha hecho demasiado evidente la ilusión de los viejos socialistas acerca del régimen especial de vida del pueblo, acerca de los instintos socialistas del pueblo, acerca del carácter fortuito del capitalismo y de la burguesía; se diría que ya se puede mirar directamente a la realidad y reconocer en forma abierta que en Rusia no hubo ni hay otras relaciones económicosociales que las burguesas y las moribundas relaciones de servidumbre, y que por lo tanto no puede haber un camino al socialismo que no
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pase por el movimiento obrero. Pero estos demócratas no han aprendido nada, y las ingenuas ilusiones de un socialismo pequeñoburgués han dado paso a la moderación práctica de los progresos pequeñoburgueses.
   
Ahora las teorías de estos ideólogos de la pequeña burguesía, cuando intervienen como representantes de los intereses de los trabajadores, son simplemente reaccionarias. Ocultan el antagonismo de las modernas relaciones económicosociales rusas y razonan como si se pudiese resolver las cosas con medidas generales, aplicables a todos, con vistas al "ascenso", al "mejoramiento", etc., como si se pudiese conciliar y unificar. Son reaccionarias cuando presentan a nuestro Estado como algo situado por encima de las clases, y por eso apto y calificado para prestar una ayuda seria y honrada a la población explotada.
   
Son reaccionarias, por último, porque no comprenden en absoluto la necesidad de la lucha, de una lucha sin cuartel, de los trabajadores mismos por su liberación. Resulta, por ejemplo, que los "amigos del pueblo" pueden por sí solos arreglarlo todo. Los obreros pueden estar tranquilos. Ha llegado a la Redacción de R. B. un técnico y ellos poco menos que elaboraron totalmente "un esquema" para la "introducción del capitalismo en la vida del pueblo". Los socialistas deben romper DECIDIDA y DEFINITIVAMENTE con todas las ideas y teorías pequeñoburguesas: TAL ES LA PRINCIPAL ENSEÑANZA VTIL que debe extraerse de esta campaña.
   
Adviértase que hablo de la ruptura con las ideas pequeñoburguesas y no con los "amigos del pueblo", ni con sus ideas, porque no puede haber ruptura con aquello con lo cual nunca se ha estado ligado. Los "amigos del pueblo" son sólo representantes de una de las tendencias de este tipo de ideas
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socialistas pequeñoburguesas. Y si en este caso, yo llego a la conclusión de que es necesario romper con las ideas socialistas pequeñoburguesas, con las ideas del viejo socialismo campesino ruso en general, es porque la presente campaña contra los marxistas, que realizan los representantes de las viejas ideas, asustados por el crecimiento del marxismo, los ha llevado a expresar con singular plenitud y relieve las ideas pequeñoburguesas. Si comparamos estas ideas con el socialismo contemporáneo y con los hechos de la realidad rusa contemporánea, vemos con asombrosa evidencia hasta qué punto han perdido todo su vigor, todo fundamento teórico coherente, hasta qué punto han quedado reducidas, en su de generación, a un eclecticismo lamentable, al más adocenado programa culturalista oportunista. Se podrá decir que esto no es culpa de las viejas ideas del socialismo en general, sino sólo de estos señores, a los cuales, por cierto, nadie incluye entre los socialistas; pero semejante objeción me parece inconsistente. Me he esforzado por señalar en todas partes, que esta degeneración de las viejas teorías era inevitable, me he esforzado por dedicar la menor cantidad posible de es pacio a la crítica de estos señores en particular y la mayor cantidad posible de espacio a los principios generales y básicos del viejo socialismo ruso. Y si los socialistas encontraran que dichos principios fueron expuestos por mí de una manera errónea o inexacta o incompleta, sólo puedo contestar con este humilde ruego: ¡por favor, señores, expónganlas ustedes mismos, suplan lo que en ellas falte!
   
Por cierto, nadie se alegraría más que los socialdemócratas de la posibilidad de polemizar con los socialistas.
   
¿Puede acaso pensarse que a nosotros nos resulta agradable contestar a la "polémica" de semejantes señores, o que nos
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habríamos puesto a esta tarea si no hubiese mediado por su parte un reto directo, insistente y áspero?
   
¿Puede pensarse que no hemos tenido que hacer esfuerzos para leer, releer y centrar nuestra atención en esa repugnante mezcla de rutinarias frases liberales con una moral pequeñoburguesa?
   
Pero no es nuestra culpa de que ahora sólo sean esos señores quienes han tomado a su cargo la tarea de fundamentar y exponer tales ideas. Obsérvese asimismo que hablo de la necésidad de romper con las ideas pequeñoburguesas del socialismo. Las teorías pequeñoburguesas que hemos examinado son ABSOLUTAMENTE reaccionarias, POR CUANTO se presentan como teorías socialistas.
   
Pero si comprendemos que en realidad no hay en ellas absolutamente nada de socialista, es decir, que no cabe duda alguna de que no explican la explotación del trabajador y por eso son, desde todo punto de vista, inservibles para su liberación; que en realidad reflejan y defienden los intereses de la pequeña burguesía, entonces debemos tener hacia ellas una actitud distinta, formular esta pregunta: ¿cuál debe ser la actitud de la clase obrera hacia la pequeña burguesía y hacia sus programas? Y no se puede contestar a esta pre gunta sin tomar en consideración el carácter dual de esta clase (en Rusia, esta dualidad es singularmente acusada debido al menor desarrollo del antagonismo entre la pequeña y la gran burguesía). Es progresista, en cuanto presenta reivindicaciones democráticas de carácter general, es decir, lucha contra todos los resabios de la época medieval y del régimen de servidumbre; es reaccionaria en cuanto lucha por conservar su posición de pequeña burguesía, y trata de retardar, de hacer retroceder el desarrollo general del país en el sentido burgués. Reivindicaciones reaccionarias, como por ejemplo
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la famosa inalienabilidad de las tierras de nadiel, así como numerosos otros proyectos de tutela sobre los campesinos, se encubren ordinariamente bajo el plausrble pretexto de la defensa de los trabajadores; pero en verdad, como es naturalj sólo empeoran su situación, y al mismo tiempo dificultan la lucha de éstos por su liberación. Hay que diferenciar rigurosamente estos dos aspectos del programa pequeñoburgués y, a la vez que se niega todo carácter socialista a estas teorías y se lucha contra sus aspectos reaccionarios, no hay que olvidar su lado democrático. Aclararé con un ejemplo cómo si bien los marxistas rechazan completamente las teorías pequeñoburguesas, ello no impide que incluyan la democracia en su programa, y, por el contrario, es necesario insistir en ella con persistencia aún mayor. Más arriba se señalaron los tres puntos básicos que siempre explotaron los representantes del socialismo pequeñoburgués en sus teorías: la escasez de tierra, los pagos exorbitantes, la tiranía de las autoridades.
   
No hay absolutamente nada de socialista en la reivindicación de eliminar estos males, pues no explican en absoluto la expropiación y la explotación, y su eliminación no afectará en nada el yugo del capital sobre el trabajo. Pero eliminar estos males depurará este yugo de los resabios medievales que lo fortalecen, facilitará la lucha directa del obrero contra el capital y, por lo mismo, como reivindicación democrática encontrará el apoyo más decidido de los obreros. Los pagos y los impuestos son, hablando en términos generales, aspectos a los que sólo los pequeños burgueses son capaces de asignar una importancia especial, pero en nuestro país los pagos de los campesinos representan en muchos sentidos una simple supervivencia del régimen de servidumbre: tales son, por ejemplo, los pagos de rescate, que deben ser abolidos inmediata e incondicionalmente; tales son los impuestos que pesan
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sólo sobre los campesinos y la pequeña burguesía urbana, y de los cuales están exceptuados los "nobles". Los socialdemócratas apoyarán siempre la reivindicación que exige abolir estos resabios de las relaciones medievales, que condicionan el estancamiento económico y político. Lo mismo hay que decir de la escasez de tierras. Me he detenido ya extensamente, más arriba, en la demostración del carácter burgués de los lamentos a ese respecto. Sin embargo es indudable que, por ejemplo, la reforma campesina sobre la base de recortes de tierras desvalijó sencillamente a los campesinos en beneficio de los terratenientes, y prestó a esa enorme fuerza reaccionaria un servicio directo (al arrebatar parte de la tierra de los campesinos) e indirecto (al deslindar con habilidad los nadiel). Y los socialdemócratas insistirán con toda energía en la inmediata devolución a los campesinos de la tierra que se les arrebató, en la total abolición de la propiedad de la tierra, ese baluarte de las instituciones y tradiciones feudales. Este último punto, que coincide con la nacionalización de la tierra, no encierra nada que sea socialista, porque con ello las relaciones capitalistas en la agricultura, que se van formando ya en nuestro país, no harían más que florecer con mayor rapidez y opulencia, pero es extraordinariamente importante en el sentido democrático, como la única medida que podría quebrar de modo definitivo el poderío de la nobleza rural. Por último, sólo los señores Iuzhakov y V. V. pueden, por supuesto, hablar de la falta de derechos de los campesinos como causa de la expropiación y explotación de éstos; pero el yugo de la administración que pesa sobre ellos no sólo es un hecho indudable, sino algo más que un simple yugo; significa tratar directamente a los campesinos de "chusma vil" cuyo sometimiento a la nobleza rural es algo natural, a la cual se le concede el uso de los derechos civiles generales
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sólo como una merced especial (la migración[*], por ejemplo) y de la que cualquier Pompadour puede disponer como de reclusos de una colonia de trabajo. Y los socialdemócratas adhieren en forma incondicional a la exigencia de restituir plenamente a los campesinos los derechos civiles, de abolir totalmente los privilegios de la nobleza, de destruir la tutela burocrática sobre los campesinos y de concederles la autonomía en la administración de sus asuntos locales.
   
En general, los comunistas rusos, que adhieren al marxismo, más que cualesquiera otros deben llamarse SOCIALD E M O C R A T A S y no olvidar nunca en su actividad la enorme importancia de la DEMOCRACIA **.
   
En Rusia los restos de las instituciones medievales, semifeudales, son todavía tan extraordinariamente fuertes (en comparación con la Europa occidental), constituyen un yugo tan agobiante para el proletariado y el pueblo en general deteniendo el desarrollo del pensamiento político en todos los estamentos y clases de la sociedad, que no se puede menos que insistir en la enorme importancia que para los obreros tiene la lucha contra las instituciones feudales de toda especie, contra el absolutismo, el régimen de estamentos y la buro-
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cracia. Es preciso señalar a los obreros con todo detalle qué terrible fuerza reaccionaria representan estas instituciones, cómo fortalecen el yugo del capital sobre el trabajo, con qué fuerza deprimente presionan sobre los trabajadores, cómo mantienen el capital en sus formas medievales, que no dejan paso a las nuevas formas industriales de explotación del trabajo, haciendo terriblemente más difícil la lucha de los obreros por la liberación. Los obreros deben saber que si no derriban estos pilares de la reacción* no tendrán posibilidad alguna de sostener con éxito la lucha contra la burguesía, ya que mientras existan estos pilares el proletariado rural ruso, cuyo apoyo es condición imprescindible para la victoria de la clase obrera, nunca dejará de ser embrutecido y aplastado, será tan sólo capaz de caer en la desesperación ciega, y no de sostener una protesta y una lucha sensata y firme. Por ello la lucha al lado de la democracia radical contra el absolutismo y las
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castas e instituciones reaccionarias es una obligación directa de la clase obrera, que los socialdemócratas deben inculcarle, sin dejar un minuto de inculcarle también que la lucha contra todas estas instituciones sólo es necesaria como medio para facilitar la lucha contra la burguesía, que el logro de las reivindicaciones democráticas de carácter general es necesario para la clase obrera sólo como medio de desbrozar el camino que conduce a la victoria sobre el enemigo principal de los trabajadores: el capital, institución puramente democrática por su naturaleza, que en nuestro país, en Rusia, tiende de manera especial a sacrificar su democracia para aliarse con los reaccionarios a fin de reprimir a los obreros, de dificultar aún más el surgimiento del movimiento obrero.
   
Lo expuesto define de un modo bastante preciso, a mi parecer, la actitud de los socialdemócratas hacia el absolutismo y hacia la libertad política, así como también su actitud hacia la corriente, que ha venido manifestándose con fuerza particular en los últimos tiempos, que tiende a la "unificación" y a la "alianza" de todos los grupos revolucionarios para la conquista de la libertad política[53].
   
Es esta una corriente bastante original y característica.
   
Original porque las propuestas de "alianza" parten, no de un grupo o grupos determinados con programas determinados que coinciden en ciertos puntos. De ser esto así, el problema de la alianza debería ser resuelto en cada caso particular, sería un problema concreto que habrían de decidir los representantes de los grupos dispuestos a unirse. Entonces no podría existir una corriente "unificadora" especial. Pero semejante corriente existe, y parte sencillamente de personas que han cortado amarras con lo viejo, pero que no se han incorporado a nada de lo nuevo: la teoría en que se apoyaban hasta ahora los luchadores contra el absolutismo, por lo visto, se desmo-
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rona y destruye a la vez las condiciones de solidaridad y de organización necesarias para la lucha. Y he aquí que los señores "unificadores" y "portavoces de la alianza" piensan, sin duda, que es facilísimo crear tal teoría, reduciéndola exclusivamente a la protesta contra el absolutismo y a la reivindicación de la libertad política, eludiendo todos los restantes problemas socialistas y no socialistas. Se comprende que esta ingenua ofuscación se disipará indefectiblemente en los primeros intentos de tal unificación.
   
Pero es característica esta corriente "unificadora" porque expresa una de las últimas fases del proceso de conversión del populismo combativo y revolucionario en democracia politicamente radical, proceso que traté de señalar más arriba. La unificación sólida de todos los grupos revolucionarios no socialdemócratas bajo dicha bandera sólo será posible cuando se elabore un firme programa de reivindicaciones democráticas que termine con los prejuicios sobre el viejo excepcionalismo ruso. Los socialdemócratas consideran, naturalmente, que la creación de semejante partido democrático sería un positivo paso adelante, y la labor socialdemócrata, dirigida contra el populismo, debe contribuir a ello, debe contribuir a extirpar toda clase de prejuicios y mitos, a agrupar a los socialistas bajo la bandera del marxismo y a formar un partido democrático integrado por los grupos restantes.
   
Y con este partido, como es natural, no podrían "unificarse" los socialdemócratas, que consideran necesaria la organización independiente de los obreros en un partido obrero especial; pero los obreros prestarían el apoyo más enérgico a toda lucha de los demócratas contra las instituciones reaccionarias.
   
La degencración del populismo en la teoría más adocenada del radicalismo pequeñoburgués -- degeneración de la que son
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testimonio tan evidente los "amigos del pueblo" -- nos demuestra cuán enorme error cometen los que infunden a los obreros la idea de la lucha contra el absolutismo, sin explicarles al mismo tiempo el carácter antagónico de nuestras relaciones sociales, en virtud del cual están asimismo a favor de la libertad política los ideólogos de la burguesía; sin explicarles el papel histórico del obrero ruso, como combatiente por la liberación de toda la población trabajadora.
   
Se acusa a menudo a los socialdemócratas de querer monopolizar la teoría de Marx, siendo que, según esos críticos, su teoría económica es aceptada por todos los socialistas. Pero surge la pregunta: ¿qué sentido puede tener explicar a los obreros la fortna del valor, la naturaleza del orden burgués y el papel revolucionario del proletariado, si aquí, en Rusia, la explotación del trabajador se explica en general, y en todas partes, no por Ia organización burguesa de la economía social, ni mucho menos, sino, digamos, por la escasez de tierras, por los pagos, por el yugo de la administración?
   
¿Que sentido puede tener explicar a los obreros la teoría de la lucha de clases, si esta teoría no puede explicar siquiera las relaciones entre ellos y el fabricante (nuestro capitalismo ha sido implantado artificialmente por el gobierno), y ni hablar de la masa del "pueblo", que no pertenece a la clase ya formada de los obreros fabriles?
   
¿Cómo es posible admitir la teoría económica de Marx, con su conclusión sobre el papel revolucionario del proletariado como organizador del comunismo a través del capitalismo, cuando en nuestro país se quiere buscar caminos que conduzcan al comunismo, al margen del capitalismo y el proletariado que él engendra?
   
Es evidente que, en semejantes condiciones, llamar al obrero a la lucha por la libertad política equivaldrá a llamado
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a sacar las castañas del fuego para la burguesía avanzada, porque no se puede negar (es característico que inclusive los populistas y los adeptos de "Naródnaia Volia" no hayan negado esto) que la libertad política servirá ante todo a los intereses de la burguesía y no mejorará la situación de los obreros, sino sólo . . . sólo mejorará las condiciones de su lucha . . . contra esa misma burguesía. Digo esto contra aquellos socialistas que, aunque no admitan la teoría de los socialdemócratas, dirigen, sin embargo, su agitación hacia los medios obreros, después de haberse persuadido empíricamente de que sólo en ellos es posible encontrar elementos revolucionarios. La teoría de estos socialistas está en con tradicción con su práctica, y cometen un error muy serio al distraer a los obreros de su tarea inmediata: LA ORGANIZACION DEL PARTIDO SOCIALISTA O B R E R O *.
   
Este error surgió de úna manera natural cuando los antagonismos de clase de la sociedad burguesa no se habían desarrollado aún, y estaban aplastados por el régimen de servidumbre, cuando este último originaba la protesta solidaria y la lucha de toda la intelectualidad, creando la ilusión de una democracia especial de nuestra intelectualidad, de la inexistencia de un profundo abismo entre las ideas de los liberales y las de los socialistas. Ahora que el desarrollo económico ha avanzado tanto que aun quienes antes negaban
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la existencia de un terreno propicio para el capitalismo en Rusia, reconocen que hemos entrado precisamente en el camino capitalista de desarrollo, ahora ya no es posible hacerse ilusiones al respecto. La composición de la "intelectualidad" se perfila con tanta claridad, como la de la sociedad ocupada en la producción de valores materiales: si en esta última reina y gobierna el capitalista, en la primera da el tono una banda, que crece cada vez con mayor rapidez, de trepadores y mercenarios de la burguesía: una "intelectualidad" satisfecha y pacífica, ajena a quimeras de toda especie y que sabe bien lo que quiere. Nuestros radicales y liberales lejos de negar este hecho, por el contrario lo subrayan con énfasis. Tratan, con el mayor celo, de demostrar su inmoralidad, de condenarlo, fulminarlo, zaherirlo . . . y aniquilarlo. Estas ingenuas pretensiones de lograr que la intelectualidad burguesa se avergüence de ser burguesa, son tan ridículas como la tendencia de los economistas pequeñoburgueses de asustar a nuestra burguesía (aludiendo a la experiencia "de los hermanos mayores") diciéndole que se encamina hacia la ruina del pueblo, hacia la miseria, el paro forzoso y el hambre de las masas; este proceso a la burguesía y a sus ideólogos, recuerda el proceso al pez, que fue condenado a volver al río. Más allá de estos límites comienza la "intelectualidad" liberal y radical, que derrama una incontable cantidad de frases sobre el progreso, la ciencia, la verdad, el pueblo, etc., que gusta añorar los años de la década del 60, cuando no había discusiones, decadencia, depresión y apatía, y todos los corazones estaban inflamados de democratismo.
   
Con la ingenuidad que les es propia, estos señores no quieren en modo alguno comprender que la solidaridad de entonces era producto de las condiciones materiales de una época, que no pueden volver: el régimen de servidumbre
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oprimía a todos por igual, al mayordomo del terrateniente que había ahorrado algún dinero y aspiraba a una buena vida, y al mujik emprendedor que odiaba al señor por las exacciones, por la intervención de éste en sus asuntos y por apartarlo frecuentemente del trabajo en su propia tierra; al proletarizado siervo doméstico y al mujik empobrecido, que era vendido como siervo al mercader; a causa de dicho régimen padecían el mercader fabricante y el obrero, el maestro artesano y el kustar. A todas estas personas sólo las unía la hostilidad al régimen de servidumbre: más allá de esa solidaridad comenzaba el más acusado antagonismo económico. Hay que estar metido hasta lo indecible por dulces sueños para no ver ni siquiera ahora este antagonismo, que ha alcanzado un desarrollo tan enorme; para añorar aquellos tiempos de solidaridad, en momentos en que la realidad exige la lucha, exige que todo el que no quiera ser un auxiliar VOLUNTARIO o INVOLUNTARIO de la burguesía, se coloque al lado del proletariado.
   
Quien no crea en esas frases rimbombantes sobre los "intereses populares" y trate de ahondar más, verá que tenemos ante nosotros a auténticos ideólogos de la pequeña burguesía, que sueñan con mejorar, sostener y restaurar su economía ("popular", en su jerga) mediante diferentes medidas progresistas inocuas, y que no son capaces, en absoluto, de comprender que, dentro de las relaciones de producción existentes, lo único que se logrará con todas esas medidas progresistas será proletarizar cada vez más profundamente a las masas. No podemos dejar de agradecer a los "amigos del pueblo" el que hayan contribuido en mucho al esclarecimiento del carácter de clase de nuestra intelectualidad, y que hayan robustecido así la teoría de los marxistas sobre la naturaleza pequenoburguesa de nuestros pequeños productores; dichas medidas han
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de acelerar, inevitablemente, la extinción de las viejas ilusiones y mitos, que durante tanto tiempo confundieron a los socialistas rusos. Los "amigos del pueblo" tanto han ajado, gastado y mancillado estas teorías, que a los socialistas rusos que se atienen a ellas se les presenta indefectiblemente este dilema: o revisarlas desde el comienzo, o rechazarlas por completo, dejándolas en exclusivo usufructo de los señores que con vanidoso júbilo anuncian, urbi et orbi, la compra de instrumentos perfeccionados por los campesinos ricos y que con aire serio afirman que debemos felicitar a quienes ya están hartos de pasar las horas junto al tapete verde. ¡Y en ese sentido hablan del "régimen popular" y de la "intelectualidad", no sólo con seriedad, sino con frases colosales, presuntuosas, sobre los amplios ideales y sobre un ordenamiento ideal de los problemas de la vida! . . .
   
La intelectualidad socialista sólo podrá pensar en realizar una labor fecunda cuando abandone sus ilusiones y empiece a apoyarse en el desarrollo real de Rusia; y no en el deseado, en las relaciones económicosociales reales y no en las probables. Su labor TEORICA deberá, además, dirigirse al estudio concreto de todas las formas de antagonismo económico existentes en Rusia, al estudio de su conexión y de su desarrollo consecuente ; deberá descubrir ese antagonismo, allí donde se encuentra encubierto por la historia política, por las particularidades del orden jurídico, por los prejuicios teóricos establecidos. Deberá ofrecer un cuadro completo de nuestre realidad, como sistema determinado de relaciones de producción, señalar cómo la explotación y la expropiación de los trabajadores son la esencia de este sistema, señalar la salida del regimen actual, indicada por el desarrollo económico.
   
Esta teoría, basada en el estudio detallado y minucioso de la historia y de la realidad rusas, debe dar respuesta a las
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demandas del proletariado, y si satisface las exigencias científicas, todo despertar del pensamiento rebelde del proletariado conducirá inevitablemente dicho pensamiento al cauce del socialdemocratismo. Cuanto más avance la elaboración de esta teoría, tanto más rápidamente crecerá el socialdemocratismo, ya que los más astutos guardianes del régimen actual no pueden impedir el despertar de la conciencia del proletariado; y no pueden porque ese régimen lleva aparejada, necesaria e inevitablemente, una acentuada expropiación creciente de los productores, un crecimiento cada vez mayor del proletariado y de su ejército de reserva, y esto al lado del aumento de la riqueza social, del enorme desarrollo de las fuerzas productivas y de la socialización del trabajo por el capitalismo. Por mucho que quede todavía por hacer para la elaboración de esta teoría, los socialistas lo harán; ello está garantizado por la difusión entre ellos del materialismo, el único método científico que exige que todo programa sea una formulación exacta de un proceso real; está garantizado por el éxito de la socialdemocracia, que ha adoptado estas ideas, éxito que ha inquietado hasta tal punto a nuestros liberales y demócratas que sus revistas mensuales, como observó un marxista, han dejado de ser aburridas.
   
Al subrayar así la necesidad, importancia y magnitud de la labor teórica de los socialdemócratas, en manera alguna quiero decir que dicha labor deba tener prioridad respecto de la labor PRACTICA *; y mucho menos que la segunda sea aplazada hasta la terminación de la primera. A tal conclusión podrían
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llegar sólo los exégetas del "método subjetivo en sociología" o los partidarios del socialismo utópico. Por supuesto, si se supone que la tarea de los socialistas consiste en buscar "otros caminos [que no sean los reales] de desarrollo" del país, entonces es natural que la labor práctica se haga posible sólo cuando filósofos geniales descubran y muestren esos "otros caminos"; y por el contrario, una vez descubiertos y mostrados, termina la labor teórica y comienza la de quienes deben dirigir la "patria" por el "nuevo camino" "recién descubierto". De manera completamente distinta se plantea el problema cuando la tarea de los socialistas reside en ser los dirigentes ideológicos del proletariado en su lucha efectiva contra los enemigos verdaderos y actuales que existen en la vía real del presente desarrollo económicosocial. Con esta condición la labor teórica y la labor práctica se funden en un todo, en una sola labor que con tanto acierto ha definido el veterano socialdemócrata alemán Liebknecht con estas palabras:
   
Studieren, Propagandieren, Organisieren *.
   
No se puede ser dirigente ideológico sin la labor teórica antes señalada, como tampoco es posible serlo sin dirigir dicha labor de acuerdo con las exigencias de la causa, sin propagar los resultados de esta teoría entre los obreros y ayudarlos a organizarse.
   
Este planteamiento de la tarea preserva a la socialdemocracia de los defectos de que tan a menudo adolecen los grupos socialistas: de dogmatismo y de sectarismo.
   
No puede haber dogmatismo allí donde el criterio supremo y único de la doctrina es su conformidad con el proceso real del desarrollo económicosocial; no puede haber sectarismo cuando la tarea consiste en contribuir a la organización del
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proletariado; cuando, por consiguiente, el papel de la "intelectualidad" reside en hacer innecesaria la existencia de dirigentes intelectuales especiales.
   
Por eso, a pesar de que existen divergencias entre los marxistas en diferentes problemas teóricos, los métodos de su actividad política han permanecido siempre invariables desde la aparición misma del grupo y continúan siendo hasta ahora, los de antes.
   
La actividad política de los socialdemócratas consiste en contribuir al desarrollo y organización del movimiento obrero en Rusia, a hacerlo salir del estado actual de tentativas de protesta, "motines" y huelgas esporádicos y privados de una idea directriz, convirtiéndolo en una lucha organizada de T O D A L A C L A S E obrera rusa, dirigida contra el régimen burgués y tendente a la expropiación de los expropiadores, a la destrucción del régimen social basado en la opresión del trabajador. Base de esta actividad es el convencimiento, común a los marxistas, de que el obrero ruso es el único y natural representante de toda la población trabajadora y explotada de Rusia*.
   
Natural, porque la explotación del trabajador en Rusia, es en todas partes capitalista por esencia, si se dejan de lado los restos agonizantes de la economía del régimen de servidumbre; lo único que ocurre es que la explotación de la masa de productores es pequeña, dispersa, y no desarrollada, mientras que la explotación del proletariado fabril es grande, está socializada y concentrada. En el primer caso la explotación
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se encuentra todavía envuelta en formas medievales, recargada de diferentes aditamentos, artificios y subterfugios políticos, jurídicos y convencionales, que impiden al trabajador y a sus ideólogos ver la esencia del sistema que oprime al trabajador, ver dónde y cómo hallar la salida. Por el contrario, en el último caso la explotación ya está completamente desarrollada y aparece en su forma pura, sin ninguno de los aditamentos que confunden la cuestión. El obrero no puede ya dejar de ver que lo oprime el capital, que hay que sostener la lucha contra la clase de la burguesía. Y esta lucha, encaminada a la satisfacción de sus necesidades económicas más inmediatas, a la mejora de su situación material, exige inevitablemente la organización de los obreros, se convierte inevitablemente en una guerra, no contra los individuos, sino contra la c l a s e, esa misma clase que no sólo en las fábricas, sino en todas partes oprime y subyuga al trabajador. He ahí por qué el obrero fabril no es otra cosa que el representante avanzado de toda la población explotada; y para que pueda cumplir con su función de representarla en una lucha organizada y consecuente hace falta algo muy distinto que entusiasmarlo con unas "perspectivas" cualesquiera; para ello hace falta sólo y simplemente hacerle comprender cuál es su situación, hacerle comprender la estructura del sistema político y económico que lo oprime, la necesidad e inevitabilidad del antagonismo de clase bajo este sistema. Esta situación del obrero fabril en el sistema general de relaciones capitalistas lo convierte en el combatiente único por la liberación de la clase obrera, porque sólo la fase superior de desarrollo del capitalismo, la gran industria mecanizada, crea las condiciones materiales y las fuerzas sociales necesarias para esta lucha. En todos los demás lugares, dadas las formas inferiores de desarrollo del capitalismo, no existen esas condiciones materiales: la produc-
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ción está dispersa en millares de pequeñísimas empresas (que no dejan de ser empresas dispersas ni aun bajo las formas más igualitarias de la posesión comunal de la tierra), el explotado, en la mayoría de los casos, posee todavía una empresa minúscula y de ese modo se halla ligado al mismo sistema burgués contra el cual debe sostener la lucha: esto demora y dificulta el desarrollo de las fuerzas sociales capaces de derrocar el capitalismo. La pequeña explotación, dispersa, aislada, sujeta a los trabajadores al lugar de residencia, los disocia, no les da la posibilidad de adquirir conciencia de su solidaridad de clase, no les da la posibilidad de unirse una vez que han comprendido que la causa de su opresión no es una u otra persona, sino todo el sistema económico. Por el contrario, el gran capitalismo rompe inevitablemente toda ligazón del obrero con la vieja sociedad, con determinado lugar de residencia y con determinado explotador; lo une, lo obliga a pensar y lo sitúa en condiciones que le permiten dar comienzo a la lucha organizada. Por consiguiente, los socialdemócratas dirigen toda su atención y toda su actividad a la clase de los obreros. Cuando sus representantes de vanguardia asimilen las ideas del socialismo científico, la idea del papel histórico del obrero ruso, cuando estas ideas alcancen una amplia difusión y entre los obreros se creen sólidas organizaciones que trasformen la actual guerra económica esporádica de los obreros en una lucha conciente de clases, entonces el OBRERO ruso, colocándose a la cabeza de todos los elementos democráticos, derribará el absolutismo y conducirá AL PROLETARIADO RUSO (al lado del proletariado de TO DOS LOS PAISES ), por el camino directo de la lucha política abierta, a la REVOLUCION COMUNISTA VICTORIOSA.
Fin. pág. 229 pág. 230
kustares
según el
número de
de obreros
edio de
obre-
ros por
esta-
bleci-
mientos
duc-
ción
anual
por
obrero
en %
bleci-
mien-
tos con
obreros
asala-
riados
ros
asala-
riados
bleci-
mien-
tos
ros
duc-
ción
total
estable-
cimientos
obreros
ción total
(en rublos)
de 1 a 5
obreros . .
de 6 a 10
obreros . .
más de 10
obreros . .
2,8
25
19
251
72
34
34
167/43
476/92
119.500
7,3
90
58
249
18
23
22
43/39
317/186
79.000
26,4
100
91
260
10
43
44
23/23
609/577
158.500
   
* Esto difícilmente será cierto en relación con las industrias artesanales de la provincia de Moscú, pero tal vez es justo por lo que se refiere a las industrias artesanales menos desarrolladas del resto de Rusia.
kustares
según el
número de
de obreros
edio de
obre-
ros por
esta-
bleci-
mientos
duc-
ción
anual
por
obrero
del porcentaje
bleci-
mien-
tos con
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asala-
riados
ros
asala-
riados
bleci-
mien-
tos
ros
de la
pro-
duc-
ción
estable-
cimientos
obreros
de la
produc-
ción
(en rublos)
de 1 a 3
obreros . .
de 4 a 5
obreros . .
más de 5
obreros . .
2,4
39
19
468
60
38
36
72/28
174/33
81.500
4,3
48
20
498
27
32
32
33/16
144/29
71.800
8,4
100
651
533
13
30
32
16/16
134/87
71.500
   
* Nadiel: parcela en idioma ruso. (N. del T.)
   
* Aunque este ejemplo se refiere a la diferenclación de los campesinos, sobre la que ya se ha hablado mucho, considero necesario analizar sus propios datos, para demostrar patentemente qué vil falsedad es afirmar que los socialdemocratas se interesan, no por la realidad, sino por los "pronósticos del futuro", y qué métodos de charlatanes emplean los "amigos del pueblo" al pasar por alto, en la polémica con nosotros, la esencia de nuestras concepciones y salir del paso con frases absurdas.
   
* Recopilación de datos estadísticos de la provincia de Vorónezh, t. II, parte II. La agricultura en el distrito de Ostrogozshk. Vorónezh. 1857. Los presupuesros van en los apéndices, págs. 42-49. El análisis se hace en el capítulo XVIII: Composición y presupuestos de familias campesinas.
   
* Es indudable que la hacienda de un campesino que vive exclusivamente de la agricultura y emplea a un trabajador, difiere por su tipo de la hacienda de un campesino que se ha contratado de peón y que obtiene los 3/5 de sus ingresos trabajando como peón. Y entre estos 24 campesinos hay de los dos tipos. ¡Juzgue el lector qué clase de "ciencia" resultará si se agrupa a peones y a campesinos que emplean peones y se opera con un promedio general!
   
* Las oscilaciones en la magnitud de una familia media son mucho menores: a) 7,83, b) 8,36, c) 5,28 personas por familia.
   
* Son particuíarmente grandes las diferencias en cuanto a la posesión de aperos; término medio, el valor de los aperos por cada hacienda es de 54,83 rublos. Pero entre los campesinos acomodados es dos veces mayor: 111,80 rublos, y entre los campesinos pobres tres veces menor: 16,04 rublos. Entre los campesinos medios, 48,44 rublos.
   
** Es ínteresante señalar que el presupuesto de los peones rurales -- 2 de los 7 campesinos pobres -- resulta sin déficit: 99 rublos de ingresos y 93,45 de gastos por familia. Uno de los peones recibe del dueño la comida, la ropa y el calzado.
   
* Véase el Apéndice I.
   
* No quiero decir, por supuesto, que los datos de las 24 haciendas basten p o r s í s o l o s para refutar la tesis sobre la importancia cardinal de la tierra de nadiel. Pero más arriba hemos ofrecido datos de varios distritos, que refutan por completo dicha tesis[35].
   
* La comparación de las 24 haciendas típicas con las categorías económicas en todo el distrito fue hecha con los mismos métodos empleados por el señor Scherbina para comparar el promedio de aquéllas con los grupos basados en la superficie de sus tierras de nadiel.
campesinos
según la
cantidad de
animales de
labor
lia
pro-
medio
(per-
sonas)
nos
cen-
taje
zas de
ganado
mayor
(desiatinas)
peo-
nes
estab.
com.
ó
indus.
casa
tra-
baja-
dores
de la
fami-
lia
culti-
van la
tierra
aperos
de lab-
ranza
nadiel
dada
de labor
de labor
animales de
labor
animales de
labor
De las 24
hacaiendas
típicas*
8.728
26,0
0,7
6,2
0,2
4,6
0,6
4,0
9,5
16,6
41,6
98,5
10.510
31,3
3,0
9,4
1,3
5,7
1,4
5,4
1,4
4,9
2,9
2,5
11.191
33,3
6,8
13,8
3,6
7,7
8,3
12,3
0,4
1,3
0,4
--
3.152
9,4
14,3
21,3
12,3
11,2
25,3
34,2
0,1
0,4
0,3
--
/peones
0,5
7,2
0
4,5
| pobres
| medios
\acomodados
puestos de Scherbina), así que sólo quedan 5 campesinos pobres.
** Véanse las págs. 130-132. (n. de la Red.)
   
** A propósito de este cuadro no se puede tampoco dejar de señalar que vemos aquí exactamente lo mismo: un aumento de la cantidad de tierra tomada en arriendo a medida que crece el grado de prosperidad a pesar del aumento de la cantidad de tierra de nadiel. Así, pues, con los datos de otro distrito se confirma la falsedad de la idea acerca de la importancia cardinal de la tierra de nadiel. Por el contrario, vemos que la proporción de tierra de nadiel en el total de tierras en poder de dicho grupo disminuye a medida que aumenta su grado de prosperidad. Si sumamos la tierra de nadiel y la tomada en arriendo, y calculamos el porcentaje que en esta suma corresponde a la tierra de nadiel, obtenemos los siguientes datos por grupos: I) 96,8%; II) 85%; III) 79,3%; IV) 63,3%. Y este fenómeno es completamente comprensible. Sabemos que con la Reforma liberadora la tierra se convirtió en Rusia en una mercancía. Quien tiene dinero, siempre puede comprar tierra: también la tierra de nadiel hay que comprarla. Se comprende que los campesinos acomodados concentren en sus manos la tierra y que esta concentración se exprese con mayor fuerza en las tierras tomadas en arriendo, como consecuencia de las restricciones medievales puestas a la trasferencia de la tierra de nadiel. Los "amigos del púeblo", que estan a favor de estas restricciones, no comprenden que lo único que iace esta absurda medida reaccionaria es empeorar la situación de los campesinos pobres: arruinados, desprovistos de aperos de labranza, los campesinos en todo caso deben entregar en arriendo la tierra, y la prohibición de este arriendo (o venta) llevará, bien a que la entreguen subrepticiamente y, por consiguiente, en peores condiciones para el arrendatario, bien a que devuelvan gratuitamente la tierra a "la comunidad", es decir, a ese mismo kulak. [cont. en pág. 131. -- DJR]
No puedo menos que trascribir aqui el comentario tan profundamente exacto de Gúrvich acerca de esta famosa "inalienabilidad":
"Para orientarnos en este asunto, debemos examinar quién es el com prador de la tierra del campesino. Hemos visto que sólo una infima parte de los lotes de tierra 'chetvertnáia' fue comprada por los comer ciantes. Hablando en general, los pequeños lotes vendidos por los nobles son comprados sólo por los campesinos. Por consiguiente, esto afecta unicamente las relaciones entre los campesinos y no los intereses de la nobleza ni los de la clase capitalista. Es muy posible que en semejantes casos el gobierno ruso tenga a bien arrojar una limosna a los populistas. Esta extraña unión [mésalliance ] de tutela patriarcal oriental [oriental paternalism ] con un monstruoso prohibicionismo socialista de Estado difícilmente dejara de provocar la oposición de aquellos a quienes se quiere favorecer. Como el proceso de diferenciación del campo se opera, evidentemente, en el interior de éste y no fuera de el, !a inalienabilidad de la tierra del campesino será apcnas un sinónimo de la expropiación sin indemnización de los campesinos pobres en beneficio de los miembros ricos de la comunidad.
"Vemos que el porcentaje de emigrantes entre los campesinos chetvertnie [36], que tenían derecho a enajenar su tierra, era mucho más alto que entre los campesinos ex siervos del Estado que practicaban una agricultura comunal: precisamente en el distrito de Ranenburg (provincia de Riazán) la proporción de emigrantes entre los primeros es del 17 por ciento y entre los segundos, del 9 por ciento. En el distrito de Dankov, entre los primeros es del 12 y entre los segundos, del 5 por ciento. ¿A qué se debe esta diferencia? Un ejemplo concreto aclarará esto: [cont. en pág. 132. -- DJR]
'En 1881 una pequeña comunidad de 5 hogares, antiguamente siervos de Grigórov, emigraron de la aldea Biguildino, distrito de Dankov. Vendieron su tierra, 30 desiatinas, a un campesino rico por 1.500 rublos. En su anterior lugar de residencia estos campesinos carecían de medios de subsistencia y la mayoría de ellos trabajaba todo el año como peones' (Recopilación de datos estadísticos, parte II, págs. 115, 247). Según datos del señor Grigóriev (La migraaón campesina de la peovincia de Riazán ), 300 rublos, precio del lote promedio de tierra de un campesino, que medía 6 desiatinas, era lo suficiente para que una familia campesina pudiera empezar a dedicarse a la agricultura en el sur de Siberia. De este modo, un campesino completamente arruinado tendría la posibilidad, vendiendo su lote de tierra comunal, de llegar a ser un agricultor en el nuevo territorio. La veneración de las sagradas costumbres de los antepasados difícilmente podría resistir tal tentación, a no ser por la intervención contraria de la generosísima burocracia.
"Me acusarán, naturalmente, de pesimismo, como me acusaron hace poco por mis puntos de vista sobre la migración de los campesinos (Siéverni Viéstnik, 1892, núm. 5, artículo de Bogdanovski). Por lo común se razona más o menos así: admitamos que la descripción corresponde exactamente a la realidad tal cual es, pero las consecuencias dañinas de las migraciones se deben no obstante a la situación anormal en que viven los campesinos, y en condiciones normales las objeciones (contra las migraciones) 'no tendrían fuerza'. Por desgracia, sin embargo, estas condiciones realmente 'anormales' se desarrollan de modo espontáneo, y la creación de condiciones 'normales' no está al alcance de quienes simpatizan con los campesinos" (ob. cit., pág. 137)[37].
   
* Y esto difícilmente será así, porque la declinacion supone una pérdida temporal y fortuita de estabilidad, mientras que el campesino medio, como vimos, siempre se encuentra en una situación inestable, al borde de la ruina.
   
* Para deducir los ingresos pecuniarios de la agricultura (Scherbina no los da) hubo que recurrir a cálculos bastante complicados. Del ingreso total proveniente de los cereales fue necesario excluir los ingresos por paja y cascarilta, destinadas, según palabras del autor, a forraje. El propio autor los excluye en el capítulo XVIII, pero sólo para las cifras totales del distrito y no para las de las 24 haciendas mencionadas. Con sus cifras totales determiné la proporción de los ingresos provenientes del grano (con relación a todos los ingresos obtenidos de cereales, es decir, del grano y de la paja con la cascarilla) y de este porcentaje excluí en el caso presente la paja y la cascarilla. Esa proporción es de 78,98 por ciento para el centeno, 72,67 para el trigo, 73,32 para la avena y la cebada, y 77,78 por ciento para el mijo y el trigo sarraceno. Luego la cantidad de grano vendido se determinó descontando la cantidad que se consume en la propia hacienda.
   
** "Hay que contratar al trabajador lo más barato posible y sacar provecho de él", dice muy justamente en el mismo pasaje el señor Krivenko.
   
* ¡Señor Iuzhakov! ¿Cómo puede ser esto? Su camarada dice que las "sanguijuelas" salen de los "talentos", y usted aseguraba que los hombres se hacen "sanguijuelas" sólo porque poseen "espíritu no crítico". ¡Esto, señores, ya no está bien: en una misma revista contradecirse el uno al otro!
   
* Si hasta ahora sólo se muestran capaces de hacer suya la idea de la lucha de clases del proletariado contra la burguesía los obreros fabriles urbanos y no los peones rurales "tontos e ingenuos", es decir, los hombres que han perdido esas preciadas cualidades, tan estrechamente ligadas a las "bases seculares" y al "espíritu de la comunidad", lo único que ello demuestra es la exactitud de la teoría de los socialdemócratas sobre el papel progresista y revolucionario del capitallsmo ruso.
   
** No hablo ya del absurdo de la idea según la cual los campesinos que poseen igual cantidad de tierra de nadiel son iguales entre sí y no se dividen también en "sanguijuelas" y "peones".
   
* Véanse las págs. 82-83. (N. de la Red.) [en Parte I --DJR]
   
* Esta idea -- sobre el apoyo, con ayuda del crédito, a la "economía del pueblo", es decir, a la agricultura de los pequeños productores, donde existen relaciones capitalistas (y la existencia de éstas ya no la pueden negar, como hemos visto, los "amigos del pueblo") --, esta absurda idea que demuestra la incomprensión de las verdades elementales de la economía política teórica, muestra con plena evidencia la vulgaridad de la teoría de estos señores, que pretenden nadar entre dos aguas.
   
* Hablo de la compra de acciones por los ricos, a pesar de la reserva que hace el autor respecto de que las acciones pertenecerían a las comunidades, porque después de todo, éste habla de la compra de acciones con dinero, que sólo poseen los ricos. Por eso, se realice o no el negocio a través de dichas comunidades, de todas formas sólo podrán pagar los ricos, exactamente como la compra o el arrendamiento de tierra por la comunidad no impide de ningún modo la monopolización de esa tierra por los ricos. Además, los ingresos (dividendos) debe recibirlos también quien ha pagado; de otro modo, las acciones no serían acciones. En tiendo que la proposición del autor significa que determinada parte del beneficio será destinada a "asegurar a los obreros la ligazón con la tierra". Ahora bien, si no es esto lo que el autor entiende (aunque se desprende inevitablemente de lo que dice), sino que los ricos paguen dinero por las acciones sin recibir dividendos, entonces su proyecto se reduce a que los poseedores compartan sus bienes con los desposeídos. Esto recuerda la anécdota sobre el matamoscas que requería que primero se cazara la mosca y se la pusiera en la vasija, después de lo cual moría al instante.
   
* Filántropos. (N. de la Red.)
   
* Para mostrar la correlación entre este gasto y la parte restante del presupuesto campesino, me baso en los mismos 24 presupuestos del distrito de Ostrogozhsk. El gasto medio de una familia es de 495,39 rublos (en especie y en dinero). De ellos, 109,10 son para el mantenimiento del ganado, 135,80 para la alimentación vegetal y los impuestos, y los restantes 250, 49 para los demás gastos: alimentación no vegetal, ropa, aperos, arriendo y otros. El mantenimiento del ganado lo incluye el señor Iuzhakov en la cuenta de los prados y otras tierras.
   
* Como ejemplo me referire aunque solo sea a los kustares de Pávlovo, en comparación con los campesinos de las aldeas circunvecinas. Véase las obras de Grigóriev y Annenski[40]. Tomo intencionadamente como ejemplo, de nuevo, un distrito rural en el que existe, al parecer, un "régimen popular" especial.
   
* Hay que culpar al autor del uso que hace de esta palabra, tanto más, cuanto que R. Bogatstvo gusta de emplear la palabra "popular" en oposición a lo que es burgués.
   
* Recuerdo al lectot la distribución de estos aperos perfeccionados en el distrito de Novouzensk: para el 37 por ciento de campesinos (los pobres), o sea 10.000 familias de 28.000: ¡7 aperos sobre 5.724, es decir, 1/8 por ciento! 4/5 de los aperos están monopolizados por los ricos, que constituyen tan solo 1/4 del total de familias.
   
* Tiene usted toda la razón, honorable señor profesor, al decir que una agricultura mejorada recompensará con creces a este "pueblo" que no "se entrega a la desesperación" y "permanece fiel a la tierra". ¿Pero no observa usted, oh gran doctor en economía política, que para la adquisición de todos estos fosfatos, etc., el "mujik" debe destacarse de la masa de míseros hambrientos por la posesión de dinero sobrante y el dinero no es otra cosa que un producto del trabajo social, que va a parar a manos privadas; que la apropiación de la "recompensa" por esa agricultura mejorada será la apropiación del trabajo ajeno ; que ver la fuente de esta abundante recompensa en el celo personal del agricultor que "trabaja sin descanso" para "fecundar la madre tierra", solo pueden hacerlo los lacayos más miserables de la burguesía?
¡Gracias de todo corazón os dará
el pueblo ruso!"
   
* "En el seno de la comunidad lural han surgido clases sociales antagónicas", dice Gúrvich en otro lugar (pág. 104). Cito a Gúrvich sólo como complemento de los datos concretos ya aportados.
   
* Las búsquedas de "nuevos sistemas de cultivo" son precisamente "febriles" porque el mujik emprendedor se ve precisado a explotar una hacienda más grande, y no puede hacer frente a ello con los viejos métodos; precisamente porque a esta búsqueda de nuevos sistemas obliga la competencia, ya que la agricultura adquiere un carácter cada vez mas mercantil, burgués.
   
* Absurdo porque la fuerza del "económicamente fuerte" consiste, entre otras cosas, en que tiene en sus manos el poder político. Sin él no podría mantener su dominación económica.
   
* Por eso los "amigos del pueblo" son los peores reaccionarios cuando sostienen que la función natural del Estado es proteger al económicamente débil (así debería ser según su trivial moral de viejas), cuando toda la historia rusa y la política interior atestiguan que la función de nuestro Estado es proteger sólo a los terratenientes feudales y a la gran burguesía, y reprimir del modo más feroz todo intento de defenderse "de los económicamente débiles ". Y ésta, por cierto, es su función natural, porque el absolutismo y la burocracia están imbuidos hasta el tuétano de espíritu burgués-feudal y porque en el terreno económico la burguesía reina y gobierna con poder indivisible, manteniendo al obrero "dócil como un cordero".
Was ist der Philister?
Ein hohler Darm,
Voll Furcht und Hoffnung,
Dass Gott erbarm **.
   
* ¿Entre quiénes? ¿Entre el terrateniente y el campesino? ¿Entre el mujik emprendedor y el desharrapado? ¿Entre el fabricante y el obrero? Para comprender este clásico "principio de solidaridad" hay que recordar que la solidaridad entre el empresario y el obrero se consigue "por la rebaja del salario".
   
** En aleman en el original: ¿Qué es un filisteo? Una tripa vacía, rellena de cobardía y de esperanza en la misericordia de Dios. (Goethe). (N. de la Red.)
   
* A esto se reducían, en esencia, todos nuestros viejos programas revolucionarios, comenzando aunque sólo sea por los bakuninistas y los rebeldes, continuando por los populistas y terminando con los partidarios de "Naródnaia Volia", los cuales también tenían la seguridad de que los campesinos enviarían una cantidad aplastante de socialistas al futuro Zemski Sobor y esta seguridad no ocupaba el último lugar.
   
* Esta conclusión, lo repito, no podía menos que ser clara para todo el que hubiera leido el Manifiesto comunista, la Miseria de la filosofía y El capital, y sólo para el señor Mijailovski era preciso un esclarecimiento especial.
   
* Por la sencilla razón de que hasta ahora no se ha ballado solución alguna a estos problemas. No se puede, en efecto, llamar solución del problema del arriendo a la afirmación de que "el arrendamiento popular sirve de sostén a la agricultura popular", o a una descripción como la siguiente del sistema de laboreo de las tierras de los terratenientes con los aperos de los campesinos: "el campesino ha demostrado ser más fuerte que el terrateniente", quien "ha sacrificado su independencia en beneficio del campesino independiente"; "el campesino ha arrancado de manos del terrateniente la gran producción"; "el pueblo es el vencedor en la lucha por las formas de técnica agrícola". Esta es la huera charlatanería liberal empleada en Destinos del capitalismo, de "nuestro conocido" señor V. V.
   
* La prueba está en la diferenciación del campesinado.
   
* Ziemlich blasse kompromissfähige und kompromisssüchtige Reformrichtung : en ruso se puede interpretar esto, según creo, así: oportunismo culturalista.
   
** Produce en general una lamentable impresión el intento del señor Krivenko de atacar al señor Struve. Revela una impotencia infantil de objetar algo sustancial, y una irritación también infantil. Por ejemplo, el señor Struve dice que el señor Nik.-on es un "utopista". Y explica con toda claridad por qué lo llama así: 1) porque desconoce "el desarrollo real de Rusia"; 2) porque apela a la "sociedad" y al "Estado", sin comprender el carácter de clase de nuestro Estado. ¿Qué puede objetar contra esto el señor Krivenko? ¿Niega que nuestro desarrollo sea realmente capitalista? ¿Dice que este desarrollo es de otra índole? ¿Que el Estado no es un Estado de clase? No, prefiere eludir por completo estas cuestiones y, con furia cómica, combatir ciertos "modelos estereo tipados" de su propia invención. Otro ejemplo. El señor Struve, además de acusar al señor Nik.-on de no comprender la lucha de clases, le re- [cont. en pág. 194. -- DJR] procha grandes errores teóricos en lo que se refiere a "hechos puramente económicos". Señala, entre otras cosas, que al hablar del número insignificante de nuestra población no agricola, el señor Nik.-on "no advierte que el desarrollo capitalista de Rusia tenderá precisamente a atenuar esta diferencia entre el 80 por ciento (población rural de Rusia) y el 44 por ciento (población rural de Norteamérica): en esto se puede decir que consiste su misión histórica". El señor Krivenko, en primer lugar, tergiversa este pasaje, hablando de "nuestra" (7) misión de privar de tierra a los campesinos, cuando se trata sencillamente de la tendencia del capitalismo a reducir la población rural, y, en segundo lugar, sin decir ni una palabra sobre lo esencial (¿es posible un capitalismo que no conduzca a la disminución de la población rural?), se pone a hablar tonterías sobre los "exégetas", etc. Véase el Apéndice II [págs. 237-238 del presente libro (N. de la Red.)].
   
* ¡Por qué no intentaron proponer esta obra "vital" a aquelle juventud que hablaba al mujik de las asociaciones europeas! ¡Cómo lo habrían recibido, qué magnífica réplica les habrían dado! ¡Ustedes se habrían muerto de miedo de sus ideas, como lo hacen ahora del materialismo la dialéctica!
   
* Tomo la cita del artículo de Plejánov "N. Chernishevski", en Sotsial-Demokrat [52].
   
* No se puede dejar de recordar aquí la arrogancia típica de un terrateniente feudal ruso con que el señor Ermólov, en la actualidad ministro de Agricultura, en su libro Las malas cosechas y las penurias del pueblo, se opone a la migración. Según él, no se la puede considerar, desde el punto de vista del Estado, como una medida racional, cuando en la Rusia europea los terratenientes experimentan aún escasez de mano de obra. En realidad, ¿para qué existen los campesinos, si no para engordar con su trabajo a los terratenientes parásitos y a sus "encumbrados" lacayos?
   
** Este es un punto muy importante. Plejánov tiene toda la razón cuando dice que para nuestros revolucionarios existen "dos enemigos: los viejos prejuicios aún no extirpados totalmente, por una parte, y la insuficiente comprensión del nuevo programa por otra". Véase el Apéndice III.
   
* Una institución reaccionaria particularmente imponente, a la cual nuestros revolucionarios han prestado relativamente poca atención, es la burocracia nacional, que rige de facto el Estado ruso. Reclutada principalmente entre los intelectuales de la clase media, esta burocracia es, tanto por su origen como por la finalidad y el carácter de su actividad, profundamente burguesa, pero el absolutismo y los enormes privilegios políticos de la nobleza rural le han infundido cualidades singularmente nocivas. Esta burocracia es una constante veleta que considera su tarea suprema la coordinación de los intereses del terrateniente y del burgués. Es un Judas que se aprovecha de sus simpatías y relaciones en el mundo de los terratenientes feudales para engañar a los obreros y campesinos aplicando, con el pretexto de "proteger al económicamente débil" y "custodiarlo" para defenderlo del kulak y del usurero, medidas que reducen a los trabajadores a la condición de "chusma vil", entregándo!os atados de pies y manos al terrateniente feudal y dejándolos tanto mas indefensos, frente a la burguesía. Este burócrata es el más peligroso de los hipócritas, ha asimilado la experiencia de los campeones de la reacción de Europa occidental y encubre hábilmente sus apetitos a lo Arakchéiev bajo las hojas de parra de frases de amor al pueblo.
   
* Hay dos caminos para llegar a la conclusión de que es necesario elevar al obrero a la lucha contra el absolutismo: o considerar al obrero como el único combatiente por el régimen socialista, y ver entonces en la libertad política una de las condiciones que facilitan su lucha: así opinan los socialdemócratas; o bien ver en él sencillamente al ser que más sufre por el régimen existente, que ya nada tiene que perder y que puede alzarse con más decisión que nadie contra el absolutismo. Pero esto significará obligar al obrero a ir a la zaga de los radicales burgueses, que se niegan a ver el antagonismo existente entre la burguesía y el proletariado tras la solidaridad de todo el "pueblo" contra el absolutismo.
   
* Todo lo contrario, la labor práctica de propaganda y agitación debe tener siempre prioridad, porque, en primer lugar, la labor teórica sólo da respuesta a los problemas que surgen de la segunda. Y, en segundo lugar, los socialdemócratas se ven obligados con tanta frecuencia, por circunstancias que no dependen de ellos, a limitarse al solo trabajo teórico que valoran mucho cada momento en que es posible la labor práctica.
   
* "Estudio, propaganda, organización." (N. de la Red.)
   
* El hombre del futuro en Rusia es el mujik, pensaban los representantes del socialismo campesino, los populistas en el más amplio sentido de la palabra. El hombre del futuro en Rusia es el obrero, piensan los socialdemócratas. Así estaba formulado en un manuscrito el punto de vista de los marxistas.
1894.
CATEGORIA DE CAMPESINOS Y |
Número de |
Número de |
Peones | ||
Familias |
Números | ||||
1 |
2 |
3 |
4 | ||
6 |
Total . . . . . . . . . . . . . . . . . . |
47 |
11 |
6 |
8 |
Promedio por campesino . . . . |
7,83 |
1,8 |
--- |
--- | |
11 |
Total . . . . . . . . . . . . . . . . . . |
92 |
26 |
2 |
2 |
Promedio por campesino . . . . |
8,36 |
2,4 |
--- |
--- | |
7 |
Total . . . . . . . . . . . . . . . . . . |
37 |
10 |
2 |
2 |
Promedio por campesino . . . . |
5,28 |
1,4 |
--- |
--- | |
Total |
Total . . . . . . . . . . . . . . . . . . |
176 |
47 |
10 |
12 |
Promedio por campesino . . . . |
7,3 |
1,9 |
--- |
--- | |
2 peones |
Total . . . . . . . . . . . . . . . . . . |
9 |
2 |
--- |
--- |
Promedio por campesino . . . . |
4,5 |
1 |
--- |
--- |
pág. 231
CATEGORIA DE |
Tierra |
Tierra |
Total |
Núm. |
Núm. |
Núm. |
Ganado | |||
Famil- |
desia- |
Animal- |
Total, | |||||||
5 |
6 |
7 |
8 |
9 |
10 |
11 |
12 |
13 | ||
6 |
Total |
132,6 |
6 |
52,8 |
123,4 |
52 |
4 |
224 |
35 |
81 |
Promedio |
22,1 |
--- |
8,8 |
20,6 |
8,6 |
--- |
37,3 |
5,8 |
13,5 | |
11 |
Total |
101,2 |
10 |
85,5 |
140,2 |
70 |
--- |
338 |
40 |
89,1 |
Promedio |
9,2 |
--- |
7,7 |
12,7 |
6,4 |
--- |
30,7 |
3,6 |
8,1 | |
7 |
Total |
57,8 |
4 |
19,8 |
49,8 |
31 |
--- |
108 |
7 |
15,3 |
Promedio |
8,5 |
--- |
2,8 |
7,1 |
4,4 |
--- |
15,4 |
1 |
2,2 | |
Total |
Total |
291,6 |
20 |
158,1 |
313,4 |
153 |
4 |
670 |
82 |
185,4 |
Promedio |
12,1 |
--- |
6,6 |
13 |
6,4 |
--- |
27,9 |
3,4 |
7,7 | |
2 peones |
Total |
14,4 |
--- |
--- |
6,8 |
6 |
--- |
11 |
--- |
1,1 |
Promedio |
7,2 |
--- |
--- |
3,4 |
3 |
--- |
5,5 |
--- |
0,5 |
pág. 232
CATEGORIA DE |
Valor en rublos |
Suma | |||||||
Edifi- |
Otros |
Aperos |
Enseres |
Ropa |
Gana- |
Total | |||
14 |
15 |
16 |
17 |
18 |
19 |
20 |
21 | ||
6 |
Total |
2.696 |
2.237 |
670,8 |
453 |
1.294,2 |
3.076,5 |
10.427,5 |
80 |
Promedio |
449,33 |
372,83 |
111,80 |
75,5 |
215,7 |
512,75 |
1.737,91 |
13,3 | |
11 |
Total |
2.362 |
318 |
532,9 |
435,9 |
2.094,2 |
2.907,7 |
8.650,7 |
375 |
Promedio |
214,73 |
28,91 |
48,44 |
39,63 |
190,38 |
264,33 |
786,42 |
32,4 | |
7 |
Total |
835 |
90 |
1.316 |
254 |
647,1 |
605,3 |
2.543,7 |
233,6 |
Promedio |
119,28 |
12,85 |
54,83 |
36,29 |
92,45 |
86,47 |
363,38 |
33,4 | |
Total |
Total |
5.893 |
2.645 |
1.316 |
1.142,9 |
4.035,5 |
6.589,5 |
21.621,9 |
670,6 |
Promedio |
245,55 |
110,21 |
54,83 |
47,62 |
168,14 |
274,56 |
900,91 |
27,9 | |
2 peones |
Total |
155 |
25 |
6,4 |
76,8 |
129,3 |
9,1 |
401,6 |
50 |
Promedio |
77,5 |
12,5 |
3,2 |
38,4 |
64,65 |
4,55 |
200,8 |
25 |
pág. 233
CATEGORIA DE |
Fuentes de ingresos | ||||||||
De la agricultura |
De la |
De las |
De la |
De las |
De di- |
Total | |||
Total |
De los | ||||||||
22 |
23 |
24 |
25 |
26 |
27 |
28 |
29 | ||
6 |
Total |
61,2% |
|
15,4% |
4,3% |
6,5% |
5% |
7,6% |
100% |
Promed. |
643,6 |
--- |
162,1 |
45,2 |
68,6 |
53,3 |
80,4 |
1.053,2 | |
11 |
Total |
60,7% |
|
16,1% |
0,7% |
18,8% |
--- |
3,7% |
100% |
Promed. |
287,7 |
--- |
76,1 |
3,2 |
89 |
--- |
17,8 |
473,8 | |
7 |
Total |
48,7% |
|
22,9% |
1,9% |
23,8% |
--- |
2,7% |
100% |
Promed. |
98,5 |
--- |
46,3 |
3,9 |
48,1 |
--- |
5,5 |
202,4 | |
Total |
Total |
59,6% |
|
16,5% |
2,6% |
13,3% |
2,5% |
5,5% |
100% |
Promed. |
321,5 |
--- |
88,9 |
13,9 |
72 |
13,3 |
29,9 |
539,5 | |
2 peones |
Total |
59,5 |
--- |
5,7 |
--- |
128,8 |
--- |
4 |
198 |
Promed. |
29,75 |
--- |
2,85 |
--- |
64,4 |
--- |
2 |
99 |
pág. 234
CATEGORIA DE |
Distribución de gastos
[cont. en pág. 235 --DJR] | |||||||
Alimentación |
Ropa y |
Manteni- | ||||||
Total |
Vegetal |
Otra |
De la cual | |||||
Leche, |
Sal, | |||||||
30 |
31 |
32 |
33 |
34 |
35 |
36 | ||
6 |
Total |
29.2% |
823,8 |
676,8 |
|
115,5 |
8,2% |
24,9% |
Promedio |
250,1 |
--- |
--- |
--- |
--- |
70,63 |
212,76 | |
11 |
Total |
37,6% |
|
614,6 |
|
80,3 |
10,6% |
21,2% |
Promedio |
177,45 |
--- |
--- |
--- |
--- |
49,83 |
99,84 | |
7 |
Total |
42,1% |
|
173,1 |
|
38,7 |
14,6% |
15,6% |
Promedio |
94,4 |
--- |
--- |
--- |
--- |
32,8 |
34,81 | |
Total |
Total |
34,6% |
2.648,8 |
1.464,5 |
1.230 |
234,5 |
10,1% |
22,2% |
Promedio |
171,39 |
110,37 |
61,02 |
51,25 |
9,77 |
50,06 |
109,1 | |
2 peones |
Total |
81,7 |
72,1 |
9,6 |
6,1 |
3,5 |
14,9 |
8 |
Promedio |
40,85 |
--- |
--- |
--- |
--- |
7,45 |
4 |
pág. 235
CATEGORIA DE |
[cont. de pág. 234 --DJR ]
Distribución de gastos | ||||||||
Ganado |
Para |
Arrien- |
Impues- |
A los |
Varios |
Total |
Ingreso | ||
37 |
38 |
39 |
40 |
41 |
42 |
43 |
44 | ||
6 |
Total |
9,4% |
13,5% |
6,5% |
4,9% |
1,1% |
2,3% |
100% |
+1.184,3 |
Promedio |
80,75 |
115,29 |
55,33 |
42,25 |
9,33 |
19,42 |
855,86 |
+197,34 | |
11 |
Total |
5% |
0,9% |
6,8% |
4,9% |
1,3% |
11,7% |
100% |
+24,5 |
Promedio |
23,27 |
4,33 |
31,97 |
23,17 |
6,35 |
55,4 |
471,6 |
+2,19 | |
7 |
Total |
7,1% |
1,6% |
6% |
6,5% |
1,8% |
4,7% |
100% |
-149,6 |
Promedio |
15,8 |
3,47 |
13,5 |
14,54 |
4 |
10,46 |
223,78 |
-21,38 | |
Total |
Total |
7,1% |
6,4% |
6,5% |
5,1% |
1,3% |
6,7% |
100% |
+1.059,2 |
Promedio |
35,46 |
31,82 |
32,43 |
25,43 |
6,41 |
33,29 |
495,39 |
+44,11 | |
2 peones |
Total |
53,2 |
0,4 |
--- |
22,6 |
2,8 |
3,3 |
186,9 |
+11,1 |
Promedio |
26,6 |
0,2 |
--- |
11,3 |
1,4 |
1,65 |
93,45 |
+5,55 |
pág. 237
APENDICE II    
El señor Struve, con toda corrección, centra su crítica a Nik.-on en la tesis de que "la doctrina de Marx sobre la lucha de clases y el Estado es completamente ajena al economista político ruso". Yo no tengo la audacia del señor Krivenko para juzgar, sólo sobre la base de este pequeño artículo (de 4 columnas) del señor Struve, su sistema de concepciones (no conozco otros artículos suyos); y debo decir también que no concuerdo con todo lo que él sostiene, y por eso puedo defender, no su artículo en conjunto, sino sólo ciertas ideas fundamentales que él desarrolla Pero en todo caso la citada circunstancia ha sido valorada de una manera profundamente certera: en verdad el error fundamental del señor Nik.-on consiste en no comprender la lucha de clases, inherente a la sociedad capitalista. La rectificación de este solo error sería suficiente para que inclusive de sus ideas e investigaciones teóricas se dedujesen necesariamente conclusiones socialdemócratas. En realidad, ignorar la lucha de clases evidencia la más burda incomprensión del marxismo, incomprensión de la que hay que culpar al señor Nik.-on, tanto más cuanto que en general éste aspira a hacerse pasar por un riguroso admirador de los principios de Marx. ¿Puede nadie, por poco conocedor de Marx que sea, negar que la doctrina sobre la lucha de clases es el eje de todo el sistema de sus concepciones?
   
El señor Nik.-on podía, naturalmente, aceptar la teoría de Marx con la excepción de este punto, sobre la base, digamos,
pág. 238
de que no se ajusta a los datos de la historia y de la realidad rusas; pero entonces, en primer lugar, no podría haber afirmado que la teoría de Marx explica nuestro sistema, no podría haber hablado siquiera de esta teoría y del capitalismo, ya que habría sido necesario rehacer la teoría y elaborar una concepción sobre un capitalismo diferente, al cual no fuesen inherentes las relaciones antagónicas y la lucha de clases. En todo caso, debió hacer una reserva, y aclarar por qué si acepta la A del marxismo, se niega a aceptar la B. El señor Nik.-on no ha intentado siquiera hacer nada semejante.
   
Y el señor Struve concluye, muy correctamente, que la incomprensión de la lucha de clases convierte al señor Nik.-on en un utopista, pues al ignorar la lucha de clases que se de senvuelve en la sociedad capitalista, eo ipso ignora todo el contenido real de la vida político-social de esta sociedad, y para la realización de su desideratum se conclena inevitablemente a deambular por el ámbito de los inocentes sueños. Esta incomprensión lo convierte en un reaccionario, pues la apelación a la "sociedad" y al "Estado", es decir, a los ideólogos y los políticos de la burguesía, sólo pueden desconcertar a los socialistas, inducirlos a considerar como aliados a los peores enemigos del proletariado, sólo puede frenar la lucha de los obreros por la emancipación, en lugar de contribuir a la intensificación, al esclarecimiento y a una mejor organización de esa lucha.
   
Ya que hablamos del artículo del señor Struve, no podemos menos que referirnos aquí también a la respuesta del señor Nik.-on en el número 6 de R. Bogatstvo [*].
   
"Resulta -- afirma el señor Nik.-on aduciendo datos sobre el lento aumento del número de obreros fabriles, aumento que
pág. 239
va a la zaga del crecimiento de la población --, resulta que en nuestro país el capitalismo lejos de cumplir su 'misión histórica', fija él mismo límites a su propio desarrollo. He aquí por qué, entre otras cosas, tienen mil veces razón los que buscan 'para su patria un camino de desarrollo distinto del que ha seguido y sigue Europa occidental'". (¡Y esto lo escribe un hombre que reconoce que Rusia sigue ese mismo camino capitalista!) Esta "misión histórica" no se cumple, según el señor Nik.-on, porque "la corriente económica hostil a la comunidad rural [es decir, el capitalismo] destruye los fundamentos mismos de su existencia, sin traer consigo esa pequeña porción de significado unificador tan característica en Europa occidental y que comienza a manifestarse con singular fuerza en América del Norte".
   
En otras palabras, tenemos ante nosotros el clásico argumento contra los socialdemócratas inventado por el famoso señor V. V., quien consideraba el capitalismo desde el punto de vista de un funcionario de ministerio que resuelve la cuestión de Estado de la "introducción del capitalismo en la vida del pueblo": si cumple su "misión", puede ser admitido; si no la cumple, "no hay que admitirlo". Aparte de todas las otras cualidades de este ingenioso razonamiento, la "misión" misma del capitalismo ha sido comprendida por el señor V. V.
pág. 240
-- y es comprendida, según se ve, por el señor Nik.-on -- de una manera errónea y estrecha hasta lo imposible, hasta el escándalo; y de nuevo, naturalmente, estos señores atribuyen sin ceremonias la estrechez de su propia incomprensión a los socialdemócratas: ¡se los puede calumniar como a muertos, porque total no tienen acceso a la prensa legal!
   
Marx consideraba que el papel progresista, revolucionario, del capitalismo consistía en el hecho de que, al socializar el trabajo, al mismo tiempo, por el mecanismo del proceso, "educa, une y organiza a la clase obrera", la educa para la lucha, organiza su "rebeldía", la une para "la expropiación de los expropiadores", para la conquista del poder político y para arrebatar los medios de producción de las manos "de unos cuantos usurpadores", a fin de ponerlos en las manos de toda la sociedad (El capital, pág. 650)[54].
   
Esta es la formulación de Marx.
   
Naturalmente, no se habla del "número de obreros fabriles": se habla de la concentración de los medios de producción y de la socialización del trabajo. Es claro que este criterio no tiene nada en común con el "número de obreros fabriles".
   
Pero nuestros excepcionalistas intérpretes de Marx han tergiversado esto, de manera que la socialización del trabajo bajo el capitalismo se reduce al trabajo de los obreros fabriles en un mismo local, y por eso, dicen ellos, el papel progresista del capitalismo se mide . . . ¡¡¡por el número de obreros fa briles!!! Si aumenta el número de obreros fabriles, significa que el capitalismo desempeña bien su papel progresista; si disminuye, significa que "cumple mal su misión histórica" (pág. 103 del artículo del señor Nik.-on), y corresponde a la "intelectualidad" "buscar otros caminos para su patria".
   
Y he aquí que la intelectualidad de Rusia se pone a buscar "otros caminos" Los ha venido buscando y encontrando
pág. 241
desde hace décadas, tratando de demostrar[*] con todas sus fuerzas que el capitalismo constituye un camino "falso" de desarrollo, pues conduce al paro forzoso y la crisis. En 1880 tuvimos una crisis, dicen, y también en 1893: es hora de abandonar este camino, pues evidentemente las cosas se nos presentan mal.
   
Como el gato de la fábula, la burguesía rusa "escucha y sigue comiendo": en verdad, las cosas se le presentarán "mal" cuando ya no pueda realizar sus fabulosas ganancias; y hace coro a los liberales y radicales, y emprende intensamente, gracias a los capitales que han quedado disponibles y que son más baratos, la construcción de nuevos ferrocarriles. Las cosas se "nos" presentan mal, porque en los viejos sitios "nosotros" ya hemos desvalijado por completo al pueblo y es preciso convertir nuestro capital en capital industrial, que no puede enriquecernos tanto como el comercial: así, "nosotros" iremos a las regiones limítrofes orientales y septentrionales de la Rusia europea, donde todavía es posible la "acumulación originaria", que da jugosos beneficios, donde todavía la diferenciación burguesa de los campesinos está lejos de haber llegado a su punto culminante. La intelectualidad ve todo esto y amenaza sin cesar diciendo que "nosotros" nos encaminamos de nuevo a una bancarrota. Y realmente se acerca una nueva bancarrota. La masa de pequeños capitalistas es desalojada por
pág. 242
los grandes, la masa de campesinos es expulsada de la agricultura, que pasa cada vez más a manos de la burguesía; crece en proporciones inabarcables la marea de la miseria, del paro forzoso, de la extenuación por hambre, y la "intelectualidad", con la conciencia tranquila, recuerda sus profecías y vuelve a lamentarse del injusto camino seguido, demostrando la inconsistencia de nuestro capitalismo por la falta de mercados exteriores.
   
Pero la burguesía rusa "escucha y sigue comiendo". Mientras la "intelectualidad" busca nuevos caminos, ella emprende gigantescas obras de construcción de ferrocarriles que conducen a sus colonias, donde crea un mercado para ella, introduciendo en los jóvenes países las maravillas del sistema burgués, fomentando con singular rapidez allí también una burguesía industrial y agrícola, y arrojando a la masa de productores a las filas de los sin trabajo, eternamente hambrientos.
   
¡¡¿Acaso continuarán los socialistas limitándose a lamentarse de los caminos equivocados y a demostrar la inconsistencia del capitalismo . . . por el lento crecimiento del número de obreros fabriles?!!
   
Antes de pasar a examinar esta idea infantil*, no se puede por menos que señalar que el señor Nik.-on trascribió con extraordinaria inexactitud el pasaje criticado del artículo del señor Struve. En su artículo decía literalmente lo siguiente:
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"Cuando el autor [es decir, el señor Nik.-on] señala la diferencia entre la composición de la población rusa y la norteamericana por el género de ocupación -- para Rusia se estima que el 80 por ciento de toda la población activa (erwerbsthätigen ) trabaja en la agricultura, y en Estados Unidos sólo el 44 por ciento --, no observa que el desarrollo del capitalismo en Rusia conducirá precisamente a la disminución de esa diferencia de 80-44: ésta, puede decirse, es su misión histórica."
   
Se puede pensar que aquí la palabra "misión" es inapropiada, pero la idea del señor Struve es clara: el señor Nik.-on no ha observado que el desarrollo capitalista de Rusia (él mismo reconoce que ese desarrollo es realmente capitalista) reducirá la población rural, puesto que se trata de una ley general del capitalismo. Por consiguiente, el señor Nik.-on, a fin de refutar esta objeción, debió demostrar o 1) que no descuidó esta tendencia del capitalismo, o 2) que el capitalismo no tiene esa tendencia.
   
En lugar de eso el señor Nik.-on examina los datos sobre el número de nuestros obreros fabriles (un I por ciento de la población, según su cálculo). ¿Pero acaso en el artículo del señor Struve se habla de los obreros fabriles? ¿Acaso el 20 por ciento de la población en Rusia y el 56 por ciento en Norteamérica son obreros fabriles? ¿Acaso los conceptos "obreros fabriles" y "población no ocupada en la agricultura" son idénticos? ¿Se puede poner en duda que también en Rusia disminuye la parte de población dedicada a la agricultura?
   
Después de esta enmienda, que considero tanto más necesaria cuanto que el señor Krivenko ya una vez, en esta misma revista, tergiversó este pasaje, pasaremos a examinar la idea del señor Nik.-on sobre "el mal cumplimiento de su misión por nuestro capitalismo".
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En primer lugar, es absurdo identificar el número de obreros fabriles con el de obreros ocupados en la producción capitalista, como lo hace el autor de los Ensayos [55]. Esto significa repetir (e inclusive exagerar) el error de los economistas pequeñoburgueses rusos, que hacen partir el capitalismo directamente de la gran industria mecanizada. ¿Acaso los millones de kustares rusos que trabajan para los mercaderes con el material de éstos, por un salario corriente, no están ocupados en una producción capitalista? ¿Acaso los peones y jornaleros rurales no reciben de sus patronos un salario y no dan a éstos plusvalía? ¿Acaso los obreros de la construcción (industria que se ha desarrollado con rapidez en nuestro país después de la Reforma) no estan sometidos a la explotación capitalista?, etc.*
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En segundo lugar, es absurdo comparar el número de obreros fabriles (1.400.000) con toda la población y expresar esta relación en un porcentaje. Esto significa realmente comparar magnitudes inconmensurables: la población apta para el trabajo con la no apta, la población ocupada en la producción de valores materiales con la ocupada en la producción de "bienes ideológicos", etc. ¿Acaso los obreros fabriles no mantienen cada uno un número determinado de miembros de ía familia que no trabajan? ¿Acaso no mantienen -- además de a sus patrones y a toda una tropilla de mercaderes -- a una cantidad innumerable de soldados, funcionarios y demás señores a los que ustedes incluyen entre la población agrícola, contraponiendo toda esa mezcolanza al obrero fabril? ¿Acaso, además, no hay en Rusia pequeñas industrias como la pesquera y otras, a las que también es absurdo contraponer a la
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industria fabril, y agruparlas con la agricultura? Si se hubiera querido tener una idea sobre la composición de la población de Rusia por sus ocupaciones, en primer lugar se debería haber señalado por separado la población dedicada a la producción de valores materiales (excluyendo, por consiguiente, la población no trabajadora, por una parte, y por otra los soldados, los funcionarios, los popes, etc.), y en segundo lugar intentado distribuirla en las diferentes ramas del trabajo nacional. Si no hubiera datos para ello, habría que haber desistido de hacer estos cálculos* y no decir tonterías sobre el 1 por ciento (??!!) de la población ocupada en la industria fabril.
   
"En los últimos tiempos se ha hecho el intento de determinar el número de todos los obreros libres en las 50 provincias de la Rusia europea (S. Korolenko, El trabajo libre asalariado, San Petersburgo, 1892). La investigación del departamento de Agricultura estima el total de la población agricola apta para el trabajo, en las so provincias de la Rusia europea, en 35.712.000 personas, mientras que el total de obreros necesarios en la agricultura, las industrias de trasformación, extractivas, el transporte, etc., es estimado en 30.124.000 personas. Así, pues, el excedente de obreros completamente superfluos se expresa en 18 enorme cantidad de 5.588.000 personas, lo que con sus familias, según la norma, alcanza a un número no inferior a 15 millones de personas," (Esto se repite en la página 341.)
en la agriculture . . . . . .
. 27,435,400 \ Total . .
. . . . . . 35,712,100    
Así, pues, el señor Korolenko ha clasificado (bien o mal) según las ocupaciones a todos los obreros, ¡mientras que el señor Nik.-on toma arbitrariamente de los tres primeros renglones y habla de 5.588.000 obreros "completamente superfluos" (??)!
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En tercer lugar -- y esta es la principal y más escandalosa tergiversación de la teoría de Marx sobre el papel progresista y revolucionario del capitalismo --, ¿de dónde ha sacado usted que "la significación unificadora" del capitalismo sólo se expresa en la unificación de los obreros fabriles? ¿No habrá tomado esta idea sobre el marxismo de los artículos de Otiéchestviennie Zapiski a propósito de la socialización del trabajo? ¿No reducirá también ésta al trabajo en un mismo local?
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Pero no. Al parecer, no se le puede reprochar esto a Nik.-on, porque caracteriza con exactitud la socialización del trabajo por el capitalismo en la segunda página de su artículo publicado en el núm. 6 de R. Bogatstvo, señalando con acierto los dos rasgos de esta socialización: 1) trabajo para toda la sociedad y 2) unificación de los obreros aislados para la obtención del producto del trabajo común. Sin embargo, si esto es así, ¿por qué juzgar la "misión" del capitalismo por el número de obreros fabriles, siendo que esta "misión" se cumple por el desarrollo del capitalismo y de la socialización del trabajo en general, por la creación del proletariado en general, en relación con el cual los obreros fabriles no son más que su destacamento de vanguardia? Es indudable, naturalmente, que el movimiento revolucionario del proletariado depende también del número de estos obreros, de su concentración, del grado de su desarrollo, etc., pero todo esto no da el menor derecho a reducir "la significación unificadora" del capitalismo a l n ú m e r o de obreros fabriles. Ello significa empequeñecer hasta lo imposible la idea de Marx.
   
Daré un ejemplo. En su folleto Zur Wohnungsfrage *, Federico Engels habla de la industria alemana y señala que en ningún otro país fuera de Alemania -- él habla sólo de Europa occidental -- existe una cantidad semejante de obreros asalariados que posean huerto o una parcela de tierra cultivada. "La industria artesanal rural, unida a la horticultura o a la agricultura -- dice --, forman la amplia base de la joven gran industria de Alemania. " A medida que aumentan las nece sidades de los pequeños campesinos alemanes, esta industria artesanal crece cada vez con mayor fuerza (como en Rusia también, añadimos nosotros), pero al mismo tiempo LA
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UNION de la industria con la agricultura es condición, no del BIENESTAR del artesano, sino, por el contrario, de una mayor OPRESION. Como está sujeto al lugar de residencia, se ve obligado a aceptar cualquier precio que se le ofrezca, razón por la cual da al capitalista no sólo plusvalía, sino tam bién una gran parte del salario (como en Rusia, con su enorme desarrollo del sistema de gran producción basado en el trabajo a domicilio). "Ese es un aspecto de la cuestión -- continúa Engels --, pero ésta tiene también su reverso [. . .] Con la extensión de la industria artesanal los campesinos, localidad tras localidad, son incorporados al movimiento industrial de la época moderna. Esta revolucionarización de las localida des agrícolas mediante la industria artesanal extiende la revolución industrial en Alemania a regiones mucho mayores de lo que la extendió en Inglaterra y Francia [. . .] Esto explica por gué en Alemania, en comparación con Inglaterra y Francia, el movimiento obrero revolucionario alcanzó una difusión tan acentuada en la mayor parte del país, en lugar de limitarse con exclusividad a los centros urbanos. Y esto, a su vez, explica el crecimiento sereno, firme e incontenible de este movimiento. En Alemania es claro de por sí que la insurrección victoriosa en la capital y en las otras grandes ciudades será posible sólo cuando también la mayoría de las pequeñas ciudades y la mayor parte de las zonas rurales estén maduras para la revolución "[56].
   
Véase: no sólo "la significación unificadora del capitalismo", sino también el éxito del movimiento obrero dependen del número de obreros fabriles y, además, ¡del número de artesanos ! ¡Y nuestros excepcionalistas, desconociendo la organización puramente capitalista de la enorme mayoría de las industrias de los kustares rusos, las contraponen al capitalismo como una industria "popular", y calculan el "porcen-
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taje de la poblacion que se encuentra a disposición directa del capítalismo" por el número de obreros fabriles! Esto ya recuerda el siguiente razonamiento del señor Krivenko: los marxistas quieren dirigir toda la atención hacia los obreros fabriles, pero como su número total es de 1 millón entre 100 millones de personas, sólo constituyen un pequeño rincón de la vida, y dedicarse a él es lo mismo que limitarse al trabajo en las instituciones corporativas o en las sociedades de beneficencia (núm. 12 de R. B.). ¡¡Las fábricas y talleres son un rincón tan pequeño de la vida como las instituciones corporativas y las sociedades de beneficencia!! ¡Oh, genial señor Krivenko! ¿Sin duda son las instituciones corporativas las que fabrican los productos para toda la sociedad? ¿Tal vez precisamente el orden por el que se rigen las instituciones corporativas es el que explica la explotación y la expropiación de los trabajadores? ¿Tal vez precisamente en las instituciones corporativas es donde hay que buscar a los representantes de vanguardia del proletariado, capaces de alzar la bandera de la emancipación de los obreros?
   
No son extrañas semejantes cosas en labios de filósofos burgueses menores, pero es lamentable encontrar algo semejante en el señor Nik.-on.
   
En la página 393 de El capital,[57] Marx ofrece datos sobre la composición de la población inglesa. En Inglaterra y en Gales había en 1861, en total, 20 millones de habitantes. La cantidad de obreros ocupados en las ramas principales de la industria fabril era de 1.605.440*. Además, el número de
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criados era de 1.208.648, y en una nota a la segunda edición Marx indica el crecimiento singularmente rápido de esta última clase. ¡¡Figúrense ahora que en Inglaterra hubiese "marxistas" que para juzgar acerca de la "importancia unificadora del capitalismo" se pusiesen a dividir 1.600.000 por 20!! ¡¡¡Se obtendría un 8 por ciento: menos de una doceava parte !!! ¡Cómo, pues, se puede hablar de la "misión" del capitalismo cuando éste no ha unificado ni una doceava parte de la población! ¡Y además aumenta con mayor rapidez la clase de los "esclavos domésticos": uná inversión estéril del "trabajo nacional", que testimonia que "nosotros", ingleses, seguimos "un camino equivocado"! ¡¿No es claro que "nosotros" tenemos que "buscar para nuestra patria otros caminos de desarrollo", no capitalistas?!
   
Hay aún otro punto en la argumentación del señor Nik.-on: al decir que nuestro capitalismo no tiene la misma significación unificadora que "es tan característica para la Europa occidental y que comienza a manifestarse con singular fuerza en América del Norte ", tiene en cuenta, evidentemente, el movimiento obrero. Así, nosotros debemos buscar otros caminos, ya que nuestro capitalismo no da origen a un movimiento obrero. Me parece que este argumento ya había sido anticipado por el señor Mijailovski, quien advertía sentenciosamente a los marxistas que Marx operaba con un proletariado ya creado. Y cuando un marxista le observó que él veía en la miseria sólo miseria, Mijailovskí respondió del siguiente modo: esta observación, como de costumbre, ha sido tomada por entero de Marx. Pero si nos referimos a ese pasaje de
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Miseria de la filosofía -- agregaba -- veremos que no es aplicable en nuestro caso y que nuestra miseria es sólo miseria. En realidad, sin embargo, en Miseria de la filosofía no veremos nada de eso. Marx habla allí de los comunistas de la vieja escuela, que ven en la miseria sólo miseria, sin advertir su aspecto revolucionario, destructor, que terminará por derrocar a la vieja sociedad[58]. Es evidente que el señor Mijailovski se basa en la falta de "manifestación" del movimiento obrero para afirmar que dicho pasaje no es aplicable en nuestro caso. Con motivo de este razonamiento permítasenos observar, en primer lugar, que sólo el más superficial conocimiento de los hechos puede sugerir la idea de que Marx operaba con un proletariado ya creado. El programa comunista de Marx fue elaborado por él antes de 1848. ¿Qué movimiento obrero* existía entonces en Alemania? No había entonces ni siquiera libertad política, y la actividad de los comunistas se limitaba a los círculos clandestinos (como ahora en nuestro país). El movimiento obrero socialdemócrata, que ha demostrado a todos de modo evidente el papel revolucionario y unificador del capitalismo, surgió dos decenios más tarde, cuando la doctrina del socialismo científico se formo definitivamente, cuando se extendió con mayor amplitud la gran industria y apareció una pléyade de hombres talentosos y enérgicos que difundieron esa doctrina entre los obreros. Además de presentar bajo una luz falsa los hechos históricos, y olvidar la labor gigantesca realizada por los socialistas para infundir conciencia y sentido de organización al movimiento
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óbrero, nuestros filósofos atribuyen a Marx las más absurdas concepciones fatalistas. Al decir de estos filósofos, según la concepción de Marx la organización y socialización de los obreros se operan espontáneamente y, por lo tanto, si nosotros, al ver el capitalismo no percibimos el movimiento obrero, es porque el capitalismo no cumple su misión, y no porque todavía sea poco eficaz nuestro trabajo organizativo y de propaganda entre los obreros. Ni siquiera vale la pena refutar este cobarde subterfugio filisteo de nuestros filósofos excepcionalistas: lo refuta toda la actividad de los socialdemócratas de todos los países, lo refuta cada discurso público de cualquier marxista. La socialdemocracia -- dice con toda justicia Kautsky -- es la unión del movimiento obrero con el socialismo. Y para que el papel progresista del capitalismo "se manifieste" también en nuestro país, nuestros socialistas deben poner con toda energía manos a la obra; deben elaborar de una manera más detallada la concepción marxista de la historia y de la realidad rusas, y hacer un estudio más sistemático, más concreto, de todas las formas de la lucha de clases y de la explotación, que en Rusia aparecen singularmente embrolladas y encubiertas. Deben además popularizar esta teoría, hacérsela conocer al obrero, deben ayudar a éste a asimilarla y elaborar la forma de organización más ADECUADA a nuestras condiciones para la difusión de las ideas socialdemócratas y para unir a los obreros y convertirlos en una fuerza política. Y los socialdemócratas rusos, lejos de haber dicho jamás que han terminado ya, que han completado esta tarea de ideólogos de la clase obrera (tarea que no tiene fin), siempre han subrayado que no han hecho más que iniciarla, que se necesitará el esfuerzo de multitud de personas a fin de crear algo sólido.
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Además de la insatisfactoria y escandalosamente estrecha comprensión de la teoría de Marx, esta objeción corriente acerca de que nuestro capitalismo no desempeña un papel progresista, parece también basarse en la absurda idea de un mítico "régimen popular".
   
Cuando "los campesinos" en la famosa "comunidad rural" se dividen en pobres y ricos, en representantes del proletariado y del capital (del comercial en particular) no quieren ver en esto un capitalismo embrionario, medieval, y, dejando a un lado la estructura política y económica del campo, parlotean, en sus búsquedas de "otros caminos para la patria", sobre los cambios de la forma de posesión de la tierra por los campesinos, con lo que confunden imperdonablemente la forma de organización económica, como si en el seno de la misma "comunidad rural igualitaria" no floreciese en nuestro país la diferenciación puramente burguesa de los campesinos. Y cuando este capitalismo, al desarrollarse, rebasa los marcos estrechos del capitalismo medieval, rural, destruye el poder feudal de la tierra y obliga al campesino hace ya mucho tiempo desvalijado totalmente y hambriento, después de haber dejado la tierra a la comunidad para su distribución igualitaria entre los kulaks triunfantes, a abandonar su localidad, a peregrinar por toda Rusia, pasando grandes intervalos de tiempo sin trabajo, a conchabarse hoy con un terrateniente, mañana con un contratista en las obras de construcción de un ferrocarril, después como trabajador urbano o como peón de un campesino rico, etc.; cuando este "campesino", cambiando de patronos por toda Rusia, ve que en todas partes a donde llega es víctima del más desvergonzado pillaje; ve que al mismo tiempo saquean a otros desposeídos como él; ve que lo desvalija, no necesariamente "el señor", sino también "su her-
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mano mujik", siempre y cuando éste posea dinero para la compra de fuerza de trabajo; ve cómo en todas partes el gobierno está al servicio de sus patronos, coartando los derechos de los obreros y reprimiendo como si fuesen motines todo intento de defender sus derechos más elementales; ve cómo es cada vez más y más arduo el trabajo del obrero ruso, cómo crece cada vez con mayor rapidez la riqueza y el lujo -- mientras la situación del obrero empeora día a día, la expropiación se intensifica y el paro forzoso se convierte en norma --, en tiempos como estos, nuestros críticos del marxismo buscan otros caminos para la patria, en tiempos como estos se dedican a considerar el profundo problema de si se puede reconocer aquí el papel progresista del capitalismo, teniendo en cuenta el lento crecimiento del número de obreros fabriles, y si no hay que rechazar nuestro capitalismo y considerarlo un camino equivocado puesto que "está cumpliendo mal, muy mal, su misión histórica".
   
¿No es esta en verdad una ocupación elevada, de gran contenido humano?
   
Y qué doctrinarios estrechos son esos malvados marxistas, cuando dicen que buscar otros caminos para la patria mientras en Rusia existe por doquier la explotación capitalista del trabajador, significa huir de la realidad a la región de las utopías, cuando hallan que no es nuestro capitalismo el que cumple mal su misión, sino que son los socialistas rusos quienes no quieren comprender que soñar con el apaciguamiento de la secular lucha económica de las clases antagónicas de la sociedad rusa significa caer en un estado a lo Manílov, no quieren comprender que hay que esforzarse por infundir conciencia a esta lucha y organizarla para ello, emprender la labor socialdemócrata.
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Como conclusión no podemos dejar de señalar otro ataque del señor Nik.-on contra el señor Struve, en ese mismo núm. 6 de R. B.
   
"Es forzoso dirigir la atención -- dice el señor Nik.-on a cierta particularidad de los métodos polémicos del señor Struve. Escribió para el público alemán, en una revista alemana seria, y empleó procedimientos al parecer totalmente inadecuados. Hay que pensar que no sólo el público alemán, sino inclusive el ruso ha alcanzado 'la edad adulta' para que pueda dejarse influir por los diferentes 'espantajos' de que está plagado su artículo. Expresiones como 'utopía', 'programa reaccionario' y otras semejantes aparecen en cada una de sus columnas. Pero, ¡ay!, estas 'palabras terribles' no producen ya, decididamente, el efecto que por lo visto espera el señor Struve" (pág. 128).
   
Intentemos ver si en esta polémica de los señores Nik.-on y Struve se han empleado "procedimientos inadecuados", y si así fuera, quién los ha empleado.
   
El señor Struve es acusado de emplear "procedimientos inadecuados" porque en un artículo serio quiere influir sobre el público con "espantajos" y "palabras terribles".
   
Emplear "espantajos" y "palabras terribles" significa dar una caracterización del adversario que constituye una áspera censura, no fundameritada con claridad y precisión, y que no se desprende de manera inevitable de los conceptos de quien escribe (conceptos expuestos en forma definida), sino que sólo expresa el deseo de injuriar y pulverizar.
   
Es evidente que sólo este último rasgo es el qué convierte los epítetos resueltamente negativos en "espantajos". Pues el señor Slonimski expresó su opinión sobre el señor Nik.-on en términos bruscos, pero como al hacerlo formulaba con claridad y exactitud su punto de vista de liberal corriente, incapaz en
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absoluto de comprender el carácter burgues del actual estado de cosas, formulaba con plena nitidez sus prodigiosos argumentos, se le puede acusar de cuanto se quiera, pero no de emplear "procedimientos inadecuados". El señor Nik.-on también opinó en términos bruscos sobre el señor Slonimski, citando entre otras cosas, como algo edificante y aleccionador, las palabras de Marx, "que se han justificado también en nuestro país" (es el señor Nik.-on quien lo reconoce), acerca del carácter reaccionario y utópico de la defensa de la pequeña producción artesanal y de la pequeña propiedad campesina, defensa en la que está empeñado el señor Slonimski, y lo acusó de "estrechez mental", de "ingenuidad ", etc. Aclaramos que el artículo del señor Nik.-on está "plagado" de los mismos epítetos (subrayados) que el del señor Struve, pero nosotros no podemos hablar de "procedimientos inadecuados", pues todo está fundamentado, todo se desprende de determinado punto de vista y de determinado sistema de concepciones del autor, que pueden ser falsos, pero que una vez aceptados ya no permiten sino tratar al adversario como a un utopista ingenuo, mezquino y reaccionario.
   
Veamos ahora qué sucede con el artículo del señor Struve. Acusa al señor Nik.-on de utopismo, que desemboca inevitablemente en un programa reaccionario, y de ingenuidad y señala con entera claridad las razones por las cuales ha llegado a esta conclusión. Primero: el señor Nik.-on quiere la "socialización de la producción", y para ello "apela a la sociedad [sic! ] y al Estado". Esto "demuestra que el economista político ruso desconoce por completo la doctrina de Marx sobre la lucha de clases y sobre el Estado". Nuestro Estado es "representante de las clases gobernantes". Segundo: "Si se contrapone al capitalismo real un régimen económico imaginario, cosa que debe suceder sencillamente porque noso-
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tros lo queremos ; dicho en otras palabras, si se quiere la socialización de la producción al margen del capitalismo, esto sólo testimonia una interpretación ingenua, que no corresponde a la historia". Con el desarrollo del capitalismo, con la eliminación de la economía natural, con la reducción de la población rural, "el Estado moderno saldrá de las tinieblas en las que todavía se encuentra en nuestra época patriarcal (hablamos de Rusia), saldrá a la clara luz de la lucha abierta de clases, y para la socialización de la producción habrá que buscar otras fuerzas y factores".
   
Pues ¿no es ésta acaso una argumentación harto clara y precisa? ¿Se puede acaso poner en duda la verdad de las referencias específicas del señor Struve a las ideas del autor? ¿Acaso el señor Nik.-on en realidad tomó en consideración la lucha de clases, propia de la sociedad capitalista? No. Habla de la sociedad y del Estado y olvida esa lucha, la desecha. Dice, por ejemplo, que el Estado ha apoyado al capitalismo en lugar de socializar el trabajo por medio de la comunidad rural, etc. Es evidente que considera que el Estado podía actuar de una manera o de la otra, y que por consiguiente está situado al margen de las clases. ¿No resulta claro que acusar al señor Struve de recurrir a "espantajos" es una injusticia flagrante ? ¿No es claro que la persona que piensa que nuestro Estado es un Estado de clase no puede dejar de considerar utopista ingenuo y reaccionario a quien se dirige a dicho Estado para pedirle la socialización del trabajo, es decir, la eliminación de las clases gobernantes? Es más: cuando se acusa al adversario de emplear "espantajos" y se silencia al mismo tiempo el criterio del cual se desprende su opinión, a pesar de que lo ha expuesto con claridad; cuando además se lo acusa en una revista sómetida a la censura, a la cual
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no tiene acceso ese criterio, ¿no cabe pensar que éste es "un procedimiento completamente inadecuado"?
   
Sigamos. El señor Struve formula el segundo argumento con no menos nitidez. Que la socialización del trabajo al margen del capitalismo, por medio dé la comunidad rural, es un régimen imaginario, es algo indudable pues no existe en la realidad. El propio señor Nik.-on pinta así esta realidad: hasta 1861 las unidades productoras eran la "familia" y la "comunidad rural" (Ensayos, págs. 106-107). Esta "producción pequeña, dispersa, que se bastaba a sí misma, no podía desarrollarse de una manera considerable, razón por la cual se caracterizaba por ser extremadamente rutinaria, poco productiva". El cambio posterior consistió en que "la división social del trabajo iba siendo cada vez más profunda". Por consiguiente, el capitalismo rompió las estrechas fronteras de las primitivas unidades de producción y socializó el trabajo en toda la sociedad. También el señor Nik.-on reconoce esta socialización del trabajo por nuestro capitalismo. Por eso, al querer apoyarse para la socialización del trabajo, no en el capitalismo, que ya ha socializado el trabajo, sino en la comunidad rural, cuya descomposición trajo consigo precisamente,
p o r p r i m e r a v e z, la socialización del trabajo e n t o d a l a s o c i e d a d, es un utopista reaccionario. He aquí el pensamiento del señor Struve. Se lo puede considerar acertado o erróneo, pero no se puede negar que su acerba crítica al señor Nik.-on se desprende con lógica inevitabilidad de esta opinión, y por ello es impropio hablar de "espantajos".
   
Más aún. Cuando el señor Nik.-on termina su polémica con el señor Struve atribuyendo a su adversario el deseo de desposeer de la tierra a los campesinos ("si por programa progresista se entiende desposeer de la tierra a los campesinos [. . .] el autor de los Ensayos es un conservador") -- a pesar
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de la declaración explícita del señor Struve de que quiere la socialización del trabajo, la quiere a través del capitalismo y para ello desea apoyarse en las fuerzas que aparecerán bajo "la clara luz de la lucha abierta de clases" --, esto sólo puede llamarse una versión diametralmente opuesta a la verdad. Y si se tiene en cuenta que en la prensa sometida a la censura el señor Struve no podía hablar de las fuerzas que actúan a la clara luz de la lucha de clases, y que por consiguiente el adversario del señor Nik.-on fue amordazado, entonces difícilmente podrá ponerse en duda que el procedimiento del señor Nik.-on es "un procedimiento por completo inadecuado.
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APENDICE III    
Al hablar de una comprensión estrecha del marxismo, me refiero a los marxistas mismos. No se puede dejar de observar a este propósito que el marxismo es escandalosamente empequeñecido y tergiversado cuando nuestros liberales y radicales se toman la tarea de exponerlo en las páginas de la prensa legal. ¡Qué exposición! ¡Piénsese sólo de qué manera hay que mutilar esta doctrina revolucionaria para hacerla caber en el lecho de Procusto de la censura rusa! Y nuestros autores realizan con toda tranquilidad semejante operación: en su exposición el marxismo queda casi reducido a la doctrina de cómo experimenta su desarrollo dialéctico, bajo el régimen capitalista, la propiedad individual, basada en el trabajo del propietario, cómo se convierte en su negación y después se socializa. Y con aire de seriedad ven en este "esquema" todo el contenido del marxismo, dejan a un lado todas las particularidades de su método sociologico, dejan a un lado la doctrina de la lucha de clases, dejan a un lado la finalidad directa de la investigación: exponer todas las formas de antagonismo y de explotación para ayudar al proletariado a suprimirlas. No es extraño que el resultado sea algo tan gris y estrecho, que nuestros radicales no cesan en sus lamentaciones a propósito de los pobres marxistas rusos. ¡No es para menos! ¡El absolutismo ruso y la reacción rusa no serían absolutismo y reacción si bajo su existencia se pudiese exponer íntegra, exacta y plenamente el marxismo, y
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explicar a fondo sus conclusiones! Y si nuestros liberales y radicales conociesen como es debido el marxismo (aunque sólo fuese por la literatura alemana), les daría vergüenza mutilarlo así en las páginas de una prensa sometida a la censura. Si no se puede exponer una teoría, callen o hagan la reserva de que están muy lejos de exponerlo todo, que omiten lo más esencial, ¿pero por qué entonces presentar fragmentos y alborotar luego hablando de su estrechez?
   
Sólo así se puede llegar al absurdo, sólo posible en Rusia, de que se considere marxistas a personas que no tienen ni idea de la lucha de clases, del antagonismo necesariamente inherente a la sociedad capitalista, y del desarrollo de ese antagonismo, a personas que no tienen idea del papel revolucionario del proletariado; inclusive a personas que presentan abiertamente proyectos burgueses, con tal que contengan palabras "economía monetaria", su "necesidad" y otras expresiones por el estilo, que requieren todo el profundo ingenio de un señor Mijailovski para ser estimadas como específicamente marxistas.
   
Pero Marx consideraba que todo el valor de su teoría residía en que "por su misma esencia es una teoría crítica* y revolucionaria"[60]. Y esta última cualidad es, en efecto, inherente al marxismo por entero y sin ningún género de duda, porque dicha teoría se plantea directamente la tarea de poner
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al descubierto todas las formas de antagonismo y explotación en la sociedad moderna, estudiar su evolución, demostrar su carácter transitorio, la inevitabilidad de su conversión en otra forma, y servir así al proletariado, para que éste termine lo antes posible y con la mayor facilidad posible, con toda explotación. La insuperable y sugestiva fuerza que atrae hacia esta teoría a los socialistas de todos los países, consiste precisamente en que combina la cualidad de ser rigurosa y sumamente científica (siendo como es la última palabra de la ciencia social) con la de ser revolucionaria, y las combina, no por casualidad, ni sólo porque el fundador de la doctrina unía en sí las cualidades del científico y del revolucionario, sino que las combina en la teoría misma, en forma intrínseca, e indisoluble. En efecto, como tarea de la teoría, como finalidad de la ciencia, se plantea aquí, en forma directa, el ayudar a la clase de los oprimidos en su lucha económica real.
   
"Nosotros no decimos al mundo: Deja de luchar, toda tu lucha no vale nada. Nosotros le damos la ver dadera consigna de lucha "[61].
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Inténtese comparar la teoría "crítica y revolucionaria" de Marx con esa tontería insulsa que "nuestro conocido" N. Mijailovski expuso en su "crítica", y luego combatió, y resultará asombroso que pueda haber en realidad hombres que se consideren "ideólogos de la clase trabajadora", y se conformen. . . con la "moneda desgastada" en que convierten nuestros autores la teoría de Marx, despojándola de todo lo que tiene de vital.
   
Inténtese comparar las exigencias de esta teoría con nuestra literatura populista, que también responde al deseo de ser la expresión ideológica de los trabajadores, una literatura dedicada a la historia y al estado actual de nuestro sistema económico en general y de los campesinos en particular, y resultará asombroso que los socialistas hayan podido conformarse con una teoría que se limitaba a estudiar y describir las calamidades y a moralizar a propósito de ellas. El régimen de servidumbre es presentado, no como una forma determinada de organización económica, que engendró una explotación determinada, determinadas clases antagónicas, determinadas instituciones políticas, jurídicas, etc., sino simplemente como abusos de los terratenientes y como una injusticia respecto de los campesinos. La reforma campesina es presentada, no como el choque de determinadas formas y clases económicas, sino como una medida de las autoridades, "que eligieron" por error "un camino equivocado", a pesar de sus inmejorables intenciones. La Rusia de los tiempos posteriores a la reforma es presentada como una desviación del verdadero camino, acompañada por calamidades para el trabajador, y no como determinado sistema de relaciones antagónicas de producción, que tiene determinado desarrollo.
   
Ahora, por lo demás, el descrédito de esta teoría es indudable, y cuanto antes comprendan los socialistas rusos que
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no puede haber, dado el nivel actual de conocimientos, una teoría revolucionaria fuera del marxismo, cuanto antes dirijan todos sus esfuerzos a la aplicación de esa teoría a Rusia, en el sentido teórico y en el práctico, tanto más certero y rápido será el éxito de la labor revolucionaria.
   
Para ilustrar de una manera patente la corrupción que provocan los señores "amigos del pueblo" en "el pobre pensamiento ruso" contemporáneo, con su llamamiento a la intelectualidad a ejercer su influencia cultural sobre "el pueblo" para "la creación" de una industria bien organizada y justa, etc., trascribiremos la opinión de personas de criterios diametralmente opuestos a los nuestros: los partidarios de "Naródnoie Pravo", esos descendientes directos e inmediatos de "Naródnaia Volia". Véase el folleto Un problema vital, 1894, editado por el partido "Naródnoie Pravo".
   
Después de refutar en forma magnífica a esa clase de populistas que dicen "que de ninguna manera, ni siquiera en una situación de amplia libertad, debe Rusia abandonar su organización económica, que asegura [!] al trabajador una situación independiente en la producción", que dicen: "no necesitamos reformas políticas, sino reformas económicas sistemáticas y planificadas", los partidarios de "Naródnoie Pravo" continúan:
   
"No somos defensores de la burguesía, y menos aún admiradores de sus ideales, pero si el destino adverso diera al pueblo a elegir: 'reformas económicas planificadas' bajo la protección de los superintendentes de los zemstvos, que las protegen celosamente de los atropellos de la burguesía, o de la misma burguesía sobre la base de la libertad política, es decir, en condiciones que aseguren al pueblo la defensa orga-
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nizada de sus intereses, consideramos que el pueblo saldría sencillamente ganando si eligiera la última. En nuestro país no hay ahora 'reformas políticas' que amenacen arrebatar al pueblo la seudoindependencia de su organización económica, y hay lo que todos y en todas partes se han habituado a considerar política burguesa, que se expresa en la más escandalosa explotación del trabajo del pueblo. En nuestro país no hay libertad, ni amplia ni reducida, pero sí existe la protección de los intereses de casta con la que han dejado de soñar los terratenientes y capitalistas de los países constitucionales. En nuestro país no hay 'parlamentarismo burgués'; a la sociedad le está vedado el acceso a las funciones de gobierno, pero sí existen los señores Naidénov, Morózov, Kasi y Belov, que exigen la erección de una muralla china que proteja sus intereses, al lado de los representantes 'de nuestra nobleza fiel', que han llegado inclusive a exigir para sí un crédito gratuito de 100 rublos por desiatina. Se los invita a participar en comisiones, se los escucha con respeto, su palabra tiene una importancia decisiva en los asuntos más trascendentales de la vida económica del país. Y al mismo tiempo, ¿quién interviene en defensa del pueblo y dónde? ¿Ellos, los superintendentes de los zemstvos? ¿No es para el pueblo para quien se proyectan las cuadrillas de obreros agrícolas? ¿No se declara ahora, con franqueza rayana en el cinismo, que se ha dado al pueblo los nadiel sólo para que pague los impuestos y tributos, como expresa en una drcular el gober nador de Vologdá? Este no hizo más que formular y decir en voz alta lo que con su política realiza fatalmente la autocracia, o, dicho más exactamente, el absolutismo burocrático".
   
Por confusas que sean todavía las ideas de los partidarios de "Naródnoie Pravo" sobre "el pueblo" cuyos intereses quieren defender, sobre "la sociedad" en la cual continúan
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viendo el órgano digno de confianza para la protección de los intereses del trabajo, en todo caso hay que reconocer que la formación del partido "Naródnoie Pravo" es un paso adelante, un paso en el sentido de abandonar definitivamente las ilusiones y los sueños en "otros caminos para la patria", en el sentido de reconocer sin temor los verdaderos caminos y, sobre su base, buscar elementos para la lucha revolucionaria. Aquí se descubre con claridad la tendencia a la formación de un partido democratico. Hablo sólo de la "tendencia", porque los partidarios de "Naródnoie Pravo", por desgracia, no aplican consecuentemente su punto de vista fundamental. Todavía hablan de la unificación y alianza con los socialistas, sin querer comprender que arrastrar a los obreros al simple radicalismo político sólo significa separar a los intelectuales obreros de la masa obrera, significa condenar a la impotencia el movimiento obrero, porque éste puede ser fuerte únicamente sobre la base de la defensa plena y completa de los intereses de la clase obrera, sobre la base de la lucha económica contra el capital, lucha que se funde indisolublemente con la lucha política contra los servidores del capital. No quieren comprender que la "unificación" de todos los elementos revolucionarios se consigue mucho mejor mediante la organización por separado de los representantes de los diferentes intereses* y la acción conjunta, en determinados casos,
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de ambos partidos. Todavía llaman a su partido "social revolucionario" (véase el Manifiesto del partido ' Naródnoie Pravo", de fecha 19 de febrero de 1894), aunque al mismo tiempo se limitan exclusivamente a reformas políticas y eluden con gran escrupulosidad nuestras "malditas" cuestiones socialistas. Un partido que con tanto ardor llama a la lucha contra las ilusiones, no debería alentar ilusiones en los demás con las primeras palabras de su Manifiesto ; no debería hablar de socialismo allí donde no hay mas que constitucionalismo. Repito, sin embargo, que no es posible formarse una opinión correcta de los partidarios de "Naródnoie Pravo" si no se tiene en cuenta que proceden de los adeptos de "Naródnaia Volia". No se puede dejar de reconocer por eso que están dando un paso adelante, al abrazar una lucha exclusivamente política, que no tiene relación con el socialismo, en un programa exclusivamente político. Los socialdemócratas desean con toda el alma el éxito de los partidarios de "Naródnoie Pravo", desean el crecimiento y desarrollo de su partido, desean que estrechen lazos de unión con aquellos elementos sociales que se declaran a favor del régimen económico existente* y cuyos intereses inmediatos están real e íntimamente ligados a la democracia.
   
No podrá sostenerse por mucho tiempo el populismo conciliador, cobarde, sentimental y soñador de los "amigos del pueblo", cuando se vea atacado desde dos lados: por los radicales políticos, por ser capaces de expresar confianza en la buroctacia y no comprender la necesidad absoluta de la lucha política; y por los socialdemócratas, por intentar actuar poco menos que como socialistas, aun cuando no tienen la menor
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relacion con el socialismo, ni la menor idea de las causas de la opresión del trabajador y del carácter de la presente lucha de clases.
   
* En general, en sus artícuíos de R. Bogatstvo el señor Nik.-on trata afanosamente, al parecer, de demostrar que en manera alguna está tan lejos del radicalismo pequeñoburgués como podría creerse; que él también es capaz de ver en el crecimiento de la burguesía campesina (núm. 6, pág. 118: difusión entre los "campesinos" de instrumentos perfeccionados de trabajo. fosfatos, etc.) indicios de que "el c a m p e s i n a d o mismo" [¿el mismo que es expropiado en masa?] "comprende la necesidad de salir de la situación en que se encuentra".
   
* Estas pruebas son estériles, no porque sean falsas, ya que la ruina, el empobrecimiento y el hambre del pueblo son secuela indudable e inevitable del capitalismo, sino porque van dirigidas al vacío. La "sociedad", aun bajo el manto de la democracia, defiende los intereses de la plutocracia, y, naturalmente, no es la plutocracia la que se opondrá al capitalismo. El "gobierno". . . -- citaré la opinión de un adversario, el señor N. Mijailovski --: por poco que conozcamos el programa de nuestro gobierno -- dijo en una ocasión --, lo conocemos lo suficiente como para estar seguros de que "la socialización del trabajo" no entra en él.
   
* ¡Cómo no lla.nar, en efecto, infantil a esta idea cuando para determinar el papel progresista del capitalismo se toma, no el grado de socialización del trabajo, sino un índice tan oscilante como es el desarrollo de una sola rama del trabajo nacional! Todo el mundo sabe que el número de obreros no puede menos que ser extraordinariamente variable bajo el modo capitalista de producción, que dicho número depende de muchos factores secundarios como las crisis, la magnitud del ejército de reserva el grado de explotación del trabajo, el grado de intensidad de éste, etc. etc.
   
* Me limito aquí a criticar el procedimiento del señor Nik.-on, de juzgar acerca de la "significación unificadora del capitalismo" por el número de obreros fabriles. No puedo pasar al análisis de las cifras, ya que no tengo a mano las fuentes que él ha utilizado. No se puede, sin embargo, dejar de ver que estas fuentes han sido elegidas por el señor Nik.-on no del todo felizmente. Al principio toma los datos de la Recopilación estadistica militar para 1865 y de la Guía de fábricas y talleres de 1894 correspondiente a 1890. Resulta un número de obreros (excluyendo los mineros) de 829.573 y 875.764 respectivamente. El aumento de un 5,5 por ciento es mucho menor que el de población (de 61.420.000 a 91.000.000, o sea, 48,1 por ciento). En la página siguiente toma ya otros datos: tanto para 1865 como para 1890 recurre a la Guía de 1893 Según estos datos, el número de obreros es de 392.718 y 716.792, respectivamente; el aumento es de un 82 por ciento. Pero esto sin la industria gravada con impuestos, en la que el número de obreros (pág. 104) era en 1865 de 186.053 y en 1890 de 144.352. Sumando estas últimas cifras a las precedentes, obtenemos un número total de obreros (exceptuados los mineros), en 1865 de 578,771, y en 1890 de 861.124. El aumento es de un 48,7 por ciento, con un crecimiento de la población en un 48,1 por ciento. Así, en cinco páginas el autor utiliza algunos datos que señalan un aumento del 5 por ciento y ¡otros un aumento del 48 por [cont. en pág. 245. -- DJR] ciento! ¡¡Y sobre la base de cifras tan contradictorias conduye que nuestro capitalismo es inconsistente!!
Y ademas, ¿por qué no tomo el autor los datos sobre el número de obreros que él mismo citó en los Ensayos (cuadro XI y XII) y por los cuales vemos que aumento en un 12-13 por ciento en tres años (1886-1889), es decir, un incremento que supera rápidamente el crecimiento de la población? El autor dirá, tal vez, que el intervalo de tiempo es muy breve. Pero en cambio, estos datos son homogéneos, comparables, y más fidedigúos; esto en primer lugar. Y en segundo lugar, ¿acaso d propio autor no utilizó esos mismos datos, a pesar del breve periodo de tiempo a que se refiere, para emitir un juicio sobre el crecimiento de la industria fabril?
Se comprende que los datos cobre una sola rama del trabajo nacional no pueden menos que ser precarios cuando se toma un índice tan oscilante del estado de dicha rama como el número de obreros. ¡Y hay que ser un soñador muy ingenuo para esperar, sobre la, base de semejantes datos, que nuestro capitalismo llegue a derrumbarse, a reducirse a polvo por sí mismo, sin una lucha tenaz y encarnizada; para contraponer tales datos al indudable dominio y desarrollo del capitalismo en todas las ramas del trabajo nacional!
   
* El señor Nik.-on intentó hacer este cálculo en los Ensayos, pero con el mayor desacierto. En la página 302 leemos:
Si examinamos esta "investigación", veremos que "se ha investigado" en ella sólo el trabajo libre asalariado empleado por los terratenientes, y a esta investigación el señor Korolenko añadió un "estudio" referido a la Rusia europea, "en los aspectos agrícola e industrial". En este estudio se hace el intento (no sobre la base de una "investigación" cual quiera, sino con arreglo a los viejos datos disponibles) de clasificar según las ocupaciones a la población obrera de la Rusia europea. En el resumen del señor Korolenko se obtiene el siguiente resultado: 35.712.000 obreros para las 50 provincias de la Rusia europea. De este número están ocupados: [cont. en pág. 247. -- DJR]
en cultivos especiales . . . . . .
en la industria fabril y minera . . .
judíos . . . . . .
. . . . .
en las industrias forestales cerca de . .
en la ganadería . . . . .
. . .
en el transporte ferroviario . . . .
en la pesca cerca de . . . . . . .
en ocupaciones auxiliares en la localidad
y fuere de ella, caza, y otra varias .
1,466,400
1,222,700
1,400,400
2,000,000
1,000,000
200,000
200,000
787,200
> 30.124,000
/
Además de este desaderto, no se puede dejar de observar que el cálculo del señor Korolenko es en extremo general e inexacto: la cantidad de trabajadores agrícolas está determinada según una norma única común a toda Rusia, no se ha clasificado aparte la población no productora (el señor Korolenko, siguiendo el antisemitismo de las autoridades, incluye aquí. . . ¡a los judíos! Debe haber más de 1.400.000 personas no productoras aptas para el trabajo: comerciantes, mendigos, vagabundos, delincuentes, etc.), es escandalosamente reducido el numero de kustares (el último renglón: ocupaciones auxiliares en la localidad y fuera de ella), etc. Sería mucho mejor no hacer semejantes cálculos.
   
* Contribución al problema de la vivienda. (N. de la Red.)
   
* 642.607 personas ocupadas en la industria textil, en la producción de medias y encajes (en nuestro país decenas de miles de mujeres ocupadas en la producción de medias y encajes se ven sometidas a la explotación más increíble de las "comerciantes", para las cuales trabajan. El salario es tan reducido Ique llega a veces a 3 [sic! ] kopeks por día! [cont. onto pág. 251. -- DJR] ¿No se encuentran ellas, señor Nik.-on, "a disposición directa del capitalismo"?); además, 565.835 personas ocupadas en las minas de carbón y de mineral de hierro, y 396.998 en todas las industrias y manufacturas de metales.
   
* Se puede juzgar hasta que punto era entonces numéricamente in significante la clase obrera por el hecho de que 27 años después en 1875, Marx escribia: "El pueblo trabajador en Alemania está compuesto en su mayoría de campesinos y no de proletarios.[59]" ¡He aquí lo que significa "operar [??] con un proletariado ya creado"!
   
* Obsérvese que Marx habla aquí de la crítica materialista, la única a la que considera científica, es decir, la crítica que compara los hechos políticos, jurídicos, sociales, los de la vida cotidiana y otros con la economía, con el sistema de las relaciones de producción, con los intereses de las clases que inevitablemente se van formando sobre la base de todas las relaciones sociales antagónicas. Difícilmente habrá quien ponga en duda que las relaciones sociales rusas son antagónicas; pero nadie intentó aún tomarlas como fundamento para tal crítica.
   
Por consiguiente, la tarea directa de la ciencia, según Marx, consiste en dar una verdadera consigna de la lucha, es decir, saber presentar objetivamente dicha lucha como producto de determinado sistema de relaciones de producción, saber comprender la necesidad de esa lucha, su contenido, el curso y las condiciones de su desarrollo. No se puede dar "una consigna de lucha" sin estudiar en todos sus detalles cada una de sus formas, sin seguir cada uno de sus pasos, en su tránsito de una forma a otra, para saber determinar la situación en cada momento concreto, sin perder de vista el carácter géneral de la lucha, su objetivo general: la destrucción completa y definitiva de toda explotación y de toda opresion.
   
* Son ellos mismos quienes protestan contra la fe en eí poder taumatúrgico de la intelectualidad, ellos son los que hablan de la necesidad de atraer a la lucha al pueblo mismo. Para eso es necesario ligar esta lucha con determinados intereses de la vida cotidiana; es necesario, por con siguiente, diferenciar los diseintos intereses e incorporarlos por separado a la lucha. . . Pero si estos distintos intereses se esfuman detrás de reivindicaciones únicamente políticas, comprensibles sólo para la intelectualidad, ¿no significa ello retroceder de nuevo, limitarse otra vez a la lucha de la sola intelectualidad, cuya impotencia acaba de ser reconocida?
   
* (Es decir, capitalista), y no a favor de la negación necessria de este regimen y de la lucha despiadada contra él.
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pág. 271
[1]
El libro Quiénes son los "amigos del pueblo" y cómo lucoan contra los socialdemóctatas fue escrito en 1894 (la primera parte fue terminada en abril, la segunda y la tercera durante el verano). Lenin empezó a preparar la obra en Samara, entre 1892 y 1893. En el círculo de marxistas de esa ciudad hizo varias disertaciones en las que censuraba con vigor a los enemigos del marxismo, los populistas liberales V. V. (Vorontsov), Mijailovski, Iuzhakov, Krivenko; esas conferencias sirvieron de material preparatorio para esta obra.
. pág. 276
[32]
Iuridíscheski Viéstnik ("Boletín jurídico"): revista mensual de los liberales burgueses. Se publicó en Moscú, de 1867 a 1892.
[pág. 103]
[33]
Véase N. Annenski, "Informe sobre la situación de los kustares en la zona de Pavlovsk" ("Boletín de la comunicación fluvial y la industria de Nizhni-Nóvgorod", núms. 1-3, 1891).
[pág. 104]
[34]
Se refiere a la obra de E. Deméntiev La fábrica, lo que da a la población y lo que le quita (Moscú, 1893).
[pág. 107]
[35]
Los Datos referentes a varios distritos mencionados por Lenin sobre Ia descomposición de los campesinos figuraban en la segunda parte de Quiénes son los "amigos del pueblo", que no ha sido hallada.
[36]
Chetvertníe : nombre que se daba en Rusia zatista a la categoría de campesinos ex siervos en tierras del Estado, descendientes de militares de bajo rango, que en los siglos XV-XVII poblaron las zonas fronterizas del Estado de Moscú. Como recompensa por su servicio de protección de las fronteras los pobladores (cosacos, fusileros y soldados) recibían en usufructo, temporario o a perpetuidad, pequeños lotes que se medían en chétvert (media desiatina). Desde 1719 los campesinos siervos del Estado se denominaron como campesinos con hacienda. Al principio gozaron de ciertos privilegios, inclusive del derecho a tener siervos, pero en el siglo XIX se los fue equiparando a los campesinos comunes propiamente dichos. Por decreto de 1866 se les concedió el derecho de propiedad privada sobre la tierra que usufructuaban (tierra chetvertnáia ) y esa tierra pasó como herencia a manos de sus familiares.
[pág. 131]
[37]
Aquí y en otras pagínas del libro de la presente edición Lenin cita, en su propia traducción, Situación económica de la aldea rusa de I. Gúrvich, el cual fue publicado en inglés (Nueva York, 1892), y en ruso (1896). El libro contiene un material realmente valioso, altamente apreciado por Lenin.
[pág. 132]
[38]
Lenin cita Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel. Véase C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. I.
[pág. 143]
[39]
Colección de materiales estadísticos de la provincia de Moscú, t. V, parte I, 1879, y t. II, 1878.
[pág. 153]
pág. 277
[40]
Se refiere a la obra de Grigóriev Producción de navajas y cerraduras de los kustares de Pavlovsk (1881) y el artículo de N. Annenski (véase la nota 33 del presente libro).
[pág. 161]
[41]
Land Bills de Gladstone : leyes agrarias, promulgadas por el gobierno liberal inglés de Gladstone en las décadas del 70 y 80 del siglo XIX. Con el propósito de atemperar la lucha entre los arrendatarios y los terratenientes (landlords ) y asegurarse los votos de los primeros, el gobierno de Gladstone impuso algunas limitaciones sin importancia a los abusos de los landlords que desalojaban en masa a los arrendatarios; asimismo, el gobierno prometió solucionar el problema de pagos de arrendamientos atrasados, crear tribunales agrarios especiales para fijar un monto "equitativo" de arriendos (durante 15 años), etc. Los Land Bills de Gladstone fueron una expresión típica de la demagogia social de la burguesía liberal.
[pág. 173]
[42]
Seguro obrero de Bismarck : seguro social obrero por accidente, enfermedad, invalidez o vejez, adoptado en Alemania por el gobierno de Bismarck en la década del 80 del siglo XIX. Beneficiaba sólo a un sector de los obreros, además de que 2/3 de los fondos del seguro se formaban con aportes de los propios cbreros y sólo 1/3 con los patronales. La feroz ley de represión contra los socialistas, promulgada por Bismarck, no consiguió destruir el movimiento obrero, por lo cual el gobierno intentó lograr su objetivo concediendo a los trabajadores insignificantes beneficios. Como es sabido de todos, tampoco así pudo alcanzar su finalidad.
[pág. 173]
[43]
Alude a la fábula de Schedrín, intitulada El liberal (Obras Escogidas ).
[pág. 176]
[44]
Nedielia : semanario de orientación liberal populista; apareció en Petersburgo de 1866 a 1901. Se oponía a la lucha contra el absolutismo y preconizaba la llamada teoría de "las cuestiones menores", es decir, exhortaba a los intelectuales a abandonar la lucha revolucionaria y dedicarse a "difundir la cultura".
[pág. 179]
[45]
Se refiere a Herzen. Véase la carta de C. Marx a la Redacción de Otiéchestviennie Zapiski (C. Marx y F. Engels, Correspondencia).
[pág. 182]
[46]
Sozialpolitisches Centralblatt ("Boletin Central Político-Social"): revista del ala derecha de la socialdemocracia alemana. Su publicación se inició en 1891.
[pág. 190]
[47]
K. Pobiedonóstsev : procurador general del Sínodo, ultrarreaccionario e inspirador principal de la política de servidumbre de Alejandro III.
[pág. 192]
pág. 278
[48]
Prensa reptil : órganos de prensa venal, tevistas y periódicos comprados por el gobierno zarista que reptaban ante él.
[pág. 194]
[49]
A. Ermólov, ministro de Agricultura y Bienes Estatales de 1893 a 1905, practicó la política de defender a los remanentes de la servidumbre y los intereses de los terratenientes y esclavistas.
[50]
Se refiere al grupo socialista populista formado por emigrados revolucionarios rusos y dirigido por N. Utin. Este grupo publicó en Ginebra su revista Naródnoie Dielo ("La causa del pueblo"). A principios de 1870, fundó la sección rusa de la Asociación Internacional de los Trabajadores (I Internacional), que fue reconocida por el Consejo General el 22 de marzo de ese año. A pedido de la Sección, C. Marx aceptó representarla en el Consejo General. "Acepto complacido el honroso deber que me proponen: representarlos en el Consejo General", escribió Marx el 24 de marzo de 1870 a sus miembros. Y éstos apoyaron a Marx en su lucha contra los anarquistas bakuninistas, difundieron las ideas revolucionarias de la I Internacional e hicieron cuanto estuvo a su alcance por consolidar los vínculos del movimiento revolucionario ruso con el de Europa occidental.
[pág. 199]
[51]
A. Engelhardt : publicista populista conocido por su actividad en el plano de la agronomía social y por la experiencia de organización racional que llevó a cabo en su finca en Batíshevo, provincia de Smolensk (véase sus cartas Desde el campo, 1882). Lenin caracterizó esta finca en El desarrollo del capitalismo en Rusia, capítulo III, § 6 (Obras Completas, t. III).
[pág. 201]
[52]
Sotsial-Demokrat ("El socialdemócrata"): revista literaria y política, publicada por el grupo "Emancipación del Trabajo" entre 1890-1892 en el extranjero; aparecieron en total cuatro volúmenes. Lenin cita el artículo de J. Plejánov "N. Chernishevski", publicado en el primer volumen de esta revista de 1890.
[pág. 203]
[53]
Alude al partido "Naródnoie Pravo " ("El derecho del pueblo"): organización ilegal de intelectuales democráticos rusos, que fue fundada en 1893, con la participacion de antiguos miembros de "Naródnaia Volia". En la primavera de 1894 el partido fue aniquilado por el gobierno zarista. Esta organización publicó dos documentos programáticos: Un problema
pág. 279
vital y Manifiesto. Véase el juicio de Lenin sobre "Naródnoie Pravo" como partido político en el presente libro y en Tareas de los socialdemócratas rusos (Obras Completas, t. II). La mayoría de los miembros de ese partido ingresaron más tarde en el partido socialista revolucionario.
[pág. 217]
[54]
Lenin cita El capital, t. I.
[pág. 240]
[55]
Alude a la obra de Nik.-on (N. Danielson), Ensayos sobre nuestra economía social después de la Reforma, S. Petersburgo, 1893.
[pág. 244]
[56]
Lenin cita aquí, en traducción propia, pasajes del prólogo a la segunda edición de la obra de F. Engels Contribución al problema de la vivienda. Véase C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas, t. I.
[pág. 249]
[57]
Lenin cita El capital, t. I.
[pág. 250]
[58]
Lenin se refiere a la formulación hecha por Marx en el segundo capítulo de Miseria de la filosofía. Véase C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. V.
[pág. 252]
[59]
Lenin cita el trabajo de Marx Crítica del programa de Gotha
La obra fue editada por partes. La primera se imprimió en hectografo en Petersburgo (en la primavera de 1894) y se distribuyó ilegalmente en esa y otras ciudades. En julio de 1894 apareció la segunda edición de la primera parte, impresa en igual forma. Alrededor de cien ejemplares de la primera y la segunda partes fueron impresos por A. Ganshin en agosto, en Gorki (provincia de Vladímir). En septiembre del mismo año A. Vaneiev imprimió en Petersburgo, también en hectógrafo, cincuenta ejemplares más de la primera parte (era la cuarta edición) y aproximadamente la misma cantidad de la tercera. Un grupo socialdemócrata del distrito de Borzonsk, provincia de Chernígov, la publicó en hectógrafo.
La obra circulaba ampliamente en Rusia y fuera de ella. Era bien conocida por el grupo "Emancipacion del Trabajo" y otras organizaciones socialdemócratas rusas en el extranjero.
En 1923 se encontró una copia hectografiada de la primera y tercera partes en el archivo socialdemócrata de Berlín, y casi en la misma época, en la Biblioteca Pública de Leningrado.
En 1936 fue descubierto un nuevo ejemplar hectografiado de la edición de 1894 con un sinnúmero de correcciones de redacción, evidentemente hechas por Lenin cuando revisó la edición para que se publicara en el exterior.
La segunda parte del libro (en que las concepciones económicas políticas del populista liberal Iuzhakov fueron criticadas por Lenin) aún no ha sido hallada.
[pág. tít.]
.
.
El problema de la diferenciacion del campesinado es objeto de un estudio especial en su obra El desarrollo dd capitalismo en Rusia, particularmente en el segundo capítulo: La diferenciación del campesinado (Obras Completas, t. III).
[pág. 127]
S. Witte : uno de los principales ministros de la Rusia zarista, y quien ocupó la cartera de Hacienda por un largo período (1892-1903). Con sus medidas financieras, su política aduanera, la construcción de ferrocarriles y etc. en favor de los intereses de la gran burguesía, contribuyó al desarrollo del capitalismo en Rusia.
[pág. 195]
[60] Véase el Epílogo de Marx a la segunda edición del tomo I de El capital (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XVII). [pág. 262]
[61] Lenin cita la carta de Marx a Ruge, de septiembre de 1843. Véase C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. I. [pág. 263]
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